¿CUÁL DIGNIDAD HUMANA? - Universidad Iberoamericana
¿CUÁL DIGNIDAD HUMANA? - Universidad Iberoamericana
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De este desperdicio nos libera la fe: podemos admitir ya que no sabemos qué hacer y que<br />
hemos llegado a nuestros límites (o ya los hemos desbordado); ya no tiene importancia,<br />
porque ya hemos recibido la identidad del que ha sido aceptado incondicionalmente. Pero<br />
incondicionalmente aceptado es también el otro que nos amenaza, hiere o repugna. Es posible<br />
dar gracias por ambas cosas y el agradecimiento excluye todo intento de justificación.<br />
Análogamente podemos decir que Jesús en la resurrección ha recibido de su Padre el regalo<br />
de su dignidad. Mientras nos atengamos estrictamente a la analogía, podemos también<br />
hacer esta afirmación exactamente en el sentido antropológico que hemos dado a este regalo.<br />
También podemos decir – y aquí los argumentos tradicionales tienen su razón – que en<br />
la fe hemos experimentado que la comunión con Dios se nos ha convertido en un regalo<br />
que no puede ser derivado de ninguna otra cosa. Me parece que, paradójicamente, el texto<br />
de Rom 5,14, en el contexto de lo que se ha tomado por el «pecado original», dice exactamente<br />
eso. Este regalo nos convierte en la nueva creación y nos incluye en la tarea de Jesús<br />
de regalar a los excluidos, a los desesperados y a los enfermos la dignidad de ser los amados<br />
de Dios.<br />
La comunión con Dios en la fe crea una comunión interhumana en la esperanza escatológica:<br />
es el ensanchamiento escatológico de nuestro horizonte de esperanza. Solo aquí empieza<br />
a vislumbrarse la importancia de que cada autopresencia es esperanza y que le corresponde<br />
un horizonte de esperanza que puede ser alterado, pero que no le puede ser quitado.<br />
Éste es el punto de inserción para la promesa de la comunión con Dios definitiva, en una<br />
comunión entre nosotros, en la que todos se regalan mutuamente su dignidad y por eso encuentran<br />
la paz y plenitud. Por el hecho de que – de modo especial en la fe – somos autopresencia-esperanza,<br />
somos capaces de ver y realizar signos de esperanza, particularmente<br />
en los que no parecen tener dignidad. Uno de estos fue el mismo Jesús.<br />
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