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(lo que excluiría a quienes no conozcan ciertos vocablos)<br />

pero lo que más comúnmente puede ocurrir es que<br />

el código sea demasiado evidente, con lo cual se volvería<br />

un mal chiste 7 para cualquier espectador con un<br />

nivel medio de conocimiento de la lengua, distanciando<br />

así a una franja etaria que encuentren gracioso el recurso,<br />

por verlo como novedoso, de otro grupo que por<br />

su edad o experiencia vivida lo encuentren predecible.<br />

La parodia o referencia directa a acontecimientos<br />

o personajes de gran difusión en la sociedad presenta<br />

el mismo riesgo, ya que no cualquier figura pertenece<br />

indiscriminadamente a (o tiene la misma presencia en)<br />

el imaginario infantil, adolescente o adulto. Por otro<br />

lado, si esta misma figura es una alusión constante en<br />

otros medios (un personaje televisivo, por ejemplo) producirá<br />

un efecto cómico al estar sacado de contexto,<br />

pero no generará, como dijimos del lugar común, un<br />

vínculo auténtico ni especial entre ese espectáculo y<br />

su audiencia.<br />

El parámetro que en general puede ser utilizado para<br />

evitar la segmentación generacional del público, es la<br />

crítica consciente del artista sobre su proceso creativo:<br />

lo que a uno mismo como creador (o aún como “espectador”<br />

de la propia creación) le provoca sorpresa o<br />

admiración, será más plausible de generar un vínculo<br />

con el público que aquello que al artista mismo no le<br />

asombra ni se le presenta como algo especial.<br />

LA INSTAURACIÓN DE UN CÓDIGO<br />

Una alternativa a las opciones anteriores sería la<br />

búsqueda, dentro del mismo espectáculo, de un mundo<br />

de referencias propio, o bien la presentación de referencias<br />

ya existentes, pero con un nuevo enfoque que<br />

haga único, si no el contenido, de alguna manera sí la<br />

forma en que éste se presenta (o naturalmente ambos<br />

en conjunto).<br />

Dentro de las infinitas capacidades del teatro, la más<br />

auténtica es la de construir el significado del hecho<br />

escénico en conjunto con el que esté receptando. Los<br />

caminos inmediatos (el lugar común, las referencias<br />

externas, la humillación de un status sobre el otro) no<br />

alcanzan a generar un vínculo tan amplio como ciertos<br />

recursos que, si bien tienen los anteriores como base,<br />

pueden ir más allá.<br />

LOS NIVELES DE SIGNIFICACIÓN<br />

Un mismo espectáculo puede producir un vínculo con<br />

un público de diferentes edades si las referencias a las<br />

que puede aludir (como dijimos, personajes o hechos<br />

ya existentes en el imaginario cultural) se intercalan<br />

constantemente o si se vuelven inclusivos. Pongamos<br />

por caso la parodia: muchos pueden no reconocer alguna<br />

figura parodiada (de cualquier contexto histórico,<br />

geográfico o ficcional) pero si carga además con otros<br />

contenidos cómicos que no se limitan a la entidad parodiada<br />

logrará trascender la referencia. Tal sería el caso<br />

si, además de una buena imitación del original, se logra<br />

destacar cierta esencia que pueda tener esa figura que<br />

lo acerque a un arquetipo universal (como ocurre en los<br />

personbajes de la Comedia del Arte) o si incluye rasgos<br />

que aunque no pertenezcan a la imagen aludida,<br />

puedan abrir el horizonte referencial a otras que sean<br />

análogas o asimilables para espectadores que no puedan<br />

compartir el código principal, pero que puedan<br />

acceder de cualquier manera a alguno de los aspectos<br />

de la construcción cómica.<br />

Lo que puede ser contraproducente, en estas circunstancias,<br />

es oscilar entre referencias que apuntan<br />

alternadamente entre una u otra franja etaria, pues lo<br />

ideal es crear un hecho escénico que sea una sólida<br />

construcción, en la que sus partes se relacionen fluidamente<br />

entre sí, o con una estructura que las engloba<br />

dándole un espacio natural a cada una, generando una<br />

supra-código en común, donde pueden superponerse<br />

pero no anularse.<br />

La idea de un péndulo referencial que a veces remite<br />

al imaginario adulto y a veces al juvenil o infantil, corre<br />

además el riesgo de priorizar un grupo por sobre el otro,<br />

con lo cual, pongamos por ejemplo, una referencia a la<br />

actualidad política orientada a los espectadores adultos<br />

(que busque la complicidad de éstos para demostrarles<br />

que se los está teniendo en cuenta como participantes<br />

del evento) se podrá sentir como una limosna<br />

de comicidad que, si bien por un momento los incluye,<br />

demuestra por contraste que el espectáculo en general<br />

prescinde de su atención ya que no es para ellos el código<br />

global que el espectáculo propone.<br />

7. Nuestro concepto de “chiste malo” se refiere a un acto cómico que<br />

por ser predecible, o poco elaborado, no despierta el sentimiento de<br />

superioridad que mencionamos como base del humor. Es decir, si quien<br />

propone el hecho cómico no demuestra un esfuerzo intelectual en la<br />

construcción del mismo, no recibirá uno ningún placer intelectual al<br />

compartirlo. Lo mismo ocurre si uno siente que cualquiera, sin mayor<br />

esfuerzo, puede ser partícipe de un código humorístico (o por el contrario,<br />

si es necesario agregar una explicación para decodificarlo, lo<br />

cual demostraría cierta desubicación del chiste en un entorno determinado)<br />

Producción de Textos | Cátedra A - Prof. Alonso | Facultad de Bellas Artes | UNLP<br />

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