Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
M i g u e l Á n g e l A s t u r i a s<br />
E l s e ñ o r p r e s i d e n t e<br />
XVIII<br />
Toquidos<br />
¡Ton-torón-ton! ¡Ton-torón-ton!<br />
Como buscaniguas corrieron los aldabonazos por toda la casa, despertando al perro que<br />
en el acto ladró hacia la calle. El ruido le había quemado el sueño. Camila volvió la cabeza a<br />
Cara de Ángel —en la puerta de su tío Juan ya se sentía segura— y le dijo muy ufana:<br />
—¡Ladra porque no me ha conocido! ¡Rubí! ¡Rubí! —agregó llamando al perro que no<br />
dejaba de ladrar—. ¡Rubí! ¡Rubí!, ¡soy yo! ¿No me conoce, Rubí? Corra, vaya a que vengan<br />
luego a abrir.<br />
Y volviéndose otra vez a Cara de Ángel:<br />
—¡Vamos a esperar un momentito!<br />
—¡Sí, sí, por mí no tenga cuidado, esperemos!<br />
Este hablaba con desmigado decir, como el que lo ha perdido todo, a quien todo le da<br />
igual.<br />
—Tal vez no han oído, será menester tocar más duro.<br />
Y levantó y dejó caer el llamador muchas veces; un llamador de bronce dorado, que tenía<br />
forma de mano.<br />
—Las criadas deben estar dormidas; aunque ya era tiempo que hubiesen salido a ver. Por<br />
algo mi papá, que padece de no dormir, dice siempre que pasa mala noche: «¡Quién con sueño<br />
de criada!»<br />
Rubí era el único que daba señales de vida en toda la casa. Su ladrar se oía cuándo en el<br />
zaguán, cuándo en el patio. Correteaba incansable tras los toquidos, piedras lanzadas contra<br />
el silencio que a Camila se le iba haciendo tranca en la garganta.<br />
—¡Es extraño! —observó sin separarse de la puerta—. ¡Indudablemente están dormidos;<br />
voy a tocar más duro a ver si salen! ¡Ton-torón-ton-ton... Ton-ton-torontón!<br />
—¡Ahora vendrán! Es que sin duda no habían oído...<br />
—¡Primero están saliendo los vecinos! —dijo Cara de Ángel; aunque no se veía en la<br />
neblina, se oía el ruido de las puertas. —Pero no tiene nada, ¿verdad?<br />
—¡Más que fuera, toque, toque, no tenga cuidado!<br />
—Vamos a aguardar un ratito a ver si ahora vienen...<br />
Y mentalmente Camila fue contando para hacer tiempo: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis,<br />
siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho,<br />
diecinueve, veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés, veintitrés, veintitrés..., veinticuatro..., ve in<br />
ti cinco...<br />
—¡No vienen!<br />
—... veintiséis, veintisiete, veintiocho, veintinueve, tre in ta..., treinta y uno, treinta y dos,<br />
treinta y tres, treinta y cuatro..., treinta y cinco... —le daba miedo llegar a cincuenta— ...<br />
treinta y seis... treinta y siete, treinta y ocho...<br />
Repentinamente, sin saber por qué, había sentido que era verdad lo que Cara de Ángel le<br />
afirmara de su tío Juan, y con ahogo y alarma aldabeó una y muchas veces más. ¡Ton-tororón!<br />
Ya no quitaba la mano del tocador... ¡Tororón-ton, tororón-ton! ¡No podía ser! Ton-ton-tonton-tontontontontonton<br />
tontontontontontontontontonton...<br />
77