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período que, en sus irradiaciones, también estructura<br />
nuestras experiencias actuales. Es desde este doble<br />
encuadramiento –las relaciones entre el presente y<br />
un pasado mitificado, junto al poder evocador de las<br />
imágenes- que quisiera construir la pregunta acerca del<br />
sentido o la necesidad que hoy puede haber de hacer<br />
arte, contemplarlo, analizarlo, exponerlo o conservarlo.<br />
El desafío es múltiple y no es mi intención dar respuestas<br />
aquí. Por el contrario, lo que intentaré es desplegar el<br />
fragmento de un mapa compuesto de fragmentos,<br />
cortas estaciones en las que me detendré en las<br />
posibilidades que algunas obras nos proporcionan<br />
de repensar distintos momentos del arco temporal de<br />
los últimos treinta años. La intención es, ante todo,<br />
inscribir algunas preguntas desde las cuales reflexionar<br />
acerca del arte y de la productividad de la existencia<br />
de un sistema de la imagen. En un tiempo acosado<br />
por la condición del descarte, de lo perecedero y de<br />
la continua sustitución de experiencias, la permanencia<br />
(ya sea en la forma de objetos o de recuerdos) concede<br />
a ciertas obras características de excepcionalidad. La<br />
pregunta central es, entonces, cuál es la densidad de<br />
significados que el arte nos permite abordar y cómo<br />
podemos desagregar las tramas perceptuales, sociales<br />
y simbólicas sobre los que éstos significados se<br />
articulan.<br />
El recorrido que voy a trazar se detendrá en algunos<br />
momentos que señalan puntos de inflexión en la historia<br />
de esos treinta años, y que marcaron profundamente las<br />
prácticas estéticas. El primero es el ’68, punto culminante<br />
de los años sesenta, en el que era incontestable que<br />
un proceso está concluyendo al tiempo que otro se<br />
iniciaba; un momento que constituye, por este motivo,<br />
un límite, casi un abismo en el recorrido de la historia.<br />
En segundo lugar analizaré un caso que a mi juicio<br />
condensa de una manera tan inmensa como opaca,<br />
la experiencia de los años que siguieron al golpe de<br />
estado que clausura definitivamente las expectativas<br />
sesentistas. El tercer momento lo abordaré a partir<br />
de algunas experiencias inmediatas de la actividad<br />
artística, en las cuales es posible medir este recorrido<br />
en el tiempo sobre el que propongo reflexionar.<br />
Lo que pretendo es proporcionar materiales para<br />
repensar la cualidad única que algunas prácticas<br />
culturales poseen para condensar un conjunto de<br />
experiencias intelectuales y afectivas individuales, que<br />
recorren el más amplio terreno de la experiencia social.<br />
Hasta qué punto estas prácticas constituyen manojos<br />
táctiles y visuales que proporcionan lugares intensos<br />
para la reflexión; lugares que, cuando desarmamos<br />
algunos de los registros sobre los que se articulan,<br />
poseen también el poder de proporcionar experiencias<br />
nuevas, que entretejen desde lo inmediato todos<br />
aquellos registros del pasado sobre los que anudan sus<br />
significados, y que nos proporcionan, a la vez, nuevas<br />
experiencias<br />
1.En los límites del arte,<br />
En los límites del tiempo<br />
Lo que en estas imágenes se conserva como el registro<br />
de un hecho que realmente ocurrió, no guarda, en<br />
términos descriptivos, demasiada distancia (ver figuras<br />
1 y 2). La calle, los objetos arrojados en la acera, las<br />
personas, sus gestos, actitudes y torsiones, remiten<br />
en ambas a una situación de violencia. Podría incluso<br />
pensarse si no fueron distintos cortes o encuadres de un<br />
mismo acontecimiento, tomados, por ejemplo, desde<br />
distintos puntos de vista. Los hechos, sin embargo,<br />
no sucedieron en el mismo lugar ni fueron tampoco<br />
cronológicamente simultáneos. Respondieron (y de<br />
ahí quizás la proximidad que sentimos entre ambas<br />
imágenes) a la matriz de una misma época 3 , la de los<br />
sesenta o, para ser más precisos, la del desenlace<br />
final de los sesenta. Lo que sucedía en la puerta del Di<br />
Tella en 1968 y en las calles de Córdoba en el 1969 no<br />
era, definitivamente, lo mismo, pero tampoco era algo<br />
radicalmente diferente.<br />
¿Qué es lo que hizo que en ese momento los hechos que<br />
sacudían las escenas del arte y de la política pudieran<br />
ser tan aproximables? ¿Cuál fue la traición del arte y<br />
la de la política hacia sus prácticas específicas? 4 Lo<br />
que quisiera aquí es a partir de esta constatación para<br />
tratar de proponer posibles respuestas a una seria de<br />
interrogantes. ¿Hasta qué punto este desplazamiento<br />
debe ser interpretado exclusivamente como un tránsito<br />
que diluyó la especificidad del arte y de la literatura en<br />
la política, o no puede ser entendido como parte de<br />
una toma de decisiones que renovó también las propias<br />
prácticas estéticas?<br />
3.Claudia Gilman utiliza el concepto de época para referirse a un período<br />
de la historia marcado por una serie de aspiraciones comunes. En<br />
el campo de los intelectuales y de la literatura en los años sesenta,<br />
para ser mas precisos, la confianza en la revolución, la politización, el<br />
antiintelectualismo, la búsqueda de un nuevo público y de un mercado;<br />
hechos todos que permiten definir un mapa temporal más que espacial<br />
y que, en tal sentido, no se definen en términos nacionales, sino<br />
epocales. Cfr. Claudia Gilman, “La situación del escritor latinoamericano:<br />
la voluntad de politización”, en Enrique Oteiza (Coord.), Cultura<br />
y política en los años ’60, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones<br />
“Gino Germani”, Facultad de Ciencias Sociales, CBC, Universidad de<br />
Buenos Aires, 1997, pp. 171-186.<br />
4.En relación con la escena artística uruguaya, Luis Camnitzer comparó<br />
las estrategias del nuevo antiarte (el conceptual) con las de la<br />
guerrilla urbana; del mismo modo se refirió a la estetización de la<br />
política en algunas delas acciones de los Tupamaros: por ejemplo, la<br />
célebre Operación Pando protagonizada por el MLN en octubre de<br />
1969. Cfr. Luis Camnitzer, “Arte colonial contemporáneo”, Marcha,<br />
Montevideo, 3 de julio de 1970.<br />
Producción de Textos | Cátedra A - Prof. Alonso | Facultad de Bellas Artes | UNLP<br />
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