Popper Karl - La Logica de la Investigacion Cientifica

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29.09.2014 Views

414 La lógica de la investigación científica dejado de tener en cuenta ninguna posibilidad *. Generalmente, puede permitirse un experimento imaginario ideado con espíritu crítico (es decir, con objeto de criticar una teoría haciendo ver que no se habían tomado en consideración ciertas posibilidades), pero ha de guardarse un cuidado extremo al replicarle: cuando para defender dicha teoría se reconstruye el experimento controvertido, tiene una importancia especial no introducir idealizaciones algunas ni otras suposiciones especiales, a menos que sean favorables a un contradictor, o a menos que ningún objetante que utilice el experimento imaginario en cuestión tenga que aceptarlas. 2) De un modo más general, considero que el empleo de experimentos imaginarios para fines de argumentación es legítimo solamente si se enuncian con claridad las tesis del que se opone a nuestros argumentos, y si se observa estrictamente la regla de que las idealizaciones que se hagan han de ser concesiones a nuestro oponente, o al menos aceptables por él. Por ejemplo, en el caso del ciclo de Carnot todas las idealizaciones introducidas aumentan el rendimiento de la máquina, de modo que el objetante a la teoría —quien afirma que una máquina térmica puede producir trabajo mecánico sin hacer pasar calor de una temperatura más elevada a otra más baja— ha de reconocer que se trata de concesiones. Es evidente que siempre que se infringe esta regla no han de permitirse idealizaciones con fines de argumentación crítica. 3) Puede aplicarse la regla mencionada, por ejemplo, al debate iniciado con el experimento imaginario de Einstein, Podolski y Rosen (experimento que Einstein vuelve a enunciar de un modo sucinto en una carta que reproducimos aquí en el apéndice *XII; y debate sobre el que hago comentarios ulteriores en mi Postscript, apartado *109). En su argumentación crítica, Einstein, Podolski y Rosen tratan de emplear idealizaciones aceptables por Bohr —y, en su réplica, este físico no cuestiona la validez de las mismas—: introducen (cf. el apartado *109 citado y el apéndice *XII) dos partículas, A y B, cuya interacción es tal que gracias a medir la posición (o el momento) de B, la teoría nos permite calcular la posición (o el momento) de A, que, mientras tanto, se ha alejado mucho y no puede sufrir perturbaciones procedentes de la medición efectuada sobre B. Así pues, el momento (o la posición) de A no puede hacerse difuso —o «borroso», por emplear un término de Schrodinger—, como quería Heisenberg ^. En su contestación, Bohr parte de la idea de que sólo •* Por ejemplo, Einstein ha hecho ver —en su carta reproducida en el apéndice *XII (véase nota *3 del apartado 77)— que mi propio experimento del apartado 77 es imposible en principio (desde el punto de vista de la teoría cuántica). ' Heisenberg pensaba, desde luego, en una sola partícula que se hacía borrosa: la que se sometía a medición. Einstein, Podolski y Rosen ponen de manifiesto que esto ha de extenderse a otra partícula: una que haya sufrido una interacción con el corpúsculo medido en algún momento, quizá años antes. Pero si esto es así, ¿cómo podemos evitar que todo —el mundo entero— se nos vuelva «borroso» por una sola observación? Posiblemente haya que contestar que, debido a la «reducción del paquete de ondas», la observación aniquila la antigua imagen del sistema, pero crea simultáhttp://psikolibro.blogspot.com

Sobre el uso y abuso de experimentos imaginarios 415 puede medirse una posición por medio de «algún aparato fijado rígidamente al soporte que define el marco espacial de referencia», mientras que habria que medir el momento con una «diafragma» móvil cuyo «momento se mida tanto anles como después del paso de la partícula»^; y esgrime el argumento de que al elegir uno de estos dos sistemas de referencia «nos separamos de cualquier... posibilidad» de emplear el otro en el sistema físico que estamos investigando. Si le entiendo correctamente, Bohr sugiere que aunque no se interfiere con A, sus coordenadas pueden quedar borrosas debido a haberse hecho borroso el marco de referencia. 4) La respuesta de Bohr me parece inaceptable por tres razones distintas, por lo menos. En primer lugar, la razón que se ha¡)ía dado antes del experimento imaginario propuesto por Einstein, Podolski y Rosen para que se hiciera borrosa la posición —o el momento— de un sistema, era que, al medir esta magnitud, habíamos interferido con el sistema. En mi opinión, Bohr abandona subrepticiamente este argumento y lo reemplaza por otro al decir (con mayor o menor claridad) que la razón de tal cosa es que interferimos con nuestro marco de referencia —o con el sistema de coordenadas— en lugar de hacerlo con el sistema físico. Se trata de una modificación demasiado grande jjara pasar inadvertida: debería haberse reconocido explícitamente que el experimento imaginario había refutado la posición antes adoptada, y también por qué con tal cosa no se destruye el principio en que aquélla se fundaba. A este respecto no hemos de olvidar qué es lo que se pretendía hacer ver con el experimento imaginario de Einstein, Podolski y Rosen: únicamente se intentaba refutar ciertas interpretaciones de las fórmulas de indeterminación, y en modo alguno se pretendía refutar las fórmulas mismas. En cierto sentido —si bien de un modo no explícito—, la contestación de Bohr reconocía que el experimento imaginario había logrado su propósito, ya que este físico trataba meramente de defender las relaciones de indeterminación como tales, y abandonaba la tesis de que la medición interfiriera con el sistema A, al cual se había supuesto que hacía borroso. Aún más: el argumento de Einstein, Podolski y Rosen puede llevarse un poco más adelante si suponemos que (accidentalmente) medimos la posición de A en el mismo instante en que medimos el momento de B: obtenemos entonces, para dicho instante, las posiciones y los momentos tanto de A como de B (hemos de admitir, desde luego, que el momento de A y la posición de B habrán quedado alterados o borrosos en virtud de tales mediciones) ; y esto basta para demostrar lo que Einstein, Podolski neamente otra nueva; por tanto, la interferencia no es ya con el mundo entero, sino meramente con nuestro modo de representárnoslo. Tenemos un ejemplo ilustrativo de esta situación, como se verá, en la respuesta de Bohr, que viene a continuación en el texto. ' BoHB, Physical Review 48, 1935, págs. 696-702. Las citas son de las págs. 699 y 700 (la cursiva es mía). http://psikolibro.blogspot.com

414 <strong>La</strong> lógica <strong>de</strong> <strong>la</strong> investigación científica<br />

<strong>de</strong>jado <strong>de</strong> tener en cuenta ninguna posibilidad *. Generalmente, pue<strong>de</strong><br />

permitirse un experimento imaginario i<strong>de</strong>ado con espíritu crítico<br />

(es <strong>de</strong>cir, con objeto <strong>de</strong> criticar una teoría haciendo ver que no se<br />

habían tomado en consi<strong>de</strong>ración ciertas posibilida<strong>de</strong>s), pero ha <strong>de</strong><br />

guardarse un cuidado extremo al replicarle: cuando para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />

dicha teoría se reconstruye el experimento controvertido, tiene una<br />

importancia especial no introducir i<strong>de</strong>alizaciones algunas ni otras suposiciones<br />

especiales, a menos que sean favorables a un contradictor,<br />

o a menos que ningún objetante que utilice el experimento imaginario<br />

en cuestión tenga que aceptar<strong>la</strong>s.<br />

2) De un modo más general, consi<strong>de</strong>ro que el empleo <strong>de</strong> experimentos<br />

imaginarios para fines <strong>de</strong> argumentación es legítimo so<strong>la</strong>mente<br />

si se enuncian con c<strong>la</strong>ridad <strong>la</strong>s tesis <strong>de</strong>l que se opone a nuestros<br />

argumentos, y si se observa estrictamente <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> <strong>de</strong> que <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>alizaciones<br />

que se hagan han <strong>de</strong> ser concesiones a nuestro oponente, o al<br />

menos aceptables por él. Por ejemplo, en el caso <strong>de</strong>l ciclo <strong>de</strong> Carnot<br />

todas <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>alizaciones introducidas aumentan el rendimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

máquina, <strong>de</strong> modo que el objetante a <strong>la</strong> teoría —quien afirma que<br />

una máquina térmica pue<strong>de</strong> producir trabajo mecánico sin hacer pasar<br />

calor <strong>de</strong> una temperatura más elevada a otra más baja— ha <strong>de</strong><br />

reconocer que se trata <strong>de</strong> concesiones. Es evi<strong>de</strong>nte que siempre que<br />

se infringe esta reg<strong>la</strong> no han <strong>de</strong> permitirse i<strong>de</strong>alizaciones con fines<br />

<strong>de</strong> argumentación crítica.<br />

3) Pue<strong>de</strong> aplicarse <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> mencionada, por ejemplo, al <strong>de</strong>bate<br />

iniciado con el experimento imaginario <strong>de</strong> Einstein, Podolski y Rosen<br />

(experimento que Einstein vuelve a enunciar <strong>de</strong> un modo sucinto<br />

en una carta que reproducimos aquí en el apéndice *XII; y <strong>de</strong>bate<br />

sobre el que hago comentarios ulteriores en mi Postscript, apartado<br />

*109). En su argumentación crítica, Einstein, Podolski y Rosen<br />

tratan <strong>de</strong> emplear i<strong>de</strong>alizaciones aceptables por Bohr —y, en su réplica,<br />

este físico no cuestiona <strong>la</strong> vali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> <strong>la</strong>s mismas—: introducen<br />

(cf. el apartado *109 citado y el apéndice *XII) dos partícu<strong>la</strong>s, A y B,<br />

cuya interacción es tal que gracias a medir <strong>la</strong> posición (o el momento)<br />

<strong>de</strong> B, <strong>la</strong> teoría nos permite calcu<strong>la</strong>r <strong>la</strong> posición (o el momento)<br />

<strong>de</strong> A, que, mientras tanto, se ha alejado mucho y no pue<strong>de</strong> sufrir<br />

perturbaciones proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> <strong>la</strong> medición efectuada sobre B. Así<br />

pues, el momento (o <strong>la</strong> posición) <strong>de</strong> A no pue<strong>de</strong> hacerse difuso —o<br />

«borroso», por emplear un término <strong>de</strong> Schrodinger—, como quería<br />

Heisenberg ^. En su contestación, Bohr parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que sólo<br />

•* Por ejemplo, Einstein ha hecho ver —en su carta reproducida en el apéndice<br />

*XII (véase nota *3 <strong>de</strong>l apartado 77)— que mi propio experimento <strong>de</strong>l apartado 77<br />

es imposible en principio (<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> <strong>la</strong> teoría cuántica).<br />

' Heisenberg pensaba, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, en una so<strong>la</strong> partícu<strong>la</strong> que se hacía borrosa:<br />

<strong>la</strong> que se sometía a medición. Einstein, Podolski y Rosen ponen <strong>de</strong> manifiesto que esto<br />

ha <strong>de</strong> exten<strong>de</strong>rse a otra partícu<strong>la</strong>: una que haya sufrido una interacción con el corpúsculo<br />

medido en algún momento, quizá años antes. Pero si esto es así, ¿cómo po<strong>de</strong>mos<br />

evitar que todo —el mundo entero— se nos vuelva «borroso» por una so<strong>la</strong><br />

observación? Posiblemente haya que contestar que, <strong>de</strong>bido a <strong>la</strong> «reducción <strong>de</strong>l paquete<br />

<strong>de</strong> ondas», <strong>la</strong> observación aniqui<strong>la</strong> <strong>la</strong> antigua imagen <strong>de</strong>l sistema, pero crea simultáhttp://psikolibro.blogspot.com

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