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ASTURIAS MIGUEL ANGEL. Senor Presidente

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M i g u e l Á n g e l A s t u r i a s<br />

E l s e ñ o r p r e s i d e n t e<br />

XXXVII<br />

El baile de Tohil<br />

—Los señores, ¿qué toman?...<br />

—Cerveza...<br />

—Para mí, no; para mí, whisky... —y para mí, coñac...<br />

—Entonces son...<br />

—Una cerveza...<br />

—Un whisky y un coñac...<br />

—¡Y unas boquitas!<br />

—Entonces son una cerveza, un whisky, un coñá y unas bocas...<br />

—¡Y a mí...go que me coma el chuco! —se oyó la voz de Cara de<br />

Ángel, que volvía abrochándose la bragueta con cierta prisa.<br />

—¿Qué va a tomar?<br />

—Cualquier cosa; tráeme una chibola...<br />

—¡Ah! Pues... entonces son una cerveza, un whisky, un coñá y una chibola.<br />

Cara de Ángel trajo una silla y vino a sentarse al lado de un hombre de dos metros de<br />

alto, con ademanes y gestos de negro, a pesar de ser blanco, la espalda como línea férrea, una<br />

yunta de yunques que parecían manos, y una cicatriz entre las cejas rubias.<br />

—Déjeme lugar, Míster Gengis —dijo aquél—, que voy a poner mi silla junto a la de<br />

usted.<br />

—Con «pleto» gusto, señor...<br />

—Y sólo bebo y me largo, porque el patrón me está esperando.<br />

—¡Ah! —siguió Míster Gengis—, ya que usted va a ver al Señor <strong>Presidente</strong>, precisa dejar<br />

de ser muy baboso y decirle que no están nada ciertas, pero nada ciertas, las cosas que ái<br />

andan diciendo de usted.<br />

—Eso se cae de su peso —observó otro de los cuatro, el que había pedido coñac.<br />

—¡Y a mí me lo dice usted! —intervino Cara de Ángel, dirigiéndose a Míster Gengis.<br />

—¡Y a cualquiera! —exclamó el gringo somatando las manos abiertas sobre la mesa de<br />

mármol—. ¡Por supuesto! Mi estar aquí esta noche aquélla y oír de mis oídos al Auditor que<br />

decía de usted ser enemigo de la reelección y con el difunto general Canales, amigo de la<br />

revolución.<br />

Cara de Ángel disimulaba mal la inquietud que sentía. Ir a ver al <strong>Presidente</strong> en aquellas<br />

circunstancias era temerario.<br />

El criado se acercó a servir. Lucía gabacha blanca y en la gabacha bordada con cadenita<br />

roja la palabra «Gambrinus».<br />

—Son un whisky..., una cerveza...<br />

Míster Gengis se pasó el whisky sin parpadear, de tesón, como el que apura un purgante;<br />

luego sacó la pipa y la llenó de tabaco.<br />

—Sí, amigo, el rato menos pensado lleg-a-a oídos del patrón esas cosas y ya tuvo usted<br />

para no divertirse mucho. Debe aprovechar ahora y decirle claro lo que es y lo que no es; vaya<br />

una ocasión con más pelo que un elote.<br />

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