Antecedentes legales y parlamentarios - Ministerio de Defensa
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22 y 23 de octubre de 1986 682 casos, extender los recibos o comprobantes correspondientes. La indemnización no incluirá el lucro cesante”. El artículo 49 tiene relación con el artículo 38 de la ley 16.970, que figura en el ejemplar que he puesto a disposición de los señores senadores. Ese artículo 38 menciona lo siguiente: “La requisición de bienes podrá hacerse en todo o parte de ellos y ejecutarse a título de uso, de consumo o de dominio. Estas modalidades de la requisición son igualmente aplicables a la capacidad productiva de industrias y establecimientos de cualquier índole que interesen a la Seguridad Nacional, aun cuando el Estado no haya tomado posesión de ellos”. El artículo 50 se relaciona con el artículo 39 de la ley 16.970. El artículo 50 del proyecto de Illia dice que “la indemnización a que dará lugar la requisición de bienes, será fijada administrativamente conforme al procedimiento que se señale en la reglamentación pertinente”. Es decir, es idéntica al artículo 39 del decreto ley 16.970. Por último, y para no cansar a los señores senadores, me referiré al artículo 54 del proyecto del gobierno de Illia que dice que “en caso de disconformidad con las indemnizaciones o retribuciones fijadas, las partes interesadas, en acción individual, podrán recurrir a la justicia federal, sin perjuicio de que la requisición continúe en todo su vigor no interrumpiéndose en ningún caso por desacuerdo de las partes”. El decreto-ley o norma de facto 16.970 proviene del proyecto del gobierno radical del doctor Illia pero, yo diría, más suavizado. Ahora bien, el artículo 2º del proyecto, que es lo que nos interesa, ha sido extraído de la ley española que, en realidad, contempla ambas situaciones, la de situación interior y exterior. Leeré ese artículo de la ley española para compararlo con el del proyecto que consideramos. Dice así: “La Defensa Nacional es la disposición, integración y acción coordinada de todas las energías y fuerzas morales y materiales de la Nación, ante cualquier forma de agresión. Tienen por finalidad garantizar de modo permanente la unidad, soberanía e independencia de España, su seguridad e integridad territorial y el ordenamiento constitucional, asegurando la vida de la población y los intereses de la patria”. Tengamos en cuenta que el gobierno español es socialista. Se dice que una determinada doctrina es la que ha inficionado nuestra legislación, y ese gobierno ha dictado una ley de Defensa Nacional sin miedo de referirse a la palabra seguridad. Esta redacción proviene del texto del artículo 8º de la Constitución española y dice que las Fuerzas Armadas, constituidas por el ejército de tierra, la armada y el ejército del aire tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional. Una ley orgánica regulará las bases de la organización militar conforme a los principios de la presente constitución. Es decir, que los españoles no han vacilado, con el apoyo de todos los partidos, en dictar una constitución y una ley de defensa que establecen una amplia intervención de las Fuerzas Armadas; porque todo esto es una cuestión que tiene que ser reglada y que no nos debe asustar dentro de un Estado constitucional. En contraposición con lo expuesto hoy aquí tengo en mi poder la enmienda a la Constitución del Brasil de 1967, que en su sección 6, “De las Fuerzas Armadas”, dice que ellas se destinan a defender a la patria y garantir los poderes constituidos. Luego el artículo 91 dispone que las Fuerzas Armadas, esenciales ejecutoras de la política de Seguridad Nacional, se destinan a la defensa de la patria y a la garantía de los poderes constituidos, la ley y el orden. Es sabido, señores senadores, que el Brasil recepta una posición, por no hablar de doctrina. Quiero decir que en determinadas situaciones las Fuerzas Armadas mandadas por el poder civil tienen facultades para actuar en cuestiones internas, cuando no son solucionables por las Fuerzas de Seguridad. Y Brasil como saben los señores senadores, es actualmente una potencia que en algunos planteamientos llega a enfrentar a los Estados Unidos. Durante el gobierno del doctor Hipólito Yrigoyen hubo dos hechos claros de intervención
28a. reunión - 22a. sesión ordinaria de las Fuerzas Armadas en cuestiones internas. Los voy a narrar muy rápidamente, y por cierto que no me anima el propósito de criticar actos de un gobierno al que admiro. Considero que fueron actos legales y ejecutados conforme a las situaciones presentadas, a cargo de un gobierno de origen popular que asumió las responsabilidades del caso. Es algo que nosotros debemos tener en cuenta como legisladores. El primer hecho ocurrió entre el 7 y el 17 de enero de 1919. Hubo diferentes hechos de vandalismo en extensas zonas de Buenos Aires, con asalto e incendio de comisarías, armerías, colegios, conventos, comercios y vehículos. Incluso hubo bajas en las Fuerzas Armadas. Entonces el general Luis Dellepiane que era amigo y correligionario del doctor Yrigoyen, a quien yo admiro, recibió del presidente la orden de reprimir con todas las tropas del acantonamiento de Campo de Mayo a los cuatro mil sediciosos atrincherados en los talleres Vasena y a las bandas armadas. Es decir que, aunque era un gobierno popular, de pronto se vio enfrentado a una asonada y no tuvo más remedio que recurrir a las Fuerzas Armadas. El otro caso es el del teniente coronel Varela —quien finalmente termina asesinado por los anarquistas—, que fue enviado también por el gobierno radical en 1920 a causa de una huelga revolucionaria producida en la Patagonia. Llega allí, calma la situación, no detiene a nadie y regresa. Pero cuando lo hace se producen acciones de mucha más violencia, con muertes. Entonces, debe reprimir esta situación y con doscientos efectivos derrota a seiscientos subversivos que estaban atrincherados en un lugar llamado Paso Ibáñez, y rinde a otros setecientos que tenían rehenes en un sitio llamado La Anita, dando lucha en el norte de Santa Cruz a otros centenares de bandoleros. Llega a capturar al jefe, llamado Facón Grande, a quien fusiló como autor del asesinato del conscripto Fernando Fischer, al igual que a otros siete homicidas reconocidos por rehenes sobrevivientes. De modo que, como vemos, éstas son situaciones que se han dado siempre; no son solamente de ahora. Un gobierno constitucional tiene la obligación de preverlas mediante una norma porque de lo contrario entramos en la desgracia del gobierno anterior, que reprimió de hecho y de allí, las cosas que pasamos. En 1964, durante el gobierno del doctor Illia, como ustedes recordarán, hubo guerrillas en el norte del país, tomando entre otras provincias a la de Salta. El 28 de agosto de ese año se desarrolló una sesión secreta en la que tomaron parte los ministros de Relaciones Exteriores, Miguel Ángel Zavala Ortiz; del Interior, Juan Palmero, y de Defensa Nacional, Leopoldo Suárez. Dijo en esa oportunidad el ministro de Defensa que si fuera necesario estarían las Fuerzas Armadas integralmente para defender al país, sus instituciones y su vida democrática. Esta manifestación figura en la página 2883 del Diario de Sesiones que corresponde a la versión taquigráfica de la sesión secreta que luego se mandó publicar. En ese entonces, la guerrilla fue reprimida únicamente con la Gendarmería Nacional. Pero el doctor Suárez dijo —lo recalco nuevamente— que si fuera necesario el gobierno radical haría intervenir a las Fuerzas Armadas para defender al país, a las instituciones y a la vida democrática. Dijo también en esas circunstancias el ministro de Relaciones Exteriores —es una parte muy breve que voy a leer—: “Quizá no tendría por qué señalarlo —lo hago nada más que a los efectos del método de mi exposición— pero es notorio que de la existencia de dos sistemas de vida distintos ha surgido en el mundo una competencia de poder con posibilidades de agresión bélica de guerra propiamente dicha entre ambos bloques de países. Pero la existencia de un poder destructivo tan extraordinario como el que surge de la energía atómica ha determinado paradójicamente una autolimitación de la posibilidad de la guerra en su sentido más propio. Eso ha dado motivo a que la competencia se derivase a otro método, a otro sistema, que es el conocido como el de guerra revolucionaria: guerra no declarada, silenciosa, pero guerra inexorable, global y permanente”. “Es decir que en el campo internacional asistimos a dos tipos de actividades: una, plena de 683 1986
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<strong>de</strong> las Fuerzas Armadas en cuestiones internas. Los voy a narrar muy rápidamente, y por cierto<br />
que no me anima el propósito <strong>de</strong> criticar actos <strong>de</strong> un gobierno al que admiro. Consi<strong>de</strong>ro que<br />
fueron actos <strong>legales</strong> y ejecutados conforme a las situaciones presentadas, a cargo <strong>de</strong> un gobierno<br />
<strong>de</strong> origen popular que asumió las responsabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l caso. Es algo que nosotros <strong>de</strong>bemos tener<br />
en cuenta como legisladores.<br />
El primer hecho ocurrió entre el 7 y el 17 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1919. Hubo diferentes hechos <strong>de</strong> vandalismo<br />
en extensas zonas <strong>de</strong> Buenos Aires, con asalto e incendio <strong>de</strong> comisarías, armerías, colegios,<br />
conventos, comercios y vehículos. Incluso hubo bajas en las Fuerzas Armadas. Entonces el<br />
general Luis Dellepiane que era amigo y correligionario <strong>de</strong>l doctor Yrigoyen, a quien yo admiro,<br />
recibió <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> reprimir con todas las tropas <strong>de</strong>l acantonamiento <strong>de</strong> Campo<br />
<strong>de</strong> Mayo a los cuatro mil sediciosos atrincherados en los talleres Vasena y a las bandas armadas.<br />
Es <strong>de</strong>cir que, aunque era un gobierno popular, <strong>de</strong> pronto se vio enfrentado a una asonada y no<br />
tuvo más remedio que recurrir a las Fuerzas Armadas.<br />
El otro caso es el <strong>de</strong>l teniente coronel Varela —quien finalmente termina asesinado por los<br />
anarquistas—, que fue enviado también por el gobierno radical en 1920 a causa <strong>de</strong> una huelga revolucionaria<br />
producida en la Patagonia. Llega allí, calma la situación, no <strong>de</strong>tiene a nadie y regresa.<br />
Pero cuando lo hace se producen acciones <strong>de</strong> mucha más violencia, con muertes. Entonces, <strong>de</strong>be<br />
reprimir esta situación y con doscientos efectivos <strong>de</strong>rrota a seiscientos subversivos que estaban<br />
atrincherados en un lugar llamado Paso Ibáñez, y rin<strong>de</strong> a otros setecientos que tenían rehenes<br />
en un sitio llamado La Anita, dando lucha en el norte <strong>de</strong> Santa Cruz a otros centenares <strong>de</strong> bandoleros.<br />
Llega a capturar al jefe, llamado Facón Gran<strong>de</strong>, a quien fusiló como autor <strong>de</strong>l asesinato<br />
<strong>de</strong>l conscripto Fernando Fischer, al igual que a otros siete homicidas reconocidos por rehenes<br />
sobrevivientes.<br />
De modo que, como vemos, éstas son situaciones que se han dado siempre; no son solamente<br />
<strong>de</strong> ahora. Un gobierno constitucional tiene la obligación <strong>de</strong> preverlas mediante una norma porque<br />
<strong>de</strong> lo contrario entramos en la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong>l gobierno anterior, que reprimió <strong>de</strong> hecho y <strong>de</strong><br />
allí, las cosas que pasamos.<br />
En 1964, durante el gobierno <strong>de</strong>l doctor Illia, como uste<strong>de</strong>s recordarán, hubo guerrillas en el<br />
norte <strong>de</strong>l país, tomando entre otras provincias a la <strong>de</strong> Salta. El 28 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> ese año se <strong>de</strong>sarrolló<br />
una sesión secreta en la que tomaron parte los ministros <strong>de</strong> Relaciones Exteriores, Miguel<br />
Ángel Zavala Ortiz; <strong>de</strong>l Interior, Juan Palmero, y <strong>de</strong> <strong>Defensa</strong> Nacional, Leopoldo Suárez.<br />
Dijo en esa oportunidad el ministro <strong>de</strong> <strong>Defensa</strong> que si fuera necesario estarían las Fuerzas<br />
Armadas integralmente para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r al país, sus instituciones y su vida <strong>de</strong>mocrática. Esta manifestación<br />
figura en la página 2883 <strong>de</strong>l Diario <strong>de</strong> Sesiones que correspon<strong>de</strong> a la versión taquigráfica<br />
<strong>de</strong> la sesión secreta que luego se mandó publicar.<br />
En ese entonces, la guerrilla fue reprimida únicamente con la Gendarmería Nacional. Pero<br />
el doctor Suárez dijo —lo recalco nuevamente— que si fuera necesario el gobierno radical haría<br />
intervenir a las Fuerzas Armadas para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r al país, a las instituciones y a la vida <strong>de</strong>mocrática.<br />
Dijo también en esas circunstancias el ministro <strong>de</strong> Relaciones Exteriores —es una parte muy<br />
breve que voy a leer—: “Quizá no tendría por qué señalarlo —lo hago nada más que a los efectos<br />
<strong>de</strong>l método <strong>de</strong> mi exposición— pero es notorio que <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> dos sistemas <strong>de</strong> vida<br />
distintos ha surgido en el mundo una competencia <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r con posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> agresión bélica<br />
<strong>de</strong> guerra propiamente dicha entre ambos bloques <strong>de</strong> países. Pero la existencia <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r<br />
<strong>de</strong>structivo tan extraordinario como el que surge <strong>de</strong> la energía atómica ha <strong>de</strong>terminado paradójicamente<br />
una autolimitación <strong>de</strong> la posibilidad <strong>de</strong> la guerra en su sentido más propio. Eso ha<br />
dado motivo a que la competencia se <strong>de</strong>rivase a otro método, a otro sistema, que es el conocido<br />
como el <strong>de</strong> guerra revolucionaria: guerra no <strong>de</strong>clarada, silenciosa, pero guerra inexorable, global<br />
y permanente”.<br />
“Es <strong>de</strong>cir que en el campo internacional asistimos a dos tipos <strong>de</strong> activida<strong>de</strong>s: una, plena <strong>de</strong><br />
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