Antecedentes legales y parlamentarios - Ministerio de Defensa

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06.10.2014 Views

20 y 21 de noviembre de 1975 244 discrepancia de fondo con el despacho de la mayoría las tenemos después de un estudio profundo y exhaustivo, partiendo de la base de que al país le hace falta una ley de defensa y de seguridad nacional, pero que contemple los enunciados que yo he enumerado durante mi exposición. Sr. Presidente (Pereira).—Tiene la palabra el señor diputado Sandler. Sr. Sandler.—Señor presidente: debo aclarar en primer término que no soy integrante de la Comisión de Defensa Nacional, lo que no ha sido obstáculo —sino, por el contrario, un motivo determinante— para que me preocupara por este tema y siguiera atentamente en sus tareas al presidente de la comisión y a sus demás integrantes, observando la elaboración del proyecto que ahora tenemos sobre la mesa. Le asigno tanta importancia al tema en debate que, contra lo que es mi costumbre, voy a pedir autorización a la Presidencia para que, en lugar de hacer una exposición improvisada, se me permita ir leyendo los párrafos substanciales de un escrito en el cual recojo las reflexiones que me sugiere el presente despacho. Yo diría, señor presidente, que una ley de Defensa Nacional es, al fin y al cabo, un conjunto normativo que tiene como propósito organizar las tareas permanentes o transitorias del Estado y reglar las conductas de los particulares tendientes a crear o mantener lo que se conoce como situación de seguridad nacional. El propio proyecto trata de definir lo que es situación de seguridad nacional. Por mi parte, de una manera más simple de lo que lo hace el proyecto, entiendo que es un estado de cosas en que es posible el logro, la materialización de los intereses vitales de una nación. Los redactores de una ley de Defensa Nacional deben partir del supuesto de que tanto la situación interna como la situación externa de la Nación no son estáticas ni perennes sino, por el contrario, altamente dinámicas y evolutivas. Este dinamismo es el que permite sostener la pretensión de alcanzar ciertos objetivos. Esa pretensión implica, al fin y al cabo, la idea de transitar de una situación a otra, que pone en evidencia la mutación constante de situaciones, o sea el dinamismo al que me refería. Si bien las fuentes dinamizadoras de la situación interna y externa se conectan entre sí, he pensado que los factores dinamizantes de una y otra situación son radicalmente diferentes. En grueso, puede decirse que la situación interna de un país tiende a variar constantemente por causas económicas, políticas, sociales y culturales, o sea por razones intrínsecas a la organización social de la Nación. El modo en que estos factores internos actúan entre sí presenta un abigarrado nivel de conflictos de distinta magnitud que, en general, tienden a solucionarse por mecanismos fluidos constitutivos de la organización social. En última instancia y en todo caso ellos encuentran, a veces, una solución en términos más o menos violentos por obra del imperio de la más importante estructura social: el Estado como poder coactivo. Estos conflictos internos, sin embargo, pueden crecer en magnitud tal que en ocasiones ponen en riesgo lo que mantiene en pie a una nación como ente orgánico y diferenciado: su unidad nacional. Para evitar ese riesgo y principalmente para hallar en cada oportunidad el canal adecuado para un planteo pacífico del conflicto y el logro de una solución aceptable, la Nación se ha organizado constitucionalmente. El término tiene una raíz semántica que no es nada insignificante: alude a la constitución orgánica de la Nación. Por eso una violación del orden constitucional suele vivirse siempre como un paso peligroso contra aquella unidad nacional que, a pesar de tantos elementos heterogéneos, permite la existencia y la subsistencia de una nación. Todas estas consideraciones no son directamente aplicables cuando se analizan los factores de la situación externa de una nación. Ésta varía en parte por obra de la decisión de la misma nación. Se refiere esto a la política exterior, a las decisiones que una nación soberana puede tomar. Pero las decisiones de una nación soberana sólo en muy relativa medida modifican la situación externa a la que estamos haciendo referencia. La nación se inserta como Estado-nación —no como Estado-poder— en un sistema mundial de relaciones internacionales, enfrentándose

49a. reunión - continuación 2a. sesión extraordinaria con sus pares, los otros Estados-naciones, que constituyen el sistema internacional. Este sistema mundial de relaciones internacionales tiene su propia dinámica, que se cumple de una forma más o menos continua y más allá de las decisiones de política exterior que pueda tomar alguno de sus integrantes. La situación externa es, por cierto, dinámica en grado sumo; pero las fuentes del dinamismo de esta situación no son las fuentes del dinamismo de la situación interna. Para concretar lo que acabo de señalar, digamos que la situación externa varía fundamentalmente en razón de dos fuentes: la política exterior de las naciones y la situación internacional como sistema de conjunto. Salta a la vista la radical diferencia que media entre las fuentes capaces de alterar la situación general de una nación según se trate de la situación interna o externa. Esto es particularmente válido para lo que se llama situación de seguridad nacional. En general, y tradicionalmente, los problemas atinentes a la Defensa Nacional si bien se resuelven operando sobre lo interno —movilizaciones, industrialización y otras disposiciones internas— sus raíces las encontramos en la situación externa del país, ya sea porque la Nación resuelva sostener una política exterior que choca contra el sistema internacional imperante, ya sea porque el sistema de relaciones internacionales agrede a la propia Nación, se presenta un conflicto posible que sólo puede ser resuelto sobre la base de lo que se denomina la Defensa Nacional. No hay, como en lo social interno —a pesar de los avances contemporáneos— ningún supraorganismo con imperio suficiente para resolver los conflictos internacionales que puedan producirse entre los Estados-naciones. Es por ello que el ámbito adecuado para plantearse los interrogantes necesarios que respondan a las cuestiones de Defensa Nacional sea substancialmente la situación externa de un país. ¿Cuáles pueden ser las agresiones que sufra la Nación Argentina en este momento concreto de su historia y ante este sistema mundial de relaciones internacionales? En otras palabras, ¿cuáles son los Estados-naciones que pueden agredir al Estado-nación República Argentina? Últimamente se ha hecho mucho hincapié en que las agresiones contra un país son muy diversas y que de ninguna manera se puede restringir el término a la esfera estrictamente militar. Hay agresiones económicas, culturales y de todo tipo. También se dice que el meollo de la Defensa Nacional, es decir, la guerra, es muy distinta en su desarrollo e interpretación y que no sólo se manifiesta en los frentes de lucha militar sino que el enemigo suele generar frentes internos: desde el bombardeo masivo hasta las “quintas columnas”, de las que hemos tenido experiencia en la Segunda Guerra Mundial. Todo es parte de la verdad, pero si no se quiere caer en engañosas confusiones que llevarían a hacer creer que todo es propio de la Defensa Nacional, hay que sostener claramente que ésta tiene su causa fundamental en la posibilidad que un Estado nacional, perteneciente al sistema mundial, agreda de manera violenta y con voluntad de infligir una derrota en el plano militar a nuestro país, tomado como conjunto o sea como Nación. Con la Defensa Nacional organizada un país trata de evitar la guerra, y si ella se produce, evitar la derrota. Pero si el Estado-nación en la situación externa puede enfrentarse con este tipo de conflictos en el sistema mundial, también el Estado-poder, es decir el Estado para adentro, se ve enfrentado a conflictos que ocurren en el interior del propio país entre grupos más o menos ajenos al Estado, o bien que enfrentan directamente a ese Estado. Hemos dicho antes que la inmensa mayoría de los conflictos sociales que se plantean dentro de un país se resuelven pacíficamente por los canales institucionales. Pero hay cierta gama de conflictos que ponen en cuestión, precisamente, la bondad de esas vías institucionales previstas para solucionarlos. Si bien, formalmente, nuestra Constitución, desde 1853, preveía las formas para resolver todos los conflictos posibles por medios pacíficos, los hechos históricos demuestran que, en realidad, los acontecimientos no son tan simples como se presentan en la norma constitucional. Basta con pensar en la Argentina de comienzo de siglo. El Estado-poder de entonces 245 1975

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con sus pares, los otros Estados-naciones, que constituyen el sistema internacional. Este sistema<br />

mundial <strong>de</strong> relaciones internacionales tiene su propia dinámica, que se cumple <strong>de</strong> una forma<br />

más o menos continua y más allá <strong>de</strong> las <strong>de</strong>cisiones <strong>de</strong> política exterior que pueda tomar alguno<br />

<strong>de</strong> sus integrantes.<br />

La situación externa es, por cierto, dinámica en grado sumo; pero las fuentes <strong>de</strong>l dinamismo<br />

<strong>de</strong> esta situación no son las fuentes <strong>de</strong>l dinamismo <strong>de</strong> la situación interna. Para concretar lo que<br />

acabo <strong>de</strong> señalar, digamos que la situación externa varía fundamentalmente en razón <strong>de</strong> dos<br />

fuentes: la política exterior <strong>de</strong> las naciones y la situación internacional como sistema <strong>de</strong> conjunto.<br />

Salta a la vista la radical diferencia que media entre las fuentes capaces <strong>de</strong> alterar la situación<br />

general <strong>de</strong> una nación según se trate <strong>de</strong> la situación interna o externa. Esto es particularmente<br />

válido para lo que se llama situación <strong>de</strong> seguridad nacional.<br />

En general, y tradicionalmente, los problemas atinentes a la <strong>Defensa</strong> Nacional si bien se resuelven<br />

operando sobre lo interno —movilizaciones, industrialización y otras disposiciones internas—<br />

sus raíces las encontramos en la situación externa <strong>de</strong>l país, ya sea porque la Nación<br />

resuelva sostener una política exterior que choca contra el sistema internacional imperante, ya<br />

sea porque el sistema <strong>de</strong> relaciones internacionales agre<strong>de</strong> a la propia Nación, se presenta un<br />

conflicto posible que sólo pue<strong>de</strong> ser resuelto sobre la base <strong>de</strong> lo que se <strong>de</strong>nomina la <strong>Defensa</strong><br />

Nacional. No hay, como en lo social interno —a pesar <strong>de</strong> los avances contemporáneos— ningún<br />

supraorganismo con imperio suficiente para resolver los conflictos internacionales que puedan<br />

producirse entre los Estados-naciones.<br />

Es por ello que el ámbito a<strong>de</strong>cuado para plantearse los interrogantes necesarios que respondan<br />

a las cuestiones <strong>de</strong> <strong>Defensa</strong> Nacional sea substancialmente la situación externa <strong>de</strong> un país.<br />

¿Cuáles pue<strong>de</strong>n ser las agresiones que sufra la Nación Argentina en este momento concreto<br />

<strong>de</strong> su historia y ante este sistema mundial <strong>de</strong> relaciones internacionales? En otras palabras,<br />

¿cuáles son los Estados-naciones que pue<strong>de</strong>n agredir al Estado-nación República Argentina?<br />

Últimamente se ha hecho mucho hincapié en que las agresiones contra un país son muy diversas<br />

y que <strong>de</strong> ninguna manera se pue<strong>de</strong> restringir el término a la esfera estrictamente militar. Hay<br />

agresiones económicas, culturales y <strong>de</strong> todo tipo. También se dice que el meollo <strong>de</strong> la <strong>Defensa</strong><br />

Nacional, es <strong>de</strong>cir, la guerra, es muy distinta en su <strong>de</strong>sarrollo e interpretación y que no sólo se<br />

manifiesta en los frentes <strong>de</strong> lucha militar sino que el enemigo suele generar frentes internos:<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el bombar<strong>de</strong>o masivo hasta las “quintas columnas”, <strong>de</strong> las que hemos tenido experiencia<br />

en la Segunda Guerra Mundial.<br />

Todo es parte <strong>de</strong> la verdad, pero si no se quiere caer en engañosas confusiones que llevarían<br />

a hacer creer que todo es propio <strong>de</strong> la <strong>Defensa</strong> Nacional, hay que sostener claramente que ésta<br />

tiene su causa fundamental en la posibilidad que un Estado nacional, perteneciente al sistema<br />

mundial, agreda <strong>de</strong> manera violenta y con voluntad <strong>de</strong> infligir una <strong>de</strong>rrota en el plano militar a<br />

nuestro país, tomado como conjunto o sea como Nación. Con la <strong>Defensa</strong> Nacional organizada<br />

un país trata <strong>de</strong> evitar la guerra, y si ella se produce, evitar la <strong>de</strong>rrota.<br />

Pero si el Estado-nación en la situación externa pue<strong>de</strong> enfrentarse con este tipo <strong>de</strong> conflictos<br />

en el sistema mundial, también el Estado-po<strong>de</strong>r, es <strong>de</strong>cir el Estado para a<strong>de</strong>ntro, se ve enfrentado<br />

a conflictos que ocurren en el interior <strong>de</strong>l propio país entre grupos más o menos ajenos al Estado,<br />

o bien que enfrentan directamente a ese Estado.<br />

Hemos dicho antes que la inmensa mayoría <strong>de</strong> los conflictos sociales que se plantean <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> un país se resuelven pacíficamente por los canales institucionales. Pero hay cierta gama <strong>de</strong><br />

conflictos que ponen en cuestión, precisamente, la bondad <strong>de</strong> esas vías institucionales previstas<br />

para solucionarlos. Si bien, formalmente, nuestra Constitución, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1853, preveía las formas<br />

para resolver todos los conflictos posibles por medios pacíficos, los hechos históricos <strong>de</strong>muestran<br />

que, en realidad, los acontecimientos no son tan simples como se presentan en la norma constitucional.<br />

Basta con pensar en la Argentina <strong>de</strong> comienzo <strong>de</strong> siglo. El Estado-po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> entonces<br />

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