El punto de vista teológico-sistemático - Universidad Iberoamericana
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Po<strong>de</strong>mos, entonces, resumir la intención <strong>de</strong> la encíclica así: el Papa quiere evocar, en<br />
medio <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong>sgarrado, una realidad <strong>de</strong> amor, consoladora y realmente posible, una<br />
compenetración <strong>de</strong> amor divino y humano, una “mística” <strong>de</strong> amor con carácter social.<br />
Quiere universalizar el “concepto <strong>de</strong> prójimo”, pero <strong>de</strong> manera que que<strong>de</strong> siempre concreto<br />
(# 15). <strong>El</strong> mejor resumen <strong>de</strong> su intención es, quizá, el título <strong>de</strong> la Segunda Parte:<br />
“Caritas. <strong>El</strong> ejercicio <strong>de</strong>l amor por parte <strong>de</strong> la Iglesia como Comunidad <strong>de</strong> Amor”. O<br />
bien, po<strong>de</strong>mos tomar como programático el texto <strong>de</strong> la Introducción: “En un mundo en el<br />
cual a veces se relaciona el nombre <strong>de</strong> Dios con la venganza o incluso con la obligación<br />
<strong>de</strong>l odio y la violencia, éste es un mensaje <strong>de</strong> gran actualidad y con un significado muy<br />
concreto. Por eso, en mi primera Encíclica <strong>de</strong>seo hablar <strong>de</strong>l amor, <strong>de</strong>l cual Dios nos colma,<br />
y que nosotros <strong>de</strong>bemos comunicar a los <strong>de</strong>más” (#1,3).<br />
Lo sorpren<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> esta encíclica es su tono: el lenguaje no es solo analítico, sino afectivo,<br />
emotivo y, por momentos, bello; no exhorta, sino que pinta imágenes evocativas y<br />
busca convencer <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro, insistiendo en que po<strong>de</strong>mos soñar y esperar algo así, porque<br />
es posible y porque ya se está viendo – por ejemplo, en la obra <strong>de</strong> Teresa <strong>de</strong> Calcuta,<br />
tres veces citada – en medio <strong>de</strong> la miseria. Por lo <strong>de</strong>más, el cambio entre diferentes lenguajes,<br />
parte <strong>de</strong>l vocabulario, y el hecho <strong>de</strong> concluir lo que aun así sigue siendo un tratado<br />
con una oración, recuerda el estilo <strong>de</strong> San Agustín, el teólogo <strong>de</strong> preferencia <strong>de</strong>l antes<br />
Car<strong>de</strong>nal Ratzinger. <strong>El</strong> lenguaje agustiniano con sus tonos neoplatónicos recurrirá a lo<br />
largo <strong>de</strong> la encíclica.<br />
Si ésta es la intención <strong>de</strong>l Papa, y si la intención esboza un «programa» <strong>de</strong>l camino <strong>de</strong> su<br />
papado, se vislumbra, por lo <strong>de</strong>más muy <strong>de</strong> acuerdo con su teología, la figura <strong>de</strong> un «mediador»<br />
y el arco <strong>de</strong> un horizonte <strong>de</strong> esperanza. Lo que conviene ahora es ver cómo la<br />
encíclica arguye la intención o bien, dicho <strong>de</strong> otro modo, cuáles medios usa para alcanzar<br />
su fin.<br />
La primera parte <strong>de</strong> la encíclica la <strong>de</strong>dica el Papa a un análisis <strong>de</strong>l «amor» y <strong>de</strong>l «eros».<br />
<strong>El</strong> problema <strong>de</strong> esta parte es doble: 1. presenta una visión antropológica neoplatónica y,<br />
por eso, dualista, difícilmente apta para esbozar una integración <strong>de</strong> eros y agapé, por más<br />
que intente lograrla; y 2. hay una ruptura en la argumentación: quiere documentar la universalidad<br />
<strong>de</strong>l amor evocando al Dios “creador <strong>de</strong>l cielo y <strong>de</strong> la tierra” y, por eso, <strong>de</strong> todos<br />
los hombres (# 9,1). Este Dios “ama al hombre”. De ahí se hubiera esperado un argumento<br />
que <strong>de</strong>je asentado que el «amor» – agapé y eros integrados – sean capaces <strong>de</strong><br />
unir a todos los hombres entre sí. Sin embargo, el planteamiento es llevado a la afirmación<br />
<strong>de</strong> que el amor-eros “orienta al hombre hacia el matrimonio”, porque, en cuanto “ser<br />
<strong>de</strong> algún modo incompleto”, pue<strong>de</strong> encontrar su complemento solo en la “comunión con<br />
el otro sexo” (# 11, Gen 2,24). <strong>El</strong> contexto aquí es la imagen <strong>de</strong> Dios y la imagen <strong>de</strong>l<br />
hombre, y la mera estructura <strong>de</strong>l argumento 1. <strong>de</strong>ja la imagen <strong>de</strong> Dios sin su contraparte<br />
humana, y 2. <strong>de</strong>ja inacabado el planteamiento <strong>de</strong> la universalidad <strong>de</strong>l amor.<br />
En el próximo paso se habla <strong>de</strong>l “realismo inaudito” (# 12) <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios aparecido en<br />
Cristo y <strong>de</strong> ahí se pasa a la eucaristía: la “mística” <strong>de</strong> ese sacramento tiene un “carácter<br />
social”, porque en la comunión sacramental yo quedo unido al Señor como todos los <strong>de</strong>-<br />
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