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como relato de la pobreza: un sordo despojamiento de<br />
la lujuria del lenguaje, sometiéndolo a un régimen de<br />
severidad, casi de laconismo, atentando contra la selva<br />
de las figuras y de las imágenes, el régimen del relato de<br />
la pobreza es una continua lucha en contra de la riqueza<br />
barroca. 9<br />
Por otra parte, aunque la reflexión más reciente lee esta<br />
experiencia desde la matriz analítica preestablecida<br />
por lo que, en un sentido amplio, se denomina “arte<br />
conceptual” 10 , es difícil ver las imágenes de Tucumán<br />
Arde desde la perspectiva de una experiencia estética.<br />
Tucumán Arde se emparenta con el repertorio del<br />
arte conceptual, pero no en su forma tautológica<br />
(autorreferencial) en la que, en definitiva, se reafirma el<br />
paradigma modernista. 11 En esta obra, por el contrario,<br />
las referencias contextuales son tan determinantes<br />
que la realidad deja de ser pensada como un campo<br />
de reflexión y pasa a ser concebida como un espacio<br />
para la acción. Lo que se produce, entonces, es casi un<br />
vaciamiento total del sentido original de las estrategias<br />
conceptuales, en función de una eliminación total de<br />
la ambigüedad en el uso del lenguaje. Es por esto que<br />
resulta problemático analizar la articulación de esta obra<br />
colectiva tomando como punto de partida el repertorio<br />
desarrollado por el conceptualismo. No porque los<br />
artistas no conocieran sus postulados, 12 sino porque<br />
para ellos, en ese momento, era prioritario considerar el<br />
contexto sobre el cual se proponían accionar y diseñar<br />
los mejores recursos para intervenir sobre el mismo.<br />
Antes –decía Rubén Naranjo, artista que participa en la<br />
muestra- tal vez nos hubiera bastado representar un gran<br />
cubo de azúcar, recorrible, con los <strong>textos</strong> incluidos en él<br />
y exhibirlos en el Di Tella. Eso podría habernos dejado<br />
conformes: la realización de una estructura primaria,<br />
que exigía una intervención activa del espectador y que<br />
llevaba implícita, sin ninguna duda, la denuncia de una<br />
situación objetiva. 13 Había un conjunto de experiencias<br />
que habían agitado el medio artístico de Buenos Aires<br />
y de Rosario desde mediados de los sesenta que los<br />
artistas no podían ignorar. Tucumán Arde incorporó la<br />
experiencia de la vanguardia del sesenta; sobre todo<br />
en lo que hace a su relación con las propuestas acerca<br />
de un “Arte de los medios” de Oscar Masotta, Roberto<br />
Jacoby y Eduardo Costa. 14<br />
La idea de hacer confluir los medios de comunicación<br />
y la política ya había sido enunciada en el libro de<br />
Masotta, Conciencia y estructura, publicado en 1968.<br />
Las obras así producidas –sostenía Masotta- serán las<br />
primeras que realmente no podrán ser conservadas<br />
en los museos y que sólo la memoria y la conciencia<br />
deberán retener: pero un tipo muy específico de<br />
memoria y de conciencia. No serán los objetos de los<br />
archivos de la burguesía sino temas dela conciencia<br />
posrevolucionaria. 15<br />
Tucumán Arde existe como el relato de intenciones,<br />
programas y experiencias, y no como resultado visual,<br />
y esto es así porque los parámetros que marcaron el<br />
desarrollo del proyecto habían quebrado todos aquellos<br />
establecidos por el arte tradicional.<br />
El texto escrito por María Teresa Gramuglio y Nicolás<br />
Rosa, firmado por todos los artistas que participaron y<br />
con el que se presentó la experiencia, admite mayores<br />
lecturas que su registro visual. Este texto, que se<br />
enmarca dentro delos planteos de un manifiesto, 16<br />
podría también compararse, en su estructura, con el<br />
programa del 1° de mayo: como en éste se hacía un<br />
diagnóstico de la situación (en este caso del campo<br />
artístico y de la vanguardia) y la propuesta de una<br />
nueva forma de creación estética basada en la acción<br />
colectiva y violenta.<br />
Cuando se analiza la producción de <strong>textos</strong> y manifiestos<br />
que acompañaron a esta exhibición, no deja de<br />
sorprender la absoluta confianza que los artistas<br />
tenían acerca de la posibilidad de incidir e incluso<br />
modificar la conciencia de las personas. Sin embargo,<br />
si tuviésemos que evaluar la experiencia en términos de<br />
público, los asistentes no superaron los promedios de<br />
las exhibiciones del Di Tella. Romper con los circuitos<br />
oficiales no les permitió entrar en contacto con un<br />
público mayor aunque sí, muy probablemente, diferente.<br />
No sólo hay que tener en cuenta las experiencias<br />
que requerían la participación del espectador en los<br />
environments y happenings realizados en el Instituto Di<br />
Tella, o en obras como las de Le Parc, presentadas en<br />
el Instituto Di Tella en 1967, sino también el impacto que<br />
éstas habían producido en el público y en los medios<br />
de comunicación e incluso el poder que estos medios<br />
9.Cfr. Nicolás Rosa, “La mirada absorta”, en La lengua del ausente,<br />
Buenos Aires, Biblos, 1997, p. 123.<br />
10.Cfr. Mari Carmen Ramírez, “Blueprint Circuits: Conceptual Art and<br />
Politics in Latin America” en Waldo Rasmussen (Ed.) Latin American<br />
Artists of the Twentieth Century, Nueva York, Museum of Modern Art,<br />
1993, pp. 156-167 y Jaqueline Barnitz, “Conceptual Art and Latin<br />
America: a Natural Alliance” en Mari Carmen Ramírez y Beverly Afams,<br />
Encounters/Desplacements, Austin, Archer M. Huntington Art Gallery,<br />
1992, pp. 75-89.<br />
11.Cfr. Benjamin H. D. Buchloh, “From the Aesthetic of Administration<br />
to Institutional Critique”, en L’art conceptual, une perspective, Paris,<br />
Musée d’Art Moderne de la Ville de Pars, 1989, pp. 41-53.<br />
12.Podrían en ese sentido citarse las obras que Juan P. Renzi hace<br />
desde 1966, como Cubo de hielo y Charco de agua, que demuestran<br />
el manejo de estrategias conceptuales en las obras que el artista hacía.<br />
13.Citado en Graciela Sacco y otros, op. Cit. P. 63<br />
14.Cfr. Oscar Masotta y otros, Happenngs, Buenos Aires, Jorge<br />
Alvarez. 1967.<br />
15.Cfr. Oscar Masotta, Conciencia y estructura, Buenos Aires,<br />
Coregidor, 1990, p. 14<br />
16.Cfr. Carlos Mangone y Jorge Warley, El manifiesto. Un género entre<br />
el arte y la política, Buenos Aires, Biblos, 1994.<br />
Producción de Textos | Cátedra A - Prof. Alonso | Facultad de Bellas Artes | UNLP<br />
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