Antecedentes legales y parlamentarios - Ministerio de Defensa

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06.10.2014 Views

22 y 23 de octubre de 1986 636 precisiones prácticas como, por ejemplo, cuando en el título IV nos referimos a requisiciones y decimos que se trata de cargas solidariamente públicas. Si bien debe haber indemnización, en caso de requisiciones, por ataque exterior inminente o en caso de guerra, siempre se trata de actividades que debemos realizar solidariamente. Al hablar de convocatoria aludimos a ello. También por ese motivo, el lucro cesante no es reconocido. Así, esta filosofía de que está imbuido el proyecto tiene aplicación práctica en sus artículos. Hemos dicho también que otros de los elementos que conforman esta iniciativa es el concepto de democracia participativa. Esto significa que la defensa es una obra de todos, aunque con distintos roles y grados de prelación. Esto no es exclusivamente, como se pensó en algún momento, función de las Fuerzas Armadas, aunque éstas sean el instrumento militar y por lo tanto uno de los principales de la defensa; pero además las Fuerzas Armadas concurren participativamente, como todos los demás elementos de la sociedad, al concepto de la defensa. Y la idea de la democracia participativa se explica también por el hecho de que los integrantes de los distintos estamentos que hacen a la defensa tienen que participar en la formulación y redacción de este tipo de leyes. Nosotros hemos invitado a participar en las discusiones de la comisión a altos jefes militares. Algunas voces de crítica se levantaron contra esa decisión, adoptada a instancias del señor senador Feris pero asumida y compartida plenamente, pues entendíamos que los militares son ciudadanos con uniforme y que como ciudadanos deben tener los mismos derechos que los demás, y entre ellos, obviamente, el de opinar sobre temas con los que están directamente relacionados, como son los de defensa. Por eso no entendemos esas críticas. Creo que responden a una concepción equivocada que los argentinos debemos superar. A los militares no hay que tenerles miedo, pero tampoco se los debe despreciar. Hay que tratarlos como ciudadanos que son, con el mismo respeto pues, precisamente porque son ciudadanos, tienen los mismos derechos que nosotros; no les damos más derechos pero tampoco hay que darles menos. La otra Argentina, la del temor o el desprecio, ya no funciona. Esa fue la Argentina de los desencuentros y los antagonismos. Nosotros debemos superar esa Argentina, porque si aquellas épocas volvieran el destino del país sería tremendo. En esto estamos compartiendo el pensamiento del presidente de la Nación. Me voy a permitir leer algunas ideas que ha expresado Alfonsín desde hace muchos años, cuando escribió el libro La cuestión argentina; es decir que éstas no son banderas nuevas, sino que él las levantó antes de ser presidente. Dice concretamente Alfonsín en la página 214 de La cuestión argentina, que “La misión militar de la defensa de la soberanía nacional, sólo podrá cumplirse a través de su acatamiento al poder civil, única garantía para resguardarlas del desgaste que ocasiona la lucha por el poder y de los siempre presentes designios de instrumentarlas al servicio de los intereses de la minoría privilegiada. Esto no significa que no se debe recurrir a su asesoramiento, imprescindible en el mundo moderno”. Y continúa diciendo: “Un hombre tan celoso del control civil como el profesor Louis Smith sostiene: ‘Al adoptarse las decisiones fundamentales en materia de política nacional, en la elaboración de planes para ejecutar esas resoluciones y en la administración efectiva de los programas complementarios, la voz militar deberá ser escuchada siempre, aun cuando no sea tenida en cuenta siempre. Pues a menos que los militares aconsejen, la alta política y su apoyo militar podrán quedar peligrosamente en desequilibrio’”. Esto lo volvió a decir Alfonsín en la Escuela de Guerra Naval, en una clase magistral allá por julio de 1984, cuando concretamente dijo que “una de las formas en que pienso debemos actuar desde el punto de vista del gobierno, es convocando a las Fuerzas Armadas para que estén en todos los ámbitos del gobierno, como asesores, claro está; aun en los sectores más neurálgicos del gobierno. Esta no es una teoría mía —continúa diciendo—, sino que está apoyada en viejas democracias del mundo, que saben perfectamente que no se puede definir políticamente a una Nación de acuerdo a lo que dicen sus Fuerzas Armadas,

28a. reunión - 22a. sesión ordinaria pero que es imposible en el mundo moderno dejar de contar con el asesoramiento de las Fuerzas Armadas para que pueda luego definirse el poder político (…). Hoy —agregaba Alfonsín entonces— es imposible en el mundo moderno dejar de contar con el asesoramiento de las Fuerzas Armadas… Deben estar en todos los ámbitos del gobierno como asesores, especialmente en los sectores más neurálgicos, para ayudar en la tarea de reconstruir el país.” En igual sentido, el historiador Félix Luna publicó lo siguiente en un matutino hace ya algunos días, a raíz de la visita de los jefes militares al Senado: “Allí está ocurriendo algo que es muy importante, aunque el periodismo no lo haya subrayado como corresponde: los jefes de las Fuerzas Armadas han concurrido al seno de la comisión para manifestar su opinión sobre el proyecto. Cada uno de ellos ha consultado previamente al cuerpo jurídico de su arma y lleva sus sugestiones y objeciones a los senadores que tienen a su cargo el estudio del futuro cuerpo legal. El periodismo en general, ha manifestado con algún tono sensacionalista las oposiciones que los altos jefes han expresado respecto de algunos artículos del proyecto; lo que no han puesto de manifiesto es la importante circunstancia de que los dirigentes de las instituciones armadas concurren al Senado de la Nación para decir su opinión sobre un proyecto que les atañe, tal como lo hacen habitualmente los productores agropecuarios, los maestros o los dirigentes sindicales repecto de textos legales que están en estudio y cuya sanción tendrá que ver con sus respectivas corporaciones. En una palabra años atrás, una medida legal que había de incidir en el papel de las Fuerzas Armadas dentro del cuerpo social argentino se discutía en los casinos de oficiales o se debatía en niveles de conspiración o al menos de grupos de presión. Ahora concurren a la sede de las representaciones públicas y a la luz del día públicamente, expresan su aprobación o sus objeciones para que sirvan como un elemento de juicio más para la decisión final que adoptará el Poder Legislativo. Es un enorme cambio en la actitud mental de las Fuerzas Armadas.” Queremos decir que compartimos plenamente estos conceptos, que vistos a la distancia y desde afuera, a veces no se entienden. Sin embargo, hemos tenido oportunidad de recibir felicitaciones de importantes gobiernos sudamericanos por la actitud que tomó el Senado, actitud seria y madura que lamentablemente fue criticada. Desafortunadamente, el Senado está siendo criticado con mucha frecuencia y yo creo que injustamente. Esto que estamos haciendo hoy es un acto que verdaderamente reafirma una voluntad de unidad y de convergencia, una voluntad por encima de las distintas banderías políticas. Cada uno mantiene y defiende con toda honestidad y sensatez la cuya, pero por encima de esto está demostrando un sentido de responsabilidad que no siempre se ve en todos los sectores del país. Pensamos que esta democracia participativa que nos enunciaba Alfonsín en su discurso de Parque Norte requiere que en esta ley de defensa intervengan los sectores involucrados. Además de los jefes militares vinieron todos los sectores del campo civil que quisieron hacer escuchar su voz, entidades vinculadas con los derechos humanos, partidos políticos que no tienen representación parlamentaria; no quedó nadie por venir. A todos los escuchamos con la misma consideración y el mismo respeto y de todos tratamos de obtener sus sugerencias y, por lo menos, analizarlas anuque no las compartiéramos. El tercer punto enunciado por Alfonsín en Parque Norte, también plenamente inserto en la filosofía de este proyecto de ley, es la modernización de las estructuras. En el caso de una ley de defensa no significa solamente tener armas más modernas, mejores sistemas de equipos, mejores sistemas de defensa y mejor tecnología; todo eso sí, pero mucho más. Modernización de las estructuras significa modernizar la educación militar. En ese sentido, se están dando algunos pasos interesantes. Los miembros de esta comisión de Defensa Nacional hemos tenido oportunidad de visitar el Colegio Militar; por primera vez en cuarenta años una misión parlamentaria concurría allí. Conversamos con los cadetes, los profesores y los directores. Nos presentaron los planes de estudio y la bibliografía y nos dijeron algo que verdaderamente nos sorprendió en forma positiva 637 1986

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precisiones prácticas como, por ejemplo, cuando en el título IV nos referimos a requisiciones<br />

y <strong>de</strong>cimos que se trata <strong>de</strong> cargas solidariamente públicas. Si bien <strong>de</strong>be haber in<strong>de</strong>mnización,<br />

en caso <strong>de</strong> requisiciones, por ataque exterior inminente o en caso <strong>de</strong> guerra, siempre se trata<br />

<strong>de</strong> activida<strong>de</strong>s que <strong>de</strong>bemos realizar solidariamente. Al hablar <strong>de</strong> convocatoria aludimos a ello.<br />

También por ese motivo, el lucro cesante no es reconocido.<br />

Así, esta filosofía <strong>de</strong> que está imbuido el proyecto tiene aplicación práctica en sus artículos.<br />

Hemos dicho también que otros <strong>de</strong> los elementos que conforman esta iniciativa es el concepto<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>mocracia participativa. Esto significa que la <strong>de</strong>fensa es una obra <strong>de</strong> todos, aunque<br />

con distintos roles y grados <strong>de</strong> prelación. Esto no es exclusivamente, como se pensó en algún<br />

momento, función <strong>de</strong> las Fuerzas Armadas, aunque éstas sean el instrumento militar y por lo<br />

tanto uno <strong>de</strong> los principales <strong>de</strong> la <strong>de</strong>fensa; pero a<strong>de</strong>más las Fuerzas Armadas concurren participativamente,<br />

como todos los <strong>de</strong>más elementos <strong>de</strong> la sociedad, al concepto <strong>de</strong> la <strong>de</strong>fensa. Y la<br />

i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia participativa se explica también por el hecho <strong>de</strong> que los integrantes <strong>de</strong> los<br />

distintos estamentos que hacen a la <strong>de</strong>fensa tienen que participar en la formulación y redacción<br />

<strong>de</strong> este tipo <strong>de</strong> leyes.<br />

Nosotros hemos invitado a participar en las discusiones <strong>de</strong> la comisión a altos jefes militares.<br />

Algunas voces <strong>de</strong> crítica se levantaron contra esa <strong>de</strong>cisión, adoptada a instancias <strong>de</strong>l señor senador<br />

Feris pero asumida y compartida plenamente, pues entendíamos que los militares son ciudadanos<br />

con uniforme y que como ciudadanos <strong>de</strong>ben tener los mismos <strong>de</strong>rechos que los <strong>de</strong>más,<br />

y entre ellos, obviamente, el <strong>de</strong> opinar sobre temas con los que están directamente relacionados,<br />

como son los <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa.<br />

Por eso no enten<strong>de</strong>mos esas críticas. Creo que respon<strong>de</strong>n a una concepción equivocada que<br />

los argentinos <strong>de</strong>bemos superar. A los militares no hay que tenerles miedo, pero tampoco se los<br />

<strong>de</strong>be <strong>de</strong>spreciar. Hay que tratarlos como ciudadanos que son, con el mismo respeto pues, precisamente<br />

porque son ciudadanos, tienen los mismos <strong>de</strong>rechos que nosotros; no les damos más<br />

<strong>de</strong>rechos pero tampoco hay que darles menos. La otra Argentina, la <strong>de</strong>l temor o el <strong>de</strong>sprecio, ya<br />

no funciona. Esa fue la Argentina <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sencuentros y los antagonismos. Nosotros <strong>de</strong>bemos<br />

superar esa Argentina, porque si aquellas épocas volvieran el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong>l país sería tremendo.<br />

En esto estamos compartiendo el pensamiento <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Nación. Me voy a permitir<br />

leer algunas i<strong>de</strong>as que ha expresado Alfonsín <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace muchos años, cuando escribió el libro<br />

La cuestión argentina; es <strong>de</strong>cir que éstas no son ban<strong>de</strong>ras nuevas, sino que él las levantó antes <strong>de</strong><br />

ser presi<strong>de</strong>nte.<br />

Dice concretamente Alfonsín en la página 214 <strong>de</strong> La cuestión argentina, que “La misión militar<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la soberanía nacional, sólo podrá cumplirse a través <strong>de</strong> su acatamiento al<br />

po<strong>de</strong>r civil, única garantía para resguardarlas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sgaste que ocasiona la lucha por el po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong><br />

los siempre presentes <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> instrumentarlas al servicio <strong>de</strong> los intereses <strong>de</strong> la minoría privilegiada.<br />

Esto no significa que no se <strong>de</strong>be recurrir a su asesoramiento, imprescindible en el mundo<br />

mo<strong>de</strong>rno”. Y continúa diciendo: “Un hombre tan celoso <strong>de</strong>l control civil como el profesor Louis<br />

Smith sostiene: ‘Al adoptarse las <strong>de</strong>cisiones fundamentales en materia <strong>de</strong> política nacional, en la<br />

elaboración <strong>de</strong> planes para ejecutar esas resoluciones y en la administración efectiva <strong>de</strong> los programas<br />

complementarios, la voz militar <strong>de</strong>berá ser escuchada siempre, aun cuando no sea tenida<br />

en cuenta siempre. Pues a menos que los militares aconsejen, la alta política y su apoyo militar<br />

podrán quedar peligrosamente en <strong>de</strong>sequilibrio’”. Esto lo volvió a <strong>de</strong>cir Alfonsín en la Escuela <strong>de</strong><br />

Guerra Naval, en una clase magistral allá por julio <strong>de</strong> 1984, cuando concretamente dijo que “una<br />

<strong>de</strong> las formas en que pienso <strong>de</strong>bemos actuar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong>l gobierno, es convocando<br />

a las Fuerzas Armadas para que estén en todos los ámbitos <strong>de</strong>l gobierno, como asesores, claro<br />

está; aun en los sectores más neurálgicos <strong>de</strong>l gobierno. Esta no es una teoría mía —continúa diciendo—,<br />

sino que está apoyada en viejas <strong>de</strong>mocracias <strong>de</strong>l mundo, que saben perfectamente que<br />

no se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>finir políticamente a una Nación <strong>de</strong> acuerdo a lo que dicen sus Fuerzas Armadas,

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