25.09.2014 Views

Estructura y función del músculo. Metabolismo muscular

Estructura y función del músculo. Metabolismo muscular

Estructura y función del músculo. Metabolismo muscular

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

PRIMERA PARTE<br />

<strong>Estructura</strong> y<br />

función <strong>del</strong><br />

músculo.<br />

<strong>Metabolismo</strong><br />

<strong>muscular</strong>


Capítulo 1<br />

<strong>Estructura</strong> <strong>del</strong> músculo<br />

y bioquímica de la<br />

contracción


<strong>Estructura</strong> <strong>del</strong> músculo y bioquímica de la contracción 11<br />

El cuerpo precisa movimiento, tanto para la vida de relación<br />

–reacciones de huida de depredadores, captura de<br />

presas, reconocimiento <strong>del</strong> territorio, desplazamiento, etc.–<br />

como para el mantenimiento de las funciones vegetativas –contracción<br />

cardíaca, propulsión de la sangre, movimientos respiratorios,<br />

movimientos peristálticos, etc. En todos estos casos es<br />

fundamental la contracción <strong>muscular</strong>. Su mecanismo, pese a la<br />

heterogeneidad de sus manifestaciones, es semejante, con interacción<br />

entre las proteínas contráctiles constitutivas de las<br />

fibras <strong>muscular</strong>es, y disminución de su longitud. La energía<br />

mecánica requerida se obtiene a partir de la energía química<br />

generada en la fibra <strong>muscular</strong> en el curso de los procesos oxidativos<br />

celulares. Aparentemente, la rentabilidad energética<br />

es baja, dado que tan sólo se aprovecha el 25% transformándose<br />

el resto en calor; pero es más <strong>del</strong> doble de la mayoría de<br />

dispositivos de invención humana. Además, el calor resultante<br />

tiene una decisiva importancia para el mantenimiento de la<br />

temperatura corporal.<br />

La energía mecánica comunicada al músculo se puede<br />

expresar bajo diversas cualidades:<br />

— Movimiento para el cambio de posición en el espacio<br />

de la totalidad o de alguna de las partes <strong>del</strong> organismo.<br />

— Fuerza cuyo objetivo es modificar la relación espacial<br />

entre el organismo y los objetos que lo rodean, o entre<br />

éstos.<br />

— Presión con la que se comunica un impulso de fuerza a<br />

una determinada superficie.<br />

— Combinaciones de estas modalidades, que es la forma<br />

usual de expresión.<br />

Hueso<br />

10%<br />

Piel<br />

5%<br />

Músculo<br />

estriado<br />

40%<br />

Resto de órganos<br />

y tejidos corporales<br />

40%<br />

Cartílago y tendones<br />

5%<br />

Figura 1.1. Principales tejidos en el organismo adulto. Porcentajes<br />

de peso corporal.<br />

Aunque la capacidad contráctil es característica de la fibra<br />

<strong>muscular</strong>, no es exclusiva de ella. Otros muchos tipos celulares<br />

(de hecho casi la totalidad de las células <strong>del</strong> organismo) presentan<br />

estructuras contráctiles muy semejantes a las que se encuentran<br />

en el músculo. Desde los movimientos ameboideos<br />

de los fagocitos y leucocitos, hasta el desplazamiento de material<br />

intracelular que tiene lugar en el transcurso de la mitosis o<br />

de la meiosis, el mecanismo es en esencia el mismo, aunque en<br />

la fibra <strong>muscular</strong> la eficacia funcional y la complejidad organizativa<br />

<strong>del</strong> sistema contráctil son superiores a los de otras formas<br />

celulares.<br />

La dotación de tejido <strong>muscular</strong> en el organismo es muy<br />

importante; el peso <strong>del</strong> conjunto de la musculatura corporal<br />

supera con creces al de otros componentes, llegando a significar<br />

en el adulto hasta el 40% de la masa corporal (figura 1.1).<br />

1.1. Tipos de fibras <strong>muscular</strong>es:<br />

músculo liso y músculo estriado<br />

El conjunto de la musculatura corporal se clasifica en dos<br />

grandes grupos, atendiendo a diferencias morfológicas, funcionales<br />

y de tipo de gobierno nervioso y humoral. En la tabla 1.1.<br />

(véase página 12) se resumen las características principales de<br />

los distintos tipos de tejido <strong>muscular</strong>.<br />

a) <strong>Estructura</strong>lmente la diferencia entre músculo liso y<br />

músculo estriado, estriba en la presencia en este último<br />

de estriaciones transversales características, visibles al<br />

microscopio incluso a pequeño aumento, después de la<br />

correspondiente tinción.<br />

b) Funcionalmente existen también diferencias. El músculo<br />

liso es de contracción involuntaria; el músculo estriado<br />

cardíaco se contrae automáticamente, y el músculo<br />

estriado esquelético es de contracción voluntaria. No<br />

obstante, los aspectos moleculares y bioquímicos básicos<br />

y el mecanismo íntimo de la contracción son, con<br />

pequeñas diferencias, muy semejantes.<br />

1.1.1. Músculo liso<br />

Tanto desde el punto de vista histológico como funcional,<br />

el músculo liso se clasifica en dos grupos: de unidades mútiples<br />

y de unidades simples.<br />

a) Músculo liso de unidades múltiples. Es el más sencillo y<br />

menos evolucionado, con separación completa entre<br />

las fibras <strong>muscular</strong>es constituyentes, sin uniones intercelulares<br />

aparentes. Como que cada célula conserva su<br />

individualidad, hay un sistema de inervación propio


Capítulo 2<br />

Unidad motora.<br />

Fuerza y potencia<br />

<strong>muscular</strong>


Unidad motora. Fuerza y potencia <strong>muscular</strong> 29<br />

En respuesta a las órdenes motoras procedentes <strong>del</strong> sistema<br />

nervioso central, los músculos se contraen para generar<br />

fuerza y potencia y, en último término, trabajo. En este capítulo<br />

se analiza la llegada <strong>del</strong> impulso nervioso a la fibra y los<br />

distintos factores condicionantes de la fuerza y potencia <strong>muscular</strong>.<br />

2.1. Transmisión <strong>del</strong> impulso<br />

nervioso a la fibra <strong>muscular</strong><br />

La contracción de la fibra <strong>muscular</strong> se produce en respuesta<br />

a las órdenes originadas y transmitidas por el sistema motor<br />

hasta las α-motoneuronas. Para la musculatura de la cabeza y<br />

el cuello, estas α-motoneuronas se ubican en los núcleos motores<br />

de los pares craneales; para los <strong>del</strong> tronco y extremidades,<br />

en las astas anteriores medulares (capítulo 8). El impulso nervioso,<br />

en forma de potenciales de acción, llega hasta las fibras<br />

<strong>muscular</strong>es, por los axones de las α-motoneuronas, agrupados<br />

en nervios motores.<br />

2.1.1. Placa motora<br />

La placa motora o unión mioneural es una estructura especializada,<br />

semejante a una sinapsis, que conecta el extremo de<br />

los axones de la α-motoneurona con la fibra <strong>muscular</strong> inervada<br />

(figura 2.1). La llegada de un estímulo de excitación (potencial<br />

de acción) vacía la acetil-colina, almacenada en vesículas<br />

axónicas, hacia el espacio intersináptico. Esta acetil-colina<br />

difunde a través de este espacio y se une a receptores específicos<br />

<strong>del</strong> sarcolema de la fibra <strong>muscular</strong> vecina. Como consecuencia<br />

de ello se producen modificaciones en la permeabilidad<br />

iónica de este sarcolema, con masivo ingreso de sodio<br />

y el correspondiente cambio <strong>del</strong> potencial de membrana. Si la<br />

excitación es suficiente, también lo será el número de vesículas<br />

y de moléculas de acetil-colina vaciado; el cambio en la polaridad<br />

de la membrana llega a descargar potenciales de acción,<br />

conducidos a través <strong>del</strong> propio sarcolema por toda la fibra<br />

<strong>muscular</strong>. Como que los túbulos y las cisternas <strong>del</strong> retículo sarcoplasmático<br />

son invaginaciones <strong>del</strong> propio sarcolema, los<br />

potenciales de acción serán conducidos hasta el interior de la<br />

fibra <strong>muscular</strong>, produciendo el vaciado <strong>del</strong> Ca ++ almacenado y<br />

el inicio de la contracción, según lo indicado en el capítulo 1<br />

(véase apartado 1.5.1).<br />

Para poder relajar la fibra <strong>muscular</strong> es preciso inactivar la<br />

acetil-colina, por acción de la enzima acetil-colinesterasa, presente<br />

en la hendidura, que la descompone en radical acetilo y<br />

colina. La colina se reabsorbe y puede ser reutilizada; el radical<br />

acetilo se pierde.<br />

Figura 2.1. <strong>Estructura</strong> de la placa motora.<br />

La función normal de la placa motora puede ser alterada<br />

por tóxicos y por fármacos. El curare produce relajación <strong>muscular</strong><br />

y parálisis por bloqueo de los receptores. Los insecticidas<br />

organofosforados inhiben la acetil-colinesterasa y provocan la<br />

muerte en los insectos por contracción sostenida de los músculos<br />

alares, lo que impide la renovación <strong>del</strong> aire de las tráqueas.<br />

La toxina tetánica actúa sobre la placa motora, impidiendo en<br />

este caso la relajación (parálisis en contracción o espástica).<br />

También se altera en circunstancias patológicas: la miastenia<br />

gravis es una enfermedad autoinume en la que se destruyen<br />

algunos receptores de acetil-colina <strong>del</strong> sarcolema, con parálisis<br />

<strong>muscular</strong>. Se puede tratar con fármacos inhibidores de la acetil-colinesterasa<br />

que al prolongar la permanencia de la acetilcolina<br />

en el espacio intersináptico favorecen su unión a los<br />

receptores, aumentando su eficacia.<br />

En la placa motora, el sarcolema se dispone de manera<br />

característica formando pliegues semejantes a los <strong>del</strong> papel de<br />

filtro, lo que aumenta considerablemente la superficie de contacto<br />

con la terminal axónica y su eficacia.<br />

2.1.2. Unidad motora<br />

Los axones de las α-motoneuronas, integrados en los correspondientes<br />

nervios motores, se dividen, antes de llegar al


Capítulo 3<br />

<strong>Metabolismo</strong> de<br />

la fibra <strong>muscular</strong>.<br />

Ejercicio aerobio y<br />

ejercicio anaerobio.<br />

Tipos de fibras<br />

<strong>muscular</strong>es


<strong>Metabolismo</strong> de la fibra <strong>muscular</strong>. Ejercicio aerobio y ejercicio anerobio. Tipos de fibras <strong>muscular</strong>es 41<br />

Para que el proceso de la contracción pueda tener lugar es<br />

preciso el continuo aporte de energía a la fibra, tanto en el<br />

curso de la contracción como en la relajación. Durante la contracción,<br />

para el movimiento de giro o torsión que se lleva a<br />

cabo a nivel <strong>del</strong> cuello de las moléculas de miosina y la rotura<br />

de los puentes acto-miosínicos, previos a la formación de nuevos<br />

enlaces. No se precisa para la formación de puentes actomiosínicos,<br />

puesto que se supone que es un proceso que tiene<br />

lugar de manera espontánea. En la relajación, para recuperar<br />

el Ca ++ hacia el interior <strong>del</strong> retículo sarcoplásmico, por un<br />

mecanismo que se efectúa mediante bombeo activo, contra<br />

gradiente de concentración y de potencial y que por ello obliga<br />

a un suministro energético adicional.<br />

Se explica así que la penuria energética de la fibra <strong>muscular</strong><br />

se exprese como imposibilidad de contracción, pero también<br />

como espasmos y contracturas <strong>muscular</strong>es o, después de la<br />

muerte, con la rigidez cadavérica. En el primer caso no puede<br />

recuperarse el Ca ++ sarcoplasmático vaciado durante la contracción<br />

y, en el segundo, por alteración de la permeabilidad de<br />

las membranas <strong>del</strong> retículo se vacía el Ca ++ de las cisternas <strong>del</strong><br />

retículo a favor <strong>del</strong> gradiente de concentración, formándose<br />

puentes acto-miosínicos temporalmente irreversibles.<br />

3.1. Energética de la contracción<br />

Figura 3.1. <strong>Estructura</strong> química <strong>del</strong> ATP.<br />

5 µmol · g -1 (figura 3.2), con lo que el ATP presente como tal<br />

en el músculo, únicamente permite asegurar el suministro<br />

energético al músculo durante períodos de tiempo cortos (de<br />

uno a cuatro segundos en función de la intensidad de la contracción).<br />

3.1.1. Utilización <strong>del</strong> ATP<br />

Las demandas energéticas de la fibra <strong>muscular</strong> se atienden<br />

por la hidrólisis de enlaces fosfato “de alto nivel energético”<br />

contenidos en el ATP (figura. 3.1). Presenta una base nitrogenada<br />

(adenina), una pentosa (ribosa) y tres grupos fosfato,<br />

unidos entre sí por enlaces de contenido energético elevado. 1<br />

Los enlaces fosfato, al descomponerse por introducción de<br />

una molécula de agua, suministran aproximadamente 7.800<br />

calorías por mol (entre 7.500 y 12.000 según las condiciones) por<br />

cada enlace. Potencialmente, el ATP puede ser degradado<br />

por completo y cada molécula de ATP es teóricamente capaz<br />

de proporcionar por hidrólisis de sus enlaces fosfato un rendimiento<br />

energético global superior a las 22.000 calorías, pero en<br />

la fibra <strong>muscular</strong> sólo se hidroliza el grupo P terminal. Para<br />

obtener energía a partir <strong>del</strong> ADP se precisa la puesta en marcha<br />

de una vía compleja que sólo se utiliza excepcionalmente<br />

(véase apartado 3.4.3).<br />

A pesar de su importancia bioquímica, el contenido en<br />

ATP de la fibra <strong>muscular</strong> es muy bajo, estimado en unos<br />

µmol · g -1<br />

Figura 3.2. Reservas energéticas <strong>muscular</strong>es expresadas en<br />

equivalentes de ATP, como ATP, fosfocreatina, glucógeno<br />

(glucosa) y triglicéridos (ácidos grasos) en un sujeto <strong>del</strong>gado,<br />

medianamente entrenado. En el curso <strong>del</strong> ejercicio, la fibra<br />

<strong>muscular</strong> puede recibir, además, por vía sanguínea, glucosa y<br />

ácidos grasos procedentes de la movilización de reservas<br />

hepáticas y <strong>del</strong> tejido adiposo respectivamente.<br />

1 Que al romperse liberan importantes cantidades de energía.


SEGUNDA PARTE<br />

Adaptaciones<br />

funcionales<br />

al ejercicio


Capítulo 4<br />

<strong>Metabolismo</strong> general<br />

durante el ejercicio.<br />

Consumo de O 2 y<br />

producción de CO 2


<strong>Metabolismo</strong> general durante el ejercicio. Consumo de O 2 y producción de CO 2 63<br />

Durante la contracción, la demanda de O 2 de la fibra <strong>muscular</strong><br />

aumenta considerablemente para satisfacer los<br />

requerimientos energéticos de la oxidación aerobia. El componente<br />

anaerobio <strong>del</strong> trabajo <strong>muscular</strong> se limita al máximo,<br />

tanto por su baja rentabilidad como por la obligatoriedad de<br />

utilizar las siempre escasas reservas de glucosa como combustible.<br />

Además, los metabolitos resultantes de este proceso, en<br />

especial el ácido láctico y, en menor cuantía, el ácido pirúvico,<br />

deben ser reoxidados aeróbicamente. Como consecuencia de<br />

todo ello, durante el esfuerzo <strong>muscular</strong> y en las etapas de reposo<br />

inmediatamente posteriores al mismo, se produce un aumento<br />

significativo de las necesidades de oxigenación de la<br />

musculatura activa, con incremento <strong>del</strong> consumo global de<br />

oxígeno por el organismo entero, proporcional a la magnitud<br />

<strong>del</strong> trabajo físico que se está efectuando.<br />

Tabla 4.1. Formas de expresión <strong>del</strong> consumo de O 2<br />

Volumen global (V)<br />

Volumen de O 2 consumido en total al ejecutar una determinada<br />

tarea.<br />

V = L o mLnn<br />

Flujo: volumen en relación al tiempo (V· = V/t)<br />

Volumen de O 2 consumido en la unidad de tiempo.<br />

— en términos absolutos (independiente de la masa corporal)<br />

L/hora (L · hora –1 ); mL/minuto (mL · min -–1 )nn<br />

— en términos relativos (dependiendo de la masa corporal)<br />

L/hora · kg (L · hora –1 · kg –1 ); mL/minuto · kg (mL · min –1 · kg –1 )nn<br />

4.1. Unidades y forma de expresión<br />

La estimación de los volúmenes de los gases respiratorios<br />

puede hacerse:<br />

— Globalmente como volumen (V) en litros o mililitros<br />

(L o mL) intercambiados en el transcurso de la actividad.<br />

1<br />

— Respecto a la unidad de tiempo, como flujo (V· ), forma<br />

de expresión mucho más ilustrativa. Puede expresarse<br />

en litros o mililitros de gas respiratorio consumidos por<br />

minuto o por hora (L · hora -1 o mL · min -1 ). Se puede<br />

estimar en términos absolutos, sin tomar en consideración<br />

el peso corporal o en términos relativos, valorando<br />

los flujos en función de la masa corporal (mL · min -1 ·<br />

kg -l ). Esta forma de expresión es mucho más precisa,<br />

porque permite establecer comparaciones entre sujetos.<br />

En ocasiones (especialmente para el sexo femenino),<br />

nos interesa determinar el flujo en función de la<br />

masa magra, es decir, valorándolo en términos relativos<br />

al peso corporal, con exclusión <strong>del</strong> peso graso accesorio<br />

(tabla 4.1).<br />

— en función de la masa magra<br />

mL/minuto · kg masa magra (mL · min –1 · kg masa magra –1 )nn<br />

4.2. Consumo de oxígeno en<br />

el ejercicio físico y factores<br />

de los que depende<br />

En condiciones basales (en reposo, acostado, totalmente<br />

relajado psíquica y <strong>muscular</strong>mente, en ayunas desde 12 horas<br />

antes y en una habitación convenientemente climatizada a<br />

unos 18 °C), un adulto varón de 70 kg de peso corporal tiene<br />

un consumo de oxígeno de unos 200 a 300 mL · min -1 , expresión<br />

<strong>del</strong> metabolismo basal, es decir, <strong>del</strong> gasto energético mínimo<br />

necesario para el mantenimiento de las funciones biológicas.<br />

Las cifras normales de metabolismo basal en el adulto<br />

son, aproximadamente, 1.500 kcal/día o, en expresión más<br />

correcta 40 kcal · h -1 · m 2 de superficie corporal -1 . Se consideran<br />

normales desviaciones de un 15% respecto de los valores<br />

normales.<br />

1 La estimación de los volúmenes de los gases respiratorios puede hacerse bajo tres condiciones ambientales distintas, que deben siempre especificarse<br />

porque alteran sensiblemente su valor.<br />

a) STPD (Standard Temperature and Pressure Dry), volumen de aire seco, medido a 0 °C y presión atmosférica de 760 mmHg.<br />

b) BTPS (Body Temperature and Pressure Saturated), volumen de aire medido a 37 °C, a la presión ambiental <strong>del</strong> momento y saturado en vapor de agua<br />

a dicha temperatura (pH 2 O de 46 mmHg).<br />

c) ATPS (Ambient Temperature and Pressure Saturated), volumen de aire medido a temperatura ambiente, presión atmosférica ambiente y saturado<br />

en vapor de agua a la temperatura ambiente.


Capítulo 5<br />

Sistema<br />

cardiovascular<br />

y ejercicio


Sistema cardiovascular y ejercicio 77<br />

Con el ejercicio físico aumenta la demanda <strong>del</strong> músculo en<br />

oxígeno y nutrientes lo que obliga a establecer adaptaciones<br />

cardiovasculares. La respuesta adaptadora difiere<br />

mucho en los distintos mo<strong>del</strong>os de ejercicio, pero desde el<br />

punto de vista descriptivo es útil considerar dos mo<strong>del</strong>os principales<br />

de ajuste: en ejercicios de baja intensidad y larga duración,<br />

frente a cargas livianas y, en ejercicios de potencia, con<br />

cargas elevadas y grandes desarrollos de la fuerza.<br />

5.1. Adaptación cardiovascular<br />

al ejercicio aeróbico, dinámico<br />

o de endurancia<br />

En los ejercicios dinámicos intensos las necesidades de oxígeno<br />

y nutrientes en el músculo se multiplican hasta por 50.<br />

Aumenta el volumen de sangre impulsado por el corazón en la<br />

unidad de tiempo, la presión arterial media y la velocidad de<br />

circulación de la sangre; se modifican los flujos de sangre a los<br />

distintos territorios y las resistencias periféricas con vasoconstricción<br />

en territorios inactivos y vasodilatación en los activos.<br />

Los trazos esenciales de este mo<strong>del</strong>o de adaptación son<br />

(figura 5.1):<br />

a) Aumento <strong>del</strong> gasto o caudal cardíaco (Q·), equivalente<br />

al volumen minuto cardíaco (VMC), con mayor frecuencia<br />

cardíaca (número de latidos por minuto, fc) y<br />

volumen de sangre expulsado por cada sístole (volumen<br />

de eyección o volumen sistólico, Vs).<br />

Figura 5.1. Aspectos esenciales de la adaptación cardiovascular al<br />

ejercicio.<br />

b) Aumento de la presión sanguínea arterial media, resultante<br />

de la mayor fuerza de contracción <strong>del</strong> corazón y<br />

la vasoconstricción en las zonas no activas.<br />

c) Modificaciones <strong>del</strong> calibre arteriolar, con vasoconstricción<br />

generalizada en las zonas inactivas y vasodilatación,<br />

en las activas.<br />

De esta manera el mayor caudal sanguíneo se dirige a<br />

mayor presión, específicamente hacia los territorios que lo<br />

precisan.<br />

5.1.1. Modificaciones <strong>del</strong> gasto cardíaco<br />

inducidas por la actividad física<br />

El gasto cardíaco equivale al total de litros de sangre que<br />

salen de los ventrículos en la unidad de tiempo. Se expresa en<br />

L · min -1 y corresponde al producto volumen de expulsión sistólica<br />

(Vs) por frecuencia cardíaca (fc).<br />

Q . = VMC = Vs (L) x fc (ciclos.min –1 ) = L · min –1<br />

En situación de reposo el VMC varía con la postura: con<br />

cifras de 5 a 6 L · min -1 en posición de pie, y algo superiores en<br />

decúbito (figura 5.2). En este caso, los efectos de la acción gravitatoria<br />

sobre la columna sanguínea son menores, disminuyendo<br />

las resistencias vasculares. Como la fuerza de contracción<br />

de la musculatura cardíaca ventricular permanece<br />

constante, el volumen de expulsión sistólica será mayor, con<br />

ligera disminución de la fc.<br />

Con la actividad física el VMC aumenta. El incremento<br />

depende de la potencia <strong>del</strong> ejercicio; pudiendo llegar en condiciones<br />

de esfuerzo máximo a valores muy superiores a los de<br />

reposo (figura 5.2). Las cifras máximas alcanzables de gasto<br />

cardíaco varían en función <strong>del</strong> nivel de entrenamiento; en el<br />

no entrenado, puede ser de unos 30 L · min -1 , llegando en los<br />

entrenados a cifras de hasta 40 L · min -1 o incluso más, gracias<br />

a la mayor repleción ventricular, con mayor Vs y superior<br />

capacidad contráctil <strong>del</strong> miocardio.<br />

Los incrementos <strong>del</strong> VMC (figura 5.3) en ejercicios de<br />

intensidad baja y moderada son directamente proporcionales<br />

a la magnitud <strong>del</strong> esfuerzo para potencias de esfuerzo inferiores<br />

al 40% o 50% de V·O 2 máx. 1 ; en ejercicios intensos se pierde<br />

esta linealidad con tendencia a la estabilización <strong>del</strong> VMC a<br />

partir de valores de potencia cercanos al 60 o 70% de V·O 2<br />

1 En fisiología <strong>del</strong> ejercicio la intensidad de trabajo suele expresarse en base al consumo de oxígeno expresado en % V·O 2 máx. De esta manera se establece<br />

mejor el nivel de trabajo solicitado.


Capítulo 6<br />

Respiración y<br />

ejercicio físico


Respiración y ejercicio físico 95<br />

Para atender satisfactoriamente la mayor demanda de O 2 y<br />

producción de CO 2 de los territorios <strong>muscular</strong>es activos,<br />

junto a las adaptaciones cardiovasculares son necesarias las<br />

adaptaciones respiratorias. Aumenta la ventilación, el flujo<br />

sanguíneo pulmonar, la difusión de los gases respiratorios y el<br />

volumen de gases transportado por la sangre. En este capítulo<br />

se estudia este conjunto de adaptaciones, producidas siempre<br />

en estrecha relación con las <strong>del</strong> sistema cardiovascular.<br />

6.1. Flujo sanguíneo y circulación<br />

pulmonar en el ejercicio<br />

La circulación pulmonar es un circuito de baja presión,<br />

baja velocidad y baja resistencia. En el ejercicio físico el flujo<br />

sanguíneo pulmonar aumenta considerablemente, pero a diferencia<br />

de lo que ocurre en la circulación mayor, la presión sanguínea<br />

y la velocidad de la sangre se modifican poco; el aumento<br />

<strong>del</strong> flujo se logra principalmente por disminución de las<br />

resistencias.<br />

6.1.1. Flujo sanguíneo pulmonar<br />

El flujo sanguíneo pulmonar aumenta en la misma cuantía<br />

que el de la circulación sistémica, pasando desde los valores de 5<br />

a 6 L · min -1 de la situación de reposo a cifras siete u ocho veces<br />

superiores en ejercicios intensos. Estos incrementos se corresponden<br />

con los de la ventilación alveolar que comentamos más<br />

a<strong>del</strong>ante. Con el incremento de flujo de sangre, en los capilares<br />

pulmonares aumenta el área disponible para el intercambio de<br />

gases. Hay efectos de reclutamiento y de distensión de vasos<br />

alveolares, semejantes a los que explican el espectacular aumento<br />

<strong>del</strong> flujo sanguíneo en la musculatura activa (figura 6.1).<br />

Por una serie de mecanismos reguladores poco conocidos,<br />

este superior flujo sanguíneo pulmonar es dirigido precisamente<br />

hacia las zonas pulmonares con un mayor nivel de ventilación.<br />

Estos mecanismos mantienen una buena relación<br />

ventilación-perfusión en el conjunto de los dos pulmones y a<br />

nivel de cada segmento y territorio pulmonar en concreto.<br />

6.1.2. Resistencias pulmonares<br />

El circuito pulmonar es un territorio de baja resistencia.<br />

Las paredes de las arterias pulmonares son mucho más <strong>del</strong>gadas<br />

que las de la circulación mayor y su contenido en fibras<br />

elásticas y <strong>muscular</strong>es es pobre; las arteriolas son mucho<br />

menos contraíbles por la escasez de músculo liso. Las venas<br />

pulmonares son muy fácilmente distensibles y en reposo, cumplen<br />

funciones de almacenamiento de la sangre, llegando a<br />

contener hasta 1 L.<br />

Con el ejercicio estos depósitos se vacían, lo que permiten<br />

incrementar el volumen efectivo de sangre circulante (volemia<br />

activa). Por la naturaleza de las paredes de los vasos pulmonares,<br />

los incrementos de la presión de impulsión de la sangre,<br />

provocan un efecto de distensión de los vasos, con gran disminución<br />

de las resistencias sanguíneas (figura 6.2). El circuito<br />

queda así protegido de circunstanciales incrementos de presión<br />

sanguínea.<br />

Figura 6.2. Modificación de las resistencias vasculares pulmonares<br />

en función de la presión sanguínea.<br />

6.1.3. Presión sanguínea pulmonar<br />

Figura 6.1. Efectos de reclutamiento y distensión de arteriolas y<br />

capilares.<br />

La circulación pulmonar es un circuito de baja presión, en<br />

reposo y también en ejercicio. La presión sanguínea pulmonar


Capítulo 7<br />

Adaptaciones<br />

sanguíneas, renales<br />

y digestivas.<br />

Regulación <strong>del</strong><br />

contenido<br />

hídrico corporal .<br />

Termorregulación.<br />

Regulación <strong>del</strong> pH.


Adaptaciones sanguíneas, renales y digestivas. Regulación <strong>del</strong> contenido hídrico corporal. Termorregulación. Regulación <strong>del</strong> pH 111<br />

Además de las adaptaciones metabólicas, cardiovasculares<br />

y respiratorias, el ejercicio físico solicita en mayor o<br />

menor medida el resto de los sistemas corporales. En este capítulo<br />

se analizan las adaptaciones producidas en las características<br />

y la composición de la sangre, la función renal y la digestiva.<br />

Se estudian también las repercusiones inducidas por el<br />

ejercicio sobre los mecanismos termorreguladores, el balance<br />

hídrico y mineral y la regulación <strong>del</strong> pH.<br />

7.1. Adaptaciones sanguíneas<br />

Con el ejercicio se modifica el volumen plasmático y las<br />

poblaciones y funciones de hematíes, leucocitos y plaquetas.<br />

7.1.1. Cambios <strong>del</strong> hematocrito 1<br />

y de la viscosidad de la sangre<br />

Se produce una fuerte reducción <strong>del</strong> volumen plasmático<br />

estimada en aproximadamente el 5-10%. Como consecuencia<br />

de ello, aumentan el valor hematocrito y la viscosidad de la<br />

sangre (figura 7.1). La disminución <strong>del</strong> volumen plasmático<br />

ocurre por:<br />

a) Salida de agua desde los capilares a los espacios intesticiales.<br />

En los ejercicios intensos pero de corta duración,<br />

se debe a la mayor presión sanguínea arterial y<br />

capilar; en los de larga duración, al aumento de la permeabilidad<br />

capilar, con salida de proteínas hacia el<br />

compartimento intesticial y atracción de agua (“efecto<br />

coloidosmótico”).<br />

b) Pérdidas por sudoración. Puesto que el sudor es menos<br />

concentrado en sales que el plasma, se pierde más agua<br />

que sales y aumenta la concentración sanguínea. Depende<br />

de factores climáticos y ambientales, en especial<br />

la temperatura y la humedad.<br />

El incremento <strong>del</strong> hematocrito varía según el grado de<br />

hidratación y la llegada de glóbulos rojos desde la médula.<br />

Obedece también circunstancialmente a la aclimatación a la<br />

altura (poliglobulia 2 ). Las variaciones en la concentración de<br />

la sangre y el hematocrito de hasta el 10% producidas en el<br />

ejercicio intenso deben ser tenidas en cuenta, como factores<br />

Figura 7.1. Valor hematocrito obtenido por centrifugación de una<br />

muestra de sangre. El aumento <strong>del</strong> hematocrito tiene diversos<br />

efectos sobre la circulación de la sangre.<br />

1 El valor hematocrito es la relación entre volumen sanguíneo total y volumen correspondiente a los elementos formes de la sangre. Se valora sometiendo<br />

una pequeña muestra de sangre a centrifugación. En reposo es aproximadamente 43.<br />

2 La poliglobulia compensadora expresa el incremento en la población de hematíes por aclimatación a la altura (hipoxia).


TERCERA PARTE<br />

Gobierno,<br />

regulación y<br />

control de las<br />

actividades<br />

motoras y el<br />

ejercicio


Capítulo 8<br />

Funciones<br />

nerviosas durante<br />

el ejercicio


Funciones nerviosas durante el ejercicio 125<br />

El sistema nervioso central interviene en la programación,<br />

elaboración y ejecución de la respuesta motora y<br />

<strong>del</strong> movimiento <strong>muscular</strong>, con una compleja red de centros<br />

motores que actúan a distintos niveles. Durante la evolución<br />

se han ido incorporando sucesivamente distintos centros, con<br />

lo que la complejidad de la respuesta motora se ha ido incrementando.<br />

La adición de nuevos centros no ha supuesto la<br />

anulación efectiva de los más primitivos, cuya actividad subsiste<br />

a nivel residual en los patrones motores humanos. Por<br />

ello debe considerarse el sistema nervioso motor como un<br />

conjunto complejo de estructuras jerarquizadas, con un<br />

estricto y organizado nivel de competencias, en las que participan<br />

de manera decisiva todos los centros que lo constituyen,<br />

tanto los más primitivos, encargados de la elaboración de<br />

mo<strong>del</strong>os simples, como los más modernos, que intervienen en<br />

mo<strong>del</strong>os estereotipados y diseño de patrones motores de<br />

gran destreza y finura.<br />

Figura 8.1. Visión lateral <strong>del</strong> cerebro humano. Surcos y<br />

circunvoluciones.<br />

8.1. Bases anatomofuncionales<br />

<strong>del</strong> sistema nervioso<br />

Funcionalmente se divide al sistema nervioso en somático<br />

y vegetativo. El primero comprende los sistemas de comunicación<br />

con el exterior y es concienciable. Incluye información<br />

de entrada (aferente), de tipo sensorial y la de<br />

salida (eferente), de carácter motor. Del sistema vegetativo o<br />

autónomo dependen las funciones de regulación e intercomunicación.<br />

El sistema nervioso central incluye el cerebro y<br />

la médula espinal; el periférico comprende el conjunto de<br />

ganglios y nervios.<br />

a) La sección longitudinal <strong>del</strong> cerebro en su porción central<br />

(figura 8.2) pone de manifiesto el tronco cerebral,<br />

constituido de arriba abajo por el mesencéfalo, la protuberancia<br />

y el bulbo raquídeo, que continúa hacia abajo<br />

por la médula espinal. Se evidencia con claridad el<br />

cerebelo y se identifica también fácilmente la porción<br />

interna de los lóbulos frontales, parietales y occipitales.<br />

8.1.1. El cerebro<br />

Examinado lateralmente, el cerebro presenta una serie de<br />

surcos y de circunvoluciones característicos (figura 8.1) que<br />

<strong>del</strong>imitan los lóbulos cerebrales: frontales, parietales, temporales<br />

y occipitales, correspondientes a cada uno de los dos hemisferios<br />

cerebrales. El surco central separa el lóbulo parietal <strong>del</strong><br />

frontal y el surco lateral, el frontal <strong>del</strong> temporal.<br />

En posición inferior respecto <strong>del</strong> lóbulo occipital y temporal<br />

se encuentra el cerebelo, diferenciable <strong>del</strong> resto <strong>del</strong> cerebro<br />

por la distinta apariencia y disposición de sus surcos y circunvoluciones.<br />

La visión superficial externa <strong>del</strong> conjunto <strong>del</strong> cerebro y <strong>del</strong><br />

cerebelo no permite apreciar la totalidad de centros nerviosos<br />

constituyentes. Para poder visualizarlos es preciso proceder a<br />

cortes longitudinales y transversales a distintos niveles.<br />

Figura 8.2. Sección longitudinal central <strong>del</strong> cerebro humano.<br />

Se evidencia el tronco cerebral y su prolongación inferior<br />

en la médula espinal.


Capítulo 9<br />

Correlaciones<br />

funcionales durante<br />

el ejercicio.<br />

Respuesta vegetativa,<br />

endocrina y humoral


Correlaciones funcionales durante el ejercicio. Respuesta vegetativa, endocrina y humoral 141<br />

El conjunto de necesidades metabólicas y fisiológicas que<br />

aparecen en el ejercicio obligan a un importante esfuerzo<br />

de adaptación homeostática, gracias a la cual podrán atenderse<br />

las demandas energéticas y compensar las perturbaciones<br />

inducidas por el esfuerzo en las funciones orgánicas.<br />

Proporcionalmente a las demandas, aumenta el consumo<br />

de O 2, la producción de CO 2 y la actividad metabólica general<br />

a nivel <strong>del</strong> organismo y particular en los territorios <strong>muscular</strong>es<br />

implicados. Deben aumentar también el gasto cardíaco, y<br />

el flujo sistémico debe ser redistribuido hacia las zonas activas.<br />

Se producen las oportunas adaptaciones respiratorias,<br />

aumentando la ventilación pulmonar y el flujo sanguíneo pulmonar.<br />

Otros muchos parámetros corporales se ven afectados:<br />

la función renal, la termorregulación y los mecanismos<br />

de regulación <strong>del</strong> balance hidromineral y osmótico. Participan<br />

los centros motores <strong>del</strong> sistema nervioso central y los reflejos<br />

medulares y de otras zonas <strong>del</strong> encéfalo. A nivel de los músculos<br />

en actividad, aumentan considerablemente los requerimientos<br />

metabólicos, con movilización de sus reservas de glucógeno<br />

y de triglicéridos, y utilización de glucosa y ácidos<br />

grasos circulantes por la sangre, procedentes de la actividad<br />

glucogenolítica y gluconeogénica hepáticas y lipolítica <strong>del</strong><br />

tejido adiposo.<br />

El conocimiento de los elementos y factores que participan<br />

en la regulación de los fenómenos de adaptación <strong>del</strong> organismo<br />

al ejercicio físico presenta hoy en día un gran interés y<br />

constituye un sugestivo campo de investigación. A pesar de<br />

ello, existen todavía muchos puntos insuficientemente conocidos,<br />

que hacen que en muchos casos los mecanismos propuestos<br />

no vayan más allá de meras hipótesis de trabajo. A continuación<br />

se exponen los aspectos más destacados, <strong>del</strong> conjunto<br />

de factores con importancia funcional en la adaptación homeostática<br />

<strong>del</strong> organismo al ejercicio físico intenso.<br />

Algunos de ellos, como la intervención <strong>del</strong> sistema vegetativo<br />

simpático y una parte de las modificaciones endocrinas,<br />

se conocen desde hace tiempo, pero otros, como la participación<br />

de los opiáceos endógenos y los mediadores de<br />

acción local, constituyen nuevas aportaciones que, con el<br />

tiempo, han de modificar de manera considerable el esquema<br />

clásico de la regulación de la adaptación funcional al ejercicio<br />

físico.<br />

9.1. Sistemas de coordinación<br />

e integración funcional en<br />

el ejercicio físico<br />

Para atender de manera satisfactoria las nuevas condiciones<br />

creadas, se hace preciso elaborar un complejo sistema de<br />

respuesta que permita una rápida adaptación, asegurando con<br />

ello el cumplimiento satisfactorio de las demandas <strong>del</strong> organismo.<br />

La respuesta incide sobre la globalidad de las funciones<br />

y sistemas, con adaptaciones cardiovasculares y respiratorias,<br />

ajustes <strong>del</strong> contenido hidromineral, de la función renal, de la<br />

termorregulación, etc. y, a nivel metabólico, sobre el adecuado<br />

abastecimiento en combustibles a la musculatura en contracción.<br />

Aunque es difícil proceder a una correcta sistematización<br />

<strong>del</strong> heterogéneo conjunto de factores que participan en estas<br />

respuestas de adaptación, existe una evidente jerarquía funcional<br />

entre sus componentes, lo que no excluye, sin embargo,<br />

que para una adaptación funcional eficaz sea inevitable la participación<br />

simultánea y conjunta de todos ellos:<br />

a) A nivel orgánico general la respuesta reguladora tiene<br />

un doble componente: el sistema nervioso autónomo<br />

que emite órdenes que son transmitidas por vía nerviosa,<br />

y el sistema de respuesta endocrina, mediado<br />

por sustancias de carácter hormonal, circulantes por<br />

la sangre. Ambos sistemas se hallan correlacionados<br />

principalmente por el eje hipotálamo-hipofisario. Sus<br />

fronteras no son netas, ya que actúan de forma integrada<br />

y bajo una estricta interdependencia y coordinación,<br />

lo que en ocasiones comporta solapamiento<br />

y duplicidad de funciones. En su diseño conceptual y<br />

forma de actuar, ambos sistemas presentan diferencias<br />

notables:<br />

— La respuesta vegetativa simpática es la responsable<br />

de la puesta en marcha <strong>del</strong> conjunto de adaptaciones<br />

generales al ejercicio físico y participa en la<br />

adaptación de los distintos compartimentos orgánicos,<br />

instaurando los sistemas compensadores de<br />

manera casi instantánea. Esta acción que necesariamente<br />

deberá ser redefinida, ajustada y completada<br />

más tarde por el resto de mecanismos de adaptación,<br />

debe ser considerada como un sistema<br />

regulador de primera intención, que inicia y regula<br />

el grueso de la respuesta.<br />

— La respuesta endocrina es específica y selectiva<br />

sobre los territorios activos (fibra <strong>muscular</strong> en contracción)<br />

o directamente relacionados (hígado y<br />

tejidos de reserva grasa). Su acción es más precisa<br />

y duradera que la vegetativa, aunque mucho más<br />

lenta. Debe ser considerada como un sistema de<br />

segunda intención que continúa, <strong>del</strong>imita y completa<br />

la acción vegetativa. Las fronteras entre ambos<br />

no están claras, hasta el punto de que una parte sustancial<br />

de la respuesta endocrina se debe a la liberación<br />

de neurotransmisores simpáticos. Sus efectos<br />

son mucho más prolongados, duraderos y<br />

precisos que la respuesta vegetativa.


CUARTA PARTE<br />

El<br />

entrenamiento


Capítulo 10<br />

Adaptaciones<br />

fisiológicas<br />

al entrenamiento


Adaptaciones fisiológicas al entrenamiento 157<br />

El entrenamiento físico, repetición sistemática de una serie<br />

de gestos deportivos, ocasiona importantes modificaciones<br />

estructurales y funcionales en la morfología corporal, las<br />

funciones contráctiles y elásticas <strong>muscular</strong>es, la actividad metabólica<br />

general, las respuestas de adaptación cardiovascular y<br />

respiratoria y el sistema regulador neuroendocrino. Su objetivo<br />

es mejorar el rendimiento y constituye un ejemplo más de<br />

proceso de adaptación homeostática.<br />

10.1. Principios generales<br />

<strong>del</strong> entrenamiento<br />

10.1.1. Cualidades físicas<br />

que se van a desarrollar<br />

Toda actividad física puede caracterizarse por sus componentes<br />

metabólicos dominantes (figura 10.1), criterio decisivo<br />

para la definición y elaboración de los distintos programas. Se<br />

distinguen así las modalidades de entrenamiento:<br />

a) Aeróbico, de endurancia o de resistencia aeróbica, basado<br />

en ejercicios de carga continua, a baja intensidad y<br />

de duración prolongada. Su objetivo es potenciar la<br />

aptitud aeróbica y produce afectación general de funciones<br />

orgánicas.<br />

b) Anaeróbico, de potencia o de resistencia anaeróbica,<br />

con cargas de corta duración y elevada intensidad. Se<br />

distinguen dos variantes, desde el punto de vista metabólico<br />

(resistencia anaeróbica aláctica y resistencia<br />

anaeróbica láctica), como físico (entrenamiento de<br />

fuerza y entrenamiento de velocidad).<br />

c) Interválico, con ejercicios de corta duración y relativa<br />

intensidad, alternando con fases de reposo ejecutados<br />

en períodos de tiempo prolongados. Se solicitan y participan<br />

todos los sistemas metabólicos.<br />

A pesar de su importancia, el componente metabólico no<br />

es el único factor a considerar. En la actividad física y deportiva<br />

intervienen otras cualidades (elasticidad, flexibilidad,<br />

potencia absoluta y relativa, etc.) que también deben tenerse<br />

en cuenta en la elaboración <strong>del</strong> programa.<br />

10.1.1. Estrategia y modalidades<br />

de entrenamiento<br />

Un programa de entrenamiento bien elaborado debe<br />

seguir los siguientes principios:<br />

a) De sobrecarga. Para estimular los mecanismos de<br />

adaptación, es preciso que la potencia <strong>del</strong> trabajo que<br />

se va a desarrollar alcance la intensidad suficiente.<br />

b) De resistencia progresiva. La carga de trabajo debe<br />

aumentar gradualmente hasta la intensidad requerida,<br />

evitando la aparición precoz de fatiga.<br />

c) De ordenamiento de los ejercicios. Deben participar<br />

gradualmente todos los sistemas y grupos <strong>muscular</strong>es<br />

implicados, evitando que en un ejercicio participen los<br />

solicitados en los inmediatos precedentes.<br />

d) De especificidad. Debe ser selectivo para los músculos<br />

que se entrenan, tipo de movimiento, velocidad de ejecución<br />

y modalidad de contracción.<br />

Figura 10.1. Cuotas de participación relativa aerobia y anaerobia,<br />

expresada en porcentajes en distintos deportes.<br />

Los distintos criterios de definición y clasificación y la<br />

existencia de sinonimias en relación con los mo<strong>del</strong>os de entrenamiento,<br />

complica su sistematización. En la Tabla 10.1 se<br />

relacionan algunos de ellos, con sus denominaciones correspondientes.<br />

De todos ellos, el de mayor interés fisiológico es<br />

el metabólico.


QUINTA PARTE<br />

Fatiga física,<br />

ayudas<br />

ergogénicas<br />

y dopaje


Capítulo 11<br />

Fatiga,<br />

ayudas<br />

ergogénicas<br />

y dopaje


Fatiga, ayudas ergogénicas y dopaje 173<br />

La fatiga durante el ejercicio refleja la incapacidad <strong>del</strong> músculo<br />

o <strong>del</strong> organismo en conjunto para mantener la misma<br />

intensidad de esfuerzo. Es un mecanismo de carácter defensivo,<br />

que expresa la imposibilidad para adaptarse a las condiciones<br />

<strong>del</strong> esfuerzo y cuyo objetivo es evitar las consecuencias<br />

adversas de una práctica deportiva desmesurada o excesiva.<br />

La sensación de fatiga se origina en el hipotálamo y la porción<br />

sensitiva <strong>del</strong> tálamo, y se expresa modificando el comportamiento<br />

funcional normal a los distintos niveles en que se manifiesta.<br />

No existen procedimientos de tratamiento propiamente<br />

dicho de esta condición, si bien la adopción de medidas protectoras<br />

(como, por ejemplo, un buen entrenamiento) u otras<br />

estrategias de ayuda ergogénica pueden retardar su aparición<br />

o disminuir su tiempo de duración. El dopaje es el tratamiento<br />

de la fatiga utilizando procedimientos farmacológicos prohibidos<br />

por las normativas internacionales.<br />

11.1. Concepto de fatiga física<br />

Las definiciones <strong>del</strong> concepto fatiga son muchas. Considerándolas<br />

en su conjunto puede definirse la fatiga como un estado<br />

funcional de significación protectora, transitorio y reversible,<br />

expresión de una respuesta de índole homeostática, a<br />

través de la cual se impone de manera ineludible la necesidad<br />

de cesar o, cuando menos, reducir la magnitud <strong>del</strong> esfuerzo o la<br />

potencia <strong>del</strong> trabajo que se está efectuando. En la fatiga, además<br />

de las modificaciones fisiopatológicas propias, aparecen<br />

componentes adicionales sensoriales expresados como dolor o<br />

subjetivos, que se concretan en una desagradable sensación de<br />

incapacidad, incomodidad o malestar. Las causas de la fatiga<br />

son de diversa índole, actuando conjuntamente, a nivel central<br />

o periférico.<br />

La fatiga física aparece cuando se produce una notoria<br />

desproporción entre la magnitud <strong>del</strong> ejercicio y las posibilidades<br />

de ejecución. Es útil cuantificar el esfuerzo bajo tres parámetros<br />

distintos: potencia o intensidad desarrolladas, velocidad<br />

de ejecución y duración. Cada actividad física requiere<br />

una contribución relativa de cada uno de estos componentes y<br />

la fatiga puede producirse por solicitud exagerada de cada uno<br />

de ellos (figura 11.1). La zona de fatiga se sitúa por fuera de la<br />

“zona de tolerancia” y a ella se accede por cada factor aislado<br />

o combinándolos entre sí.<br />

11.2. Tipos de fatiga<br />

La diversidad de manifestaciones de la fatiga se traduce en<br />

el gran número de clasificaciones y terminologías. Se habla<br />

de “estados de agotamiento agudo, fatiga carencial, estados de<br />

Figura 11.1. Mo<strong>del</strong>o tridimensional para la cuantificación <strong>del</strong><br />

ejercicio físico. Relaciona los parámetros tiempo/intensidad/<br />

velocidad.<br />

1: baja intensidad y velocidad con larga duración: carrera de fondo.<br />

2: intensidad, velocidad y duración intermedia: carrera de media<br />

distancia.<br />

3: intensidad elevada y baja velocidad y duración: halterofilia.<br />

4: intensidad elevada, baja duración y velocidad nula: contracción<br />

isométrica.<br />

agotamiento subagudo, agotamiento sobreagudo, agotamiento<br />

crónico, sobreentrenamiento, seudofatiga”, etc., y de fatiga<br />

de origen central, periférico o mixto. Lo más adecuado es utilizar<br />

expresiones simples que engloben las distintas posibilidades.<br />

Desde este punto de vista se distinguen los siguientes tipos<br />

de fatiga:<br />

a) Fatiga de origen psíquico, con un componente subjetivo<br />

evidente y notable, reflejo <strong>del</strong> estrés intelectual.<br />

b) Fatiga neurológica, con sobrecarga neuronal y de las<br />

vías y circuitos nerviosos. Esta modalidad de fatiga con<br />

participación de componentes psíquicos y neurológicos<br />

se denomina fatiga central.<br />

c) Fatiga directamente originada por la actividad <strong>muscular</strong><br />

derivada de la práctica física, a niveles excesivos por<br />

su cuantía, duración o velocidad de ejecución. Suele<br />

utilizarse en este caso la denominación fatiga periférica,<br />

aunque en esta modalidad el componente central<br />

desempeñe en ocasiones un papel importante o incluso<br />

fundamental. Según la duración y la afectación general<br />

<strong>del</strong> organismo, se divide en cuatro mo<strong>del</strong>os no excluyentes<br />

entre sí:

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!