Popper Karl - La Logica de la Investigacion Cientifica
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192 La lógica de la investigación científica (aunque no es probable que dejemos enteramente de hacer intentos, a menos que el problema no nos interese deniasiado : como puede ocurrir, por ejemplo, cuando nos damos por satisfechos con las predicciones frecuenciales). Sin emliargo, en ningún caso podemos decir definitivamente que no hay leyes en un campo determinado (y esto es una consecuencia de la imposibilidad de verificación) : lo cual quiere decir que mi tesis convierte en subjetivo el concepto de azar *'. Hablo de «azar» cuando lo que sabemos no es suficiente para predecir: como ocurre al tirar el dado, situación en que hablamos de «azar» debido a que no sabemos cuáles son las condiciones iniciales (y cabe concebir que un físico equipado con buenos instrumentos pueda predecir una tirada que otras personas no puedan). A veces se ha defendido una tesis objetiva, opuesta a la subjetiva; pero no la estudiaré aquí (ef. los apartados 71 y 78), en cuanto que se apoya en la idea metafísica de que los eventos están —o no están— determinados en sí mismos. Si nuestra predicción tiene éxito podemos hablar de «leyes», y por lo demás no podemos saber nada acerca de la existencia o inexistencia de leyes o de irregularidades *^. Quizá la tesis siguiente es más digna de atención que aquella idea metafísica. Encontramos el «azar» en sentido objetivo, puede decirse, cuando nuestras estimaciones probabilitarias resultan confirmadas, del mismo modo que encontramos regularidades causales cuando las predicciones que deducimos de leyes vienen a corroborarse. Tal vez no sea enteramente inutilizable la definición de azar implícita en esta tesis, pero debería hacerse resaltar enérgicamente que el concepto que así se ha definido no se opone al de ley; y ésta es la razón por que he llamado azarosos [en inglés: «chance-Zi&e», lit. «parecidas al azar» o «como el azar»] a las sucesiones probabilitarias. En general, será azarosa una sucesión de resultados experimentales cuando el mareo de condiciones que la define difiera de las condiciones iniciales; o sea, cuando los experimentos individuales llevados a cabo en idéntico marco de condiciones partan de condiciones iniciales diversas, y den lugar, pues, a resultados diversos. En cuanto a si existen sucesiones azarosas cuyos elementos no sean previsibles de ninguna forma, es algo que ignoro. Del hecho de que una sucesión sea azarosa no podemos siquiera inferir que sus elementos no puedan predecirse, ni que sean «debidos al azar» en el sentido subjetivo de conocimiento insuficiente; y menos que nada cabe inferir de tal hecho el hecho «objetivo» de que no existan leyes *'. *' Esto no quiere decir que haga aquí ninguna concesión a una interpretación subjetiva de la probabilidad, del desorden ni de la aleatoriedad. " En este párrafo ha desestimado (debido a su carácter metafísico) una teoría metafísica que ahora —en mi Postscript-^ recomiendo encarecidamente, pues me pa« rece que abre nuevas perspectivas, sugiere soluciones a ciertas serias dificultades, y ta] vez sea verdadera. Aun cuando mientras escribía este libro me daba cuenta de tener creencias metafísicas, y aunque señalé incluso el valor sugerente de las ideas meta» físicas para la ciencia, no había despertado al hecho de que cabe argumentar racionalmente contra ciertas doctrinas metafísicas, y criticarlas —pese a no poderse refutar—. Véase, especialmente, el último apartado de mi Postscript. " Hubiera ganado en claridad, según pienso, razonando del modo siguiente: No http://psikolibro.blogspot.com
La probabilidad 193 No solamente no es posible inferir, a partir del carácter azaroso de una sucesión, nada acerca de la conformidad o disconformidad a leyes de los eventos individuales; ni siquiera podemos inferir —partiendo de la corroboración de estimaciones probabilitarias— que la sucesión misma sea completamente irregular, ya que sabemos que existen sucesiones azarosas construidas de acuerdo con una regla matemática (cf. el apéndice IV). El hecbo de que una sucesión tenga una distribución bernoulliana no es síntoma de la ausencia de leyes, y mucbo menos idéntico con la ausencia de leyes «por definición» ^. No liemos de ver en el éxito de las jtrcdicciones de probabilidad otra cosa que un síntoma de la ausencia de leyes sencillas en la estructura de Ja sucesión (cf. los apartados 43 y 58) —frente a los eventos que la constituyen—; ba quedado corrol)orada la suposición de libertad de secuelas, que equivale a ¡a bijiótesis de que no es posible descubrir tales leyes sencillas, pero esto es todo. 70. LA DEDUCTIBILIDAD DE MACRO-LEYES A PARTIR DE MICRO-LETES Hay una doctrina que casi ba llegado a convertirse en un prejuicio, si bien liltimamente ba sufrido severas críticas: la de que todos los eventos observables deben ejcplicarse como macro-eventos, es decir, como valores medios, o sea, acumulaciones de ciertos micro-eventos (doctrina algo pareí'ida a ciertas formas de materialismo). Como ocurre con otras de la misma índole, parece ser el resultado de una bipóstasis metafísica de una regla metodológica a la (jue por sí misma no cabe bacer objeciones: me refiero a la regla de que deberíamos tratar de simplificar, o genera!i/ar, o unificar nuestras teorías empleando bipótesis explicativas del tipo mencionado (esto es, hipótesis que expliquen los efectos observables como sumas o integraciones de m'cro-eventos). Al valorar el éxito de semejantes intentos sería un error pensar que bastarán alguna vez bipótesis no estadísticas acerca de los micro-eventos y de sus interacciones para explicar los macro-eventos; pues necesitaremos, además, estimaciones jrecuenciales hipotéticas, ya que sólo cabe deducir conclusiones estadísticas de premisas estadísticas. Dichas estimaciones son siempre bipótesis independientes, que, ciertamente, pueden ocurrírsenos a veces cuando estamos ocupados con el estudio de las leyes referentes a micro-eventos, pero que podemos repetir jamás con precisión un experimento: lo más que podemos hacer es mantener constantes ciertas condiciones y dentro do ciertos límites. Por tanto, el quo determinados aspectos de nuestros resultados se repitan mientras que otros yaríen irregularmente no constituye un argumento a favor de que lo otijetivo sea fortuito, del azar o de la ausencia de leyes; especialmente, si el experimento está ideado (como en el caso de tirar una perra chica dando vueltas) para que las condiciones varíen. En cuanto a esto, sigo estando de acuerdo con lo que entonces decía; pero puedp haber otros argumentos en favor de lo objetivamente fortuito: y uno de ellos, debido a Alfred Landé (la «cuchilla de Landé») tiene gran trascendencia a este respecto (trato de él eitensamente en mi Postscdpt, apartados *90 y sig.). ' Como Schlick dice en Die Kausalitat in der gegenwiirtigen Physik, Naturwissenschallen 19, 1931, pág. 157. 13 http://psikolibro.blogspot.com
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(aunque no es probable que <strong>de</strong>jemos enteramente <strong>de</strong> hacer intentos,<br />
a menos que el problema no nos interese <strong>de</strong>niasiado : como pue<strong>de</strong> ocurrir,<br />
por ejemplo, cuando nos damos por satisfechos con <strong>la</strong>s predicciones<br />
frecuenciales). Sin emliargo, en ningún caso po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir<br />
<strong>de</strong>finitivamente que no hay leyes en un campo <strong>de</strong>terminado (y esto<br />
es una consecuencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> imposibilidad <strong>de</strong> verificación) : lo cual quiere<br />
<strong>de</strong>cir que mi tesis convierte en subjetivo el concepto <strong>de</strong> azar *'.<br />
Hablo <strong>de</strong> «azar» cuando lo que sabemos no es suficiente para pre<strong>de</strong>cir:<br />
como ocurre al tirar el dado, situación en que hab<strong>la</strong>mos <strong>de</strong> «azar»<br />
<strong>de</strong>bido a que no sabemos cuáles son <strong>la</strong>s condiciones iniciales (y cabe<br />
concebir que un físico equipado con buenos instrumentos pueda pre<strong>de</strong>cir<br />
una tirada que otras personas no puedan).<br />
A veces se ha <strong>de</strong>fendido una tesis objetiva, opuesta a <strong>la</strong> subjetiva;<br />
pero no <strong>la</strong> estudiaré aquí (ef. los apartados 71 y 78), en cuanto que<br />
se apoya en <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a metafísica <strong>de</strong> que los eventos están —o no están—<br />
<strong>de</strong>terminados en sí mismos. Si nuestra predicción tiene éxito po<strong>de</strong>mos<br />
hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> «leyes», y por lo <strong>de</strong>más no po<strong>de</strong>mos saber nada acerca <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong> existencia o inexistencia <strong>de</strong> leyes o <strong>de</strong> irregu<strong>la</strong>rida<strong>de</strong>s *^.<br />
Quizá <strong>la</strong> tesis siguiente es más digna <strong>de</strong> atención que aquel<strong>la</strong> i<strong>de</strong>a<br />
metafísica. Encontramos el «azar» en sentido objetivo, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse,<br />
cuando nuestras estimaciones probabilitarias resultan confirmadas, <strong>de</strong>l<br />
mismo modo que encontramos regu<strong>la</strong>rida<strong>de</strong>s causales cuando <strong>la</strong>s predicciones<br />
que <strong>de</strong>ducimos <strong>de</strong> leyes vienen a corroborarse.<br />
Tal vez no sea enteramente inutilizable <strong>la</strong> <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> azar implícita<br />
en esta tesis, pero <strong>de</strong>bería hacerse resaltar enérgicamente que<br />
el concepto que así se ha <strong>de</strong>finido no se opone al <strong>de</strong> ley; y ésta es<br />
<strong>la</strong> razón por que he l<strong>la</strong>mado azarosos [en inglés: «chance-Zi&e»,<br />
lit. «parecidas al azar» o «como el azar»] a <strong>la</strong>s sucesiones probabilitarias.<br />
En general, será azarosa una sucesión <strong>de</strong> resultados experimentales<br />
cuando el mareo <strong>de</strong> condiciones que <strong>la</strong> <strong>de</strong>fine difiera <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />
condiciones iniciales; o sea, cuando los experimentos individuales llevados<br />
a cabo en idéntico marco <strong>de</strong> condiciones partan <strong>de</strong> condiciones<br />
iniciales diversas, y <strong>de</strong>n lugar, pues, a resultados diversos. En cuanto<br />
a si existen sucesiones azarosas cuyos elementos no sean previsibles <strong>de</strong><br />
ninguna forma, es algo que ignoro. Del hecho <strong>de</strong> que una sucesión<br />
sea azarosa no po<strong>de</strong>mos siquiera inferir que sus elementos no puedan<br />
pre<strong>de</strong>cirse, ni que sean «<strong>de</strong>bidos al azar» en el sentido subjetivo <strong>de</strong><br />
conocimiento insuficiente; y menos que nada cabe inferir <strong>de</strong> tal hecho<br />
el hecho «objetivo» <strong>de</strong> que no existan leyes *'.<br />
*' Esto no quiere <strong>de</strong>cir que haga aquí ninguna concesión a una interpretación<br />
subjetiva <strong>de</strong> <strong>la</strong> probabilidad, <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n ni <strong>de</strong> <strong>la</strong> aleatoriedad.<br />
" En este párrafo ha <strong>de</strong>sestimado (<strong>de</strong>bido a su carácter metafísico) una teoría<br />
metafísica que ahora —en mi Postscript-^ recomiendo encarecidamente, pues me pa«<br />
rece que abre nuevas perspectivas, sugiere soluciones a ciertas serias dificulta<strong>de</strong>s, y ta]<br />
vez sea verda<strong>de</strong>ra. Aun cuando mientras escribía este libro me daba cuenta <strong>de</strong> tener<br />
creencias metafísicas, y aunque señalé incluso el valor sugerente <strong>de</strong> <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as meta»<br />
físicas para <strong>la</strong> ciencia, no había <strong>de</strong>spertado al hecho <strong>de</strong> que cabe argumentar racionalmente<br />
contra ciertas doctrinas metafísicas, y criticar<strong>la</strong>s —pese a no po<strong>de</strong>rse refutar—.<br />
Véase, especialmente, el último apartado <strong>de</strong> mi Postscript.<br />
" Hubiera ganado en c<strong>la</strong>ridad, según pienso, razonando <strong>de</strong>l modo siguiente: No<br />
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