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Antecedentes legales y parlamentarios - Ministerio de Defensa

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49a. reunión - continuación 2a. sesión extraordinaria<br />

Sr. Sandler.—Los latinoamericanos tenemos buenas razones para afirmar que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un comienzo<br />

muy temprano la joven nación norteamericana dio muestras <strong>de</strong> un nacionalismo agresivo<br />

y expansionista, testimonio <strong>de</strong> una prematura vocación imperialista encubierta bajo distintos<br />

credos que en el fondo se cimentaban en el famoso <strong>de</strong>stino manifiesto. Pero si bien esta<br />

afirmación no es falsa en su formulación genérica, en el sentido <strong>de</strong> que siempre ha sido así, <strong>de</strong><br />

que hay una línea sin solución <strong>de</strong> continuidad <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquellas primeras ocupaciones <strong>de</strong> tierras<br />

americanas hasta el Vietnam, a mi juicio existe en esa afirmación el serio riesgo <strong>de</strong> encubrir o<br />

poner en la penumbra el radical salto cualitativo operado en la política exterior norteamericana<br />

a partir <strong>de</strong> la Segunda Guerra Mundial, a punto tal que entiendo que solamente a partir <strong>de</strong> fines<br />

<strong>de</strong>l año 1945 se pue<strong>de</strong> hablar <strong>de</strong> la aparición <strong>de</strong> un imperio norteamericano.<br />

Luego <strong>de</strong> dos mil años <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la humanidad, a ningún europeo le causaría fastidio<br />

ni ningún italiano se sentiría agredido por el hecho <strong>de</strong> que en las escuelas primarias <strong>de</strong> todo el<br />

mundo se hiciese el examen <strong>de</strong>l Imperio Romano. Pero reconozco que no es tan fácil hacer el<br />

examen <strong>de</strong> un imperio contemporáneo, sobre todo cuando en función <strong>de</strong> la corriente permanente<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>mocratización mundial, <strong>de</strong> la cual Norteamérica ha sido principal protagonista con<br />

motivo <strong>de</strong> su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, <strong>de</strong>cir que una nación es imperialista pue<strong>de</strong> tener un sentido, si no<br />

peyorativo, casi <strong>de</strong> un insulto.<br />

Sin embargo, con el mayor grado <strong>de</strong> <strong>de</strong>sapasionamiento es obligación nuestra, sobre todo en<br />

esta Cámara, tratar <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir la realidad objetiva <strong>de</strong> esta superpotencia. La afirmación <strong>de</strong> que<br />

hoy por hoy pue<strong>de</strong> hablarse <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> un imperio norteamericano preten<strong>de</strong> ser —por eso<br />

he hecho la aclaración— cualquier cosa menos una afirmación peyorativa o gratuita. Los propios<br />

norteamericanos han colaborado para poner <strong>de</strong> manifiesto esta realidad luego <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sastre <strong>de</strong><br />

Vietnam. Los más diversos sectores <strong>de</strong> la sociedad norteamericana, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los estudiantes hasta los<br />

empresarios, a fines <strong>de</strong> la década <strong>de</strong>l sesenta, cuando ya estaban embarcados hasta el tuétano en<br />

la guerra <strong>de</strong> Vietnam, <strong>de</strong> pronto tomaron conciencia, comenzando a formularse interrogantes y a<br />

plantear serias dudas sobre si efectivamente los intereses nacionales postulados por los administradores<br />

<strong>de</strong>l gobierno norteamericano eran, efectivamente, intereses nacionales <strong>de</strong> esa nación o<br />

simplemente intereses particulares <strong>de</strong> algún sector <strong>de</strong> su sociedad a cargo <strong>de</strong>l gobierno.<br />

Richard J, Barnet, en un excelente libro titulado La guerra perpetua, publicado en 1972 en los<br />

Estados Unidos, <strong>de</strong>scribe <strong>de</strong>talladamente cómo por varias razones, pero particularmente a raíz<br />

<strong>de</strong> la participación <strong>de</strong> los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, se gestó en la década <strong>de</strong>l<br />

‘40 lo que él llama la “revolución burocrática” en el gobierno norteamericano.<br />

Barnet recuerda que, simbolizando ese aparente interés nacional elaborado por los administradores<br />

<strong>de</strong> ese Estado nación <strong>de</strong> esa década, el presi<strong>de</strong>nte Lyndon B. Johnson, en el año 1969,<br />

dijo en una conferencia sobre política exterior: “Somos la nación número uno, y vamos a continuar<br />

siendo la nación número uno”. Y acota el autor: “Esta voluntad <strong>de</strong>clarada supone no sólo la <strong>de</strong>cisión<br />

<strong>de</strong> afrontar la guerra, sino <strong>de</strong> mantener una lucha por la victoria permanente, con in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong><br />

los medios empleados”. El interés nacional así sintetizado, ser la nación número uno, era el resultado<br />

<strong>de</strong> ciertas estructuras económicas, políticas y sociales <strong>de</strong> los Estados Unidos.<br />

Esto es, en realidad, un examen que no nos compete en esta ocasión, pero lo importante es<br />

que <strong>de</strong> esa estructura interna sale una política exterior norteamericana que Barnet califica como<br />

respuesta programada para los actos <strong>de</strong> otras naciones.<br />

“La meta <strong>de</strong> la política exterior norteamericana —agrega el mismo autor— es hacer que el<br />

mundo esté cada vez más sujeto a la ley. Pero son los Estados Unidos los encargados <strong>de</strong> dictarla.<br />

Así, los Estados Unidos fijan reglas <strong>de</strong>l comportamiento soviético en Cuba, el comportamiento<br />

brasileño en Brasil, el comportamiento vietnamita en Vietnam. La política <strong>de</strong> la Guerra Fría se expresa<br />

por una serie <strong>de</strong> directivas sobre ciertas cuestiones extraterritoriales, tales como si Inglaterra<br />

pue<strong>de</strong> tener comercio con Cuba, o si el gobierno <strong>de</strong> la Guayana inglesa pue<strong>de</strong> ser dirigido por un<br />

<strong>de</strong>ntista marxista.”<br />

253<br />

1975

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