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<strong>2014</strong><br />
Anexo<br />
Para<strong>textos</strong><br />
PILÍA, Guillermo: (2009) “Para<strong>textos</strong>”, material de<br />
circulación interna de la cátedra, sin edición.<br />
El paratexto es para nosotros, pues, aquello por lo cual<br />
un texto se hace libro y se propone como tal a sus<br />
lectores, y, más generalmente, al público. Más que de<br />
un límite o de una frontera cerrada, se trata aquí de un<br />
umbral o según Borges a propósito de un prefacio, de<br />
un `vestíbulo’, que ofrece a quien sea la posibilidad de<br />
entrar o retroceder.<br />
Gérard Genette<br />
Libro, texto y para<strong>textos</strong><br />
Un libro se puede definir, en términos muy<br />
generales, como un portador de texto. También se lo<br />
suele asociar con un soporte de escritura, como indicaría<br />
su etimología (del latín “liber, libri” = membrana, corteza<br />
de árbol) con la salvedad de que, hoy en día, puede ser<br />
de carácter material o virtual. La definición clásica habla<br />
de una obra “impresa, manuscrita o pintada” en una<br />
serie de hojas de papel, pergamino, vitela u otro material,<br />
unidas por un lado y protegidas con tapas o cubierta.<br />
Para que un portador de <strong>textos</strong> sea considerado libro,<br />
se ha establecido un mínimo de 50 páginas, por debajo<br />
de las cuales se encuentran los folletos. Como puede<br />
observarse, esta definición clásica se refiere al universo<br />
de los soportes físicos, pero hoy en día es ya muy común<br />
el libro digital o e-books, y además puede encontrarse<br />
en formato audio, en el caso de los audiolibros. También<br />
se suele llamar libro al texto científico o literario que se<br />
fija en un soporte físico o virtual, pero un libro no sólo<br />
transporta un texto determinado, sino también otros<br />
elementos llamados paratextuales.<br />
Una clasificación muy simplista establecería<br />
una diferencia entre el material elaborado por el autor<br />
de una obra (texto) y aquellos elementos lingüísticos o<br />
extralingüísticos incorporados por terceros (para<strong>textos</strong>)<br />
a fin de lograr por parte del lector una adecuada<br />
comprensión del texto. Ya veremos que esto no siempre<br />
es así. Por lo pronto, hay que advertir que los elementos<br />
paratextuales no son meros adornos o afeites: en<br />
los para<strong>textos</strong> se puede encontrar ya configurada<br />
la significación, por ejemplo, de un relato; o a partir<br />
del título y los epígrafes, en otros casos, se pueden<br />
identificar oposiciones semánticas que se desarrollarán<br />
en el cuerpo del discurso. “Los para<strong>textos</strong> —ha escrito<br />
Magda Díaz Morales— persuaden, predisponen,<br />
influyen al lector, asisten, por poner un ejemplo dentro<br />
de las múltiples características que ofrecen, cuando<br />
encontramos obras en las que el protagonista tiene<br />
el mismo nombre que el autor de la obra y creemos o<br />
que es el “alter ego” o la biografía del escritor, siendo<br />
que el segundo, el nombre del autor en la portada,<br />
sólo es un paratexto y el protagonista de la novela es<br />
un personaje de ficción”. Y concluye: “Los para<strong>textos</strong><br />
son marcadores de lectura, instancias de legitimación<br />
(visuales y discursivas), metatextualidad, intercambio<br />
entre autor y lector, elementos funcionales en la<br />
significación (semiosis) de los <strong>textos</strong>”.<br />
Si observamos el libro en tanto objeto, como<br />
soporte de escritura, veremos que tanto el texto como<br />
los para<strong>textos</strong> que lo acompañan suelen ocupar en él<br />
lugares predeterminados, y por esta razón conviene<br />
repasar cuáles son sus diferentes partes, tomando<br />
como base un libro de soporte físico. Los elementos<br />
se describen en el supuesto orden en que los puede<br />
encontrar una persona que manipula cualquier libro, es<br />
decir, de afuera hacia adentro.<br />
• La sobrecubierta o camisa: este elemento no aparece<br />
en todos los libros, sino que por lo general se reserva a<br />
los de cierta calidad. En las ediciones de bolsillo, de uso<br />
escolar o de bajo costo casi nunca aparece. Se trata de<br />
un forro o envoltorio de papel o cartulina que cubre la<br />
tapa y la contratapa. La sobrecubierta se puede sacar<br />
y poner, ya que se adhiere a las tapas mediante dos<br />
lengüetas o pestañas.<br />
•La cubierta: es lo que se llama comunmente las tapas<br />
del libro. Puede estar confeccionada en cartulina o,<br />
en el caso de los libros de mayor porte o de lujo, en<br />
cartón recubierto con cuero, cuerina o tela, entre otros<br />
materiales. Las tapas se unen por el lado izquierdo<br />
mediante una pieza del mismo material a la que se llama<br />
lomo. Si el libro lleva una cubierta blanda y carece de<br />
sobrecubierta, es probable que aquella se prolongue<br />
en dos lengüetas o pestañas de varios centímetros<br />
llamadas solapas. A la cubierta posterior se la llama<br />
también contratapa.<br />
• Las guardas: son dos hojas de papel de mayor<br />
gramaje que ponen los encuadernadores al principio y<br />
al fin de los libros, después de haberlos cosido. Pueden<br />
ser de <strong>color</strong>, satinadas, doradas, etc. de las cuales una<br />
Producción de Textos | Cátedra A - Prof. Alonso | Facultad de Bellas Artes | UNLP<br />
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