Antecedentes legales y parlamentarios - Ministerio de Defensa

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06.10.2014 Views

20 y 21 de noviembre de 1975 Dentro del sistema mundial de relaciones internacionales, convendrán conmigo los señores diputados en que hay que reconocer la presencia de varios subsistemas. Terminada la Segunda Guerra Mundial, pocas horas después el mundo se vio enfrentando a la denominada Guerra Fría. ¿Es que acaso esta nueva guerra no era sino un conflicto entre dos subsistemas internacionales, que tenían hasta nombre propio y metrópolis caracterizantes? La conflagración mundial transformó al mundo en muchos aspectos: barrió de la escena mundial a algunas viejas potencias, como el caso de la Alemania imperial; dejó maltrechos algunos imperios de vieja data, como el de Gran Bretaña, y abrió el paso a nuevos Estados y naciones con el nombre de superpotencias; con ellas, aparecieron los subsistemas. 250 —Ocupa la Presidencia el señor presidente de la Honorable Cámara, doctor Nicasio Sánchez Toranzo. Sr. Sandler.—En 1945 estaba, por un lado, el subsistema capitalista, hegemonizado por Estados Unidos, y por el otro lado, el subsistema socialista, capitaneado por la Unión Soviética. Hoy ambos sistemas subsisten; es fácil reconocerlo. Otros se les han incorporado o están en vías de hacerlo; la República Popular China, la Comunidad Europea y el abigarrado conjunto de naciones integrantes del Tercer Mundo están configurando precisamente otros subsistemas mundiales. Los subsistemas internacionales tienen una consistencia y un vigor posiblemente intangibles, pero que se perciben claramente. Tienen un grado de dureza próximo a la del acero y tienden a conservarse y a preservarse por todos los medios. Y si los señores diputados desean un ejemplo, les recuerdo lo ocurrido en la década del ‘60 cuando una república, perteneciente a uno de los subsistemas —me refiero a Cuba—, pasó a otro de los subsistemas. En los últimos veinte años esta situación generó el punto más crítico de todo el sistema mundial y puso sobre la mesa la posibilidad de una tercera guerra mundial. A los subsistemas internacionales no se los ve, pero, repito, tienen la fuerza del acero. Estos subsistemas internacionales aparecen como mediadores entre el Estado-nación y el sistema internacional mundial. Tienen sus propias reglas operativas y su propia finalidad como sistema. Por lo general tienen un poder central a cargo de una superpotencia que trata de materializar sus propios intereses nacionales como Estado-nación a través del subsistema. Para este fin la potencia hegemónica hace asumir como propios de los otros Estados-naciones integrantes del subsistema los objetivos nacionales que en verdad pertenecen a la nación dominante. Le es muy posible a cualquier Estado-nación integrante de un subsistema mecerse desaprensivamente dentro del subsistema. Para ello no necesita más que abstenerse de tener política exterior y no proveer a ninguna autónoma Defensa Nacional, ya que el subsistema se encargará de ambas casas. Para que esa sumisa actitud sea factible tiene que ceder el pulso nacionalista del Estadonación. Es decir, dejar de ser nacionalista. Esto es improbable que ocurra fácilmente, porque, si bien las naciones no son tan sólo una población sobre un ámbito geográfico, es en esa población en la que anida un sentimiento nacional. En consecuencia, si el gobierno que conduce a esa nación pretende instalarse muellemente en un determinado subsistema es probable que en el pueblo de ese Estado-nación surjan con creciente virulencia los sentimientos nacionales, que cada vez más se propondrán un claro y preciso objetivo: la liberación nacional. Es decir que para que un Estado-nación se acomode y someta a un subsistema no hace falta que decaiga la moral nacionalista de todo un pueblo; basta con que el Estado-poder, el poder dominante en la sociedad, crea que esa decisión es adecuada y correcta. Líbreme Dios de pensar en actos de mala fe. Los hombres a cargo del Estado pueden pensar que eso es conveniente, que es lo único que se puede hacer, y que actuar de manera contraria sería tan imposible como errado.

49a. reunión - continuación 2a. sesión extraordinaria No puede ponerse en duda que esa cosmovisión, que yo llamaría antinacional, puede hacer presa en la inteligencia de la gente común tanto como de la que está a cargo del poder. La capacidad tecnológica, propagandística y económica de las superpotencias es tan colosal que hoy se habla corrientemente en las universidades de los Estados Unidos de América de la existencia de “sistemas nacionales penetrados”. Esta penetración no tiene por qué ser sólo económica, como generalmente se cree entre nosotros y como de hecho lo hemos reconocido muchas veces en esta Honorable Cámara. La penetración puede ocurrir en todos y cada uno de los órdenes de la vida social y, de hecho, así acontece para el que quiere ver. Cuando se da el caso de un sistema nacional penetrado, las ideas, creencias, ideologías y mitos surtidos por la potencia dominante son elevados a la categoría de ideas, creencias e ideologías nacionales. En esta forma se cree servir un objetivo nacional cuando en verdad, por esta vía indirecta, se están sirviendo los objetivos nacionales de una nación extranjera. Las consecuencias de este fenómeno son, obviamente, gravísimas. En primer lugar, es muy probable que el Estado-poder a cargo de la conducción interna de la nación vaya cada vez más adoptando las características de lo que los técnicos militares llaman “Estado-guarnición”, incrementando constantemente su autoritarismo, actuando como protector de los intereses nacionales de la superpotencia hegemónica, y aun atentando contra los intereses nacionales de la propia sociedad nacional. En segundo lugar, comienza a empalidecer la política exterior de la Nación en esas condiciones, pues pierde cada vez más su autonomía. Ella deja de reflejar la materialización de los vitales intereses nacionales, para aparecer, como un segmento articulado dentro de lo que podría llamarse política exterior del subsistema. En sus trazos más gruesos esta política exterior coincidirá con los intereses nacionales de la superpotencia hegemónica aunque, desde luego, ello no impide la existencia de una maraña de cuestiones menores que pueden hacer creer en la ilusión de una política exterior autónoma e independiente. La política exterior nacional, cuando es, según vamos viendo, mero segmento de la política exterior del subsistema al que pertenece el Estado-nación, aparece como una intensa actividad dentro del subsistema que incluye, por cierto, cuestiones domésticas que se plantean entre todos los países integrantes del subsistema. A la vez y paralelamente, ningún Estadonación del subsistema va más allá, en su política exterior, de meras relaciones de cortesía con los Estados-naciones integrantes de otro subsistema. Las potencias hegemónicas de cada subsistema marean, por decirlo así, el nivel de las relaciones exteriores entre los sendos Estadosnaciones de cada subsistema, aunque, por supuesto, ellas se atreven a hacer lo que de hecho o de derecho tienen vedado a los Estados-naciones menores de su propio subsistema. Por eso la consigna de una política exterior de la Nación en esas condiciones de relaciones con todos los países del mundo, es en verdad la pretensión de establecerlas con países de otros subsistemas, o no es nada. Y la declaración de pertenecer, acatar y desear mantenerse dentro del subsistema es la renuncia confesa a tener política exterior, o sea, a ser una Nación libre, independiente y soberana. En cuanto a la Defensa Nacional en sí misma, bajo la coraza protectora pero asfixiante del subsistema, cambia radicalmente el sentido, si es que la Defensa Nacional, en ese caso, puede tener aún algún sentido. Yo voy a dar dos ejemplos, nada más, señor presidente, para mostrar la influencia que tienen estos hechos en la propia organización de nuestras Fuerzas Armadas. Nuestro Ejército, que debe ser considerado base fundamental de la Defensa Nacional en materia militar, cuenta con los tanques AMX, de procedencia francesa. Cualquiera sabe que estos tanques han sido diseñados para operar en zonas de geografía reducida. En nuestro caso, si tuvieran que llegar a la frontera, no les alcanzaría el combustible para hacerlo desde el lugar de su asiento habitual. En el año 1950, cuando yo era oficial de aeronáutica, se fabricaban en el LAME el Pulqui I, 251 1975

20 y 21 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1975<br />

Dentro <strong>de</strong>l sistema mundial <strong>de</strong> relaciones internacionales, convendrán conmigo los señores<br />

diputados en que hay que reconocer la presencia <strong>de</strong> varios subsistemas. Terminada la Segunda<br />

Guerra Mundial, pocas horas <strong>de</strong>spués el mundo se vio enfrentando a la <strong>de</strong>nominada Guerra Fría.<br />

¿Es que acaso esta nueva guerra no era sino un conflicto entre dos subsistemas internacionales,<br />

que tenían hasta nombre propio y metrópolis caracterizantes? La conflagración mundial transformó<br />

al mundo en muchos aspectos: barrió <strong>de</strong> la escena mundial a algunas viejas potencias,<br />

como el caso <strong>de</strong> la Alemania imperial; <strong>de</strong>jó maltrechos algunos imperios <strong>de</strong> vieja data, como el<br />

<strong>de</strong> Gran Bretaña, y abrió el paso a nuevos Estados y naciones con el nombre <strong>de</strong> superpotencias;<br />

con ellas, aparecieron los subsistemas.<br />

250<br />

—Ocupa la Presi<strong>de</strong>ncia el señor presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la<br />

Honorable Cámara, doctor Nicasio Sánchez Toranzo.<br />

Sr. Sandler.—En 1945 estaba, por un lado, el subsistema capitalista, hegemonizado por<br />

Estados Unidos, y por el otro lado, el subsistema socialista, capitaneado por la Unión Soviética.<br />

Hoy ambos sistemas subsisten; es fácil reconocerlo. Otros se les han incorporado o están en<br />

vías <strong>de</strong> hacerlo; la República Popular China, la Comunidad Europea y el abigarrado conjunto<br />

<strong>de</strong> naciones integrantes <strong>de</strong>l Tercer Mundo están configurando precisamente otros subsistemas<br />

mundiales.<br />

Los subsistemas internacionales tienen una consistencia y un vigor posiblemente intangibles,<br />

pero que se perciben claramente. Tienen un grado <strong>de</strong> dureza próximo a la <strong>de</strong>l acero y tien<strong>de</strong>n a<br />

conservarse y a preservarse por todos los medios. Y si los señores diputados <strong>de</strong>sean un ejemplo,<br />

les recuerdo lo ocurrido en la década <strong>de</strong>l ‘60 cuando una república, perteneciente a uno <strong>de</strong> los<br />

subsistemas —me refiero a Cuba—, pasó a otro <strong>de</strong> los subsistemas. En los últimos veinte años<br />

esta situación generó el punto más crítico <strong>de</strong> todo el sistema mundial y puso sobre la mesa la<br />

posibilidad <strong>de</strong> una tercera guerra mundial.<br />

A los subsistemas internacionales no se los ve, pero, repito, tienen la fuerza <strong>de</strong>l acero.<br />

Estos subsistemas internacionales aparecen como mediadores entre el Estado-nación y el<br />

sistema internacional mundial. Tienen sus propias reglas operativas y su propia finalidad como<br />

sistema. Por lo general tienen un po<strong>de</strong>r central a cargo <strong>de</strong> una superpotencia que trata <strong>de</strong> materializar<br />

sus propios intereses nacionales como Estado-nación a través <strong>de</strong>l subsistema. Para este<br />

fin la potencia hegemónica hace asumir como propios <strong>de</strong> los otros Estados-naciones integrantes<br />

<strong>de</strong>l subsistema los objetivos nacionales que en verdad pertenecen a la nación dominante.<br />

Le es muy posible a cualquier Estado-nación integrante <strong>de</strong> un subsistema mecerse <strong>de</strong>saprensivamente<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l subsistema. Para ello no necesita más que abstenerse <strong>de</strong> tener política exterior<br />

y no proveer a ninguna autónoma <strong>Defensa</strong> Nacional, ya que el subsistema se encargará <strong>de</strong><br />

ambas casas.<br />

Para que esa sumisa actitud sea factible tiene que ce<strong>de</strong>r el pulso nacionalista <strong>de</strong>l Estadonación.<br />

Es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser nacionalista. Esto es improbable que ocurra fácilmente, porque, si<br />

bien las naciones no son tan sólo una población sobre un ámbito geográfico, es en esa población<br />

en la que anida un sentimiento nacional. En consecuencia, si el gobierno que conduce a esa nación<br />

preten<strong>de</strong> instalarse muellemente en un <strong>de</strong>terminado subsistema es probable que en el pueblo<br />

<strong>de</strong> ese Estado-nación surjan con creciente virulencia los sentimientos nacionales, que cada<br />

vez más se propondrán un claro y preciso objetivo: la liberación nacional.<br />

Es <strong>de</strong>cir que para que un Estado-nación se acomo<strong>de</strong> y someta a un subsistema no hace falta<br />

que <strong>de</strong>caiga la moral nacionalista <strong>de</strong> todo un pueblo; basta con que el Estado-po<strong>de</strong>r, el po<strong>de</strong>r<br />

dominante en la sociedad, crea que esa <strong>de</strong>cisión es a<strong>de</strong>cuada y correcta. Líbreme Dios <strong>de</strong> pensar<br />

en actos <strong>de</strong> mala fe. Los hombres a cargo <strong>de</strong>l Estado pue<strong>de</strong>n pensar que eso es conveniente, que es<br />

lo único que se pue<strong>de</strong> hacer, y que actuar <strong>de</strong> manera contraria sería tan imposible como errado.

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