RPPM - N 1 - Año 1.pdf
Revista Peruana del Pensamiento Marxista N°1
Revista Peruana del Pensamiento Marxista N°1
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Revista Peruana del Pensamiento Marxista<br />
El Perú no es un país de grandes praderas o<br />
bosques fríos caducifolios en terrenos naturalmente<br />
llanos; es un país rudo y montañoso,<br />
quebradizo y más bien árido; los bosques<br />
tropicales húmedos y sempervirentes no<br />
favorecen la formación de suelos versátiles y<br />
domesticados; las montañas no sólo son de<br />
fuerte pendiente sino también de grandes<br />
alturas, muchas de ellas con suelos igualmente<br />
indómitos; los desiertos y sus oasis tampoco son<br />
del edén. Sin embargo, todo eso fue domesticado<br />
hasta niveles que a todos nos sorprenden. Se<br />
fabricaban suelos, mediante terraceamientos,<br />
riego de varios géneros y magnitudes, fertilización<br />
artificial, etc., garantizando una agricultura<br />
eficiente y excedentaria, con capacidad de<br />
almacenamiento para resolver las necesidades<br />
de la superestructura estatal o las eventuales<br />
carencias derivadas del irregular régimen de<br />
aguas o de los frecuentes desastres naturales.<br />
El consumo de proteínas estaba garantizado por<br />
una generosa producción agropecuaria, con<br />
ganadería igualmente excedentaria, que además<br />
proveía de insumos para la industria textil y de<br />
pieles y de medios de transporte para las grandes<br />
caravanas que cruzaban los desiertos y las<br />
punas. Más aún, debido al carácter marítimo de<br />
la cordillera, desde muchos milenios atrás se<br />
mantuvo un circuito de abastecimiento de<br />
productos marinos de todo el territorio, de modo<br />
tal que mil o dos mil años antes que los españoles<br />
llegaran, aquí comíamos pescados y mariscos a<br />
varios de cientos de kilómetros del mar y hasta<br />
por encima de los cuatro mil metros de altura.<br />
Finalmente, las técnicas de conserva mediante<br />
deshidratación, con uso de sal o aprovechamiento<br />
de las condiciones del clima permitieron el<br />
traslado y almacenamiento de carne por tiempo<br />
ilimitado y a cualquier distancia. Para eso se<br />
disponía de una red impresionante de caminos<br />
que erróneamente se atribuyen en exclusividad a<br />
la política vial de los incas, aun cuando hay<br />
pruebas de que ya se estaban haciendo al menos<br />
dos mil años antes de que ellos establecieran su<br />
imperio.<br />
El neolítico andino, durante dos o tres mil años,<br />
creó un vasto arsenal de alimento y recursos<br />
productivos que nuestro pueblo aprovechó e<br />
incrementó a lo largo de su existencia. Fue tarea<br />
de los neolíticos la domesticación de plantas y<br />
animales y sobre todo el descubrimiento de la<br />
manera como podía darse la producción en<br />
condiciones óptimas en cada lugar. Nosotros<br />
pudimos domesticar la alpaca y la llama de las<br />
punas; la papa, la quinua, la kañiwa, la oca o la<br />
kiwicha de la sierra, entre otras; lo frijoles, los<br />
pallares, el algodón o el maíz de los valles; el<br />
camote, el maní y la yuca de los bosques tropicales.<br />
Y los adaptamos a la tierra y, cuando ello no<br />
era posible, adaptamos la tierra a sus condiciones.<br />
Nuestro pueblo recreó la geografía de este<br />
territorio para convertirlo en país.<br />
Si bien pueden pasar al campo de la anécdota las<br />
obras magistrales del arte andino, su habilidad<br />
en el dominio de la piedra o en la búsqueda y<br />
fijación de los tintes sobre las telas, no son<br />
anecdóticas. Las transformaciones a las que tuvo<br />
que someterse el territorio para ser habitable, no<br />
lo son, ni lo son los grandes proyectos de infraestructura<br />
agraria e hidráulica exitosamente<br />
resueltos, ni la armonía entre la ocupación del<br />
territorio y la preservación del medio, ni lo es la<br />
óptima explotación de los recursos naturales y<br />
humanos.<br />
Sobre un país en esas condiciones se montó el<br />
proyecto colonial. Cuando estaban en plena<br />
operación de los proyectos de mejoramiento de<br />
suelos habilitados en terrazas y los procedimientos<br />
más adecuados para programar el uso<br />
racional de los recursos; cuando se ensayaba<br />
procesos de aclimatación y se expandía la red de<br />
intercambios y trocaderos; cuando el cobre<br />
adquiría calidades monetarias; cuando había en<br />
Puno propietarios de decenas de miles de<br />
cabezas de ganado y los navegantes hacían viajes<br />
de miles de kilómetros a lo largo del Pacífico.<br />
En nada de eso puso atención España. El Perú<br />
era mina, no país. Los hispanos que vivían acá, o<br />
sus hijos, eran testaferros de un poder colonial<br />
que instauró –a su favor– la propiedad privada<br />
sobre los medios de producción, vía la apropiación<br />
de los bienes por la fuerza. Se hicieron<br />
propietarios de toda la riqueza, repartiéndose un<br />
país que otras manos habían construido. A los<br />
antiguos dueños les cambiaron sus bienes por la<br />
Artículos<br />
7