Antecedentes legales y parlamentarios - Ministerio de Defensa

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23 de octubre de 1986 728 De ahí también la importancia que va a revestir el que se cambien planes de estudio, se seleccione con cuidado el plantel docente y se efectúen las transformaciones necesarias para que el joven que ingrese en las Fuerzas Armadas mantenga una relación estrecha y cotidiana con la sociedad no militar. Si no se tiene en cuenta una concepción social y un pensamiento popular para la reorientación de nuestro sistema defensivo, realmente no se habrá avanzado mucho en esta materia. Estas simples reflexiones tienden —como dije al principio— a fundamentar el voto positivo para esta iniciativa sin pretender hacer una exposición sobre este tema, ya que hemos escuchado exposiciones medulosas y profundas realizadas por los señores senadores que me precedieron en el uso de la palabra. Creo que debemos apoyar este proyecto de ley porque representa un avance positivo y —tal como dije en una parte de mi exposición— la discusión no se cierra en este punto sino que estamos abriendo el camino para dictar todas las otras leyes que están previstas en este mismo articulado y que, por supuesto, van a tender a completar nuestra concepción global de defensa, que constituye un elemento fundamental para el progreso de nuestro país y la grandeza de nuestra patria. Sr. Presidente (Gómez Centurión).—Tiene la palabra el señor senador por Jujuy. Sr. Martiarena.—Señor presidente: me veo precisado a formular inicialmente una aclaración. Se ha hecho tal apología del concepto unificador operado en la Comisión de Defensa Nacional para obrar —como ahora se dice— la compatibilización de dos proyectos que desde el primer momento de su lectura he considerado incompatibles, y se ha mencionado con tanta insistencia que es digno de alabanza y de remarcar el espíritu con el que se ha logrado la conciliación de los textos, como si ello estuviera cimentando un principio de tal magnitud en las relaciones políticas que se operan en este Parlamento, que quienes no participamos de esa idea aparecemos como excluidos de ese espíritu de conciliación, de solidaridad, de compañerismo, de identidad de propósitos o de cualquier cosa por el estilo. Yo me encuentro en esa situación. Desde que tuve que empezar a considerar este proyecto de ley de Defensa Nacional, que tiene su origen en una iniciativa del Poder Ejecutivo remitida a la Cámara de Diputados en abril de 1985, he tenido una verdadera preocupación por fijar los términos de la necesidad nacional de una ley de Defensa y por establecer si efectivamente el texto propuesto entonces por el Poder Ejecutivo, su elaboración posterior en la Cámara de Diputados y el primer dictamen de la comisión en mayoría en el Senado podía decirse que satisfacían lo que la República necesita en materia de ley de Defensa Nacional. Digo también, en forma de confesión, que en ningún momento ni el proyecto del Poder Ejecutivo ni el texto modificado de la Cámara de Diputados ni el dictamen de la Comisión de Defensa Nacional en mayoría habían logrado convencerme de que ésa fuera la ley de Defensa Nacional que la República requería. Ya me voy a referir a las motivaciones de este rechazo acerca del proyecto y de sus derivaciones. Contemporáneamente a estas dudas planteadas y a esta toma de decisión por mi parte, advertí que en el transcurso del tiempo se iba operando un cambio sustancial en la pretensión del gobierno nacional acerca del dictado de esta ley. He leído con toda minuciosidad los discursos que se pronunciaron en la Cámara de Diputados en agosto de 1985, o sea, hace más de un año. Y he encontrado, no por inducción sino por expresiones precisas, que el gran mérito del proyecto del Poder Ejecutivo —lo que ahora también se denomina la filosofía del proyecto— se presentaba bajo algunas premisas estimadas fundamentales. En primer lugar, la sumisión y la subordinación del poder militar al poder civil. Luego, la unificación de disposiciones y de acciones en las fuerzas militares para asegurar actividad y pronunciamientos conjuntos en las emergencias a las que se pudiera dar lugar por su aplicación.

29a. reunión - continuación 22a. sesión ordinaria Esto apareció como lo más importante, y fue descrito por el miembro informante en la Cámara de Diputados, el señor diputado Zubiri, agregando también como punto sustancial, no de tercer orden por su importancia sino cronológicamente, la abolición y la terminación de la denostada teoría o doctrina de la Seguridad Nacional. Había, evidentemente, también en el texto del proyecto como en los fundamentos del presidente Alfonsín y en las expresiones del debate, una clara manifestación del recelo que la civilidad sentía en ese tiempo por todo lo que significara la posibilidad de que las Fuerzas Armadas de la República, a través de comandos accidentales o de fijación de posiciones institucionales pudieran abrirse el camino de la reiteración en esto que nosotros hemos calificado durante más de siete años de su vigencia de dictadura militar, en contra de los derechos del pueblo argentino. Apareció en ese momento como un propósito muy definido del gobierno. Es decir que, el gobierno, en cierta manera —a mi modo de ver—, captó entonces la repulsa que perduraba en el ánimo de los argentinos por los hechos aberrantes que se habían producido a través de los elementos de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad durante el denominado “proceso” y eso estaba reflejado en el proyecto, en sus fundamentos y también en las exposiciones de los señores diputados. Ya vamos a hablar acerca de la doctrina de la Seguridad Nacional y de esta posición de las Fuerzas Armadas. Pero ahora quiero significar solamente que desde ese momento hasta ahora se produjo el congelamiento de este proyecto, que fue sancionado por la Cámara de Diputados en el mes de agosto del año pasado. No fue incluido en el temario de las sesiones extraordinarias del último año y no se propuso en todo el período ordinario hasta el mes de agosto de este año, cuando nuevamente renace la aspiración de que el Honorable Senado lo considere. He escuchado con mucha atención la explicación dada por el señor miembro informante acerca de la necesidad de brindar una gran participación a todos los elementos ponderables de la sociedad argentina para que expresaran sus opiniones acerca de este tema; pero disiento con la extensión que él le da a ese propósito de hacer participar a los estamentos de toda clase en la consideración de este proyecto, porque ni siquiera se tuvo la prudencia de recabar las opiniones al poder militar de forma tal que fueran oportuna, coherente y rápidamente expuestas, toda vez que si estábamos tratando—como filosofía de este proyecto— de que se llegara a las determinaciones conjuntas de las armas, cuando ellas dieran una opinión debería ser el pensamiento conjunto de las mismas. He dicho en la reunión de presidentes de bloque y voy a repetirlo ahora que me llamó sobremanera la atención que el presidente de la Comisión de Defensa Nacional abriera una encuesta —digamos así— que se inició con una conversación de los señores senadores con el jefe del Estado Mayor Conjunto, brigadier Waldner. En esa oportunidad, él tuvo la precaución, la cautela o la decisión acordada —no puedo decirlo con certeza— de expresar que se manifestó solamente a título personal y, en tal carácter, dio algunas opiniones globales generalizadas. Después, tuve la sorpresa de que fueran invitados sucesiva y separadamente los jefes de los estados mayores de Ejército, de Marina y de la Aeronáutica. Y digo que recibí una sorpresa porque yo entendía que la opinión del señor Jefe del Estado Mayor Conjunto sobre este proyecto de ley resumiría de alguna manera el pensamiento de los Estados Mayores de las fuerzas componentes, toda vez que por definición militar —y de esto, el señor presidente de la comisión sabe más que yo— los Estados Mayores no son comandos sino órganos de consulta. Así, yo suponía que las consultas también debían compatibilizarse entre las armas para traer a los senadores la opinión de las Fuerzas Armadas y no el pensamiento individual de cada una. En definitiva, no fueron opiniones individuales en el sentido de que eran personales, porque cada uno de los señores jefes habló por su arma. Ellos no se expresaron a título personal, como lo hizo el señor Jefe del Estado Mayor Conjunto, sino que expusieron los propósitos de sus respectivas armas. 729 1986

29a. reunión - continuación 22a. sesión ordinaria<br />

Esto apareció como lo más importante, y fue <strong>de</strong>scrito por el miembro informante en la<br />

Cámara <strong>de</strong> Diputados, el señor diputado Zubiri, agregando también como punto sustancial, no<br />

<strong>de</strong> tercer or<strong>de</strong>n por su importancia sino cronológicamente, la abolición y la terminación <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>nostada teoría o doctrina <strong>de</strong> la Seguridad Nacional.<br />

Había, evi<strong>de</strong>ntemente, también en el texto <strong>de</strong>l proyecto como en los fundamentos <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte<br />

Alfonsín y en las expresiones <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bate, una clara manifestación <strong>de</strong>l recelo que la civilidad<br />

sentía en ese tiempo por todo lo que significara la posibilidad <strong>de</strong> que las Fuerzas Armadas <strong>de</strong> la<br />

República, a través <strong>de</strong> comandos acci<strong>de</strong>ntales o <strong>de</strong> fijación <strong>de</strong> posiciones institucionales pudieran<br />

abrirse el camino <strong>de</strong> la reiteración en esto que nosotros hemos calificado durante más <strong>de</strong> siete<br />

años <strong>de</strong> su vigencia <strong>de</strong> dictadura militar, en contra <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong>l pueblo argentino.<br />

Apareció en ese momento como un propósito muy <strong>de</strong>finido <strong>de</strong>l gobierno. Es <strong>de</strong>cir que, el<br />

gobierno, en cierta manera —a mi modo <strong>de</strong> ver—, captó entonces la repulsa que perduraba en<br />

el ánimo <strong>de</strong> los argentinos por los hechos aberrantes que se habían producido a través <strong>de</strong> los elementos<br />

<strong>de</strong> las Fuerzas Armadas y <strong>de</strong> las Fuerzas <strong>de</strong> Seguridad durante el <strong>de</strong>nominado “proceso”<br />

y eso estaba reflejado en el proyecto, en sus fundamentos y también en las exposiciones <strong>de</strong> los<br />

señores diputados.<br />

Ya vamos a hablar acerca <strong>de</strong> la doctrina <strong>de</strong> la Seguridad Nacional y <strong>de</strong> esta posición <strong>de</strong> las<br />

Fuerzas Armadas. Pero ahora quiero significar solamente que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese momento hasta ahora<br />

se produjo el congelamiento <strong>de</strong> este proyecto, que fue sancionado por la Cámara <strong>de</strong> Diputados<br />

en el mes <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong>l año pasado. No fue incluido en el temario <strong>de</strong> las sesiones extraordinarias<br />

<strong>de</strong>l último año y no se propuso en todo el período ordinario hasta el mes <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> este año,<br />

cuando nuevamente renace la aspiración <strong>de</strong> que el Honorable Senado lo consi<strong>de</strong>re.<br />

He escuchado con mucha atención la explicación dada por el señor miembro informante<br />

acerca <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> brindar una gran participación a todos los elementos pon<strong>de</strong>rables <strong>de</strong><br />

la sociedad argentina para que expresaran sus opiniones acerca <strong>de</strong> este tema; pero disiento con<br />

la extensión que él le da a ese propósito <strong>de</strong> hacer participar a los estamentos <strong>de</strong> toda clase en la<br />

consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> este proyecto, porque ni siquiera se tuvo la pru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> recabar las opiniones<br />

al po<strong>de</strong>r militar <strong>de</strong> forma tal que fueran oportuna, coherente y rápidamente expuestas, toda vez<br />

que si estábamos tratando—como filosofía <strong>de</strong> este proyecto— <strong>de</strong> que se llegara a las <strong>de</strong>terminaciones<br />

conjuntas <strong>de</strong> las armas, cuando ellas dieran una opinión <strong>de</strong>bería ser el pensamiento<br />

conjunto <strong>de</strong> las mismas.<br />

He dicho en la reunión <strong>de</strong> presi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> bloque y voy a repetirlo ahora que me llamó sobremanera<br />

la atención que el presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Comisión <strong>de</strong> <strong>Defensa</strong> Nacional abriera una encuesta<br />

—digamos así— que se inició con una conversación <strong>de</strong> los señores senadores con el jefe<br />

<strong>de</strong>l Estado Mayor Conjunto, brigadier Waldner. En esa oportunidad, él tuvo la precaución, la<br />

cautela o la <strong>de</strong>cisión acordada —no puedo <strong>de</strong>cirlo con certeza— <strong>de</strong> expresar que se manifestó<br />

solamente a título personal y, en tal carácter, dio algunas opiniones globales generalizadas.<br />

Después, tuve la sorpresa <strong>de</strong> que fueran invitados sucesiva y separadamente los jefes <strong>de</strong> los estados<br />

mayores <strong>de</strong> Ejército, <strong>de</strong> Marina y <strong>de</strong> la Aeronáutica. Y digo que recibí una sorpresa porque<br />

yo entendía que la opinión <strong>de</strong>l señor Jefe <strong>de</strong>l Estado Mayor Conjunto sobre este proyecto <strong>de</strong> ley<br />

resumiría <strong>de</strong> alguna manera el pensamiento <strong>de</strong> los Estados Mayores <strong>de</strong> las fuerzas componentes,<br />

toda vez que por <strong>de</strong>finición militar —y <strong>de</strong> esto, el señor presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la comisión sabe más que<br />

yo— los Estados Mayores no son comandos sino órganos <strong>de</strong> consulta. Así, yo suponía que las<br />

consultas también <strong>de</strong>bían compatibilizarse entre las armas para traer a los senadores la opinión<br />

<strong>de</strong> las Fuerzas Armadas y no el pensamiento individual <strong>de</strong> cada una.<br />

En <strong>de</strong>finitiva, no fueron opiniones individuales en el sentido <strong>de</strong> que eran personales, porque<br />

cada uno <strong>de</strong> los señores jefes habló por su arma. Ellos no se expresaron a título personal, como<br />

lo hizo el señor Jefe <strong>de</strong>l Estado Mayor Conjunto, sino que expusieron los propósitos <strong>de</strong> sus respectivas<br />

armas.<br />

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