Popper Karl - La Logica de la Investigacion Cientifica

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29.09.2014 Views

400 La lógica de la investigación científica de prohibiciones, expresaba la misma idea intuitiva. Pienso también que es enteramente posible, y tal vez incluso conveniente, hablar de «necesidad natural» o de «necesidad física» para describir dicho carácter de las leyes naturales y de sus consecuencias lógicas. 8) Pero, a mi juicio, es un error infravalorar las diferencias existentes entre esta necesidad natural o física y otros tipos de ella, por ejemplo, la necesidad lógica. Poco más o menos, podemos llamar lógicamente necesario aquello que sería válido en cualquier mundo concebible. Ahora bien, aunque es concebible que la ley de Newton de la inversa del cuadrado de la distancia sea una verdadera ley de la Naturaleza en algún mundo, y que en esa medida sea naturalmente necesaria en él, es perfectamente concebible un mundo en que no fuese válida. Kneale ha criticado este argumento señalando que podemos concebir que la conjetura de Goldbach (según la cual todo número par mayor que dos es la suma de dos números primos) sea verdadera, y también que sea falsa, y ello aun cuando muy bien pueda ser demostrable (o refutable) y, por tanto, sea matemáticamente •—o lógicamente— necesaria (o imposible). De aquí saca el argumento de que «no ha de tomarse el que podamos concebir lo contradictorio como prueba negativa de la necesidad en las matemáticas» °; pero si esto es así, ¿por qué —pregunta— «tendríamos que suponer que nos proporcione una prueba negativa en la ciencia natural»?^". Ahora bien, a mi entender esta argumentación se apoya excesivamente en la pala' bra «concebible», y además maneja un sentido de ella que es distinto del que nosotros tenemos en cuenta : una vez que disponemos de una demostración del teorema de Goldbach, podemos decir que dicha demostración estatuye precisamente que es inconcebible un número par (mayor que dos) que no sea la suma de dos primos (en el sentido de que lleva a resultados contradictorios, entre otros, a la aserción de que O = 1, lo cual es «inconcebible»). En otro sentido, 0 = 1 puede ser perfectamente concebible, y hasta cabe utilizarlo —del mismo modo que cualquier otro enunciado matemáticamente falso— como supuesto para una demostración indirecta. Ciertamente, podemos disponer una demostración indirecta del modo siguiente: «.Concibamos que a sea verdadero; entonces tendríamos que admitir que b sea verdadero; pero sabemos que b es absurdo, luego es inconcebible que a sea verdadero». Es evidente que, aunque este empleo de «concebible» e «inconcebible» es un poco vago y ambiguo, nos engañaríamos si pretendiéramos que este modo de razonar tiene que no ser válido, basándonos en que la verdad de a no puede ser inconcebible, ya que habíamos empezado precisamente concibiéndola. Así pues, en lógica y en matemáticas, «inconcebible» es simplemente una palabra para «conducente a una contradicción manifiesta»: cualquier cosa que no nos lleva a una contradicción manifiesta es lógicamente posible o «concebible», y cualquier otra que nos lleva es Op. cit., pág. 80. Ibíd. http://psikolibro.blogspot.com

Universales, disposiciones y necesidad natural o física 401 lógicamente imposible o «inconcebible». Cuando Kneale dice que el enunciado contradictorio de un teorema puede ser «concebible», emplea esta palabra en otro sentido —que también es irreprochable. 9) Por tanto, una suposición es lógicamente posible si no es contradictoria en sí misma, y físicamente posible si no contradice a las leyes naturales. Estos dos sentidos de «posible» tienen de común lo suficiente para explicar por qué empleamos la misma palabra; pero si ocultamos sus diferencias bajo una uniformidad superficial sólo nos veremos llevados a toscas confusiones. Cuando se las compara con las tautologías lógicas, las leyes de la Naturaleza tienen un carácter accidental, contingente. Leibniz reconoce tal cosa al enseñar (cf. Philos. Schriften, Gerhardt, 7, pág. 390) que el mundo es la obra de Dios, en un sentido parecido a como un soneto, un rondó, una sonata o una fuga son la obra de un artista. Este puede elegir libremente cierta forma, con lo cual restringe su libertad por medio de una elección: impone a su creación ciertos principios de imposibilidad, por ejemplo, sobre su ritmo (y, en menor medida, sobre sus palabras, que en comparación con el ritmo pueden parecer contingentes, accidentales: pero esto no quiere decir que su elección de la forma o del ritmo no haya sido también contingente, pues podría haber elegido otros). Análogamente ocurre con las leyes natuíales. Restringen la elección (lógicamente) posible de hechos singulares: son, por tanto, principios de imposibilidad con respecto a éstos, que parecen enormemente contingentes comparados con las leyes naturales. Pero éstas, si bien son necesarias cuando se las compara con los hechos singulares, son contingentes frente a las tautologías lógicas, ya que puede haber mundos estructuralmente diferentes, es decir, mundos con leyes naturales diferentes. Así pues, la necesidad —o imposibilidad— natural es como la necesidad —o imposibilidad— musical: es como la imposibilidad de un compás de cuatro por cuatro en un minué clásico, o la de acabar éste con un intervalo de séptima disminuida o con cualquier otra disonancia. Impone principios estructurales sobre el mundo; pero todavía permite una libertad muy grande a los hechos contingentes y singulares, o sea, a las condiciones iniciales. Si comparamos la situación existente en la música con la de nuestro ejemplo de la moa, podemos decir: no hay ninguna ley musical que prohiba escribir un minué en sol sostenido menor, pero, a pesar de ello, es muy posible que no se haya escrito ni se escriba jamás minué alguno en dicha clave tan desusada. Por tanto, podemos decir que las leyes necesarias musicales pueden distinguirse de los enunciados universalmente verdaderos acerca de los hechos históricos de la composición musical. 10) Parece que lo que Kneale propone —si le entiendo correctamente— es la tesis opuesta, o sea, la de que las leyes naturales no son contingentes en ningún sentido; lo cual, para mí, es algo tan eqpiivocado como la tesis que él critica con razón: la de que las leyes de la Naturaleza no son sino enunciados universales verdaderos. •M http://psikolibro.blogspot.com

400 <strong>La</strong> lógica <strong>de</strong> <strong>la</strong> investigación científica<br />

<strong>de</strong> prohibiciones, expresaba <strong>la</strong> misma i<strong>de</strong>a intuitiva. Pienso también<br />

que es enteramente posible, y tal vez incluso conveniente, hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong><br />

«necesidad natural» o <strong>de</strong> «necesidad física» para <strong>de</strong>scribir dicho carácter<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s leyes naturales y <strong>de</strong> sus consecuencias lógicas.<br />

8) Pero, a mi juicio, es un error infravalorar <strong>la</strong>s diferencias existentes<br />

entre esta necesidad natural o física y otros tipos <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, por<br />

ejemplo, <strong>la</strong> necesidad lógica. Poco más o menos, po<strong>de</strong>mos l<strong>la</strong>mar lógicamente<br />

necesario aquello que sería válido en cualquier mundo<br />

concebible. Ahora bien, aunque es concebible que <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Newton<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> inversa <strong>de</strong>l cuadrado <strong>de</strong> <strong>la</strong> distancia sea una verda<strong>de</strong>ra ley <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Naturaleza en algún mundo, y que en esa medida sea naturalmente<br />

necesaria en él, es perfectamente concebible un mundo en que no<br />

fuese válida.<br />

Kneale ha criticado este argumento seña<strong>la</strong>ndo que po<strong>de</strong>mos concebir<br />

que <strong>la</strong> conjetura <strong>de</strong> Goldbach (según <strong>la</strong> cual todo número par<br />

mayor que dos es <strong>la</strong> suma <strong>de</strong> dos números primos) sea verda<strong>de</strong>ra, y<br />

también que sea falsa, y ello aun cuando muy bien pueda ser <strong>de</strong>mostrable<br />

(o refutable) y, por tanto, sea matemáticamente •—o lógicamente—<br />

necesaria (o imposible). De aquí saca el argumento <strong>de</strong> que<br />

«no ha <strong>de</strong> tomarse el que podamos concebir lo contradictorio como<br />

prueba negativa <strong>de</strong> <strong>la</strong> necesidad en <strong>la</strong>s matemáticas» °; pero si esto<br />

es así, ¿por qué —pregunta— «tendríamos que suponer que nos proporcione<br />

una prueba negativa en <strong>la</strong> ciencia natural»?^". Ahora bien,<br />

a mi enten<strong>de</strong>r esta argumentación se apoya excesivamente en <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>'<br />

bra «concebible», y a<strong>de</strong>más maneja un sentido <strong>de</strong> el<strong>la</strong> que es distinto<br />

<strong>de</strong>l que nosotros tenemos en cuenta : una vez que disponemos <strong>de</strong> una<br />

<strong>de</strong>mostración <strong>de</strong>l teorema <strong>de</strong> Goldbach, po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que dicha <strong>de</strong>mostración<br />

estatuye precisamente que es inconcebible un número par<br />

(mayor que dos) que no sea <strong>la</strong> suma <strong>de</strong> dos primos (en el sentido <strong>de</strong><br />

que lleva a resultados contradictorios, entre otros, a <strong>la</strong> aserción <strong>de</strong><br />

que O = 1, lo cual es «inconcebible»). En otro sentido, 0 = 1 pue<strong>de</strong><br />

ser perfectamente concebible, y hasta cabe utilizarlo —<strong>de</strong>l mismo<br />

modo que cualquier otro enunciado matemáticamente falso— como<br />

supuesto para una <strong>de</strong>mostración indirecta. Ciertamente, po<strong>de</strong>mos disponer<br />

una <strong>de</strong>mostración indirecta <strong>de</strong>l modo siguiente: «.Concibamos<br />

que a sea verda<strong>de</strong>ro; entonces tendríamos que admitir que b sea<br />

verda<strong>de</strong>ro; pero sabemos que b es absurdo, luego es inconcebible que<br />

a sea verda<strong>de</strong>ro». Es evi<strong>de</strong>nte que, aunque este empleo <strong>de</strong> «concebible»<br />

e «inconcebible» es un poco vago y ambiguo, nos engañaríamos<br />

si pretendiéramos que este modo <strong>de</strong> razonar tiene que no ser válido,<br />

basándonos en que <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> a no pue<strong>de</strong> ser inconcebible, ya que<br />

habíamos empezado precisamente concibiéndo<strong>la</strong>.<br />

Así pues, en lógica y en matemáticas, «inconcebible» es simplemente<br />

una pa<strong>la</strong>bra para «conducente a una contradicción manifiesta»:<br />

cualquier cosa que no nos lleva a una contradicción manifiesta es lógicamente<br />

posible o «concebible», y cualquier otra que nos lleva es<br />

Op. cit., pág. 80.<br />

Ibíd.<br />

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