Popper Karl - La Logica de la Investigacion Cientifica
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236 La lógica de la investigación científica de las teorías tiene importancia metodológica; y éste es el plano en que me opongo al razonamiento propuesto. Por consiguiente, considerare pertinente sólo uno de los puntos expresados: la referencia al llamado «principio de la uniformidad de la Naturaleza». Segiín me parece, este principio expresa de un modo muy superficial una importante regla metodológica —y justamente urfa que podría deducirse muy ventajosamente de un estudio sobre la inverificabilidad de las teorías *^. Supongamos que el sol no salga mañana (y que, pese a ello, continuemos viviendo, y, asimismo, tratan(!o de dar alcance a l.^'s cuestiones científicas que nos interesan). Si tal cosa ocurriera, la ciencia tendría que explicarla, esto es, que deducirla de leyes; posiblemente habría que revisar de un modo drástico las teorías actuales; pero las teorías revisadas no tendrían que dar razón meramente de la nueva situación: también habrían de ser dcduclMes da ellas nuestras experiencias anteriores. Desde el punto de vista metodológico se ve que el principio de la uniformidad de la Naturaleza está remplazado por el postulado de la invariancia de las leyes naturales, tanto con respecto al espacio como al tiempo. A mi entender, pues, sería un error afirmar que las regularidades naturales no cambian (y éste sería un tipo de enunciado tal, que no cabe argumentar ni a su favor ni en contra suya); diríamos más bien que es parte de nuestra definición de las leyes naturales, si postulamos que éstas han de ser invariantes en el espacio y el tiempo, y si postulamos, además, que no han de tener excepciones. Así pues, la posibilidad de falsar una ley corroborada no carece, en modo alguno, de importancia desde un punto de vista metodológico : nos ayuda a encontrar lo que exigimos a las leyes naturales y esperamos de ellas. Y, a su vez, el «principio de la uniformidad de la Naturaleza» puedo considerarse como una interpretación metafísica de una regla metodológica (como su pariente cercana, la «ley de causalidad»). Si se intenta reemplazar los enunciados metafísicos de esta índole por principios del método, se llega al «principio de inducción», que, según se supone, gobierna el método inductivo —y, por ello, el de verificación de las teorías—. Pero esta tentativa fracasa, ya que el principio de inducción es en sí mismo de carácter metafísico: como he señalado en el apartado 1, el supuesto de que este principio sea empírico conduce a una regresión infinita. Por consiguiente, podría introducírsele solamente como proposición primitiva (o postulado, o axioma); lo cual tal vez no tendría demasiada importancia si no fuese porque en todo caso habría de considerársele un enunciado infalsable. Pues si este principio •—que se supone da validez a la inferencia de teorías— fuera falsable a su vez, quedaría falsado al mismo tiempo que la primera teoría falsada, ya que ésta sería una conclusión deducida valiéndose del principio de inducción: y éste, como premisa, Me refiero a la regla de que todo sistema nuevp de hipótesis ha de dar lugar a las regularidades ya conocidas y corroboradas (o sea, ha de explicarlas). Véase también el apartado *3 (párrafo tercero) de'mi Postscript. http://psikolibro.blogspot.com
La corroboración 237 quedaría, desde luego, falsado, en virtud del modus tollens, siempre que una teoría derivada de él resultase íalsada *^. Pero esto quiere decir que un principio de inducción falsable quedaría falsado de nuevo con cada progreso de la ciencia. Sería necesario, pues, introducir un principio de inducción que no fuese falsable: lo cual equivaldría a la equivocada noción de un enunciado sintético válido a priori, esto es, de un enunciado irrefutable acerca de la realidad. Así pues, si tratamos de convertir nuestra fe metafísica en la uniformidad de la Naturaleza y en la verificabilidad de las teorías en una teoría del conocimiento basada en la lógica inductiva, abocamos en el dilema de elegir entre una regresión infinita y el apriorismo. 80. PROBABILIDAD DE UNA HIPÓTESIS Y PROBABILIDAD DE EVENTOS : CRÍTICA DE LA LÓGICA PROBABILITARIA Incluso si se admite que las teorías nunca quedan verificadas de un modo definitivo, ¿no podemos conseguir que sean seguras en mayor o menor grado, es decir, más o menos probables? Después de todo, quizá sería posible reducir la cuestión de la probabilidad de una hipótesis a la de la probabilidad de eventos, digamos, y de esta forma podría hacérsela susceptible de tratamiento matemático y lógico *^. Del mismo modo que la lógica inductiva en general, la teoría de la probabilidad de hipótesis parece haber surgido gracias a una confusión de cuestiones psicológicas y lógicas. Reconozco, desde luego, que nuestros sentimientos subjetivos de convicción tienen diferentes intensidades, y que el grado de confianza con que esperamos que se cumpla una predicción y que luego se corrobore una hipótesis dependerá, probablemente —entre otras cosas—, del modo en que dicha hipótesis haya salido indemne de las contrastaciones hasta el momento : o sea, de su corroboración anterior. Pero hasta los creyentes en la lógica probabililaria reconocen que estas cuestiones psicológicas no pertenecen a la epistemología ni a la metodología *^; sin embargo, razonan que es posible —basándose en decisiones inductivistas^— adscribir grados de probabilidad a las hipótesis mismas, y, además, que cabe reducir este concepto al de la probabilidad de eventos. La probabilidad de hipótesis suele considerarse un mero caso especial del problema general de la probabilidad de un enunciado, al que, a su vez, se tiene por el problema de la probabilidad de un even- Según la tesis inductivista que aquí cslutlio, las premisas para la deducción de la teoría consistirían en el principio de inducción y los enunciados de observación. Pero se supone tácitamente que estos últimos son inamovibles y reproducibles, de modo que no puede hacérseles responsables del fracaso de la teoría. El presente apartado contiene principalmente una crítica de la tentativa (de Reichenbach) de interpretar la probabilidad de hipótesis a base de una teoría frecuenciat de la probabilidad de eventos. En el apartado 83 está incluida una crítica de la posición de Keynes. *' Aludo aquí niá.s a la escuela de Reicbcnbacli que a la de Keynes. http://psikolibro.blogspot.com
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<strong>de</strong> <strong>la</strong>s teorías tiene importancia metodológica; y éste es el p<strong>la</strong>no<br />
en que me opongo al razonamiento propuesto.<br />
Por consiguiente, consi<strong>de</strong>rare pertinente sólo uno <strong>de</strong> los puntos<br />
expresados: <strong>la</strong> referencia al l<strong>la</strong>mado «principio <strong>de</strong> <strong>la</strong> uniformidad<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> Naturaleza». Segiín me parece, este principio expresa <strong>de</strong> un<br />
modo muy superficial una importante reg<strong>la</strong> metodológica —y justamente<br />
urfa que podría <strong>de</strong>ducirse muy ventajosamente <strong>de</strong> un estudio<br />
sobre <strong>la</strong> inverificabilidad <strong>de</strong> <strong>la</strong>s teorías *^.<br />
Supongamos que el sol no salga mañana (y que, pese a ello, continuemos<br />
viviendo, y, asimismo, tratan(!o <strong>de</strong> dar alcance a l.^'s cuestiones<br />
científicas que nos interesan). Si tal cosa ocurriera, <strong>la</strong> ciencia<br />
tendría que explicar<strong>la</strong>, esto es, que <strong>de</strong>ducir<strong>la</strong> <strong>de</strong> leyes; posiblemente<br />
habría que revisar <strong>de</strong> un modo drástico <strong>la</strong>s teorías actuales; pero <strong>la</strong>s<br />
teorías revisadas no tendrían que dar razón meramente <strong>de</strong> <strong>la</strong> nueva<br />
situación: también habrían <strong>de</strong> ser dcduclMes da el<strong>la</strong>s nuestras experiencias<br />
anteriores. Des<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista metodológico se ve que<br />
el principio <strong>de</strong> <strong>la</strong> uniformidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> Naturaleza está remp<strong>la</strong>zado<br />
por el postu<strong>la</strong>do <strong>de</strong> <strong>la</strong> invariancia <strong>de</strong> <strong>la</strong>s leyes naturales, tanto con<br />
respecto al espacio como al tiempo. A mi enten<strong>de</strong>r, pues, sería un<br />
error afirmar que <strong>la</strong>s regu<strong>la</strong>rida<strong>de</strong>s naturales no cambian (y éste<br />
sería un tipo <strong>de</strong> enunciado tal, que no cabe argumentar ni a su favor<br />
ni en contra suya); diríamos más bien que es parte <strong>de</strong> nuestra <strong>de</strong>finición<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong>s leyes naturales, si postu<strong>la</strong>mos que éstas han <strong>de</strong> ser invariantes<br />
en el espacio y el tiempo, y si postu<strong>la</strong>mos, a<strong>de</strong>más, que no<br />
han <strong>de</strong> tener excepciones. Así pues, <strong>la</strong> posibilidad <strong>de</strong> falsar una ley<br />
corroborada no carece, en modo alguno, <strong>de</strong> importancia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto<br />
<strong>de</strong> vista metodológico : nos ayuda a encontrar lo que exigimos a <strong>la</strong>s<br />
leyes naturales y esperamos <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s. Y, a su vez, el «principio <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
uniformidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> Naturaleza» puedo consi<strong>de</strong>rarse como una interpretación<br />
metafísica <strong>de</strong> una reg<strong>la</strong> metodológica (como su pariente cercana,<br />
<strong>la</strong> «ley <strong>de</strong> causalidad»).<br />
Si se intenta reemp<strong>la</strong>zar los enunciados metafísicos <strong>de</strong> esta índole<br />
por principios <strong>de</strong>l método, se llega al «principio <strong>de</strong> inducción»,<br />
que, según se supone, gobierna el método inductivo —y, por ello, el<br />
<strong>de</strong> verificación <strong>de</strong> <strong>la</strong>s teorías—. Pero esta tentativa fracasa, ya que el<br />
principio <strong>de</strong> inducción es en sí mismo <strong>de</strong> carácter metafísico: como<br />
he seña<strong>la</strong>do en el apartado 1, el supuesto <strong>de</strong> que este principio sea<br />
empírico conduce a una regresión infinita. Por consiguiente, podría<br />
introducírsele so<strong>la</strong>mente como proposición primitiva (o postu<strong>la</strong>do, o<br />
axioma); lo cual tal vez no tendría <strong>de</strong>masiada importancia si no fuese<br />
porque en todo caso habría <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rársele un enunciado infalsable.<br />
Pues si este principio •—que se supone da vali<strong>de</strong>z a <strong>la</strong> inferencia <strong>de</strong><br />
teorías— fuera falsable a su vez, quedaría falsado al mismo tiempo<br />
que <strong>la</strong> primera teoría falsada, ya que ésta sería una conclusión <strong>de</strong>ducida<br />
valiéndose <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong> inducción: y éste, como premisa,<br />
Me refiero a <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> <strong>de</strong> que todo sistema nuevp <strong>de</strong> hipótesis ha <strong>de</strong> dar lugar<br />
a <strong>la</strong>s regu<strong>la</strong>rida<strong>de</strong>s ya conocidas y corroboradas (o sea, ha <strong>de</strong> explicar<strong>la</strong>s). Véase también<br />
el apartado *3 (párrafo tercero) <strong>de</strong>'mi Postscript.<br />
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