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M i g u e l Á n g e l A s t u r i a s<br />
E l s e ñ o r p r e s i d e n t e<br />
Pensador y Demócrata??? ¡El sólo imaginar a otro que no sea El en tan alta<br />
magistratura es atentatorio contra los Destinos de la Nación, que son nuestros<br />
destinos, y quien tal osara, que no habrá quién, debería ser excluido por loco<br />
peligroso, y de no estar loco, juzgado por traidor a la Patria conforme a nuestras<br />
leyes!!! CONCIUDADANOS, LAS URNAS OS ESPERAN! VOTAD! POR!<br />
NUESTRO! CANDIDATO! QUE! SERÁ! REELEGIDO! POR! EL! PUEBLO!<br />
La lectura del cartelón despertó el entusiasmo de cuantos se encontraban en la cantina;<br />
hubo vivas, aplausos, gritos, y a pedido de todos habló un desguachipado de melena negra y<br />
ojos talcosos.<br />
—¡Patriotas, mi pensamiento es de Poeta, de ciudadano mi lengua patria! Poeta quiere<br />
decir el que inventó el cielo; os hablo, pues, en inventor de esa tan inútil, bella cosa que se<br />
llama el cielo. ¡Oíd mi desgonzada jerigonza!... Cuando aquel alemán que no comprendieron<br />
en Alemania, no Goethe, no Kant, no Schopenhauer, trató del Superlativo del Hombre, fue<br />
presintiendo, sentidamente, que de Padre Cosmos y Madre Naturaleza iba a nacer en el<br />
corazón de América el primer hombre superior que haya jamás existido. Hablo, señores, de<br />
ese romaneador de auroras que la Patria llama Benemérito, Jefe del Partido y Protector de la<br />
Juventud Estudiosa; hablo, señores, del Señor <strong>Presidente</strong> Constitucional de la República,<br />
como, sin duda, vosotros todos habéis comprendido, por ser él el Prohombre de «Nitche», el<br />
Superúnico... ¡Lo digo y lo repito desde lo alto de esta tribu!... —y al decir así dio con el envés<br />
de la mano en el mostrador de la cantina—... Y de ahí, compatriotas, que sin ser de esos que<br />
han hecho de la política el ganapán ni de aquellos que dicen haber inventado el perejil chino<br />
por haberse aprendido de memoria las hazañas de chilperico; creo desinteresada-íntegrahonradamente<br />
que mientras no exista entre nosotros otro ciudadano hipersuperhombre,<br />
superciudadano, sólo estando locos o ciegos, ciegos o locos de atar, podríamos permitir que se<br />
pasaran las riendas del gobierno de las manos del auriga-super-único que ahora y siempre<br />
guiará el carro de nuestra adorada Patria, a las manos de otro ciudadano, de un ciudadano<br />
cualquiera, de un ciudadano, conciudadanos, que aun suponiéndole todos los merecimientos<br />
de la tierra, no pasaría de ser hombre. La Democracia acabó con los emperadores y los Reyes<br />
en la vieja y fatigada Europa, mas, preciso reconocer es, y lo reconocemos, que trasplantada a<br />
América sufre el injerto cuasi divino del Superhombre y da contextura a una nueva forma de<br />
gobierno: la Superdemocracia. Y a propósito, señores, voy a tener el gusto de recitar...<br />
—Recite, poeta —se alzó una voz—, pero no la oda...<br />
—... ¡mi Nocturno en Do Mayor al superúnico!<br />
Siguieron al poeta en el buen uso de la palabra otros más exaltados contra el nefando<br />
bando, la cartilla de San Juan, el silabario de la abracadabra y otros supositorios teologales. A<br />
uno de los asistentes le salió sangre de las narices y entre discurso y discurso pedía con gritos<br />
de sed que le trajeran un ladrillo nuevo empapado en agua para olerlo y que se le contuviera<br />
la hemorragia.<br />
—Ya a estas horas —dijo Míster Gengis— está Cara de Ángel entre la pared y el Señor<br />
<strong>Presidente</strong>. Mi gust-o cómo habla este poeta, pero yo cre-e que debe ser muy triste ser poeta;<br />
sólo ser licenciado debe de ser la más triste cosa del mundo. ¡Y ya me voy a beber el otro<br />
whisky! ¡Otro whisky —gritó— para este super-hiper-ferro-casi-carri-leró!<br />
Al salir del «Gambrinus», Cara de Ángel encontró al Ministro de la Guerra.<br />
—¿Para dónde la tira, general?<br />
—Para onde el Patrón...<br />
—Entonces vonos juntos...<br />
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