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Revista Derecho en Sociedad, n.° 2 - Febrero 2012 - Ulacit

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DERECHO EN SOCIEDAD, N. º 2. <strong>Febrero</strong> de <strong>2012</strong><br />

<strong>Revista</strong> Electrónica de la Facultad de <strong>Derecho</strong>, ULACIT – Costa Rica<br />

eternam<strong>en</strong>te.<br />

El Estado ha perdido los principales significados que lo definían (Estado como<br />

monopolio de la creación jurídica <strong>en</strong> el decir de Kels<strong>en</strong>; o el Estado como monopolio de<br />

la decisión jurídica, <strong>en</strong> palabras de Schmitt), pero continua mant<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do el control de la<br />

atribución y adquisición de la nacionalidad. Ya lo decía Hannah Ar<strong>en</strong>dt <strong>en</strong> los años 50:<br />

la soberanía <strong>en</strong> nada es más absoluta que <strong>en</strong> materia de emigración, naturalización,<br />

nacionalidad y expulsión (1973: 278; Shaw 2007: 21).<br />

Las respuestas de liberales, comunitarios o republicanos, incluso con sus difer<strong>en</strong>tes<br />

ac<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> los derechos individuales, la id<strong>en</strong>tidad colectiva o la participación ciudadana,<br />

al m<strong>en</strong>os ya sabemos que están de acuerdo <strong>en</strong> algo: no pon<strong>en</strong> <strong>en</strong> cuestión el modelo de<br />

ciudadanía nacional. Y, sin embargo, a pesar de las propuestas que han aparecido para<br />

diseñar una ciudadanía sin su carácter nacional (Kostakopoulou 2008), parece difícil<br />

prescindir de un concepto tan anclado <strong>en</strong> la política estatal como el de nación y su<br />

proyección colectiva. En el pres<strong>en</strong>te es imposible plantear un modelo de Estado<br />

culturalm<strong>en</strong>te neutro y sin su correspondi<strong>en</strong>te ideología nacional.<br />

La pot<strong>en</strong>cialidad ética que supone rechazar una exclusiva id<strong>en</strong>tidad nacional como<br />

indisoluble elem<strong>en</strong>to para la formación y desarrollo del Estado no significa que podamos<br />

olvidar que cada Estado está basado <strong>en</strong> una id<strong>en</strong>tidad difer<strong>en</strong>ciada. Los Estados deb<strong>en</strong><br />

ser más inclusivos con otras formas culturales <strong>en</strong> un movimi<strong>en</strong>to reciproco <strong>en</strong>tre la<br />

sociedad de acogida y los nuevos grupos que se instalan <strong>en</strong> ella, pero las instituciones<br />

publicas necesitan siempre trabajar con unas id<strong>en</strong>tidades específicas y, por ello,<br />

incompatibles con una aséptica neutralidad cultural o nacional (Kymlicka 2001 17 ;<br />

Norman 2007: 51). Incluso los más avanzados Estados multinacionales necesitan manejar<br />

sólo ciertas l<strong>en</strong>guas, costumbres y culturas para la plasmación de su acción pública<br />

(Moore 2001: p. 130). Y aunque los Estados pres<strong>en</strong>t<strong>en</strong> normalm<strong>en</strong>te “nested national<br />

id<strong>en</strong>tities” (Miller 2000: 140) y las sociedades siempre sean más plurales que las<br />

proclamas del discurso oficial, no se puede prescindir de la cultura colectiva.<br />

Así la pret<strong>en</strong>sión de separar la noción nacional del Estado, de manera análoga a la<br />

que <strong>en</strong> la modernidad buscó la distinción con la religión, no deja de ser una<br />

manifestación que aunque pudiera ser bi<strong>en</strong>int<strong>en</strong>cionada, es tan irrealizable como<br />

primero, adquisición por las trabajadoras de derechos sociales, vinculados a su función reproductora,<br />

después, los derechos políticos con el sufragio universal fem<strong>en</strong>ino; y sólo a mediados del siglo XX, la<br />

pl<strong>en</strong>a igualación <strong>en</strong> derechos civiles d<strong>en</strong>tro del matrimonio. Y, a pesar de las críticas, como<br />

simplificación, el modelo de Marshall sigue si<strong>en</strong>do una refer<strong>en</strong>cia insoslayable (Bellamy 2008: 47-51).<br />

17 Will Kymlicka incluso afirma que la democracia sólo puede desarrollarse d<strong>en</strong>tro de un contexto<br />

nacional y, más aún, que la política democrática es política <strong>en</strong> l<strong>en</strong>gua vernácula, de ahí su nacionalismo<br />

liberal.<br />

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