Antecedentes legales y parlamentarios - Ministerio de Defensa
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21 de agosto de 1985 de extrema vaguedad, inaccesibles en un futuro previsible o que requieren por lo menos una acción permanente. Política de desarrollo basada en el eficientismo, en un pragmatismo absoluto que debía ser llevada a cabo a cualquier precio. Desarrollo, especialmente económico, que alejaría las tensiones sociales que atentan contra la seguridad. Nuestra ley 16.970, acabado exponente de esta doctrina, define la Seguridad Nacional en su artículo 2º diciendo que es la situación en la cual los intereses vitales de la Nación se hallan a cubierto de interferencias y perturbaciones sustanciales. 504 —Ocupa la Presidencia el señor vicepresidente 1º de la Honorable Cámara, don Roberto Pascual Silva. Sr. Pugliese.—¿Me permite una interrupción, señor diputado? Sr. Sarquis.—Sí, señor diputado. Sr. Presidente (Silva).—Para una interrupción tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires. Sr. Pugliese.—He solicitado una interrupción a efectos de restablecer la verdad histórica y enriquecer la versación en la materia del señor diputado Paleari. Él ha dicho algo que es exacto en el sentido de que quien mejor expuso la doctrina de la Seguridad Nacional fue el teniente general Pistarini, comandante en jefe en la época del presidente Illia. Sin embargo, quisiera señalarle que con respecto a la verdad histórica, renunciante el general Onganía en diciembre de 1965, recién entonces se hizo cargo del comando en jefe del Ejército el teniente general Pistarini. Por lo tanto, el señor diputado Paleari acaba de dar a esta Cámara y al país los fundamentos más claros del derrocamiento del presidente Illia que fueron el poder realizar con facilidad la doctrina de la Seguridad Nacional que expusiera el teniente general Pistarini. Esto quiero aclararlo para que quede constancia de la verdad histórica de los sucesos, ya que el respeto que el doctor Illia tenía por las instituciones del país le hizo designar comandante en jefe del Ejército a quien correspondía en la sucesión de los mandos. Gravísimo error de los civiles el respetar la sucesión natural de los mandos militares. (Aplausos). Sr. Presidente (Silva).—Continúa en el uso de la palabra el señor diputado por la Capital. Sr. Paleari.—¿Me permite una aclaración, señor diputado, con el permiso de la Presidencia? Sr. Sarquis.—Sí, señor diputado. Sr. Presidente (Silva).—Para una aclaración tiene la palabra el señor diputado por Jujuy. Sr. Paleari.—Señor presidente: es absolutamente exacto lo que acaba de afirmar nuestro distinguido presidente natural de la Cámara. Eso demuestra también lo que yo sostenía hace muy pocos momentos en cuanto a la incorrecta aplicación de la doctrina de la Seguridad Nacional. Dije con toda claridad que esta doctrina debe servir a los grandes objetivos de la nacionalidad y que depende de cómo se use, cuándo se use, quién la use y por qué se use, si está bien o mal aplicada. Fue en esa oportunidad en que aceptando la doctrina de la Seguridad Nacional expuesta por el teniente general Pistarini, ese presidente demócrata que se llamó Arturo Illia —con pleno conocimiento de la citada doctrina— nombró comandante en jefe al teniente general Pistarini. Fue mal aplicada la doctrina. Sr. Presidente (Silva).—Continúa en el uso de la palabra el señor diputado por la Capital. Sr. Pugliese.—¿Me permite una aclaración, señor diputado, con el permiso de la Presidencia? Sr. Sarquis.—Sí, señor diputado. Sr. Presidente (Silva).—Para una aclaración tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires. Sr. Pugliese.—Señor presidente: esto es importante porque se trata de un hecho histórico
23a. reunión - continuación 13a. sesión ordinaria alrededor de una doctrina o teoría. Nosotros, los demócratas, y el señor diputado Paleari también, conocíamos esa doctrina no desde cuando la expuso el general Pistarini sino desde antes de 1960. La mencionan casi todos los textos militares —que el señor diputado Paleari conoce mejor que nosotros— al tratar el tema de la guerra revolucionaria, el más ilustrativo de los cuales quizás sea el del general Osiris Villegas. En ese entonces ya estábamos dentro de la teoría de la Seguridad Nacional. De modo que el problema de quién la dijo primero, si fue Onganía o Pistarini, es anecdótico. El hecho es que todo nuestro Ejército adoptó la doctrina de la Seguridad Nacional. He querido hacer esta aclaración porque de las palabras del señor diputado Paleari podría desprenderse que siendo comandante en jefe de las Fuerzas Armadas el presidente Illia, él fuera el autor de la doctrina de la Seguridad Nacional. Sr. Presidente (Silva).—Continúa en el uso de la palabra el señor diputado por la Capital. Sr. Paleari.—¿Me permite una última interrupción, señor diputado, con el permiso de la Presidencia? Sr. Sarquis.—Sólo si es la última, señor diputado. Sr. Presidente (Silva).—Para una interrupción tiene la palabra el señor diputado por Jujuy. Sr. Paleari.—Señor presidente: es por algo que nos une y que permitirá encontrar puntos de coincidencia a las bancadas del radicalismo y del peronismo, por lo que considero a esta manifestación muy importante, pese a que no tiene absolutamente nada que ver con este debate. No puedo dejar pasar por alto la presencia en este recinto de una de las figuras contemporáneas más preclaras e importantes en cuanto al devenir de la humanidad. Se trata nada más y nada menos que del secretario general de la SWAPO (South West African People Organization), ejército de liberación de Namibia, en este momento ilegalmente ocupada por la racista República de Sudáfrica, don Adimbo Toiva Ya Toivo, para quien pido un aplauso. —Aplausos en las bancas y en las galerías. Sr. Presidente (Silva).—Continúa en el uso de la palabra el señor diputado por la Capital. Sr. Sarquis.—Señor presidente: creo que esta última interrupción del señor diputado Paleari ha sido absolutamente oportuna, además de notar la feliz coincidencia del gesto de saludo del dirigente africano con el del líder de los argentinos. Señor presidente, cabe preguntarnos cuáles son los objetivos de la doctrina de la Seguridad Nacional, objetivos de extrema vaguedad, inaccesibles en un futuro previsible o que requiera una acción permanente. Contesto que no son otros que los genéricos objetivos de la paz y del progreso, en aras de los cuales pasan a suspenderse —primero provisoriamente y después en forma definitiva— otros valores fundamentales para el hombre como la libertad, la cultura, el bienestar económico y el mismo sistema de vida democrático, que resultan conculcados para siempre en nombre de esa doctrina que atenta contra la dignidad del hombre aunque proclame defenderla. Cabría hacer una breve reseña histórica de cómo el concepto de la defensa y su extrema exigencia, la guerra, ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, desde aquellas épocas de la Edad Media en que ejércitos de nobles se batían en campañas sin afectar la vida cotidiana de las ciudades. Paulatinamente, el fenómeno bélico se fue extendiendo fuera de los campos de batalla, desde los tiempos de Felipe II, que con cuarenta mil hombres dominó Europa, muchos menos que los que necesitó Luis XIV, cuatrocientos mil, para el mismo propósito. El flagelo de la guerra se amplió aún más con la Revolución Francesa y el Imperio, que le agregaron dos caracteres desconocidos hasta entonces: el contenido ideológico y el popular. Napoleón, con sólo cien mil hombres, en una decena de batallas modificó el mapa político de los Estados europeos. Llegando a este siglo, con la Primera Guerra Mundial se traspasaron todas las barreras 505 1985
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alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> una doctrina o teoría. Nosotros, los <strong>de</strong>mócratas, y el señor diputado Paleari también,<br />
conocíamos esa doctrina no <strong>de</strong>s<strong>de</strong> cuando la expuso el general Pistarini sino <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes <strong>de</strong><br />
1960. La mencionan casi todos los textos militares —que el señor diputado Paleari conoce mejor<br />
que nosotros— al tratar el tema <strong>de</strong> la guerra revolucionaria, el más ilustrativo <strong>de</strong> los cuales quizás<br />
sea el <strong>de</strong>l general Osiris Villegas. En ese entonces ya estábamos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la teoría <strong>de</strong> la Seguridad<br />
Nacional.<br />
De modo que el problema <strong>de</strong> quién la dijo primero, si fue Onganía o Pistarini, es anecdótico.<br />
El hecho es que todo nuestro Ejército adoptó la doctrina <strong>de</strong> la Seguridad Nacional.<br />
He querido hacer esta aclaración porque <strong>de</strong> las palabras <strong>de</strong>l señor diputado Paleari podría<br />
<strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse que siendo comandante en jefe <strong>de</strong> las Fuerzas Armadas el presi<strong>de</strong>nte Illia, él fuera<br />
el autor <strong>de</strong> la doctrina <strong>de</strong> la Seguridad Nacional.<br />
Sr. Presi<strong>de</strong>nte (Silva).—Continúa en el uso <strong>de</strong> la palabra el señor diputado por la Capital.<br />
Sr. Paleari.—¿Me permite una última interrupción, señor diputado, con el permiso <strong>de</strong> la<br />
Presi<strong>de</strong>ncia?<br />
Sr. Sarquis.—Sólo si es la última, señor diputado.<br />
Sr. Presi<strong>de</strong>nte (Silva).—Para una interrupción tiene la palabra el señor diputado por Jujuy.<br />
Sr. Paleari.—Señor presi<strong>de</strong>nte: es por algo que nos une y que permitirá encontrar puntos <strong>de</strong><br />
coinci<strong>de</strong>ncia a las bancadas <strong>de</strong>l radicalismo y <strong>de</strong>l peronismo, por lo que consi<strong>de</strong>ro a esta manifestación<br />
muy importante, pese a que no tiene absolutamente nada que ver con este <strong>de</strong>bate.<br />
No puedo <strong>de</strong>jar pasar por alto la presencia en este recinto <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las figuras contemporáneas<br />
más preclaras e importantes en cuanto al <strong>de</strong>venir <strong>de</strong> la humanidad. Se trata nada más y<br />
nada menos que <strong>de</strong>l secretario general <strong>de</strong> la SWAPO (South West African People Organization),<br />
ejército <strong>de</strong> liberación <strong>de</strong> Namibia, en este momento ilegalmente ocupada por la racista República<br />
<strong>de</strong> Sudáfrica, don Adimbo Toiva Ya Toivo, para quien pido un aplauso.<br />
—Aplausos en las bancas y en las galerías.<br />
Sr. Presi<strong>de</strong>nte (Silva).—Continúa en el uso <strong>de</strong> la palabra el señor diputado por la Capital.<br />
Sr. Sarquis.—Señor presi<strong>de</strong>nte: creo que esta última interrupción <strong>de</strong>l señor diputado Paleari<br />
ha sido absolutamente oportuna, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> notar la feliz coinci<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l gesto <strong>de</strong> saludo <strong>de</strong>l<br />
dirigente africano con el <strong>de</strong>l lí<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los argentinos.<br />
Señor presi<strong>de</strong>nte, cabe preguntarnos cuáles son los objetivos <strong>de</strong> la doctrina <strong>de</strong> la Seguridad<br />
Nacional, objetivos <strong>de</strong> extrema vaguedad, inaccesibles en un futuro previsible o que requiera una<br />
acción permanente. Contesto que no son otros que los genéricos objetivos <strong>de</strong> la paz y <strong>de</strong>l progreso,<br />
en aras <strong>de</strong> los cuales pasan a suspen<strong>de</strong>rse —primero provisoriamente y <strong>de</strong>spués en forma<br />
<strong>de</strong>finitiva— otros valores fundamentales para el hombre como la libertad, la cultura, el bienestar<br />
económico y el mismo sistema <strong>de</strong> vida <strong>de</strong>mocrático, que resultan conculcados para siempre en<br />
nombre <strong>de</strong> esa doctrina que atenta contra la dignidad <strong>de</strong>l hombre aunque proclame <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rla.<br />
Cabría hacer una breve reseña histórica <strong>de</strong> cómo el concepto <strong>de</strong> la <strong>de</strong>fensa y su extrema exigencia,<br />
la guerra, ha ido evolucionando a lo largo <strong>de</strong>l tiempo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquellas épocas <strong>de</strong> la Edad<br />
Media en que ejércitos <strong>de</strong> nobles se batían en campañas sin afectar la vida cotidiana <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s.<br />
Paulatinamente, el fenómeno bélico se fue extendiendo fuera <strong>de</strong> los campos <strong>de</strong> batalla, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
los tiempos <strong>de</strong> Felipe II, que con cuarenta mil hombres dominó Europa, muchos menos que los<br />
que necesitó Luis XIV, cuatrocientos mil, para el mismo propósito.<br />
El flagelo <strong>de</strong> la guerra se amplió aún más con la Revolución Francesa y el Imperio, que le<br />
agregaron dos caracteres <strong>de</strong>sconocidos hasta entonces: el contenido i<strong>de</strong>ológico y el popular.<br />
Napoleón, con sólo cien mil hombres, en una <strong>de</strong>cena <strong>de</strong> batallas modificó el mapa político <strong>de</strong> los<br />
Estados europeos.<br />
Llegando a este siglo, con la Primera Guerra Mundial se traspasaron todas las barreras<br />
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