Antecedentes legales y parlamentarios - Ministerio de Defensa

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06.10.2014 Views

19 de noviembre de 1975 214 aviones a reacción de diseño inédito, submarinos atómicos, armas para la guerra bacteriológica, radiológica, química y hasta psicológica. La guerra, como consecuencia de todos estos nuevos inventos, ha sufrido una total transformación, dejando de ser un duelo exclusivo entre combatientes armados y uniformados en el campo de batalla para caer en una acción-lucha en la cual están empeñadas todas las actividades de la colectividad. Estas modificaciones en el carácter de la guerra ya se habían manifestado durante la segunda contienda mundial, pues el bombardeo despiadado a las poblaciones civiles por ambos bandos constituyó una de las características de esa contienda, llegándose hasta hablar de guerra total, de exterminio, de terror, etcétera. Pero a pesar de la importancia de todos los inventos de destrucción, el hombre continúa siendo actor y protagonista de toda guerra, por lo que no son de despreciar los ataques llevados contra su mentalidad, sentimientos y psiquis (guerra psicológica). De esta manera, hoy puede lograrse el sometimiento de un pueblo, minando su espíritu defensivo y combativo, arrebatándole el deseo de luchar. En el pasado esto era el resultado de la victoria en la lucha armada. La Segunda Guerra Mundial ha proporcionado ejemplos que demuestran la exactitud de nuestra aseveración. Durante el período de esa dróle de guerre (guerra extraña), el espíritu combativo francés se encontró una y otra vez asaltado por la propaganda alemana, la que hábilmente trató de quebrar la voluntad de luchar de las tropas francesas y del pueblo valiéndose de toda clase de argumentos dirigidos indistintamente a militares y civiles. Es de suponer con exactitud que en una futura contienda estos métodos de propaganda han de ser ampliados y perfeccionados, imprimiéndose gran vigor e importancia a los métodos proselitistas. Las armas, en este caso, son las ideas y su objetivo es el ataque contra el espíritu y la mentalidad del país. Un enemigo potencial lucharía, pues, con el fin de provocar una desarmonía ideológica nacional, disminuyendo las fuerzas espirituales y morales, oscureciendo las inteligencias y rompiendo las voluntades. Apuntaría, he aquí lo importante, en forma especial contra los dirigentes a fin de provocar en ellos sentimientos contradictorios para esterilizar su acción conductora. La importancia de la desmoralización, objetivo de estos métodos de lucha, no había pasado inadvertida para los grandes conductores del pasado, y Napoleón decía que en un ejército la fuerza moral está en relación de tres a uno con su fuerza material. La población civil representa para las armas psicológicas un blanco más fácil que las Fuerzas Armadas, debido esto precisamente a su falta de cohesión espiritual. Por lo tanto, doblegar su espíritu o inculcarle respuestas inadecuadas frente a cualquier reto, podría asumir en otro conflicto un papel decisivo. La historia enseña que civilizaciones enteras han perecido a causa de una idea. Esta propaganda de desunión y fragmentación ideológica puede completarse con ataques económicos (guerra de precios) y con otros procedimientos. Esta manera de actuar es muy posible en la época de guerra total de nuestros días, la que hoy, más que nunca, se traduce por una lucha social de pueblos contra pueblos. La división del mundo en dos polos, la aparición de los nuevos artefactos de destrucción en masa y de las armas modernas de alcance ilimitado, los instrumentos de la guerra psicológica y bacteriológica, hacen que ya sea imposible oponerles las barreras marítimas o terrestres que durante siglos han limitado las conquistas del pasado, pues han perdido todo valor y efecto ante los nuevos métodos implantados o por implantar. Las zonas de influencia de estos dos colosales centros de poder son el campo de batalla donde se entrechocan las ideas y los intereses económicos. Pero también han de ser los lugares donde chocarán los ejércitos el día en que inicien la cruenta lucha generalizada. Ambos adversarios maniobran para lograr y captar amigos o adeptos, así como para impedir que el otro logre el afianzamiento de sus aspiraciones.

48a. reunión - continuación 2a. sesión extraordinaria Necesidad de un plan defensivo Nuestra situación actual. Nuestro país es una Nación aún joven, en pleno crecimiento y formación. Étnicamente está constituido por una gran diversidad de razas, compuesta cada una de ellas por elementos sumamente heterogéneos. Es un pueblo inteligente, en esencia cómodo, bondadoso y humanitario en lo internacional, pero con una psicología oportunista carente de miras de largo alcance. Cierto optimismo sobre el futuro del país, desproporcionado con las posibilidades actuales, anima a casi todos los argentinos. Protegido por su posición austral y por el factor distancia, no ha recibido durante los últimos cuarenta años los desafíos y retos que la historia y la geografía han impuesto a los países del hemisferio Norte. La importancia casi nula dada al arte de gobernar en los cercanos años pasados ha hecho que fuesen pocos en nuestro medio, a excepción de ciertas personalidades de las Fuerzas Armadas, los que hayan profundizado en estudios de Defensa Nacional. Nuestros pensadores dirigentes han adolecido de fallas, consistentes en trazar un cuadro personal de valores con poca o ninguna preocupación por crearle una personalidad al país, robusteciéndolo así psíquicamente. Nuestra ciudadanía está animada de pensamientos contradictorios e inconsistentes a la luz de la Defensa Nacional. Las preocupaciones económicas momentáneas absorben la casi totalidad del pensamiento y la preocupación de nuestros gobernantes. Detrás de una alegre y a veces jactanciosa fachada, nos agrada ocultar nuestras debilidades. Carecemos de un verdadero ideal nacional, hecho que se refleja en la ausencia de una política dirigida hacia un determinado fin. Muy pocos ciudadanos vislumbran las nubes amenazadoras de una tercera guerra, y por lo tanto está fuera de sus preocupaciones cuáles pueden ser las repercusiones en nuestro medio. Pocos pensadores argentinos han observado que la defensa del país, anteriormente medida estrictamente con vara militar, ha quedado reducida al absurdo, pues aunque nos duela decirlo y repugne a nuestro idealismo, el civil ha entrado en el engranaje de la guerra. Las deducciones de esta afirmación saltan a la vista: la seguridad nacional ya no descansa ni entera ni exclusivamente sobre las Fuerzas Armadas, por mejor adiestradas que éstas se encuentren. Hoy nuestro frente interno, es decir, nuestra población civil, no puede ampararse detrás de sus Fuerzas Armadas, las que no podrán impedir que el país sufra las consecuencias de la tercera guerra por sus características nuevas y terribles, a juzgar por los acontecimientos y posibilidades que ofrece el mundo actual. La característica prominente es la de una guerra total, vale decir que todos serán partícipes de ella. Para contrarrestar estos hechos será necesario un esfuerzo general de la población entera; por lo tanto, desde ahora, en plena paz, deben comenzar los preparativos de esa defensa, los que han de ser suficientemente amplios como para disminuir y si es posible anular los riesgos que pueda correr la población del país. La población civil y también cada ciudadano en particular debe ser enseñada a defenderse en caso de necesidad, mediante la instrucción, la información y la organización, verdaderos pilares de la defensa civil. Es preciso hablar al pueblo con claridad, decirle que hoy ya no le es posible substraerse totalmente a las fuentes de conflicto mundial y que todos tienen que colaborar en la defensa. El frente económico debe ser atendido, buscando utilizar totalmente y en la forma más eficaz posible nuestro potencial humano, pues en este rubro nuestra experiencia nos ha enseñado que existe un despilfarro cuantioso. Incluso entre los administradores del patrimonio nacional, es decir, entre los funcionarios públicos, muy pocos desempeñan la tarea para la cual tienen aptitud. Hace falta determinar primero y luego dar oportunidad y correcto destino a las inteligencias y buscar la especialización dentro de las aptitudes naturales o adquiridas. Las Fuerzas Armadas son las únicas instituciones dentro del país que poseen cohesión propia. Son, por lo mismo, especialmente valiosas. Su espíritu ha de ser cuidado con escrupulosidad y los ingresos seleccionados al máximo teniendo en cuenta que en ellas es necesaria una vocación 215 1975

19 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1975<br />

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aviones a reacción <strong>de</strong> diseño inédito, submarinos atómicos, armas para la guerra bacteriológica,<br />

radiológica, química y hasta psicológica.<br />

La guerra, como consecuencia <strong>de</strong> todos estos nuevos inventos, ha sufrido una total transformación,<br />

<strong>de</strong>jando <strong>de</strong> ser un duelo exclusivo entre combatientes armados y uniformados en el<br />

campo <strong>de</strong> batalla para caer en una acción-lucha en la cual están empeñadas todas las activida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> la colectividad. Estas modificaciones en el carácter <strong>de</strong> la guerra ya se habían manifestado durante<br />

la segunda contienda mundial, pues el bombar<strong>de</strong>o <strong>de</strong>spiadado a las poblaciones civiles por<br />

ambos bandos constituyó una <strong>de</strong> las características <strong>de</strong> esa contienda, llegándose hasta hablar <strong>de</strong><br />

guerra total, <strong>de</strong> exterminio, <strong>de</strong> terror, etcétera.<br />

Pero a pesar <strong>de</strong> la importancia <strong>de</strong> todos los inventos <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción, el hombre continúa<br />

siendo actor y protagonista <strong>de</strong> toda guerra, por lo que no son <strong>de</strong> <strong>de</strong>spreciar los ataques llevados<br />

contra su mentalidad, sentimientos y psiquis (guerra psicológica). De esta manera, hoy<br />

pue<strong>de</strong> lograrse el sometimiento <strong>de</strong> un pueblo, minando su espíritu <strong>de</strong>fensivo y combativo,<br />

arrebatándole el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> luchar. En el pasado esto era el resultado <strong>de</strong> la victoria en la lucha<br />

armada.<br />

La Segunda Guerra Mundial ha proporcionado ejemplos que <strong>de</strong>muestran la exactitud <strong>de</strong><br />

nuestra aseveración. Durante el período <strong>de</strong> esa dróle <strong>de</strong> guerre (guerra extraña), el espíritu<br />

combativo francés se encontró una y otra vez asaltado por la propaganda alemana, la que hábilmente<br />

trató <strong>de</strong> quebrar la voluntad <strong>de</strong> luchar <strong>de</strong> las tropas francesas y <strong>de</strong>l pueblo valiéndose<br />

<strong>de</strong> toda clase <strong>de</strong> argumentos dirigidos indistintamente a militares y civiles. Es <strong>de</strong> suponer con<br />

exactitud que en una futura contienda estos métodos <strong>de</strong> propaganda han <strong>de</strong> ser ampliados<br />

y perfeccionados, imprimiéndose gran vigor e importancia a los métodos proselitistas. Las<br />

armas, en este caso, son las i<strong>de</strong>as y su objetivo es el ataque contra el espíritu y la mentalidad<br />

<strong>de</strong>l país. Un enemigo potencial lucharía, pues, con el fin <strong>de</strong> provocar una <strong>de</strong>sarmonía i<strong>de</strong>ológica<br />

nacional, disminuyendo las fuerzas espirituales y morales, oscureciendo las inteligencias<br />

y rompiendo las volunta<strong>de</strong>s. Apuntaría, he aquí lo importante, en forma especial contra los<br />

dirigentes a fin <strong>de</strong> provocar en ellos sentimientos contradictorios para esterilizar su acción<br />

conductora.<br />

La importancia <strong>de</strong> la <strong>de</strong>smoralización, objetivo <strong>de</strong> estos métodos <strong>de</strong> lucha, no había pasado<br />

inadvertida para los gran<strong>de</strong>s conductores <strong>de</strong>l pasado, y Napoleón <strong>de</strong>cía que en un ejército la<br />

fuerza moral está en relación <strong>de</strong> tres a uno con su fuerza material.<br />

La población civil representa para las armas psicológicas un blanco más fácil que las Fuerzas<br />

Armadas, <strong>de</strong>bido esto precisamente a su falta <strong>de</strong> cohesión espiritual. Por lo tanto, doblegar su espíritu<br />

o inculcarle respuestas ina<strong>de</strong>cuadas frente a cualquier reto, podría asumir en otro conflicto<br />

un papel <strong>de</strong>cisivo. La historia enseña que civilizaciones enteras han perecido a causa <strong>de</strong> una i<strong>de</strong>a.<br />

Esta propaganda <strong>de</strong> <strong>de</strong>sunión y fragmentación i<strong>de</strong>ológica pue<strong>de</strong> completarse con ataques económicos<br />

(guerra <strong>de</strong> precios) y con otros procedimientos. Esta manera <strong>de</strong> actuar es muy posible<br />

en la época <strong>de</strong> guerra total <strong>de</strong> nuestros días, la que hoy, más que nunca, se traduce por una lucha<br />

social <strong>de</strong> pueblos contra pueblos.<br />

La división <strong>de</strong>l mundo en dos polos, la aparición <strong>de</strong> los nuevos artefactos <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción en<br />

masa y <strong>de</strong> las armas mo<strong>de</strong>rnas <strong>de</strong> alcance ilimitado, los instrumentos <strong>de</strong> la guerra psicológica y<br />

bacteriológica, hacen que ya sea imposible oponerles las barreras marítimas o terrestres que durante<br />

siglos han limitado las conquistas <strong>de</strong>l pasado, pues han perdido todo valor y efecto ante los<br />

nuevos métodos implantados o por implantar.<br />

Las zonas <strong>de</strong> influencia <strong>de</strong> estos dos colosales centros <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r son el campo <strong>de</strong> batalla don<strong>de</strong><br />

se entrechocan las i<strong>de</strong>as y los intereses económicos. Pero también han <strong>de</strong> ser los lugares don<strong>de</strong><br />

chocarán los ejércitos el día en que inicien la cruenta lucha generalizada. Ambos adversarios<br />

maniobran para lograr y captar amigos o a<strong>de</strong>ptos, así como para impedir que el otro logre el<br />

afianzamiento <strong>de</strong> sus aspiraciones.

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