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Revista Peruana del Pensamiento Marxista N°1
Revista Peruana del Pensamiento Marxista N°1
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Revista Peruana del Pensamiento Marxista<br />
restauración en tales condiciones no puede ser<br />
otra cosa que el germen de los conflictos<br />
generalizados.<br />
Pero todo este proceso político tiene un signo<br />
adicional, que cruza las marchas y contramarchas<br />
de la República Oligárquica que reemplazó<br />
a la minúscula República Aristocrática que se<br />
propuso reemplazar a su vez al régimen virreinal,<br />
luego de los folclóricos inicios del proyecto<br />
republicano. Es que a lo largo de este tiempo, es<br />
decir, antes de Velasco, antes de las guerrillas del<br />
60, antes de Leguía y la formación del Perú<br />
moderno, antes aun de que González Prada<br />
estigmatizara a la República como un engendro<br />
inoperante, los conflictos centrales eran los<br />
mismos que ahora apreciamos con espanto en<br />
toda su desnudez.<br />
No son las mismas gentes que iniciaron la<br />
República; los criollos de hace cien años fueron<br />
cediendo espacio a los inmigrantes italianos,<br />
ingleses y de otras partes, con quienes organizaron<br />
su propuesta alianza oligárquica, luego de<br />
abandonar sus pretensiones aristocráticas<br />
solipsistas. El desarrollo capitalista en expansión<br />
llegó a ellos, y ellos trajeron consigo la<br />
noción de modernidad que es desde entonces<br />
objetivo central de todas nuestras preocupaciones.<br />
El proyecto consiste en convertir al Perú en un<br />
país que disponga de los beneficios del desarrollo<br />
industrial que ha puesto a Europa y a Estados<br />
Unidos en la punta del éxito. Dicho de otro<br />
modo, debemos ser como ellos o al menos<br />
parecernos. En la medida que esto se logre,<br />
seremos más "modernos" y menos atrasados. Eso<br />
incluye consumo de tecnología diversa, que ellos<br />
producen, consumo de productos iguales o<br />
similares a los que ellos consumen y producen; y,<br />
por tanto, adhesión a todas sus formas de vida,<br />
que en nuestros días se fija más claramente en la<br />
noción de american way of life.<br />
Aparentemente, todos estamos de acuerdo con la<br />
noción de modernidad, que imita con licencias y<br />
desigual éxito el modelo occidental. Nadie duda<br />
de que es un gran avance hacer carreteras para<br />
movilizar los recursos hacia el mercado; eso es el<br />
núcleo económico de este paradigma. Tampoco se<br />
duda de que son grandes avances los que nacen<br />
del uso de maquinaria en la producción agrícola.<br />
Es absurdo suponer que la instalación de ensambladoras<br />
de automotores o computadoras no es<br />
signo de desarrollo en el campo industrial. Lo son<br />
también la instalación de ascensores en los altos<br />
edificios que a semejanza de los neoyorquinos<br />
construimos en nuestras principales ciudades; así<br />
como lo es la disponibilidad de televisores y acceso<br />
a satélites para tener comunicación supermoderna<br />
con el exterior. La informática y la física<br />
nuclear debe ser parte de nuestro conocimiento, y<br />
sin duda debemos ser partícipes de todos los<br />
avances de la ciencia, aunque todo eso nos llegue<br />
de fuera y nosotros seamos solamente usuarios.<br />
Este signo de nuestro tiempo comenzó a fines del<br />
siglo pasado, sustentado en una matriz colonial<br />
que la dirigencia criolla prohijó con beneplácito.<br />
Por eso comenzó al revés; es decir que nació<br />
adulto, más bien trasplantado que engendrado.<br />
Lo primero fue la banca, o sea el sistema financiero<br />
antes que el desarrollo de la industria o la<br />
generación de algún tipo de mercado interno. En<br />
la medida en que así ingresamos a las relaciones<br />
capitalistas internacionales, nuestro cupo de<br />
producción consistió en producir insumos para la<br />
exportación –que luego bautizamos como<br />
tradicionales– a objeto de beneficiarnos con el<br />
consumo de los productos y tecnología "de punta"<br />
importados. De esa manera organizamos nuestra<br />
producción en función del mercado externo y no<br />
de las necesidades de consumo nuestras. El éxito<br />
de nuestra economía consiste en disponer de<br />
recursos para exportar y no para consumir o<br />
producir. Así fue con el guano y el salitre, así con el<br />
petróleo y sus derivados, así con cualquier cosa<br />
que permita obtener divisas para importar lo que<br />
queremos consumir.<br />
Por esta causa tenemos igualmente una estructura<br />
de clases sociales nacidas de vientre externo,<br />
que nacieron adultas y con dientes y uñas,<br />
consolidados consistentemente con este<br />
régimen de relaciones económicas. Nuestra<br />
burguesía no es ni se siente nativa; sus relaciones<br />
con el país son relaciones de propiedad pero no<br />
de pertenencia. Se reclama extranjera, aunque<br />
exige derecho territorial, y tiene razón, pues, en<br />
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