20.07.2014 Views

descargar PDF - Spend In

descargar PDF - Spend In

descargar PDF - Spend In

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

fun<br />

Afinales<br />

del siglo<br />

XIX, y<br />

tras la<br />

llegada<br />

de la industrialización, las ciudades se hicieron cada<br />

vez más bulliciosas y caóticas, así que los urbanitas<br />

parisinos decidieron alejarse del mundanal ruido y<br />

retirarse a descansar en lugares más placenteros y<br />

saludables, especialmente al borde del mar. De la<br />

noche a la mañana, algunos pueblecitos de la costa<br />

normanda como Cabourg, Deauville o Trouville<br />

se hicieron famosos y prosperaron con la llegada<br />

de la alta sociedad internacional, que acudía a los<br />

casinos más elegantes y se dejaba ver por los paseos<br />

marítimos más cosmopolitas. Sin embargo, tras la<br />

Segunda Guerra Mundial, los franceses, y con ellos<br />

el resto del mundo, descubrieron la Costa Azul.<br />

El calor del Mediterráneo desbancó por completo<br />

a los fríos territorios normandos. Niza, Cannes,<br />

Saint Tropez y Montecarlo se impusieron en la batalla<br />

turística por la exclusividad vacacional.<br />

La Côte Fleurie<br />

Seguramente el Norte de Francia no cuenta con un<br />

clima tan agradable y cálido como el del mar Mediterráneo, pero es innegable que el encanto de las costas de<br />

Normandía y el verde de sus campos atrajeron a numerosos visitantes, aristócratas y bohemios que deseaban<br />

alejarse de la vorágine de las grandes urbes. La denominada Côte Fleurie hace referencia a los verdes y floridos<br />

campos que adornan la costa de la baja Normandía, frente al Canal de la Mancha. Al borde del mar se suceden<br />

los pueblecitos con encanto como Honfleur, Deauville, Trouville, Tourgéville, Cap d’Antibes, Beaulieu sur Mer<br />

o Cabourg.<br />

En los tiempos de Marcel Proust, el folleto que publicitaba el Grand Hotel de Cabourg para atraer visitantes no<br />

sólo hablaba de las excelencias de su restaurante y la beldad de los jardines del Casino, sino de “las leyes de Su<br />

Majestad la Moda, que no pueden violarse impunemente sin pasar por un beocio”. Así de exquisitos eran los<br />

veraneantes del Cabourg de la Belle Époque que describió Proust en su obra ‘En busca del tiempo perdido’. Durante<br />

los veranos de 1907 a 1914, el escritor francés se refugió en la buhardilla del Grand Hotel para vislumbrar,<br />

a través de los ojos de buey, el paseo marítimo por el que deambulaban “las muchachas en flor” y el mar. Proust<br />

buscaba en ese océano Atlántico los efectos de luz que narraba Baudelaire y pintó Whistler, que día tras día cambiaban,<br />

y, como él mismo decía, nunca se repetían, “porque cada uno de estos mares no estaba allí más de un día.<br />

Al día siguiente ya había otro, muchas veces parecido. Pero nunca vi el mismo dos veces”. Cabourg, en la ficción<br />

Balbec, se convirtió con el tiempo en el símbolo de una época en la que, como la famosa Magdalena de Proust,<br />

evocaba el recuerdo que todavía permanece en los sentidos para reconstruir el “edificio inmenso de la memoria”.<br />

Durante el periodo de entre guerras, Deauville desbancó definitivamente a Cabourg como lugar de veraneo a la<br />

moda, pero su “descubrimiento” como lugar de recreo se remontaba a la mitad del siglo XIX. Deauville era un pueblecito<br />

pesquero con mucho encanto conocido por sus excelentes caballos, pero gracias a una carta del Duque de<br />

Morny, empezó a adquirir una cierta popularidad, puesto que el aristócrata lo describió como “un lugar calmado,<br />

de calles desiertas, que forma con Trouville, animada y ruidosa, un contraste absoluto. Pero esta falta de vida es sólo<br />

aparente, ya que los deliciosos jardines que la rodean están cuidados con un mimo que no podría ser más refinado”.<br />

La llegada del emperador Napoleón III hacia 1860 puso de moda Deauville y atrajo a numerosos especuladores<br />

urbanísticos que se encargaron de asentar en sus vacaciones a la corte imperial francesa y a la creciente alta burguesía<br />

parisina. Con la implantación del ferrocarril en 1865 la transformación fue total, ya que permitió una conexión<br />

directa con París en menos de seis horas. Los turistas fueron llegando y poco a poco la ciudad cambió ostensiblemente:<br />

se construyó un hipódromo para acoger las cada vez más populares carreras de caballos y un pequeño<br />

casino. En menos de tres años se edificaron más de 40 villas y palacios en los alrededores, numerosos alojamientos<br />

de recreo, el Gran Hotel, el complejo de hidroterapia ‘La Terrasse’ y un paseo marítimo de casi dos kilómetros de<br />

largo. Una broma muy popular entre los vecinos decía que los burgueses acomodados podían mantener a su mujer<br />

en Deauville y a su amante en Trouville, haciendo<br />

referencia a los diferentes estatus socioeconómicos<br />

entre los dos pueblos costeros. Mientras que<br />

Trouville permaneció como una pequeña y alegre<br />

localidad pesquera de clase trabajadora, Deauville<br />

se convirtió en un lugar floreciente y cosmopolita.<br />

De hecho, el escritor norteamericano Scott Fitgerald<br />

ambientó la luna de miel de los personajes de<br />

‘El gran Gatsby’ en esta localidad. Con la llegada<br />

del siglo XX se amplió el hipódromo y más de 60<br />

yates de recreo ingleses y franceses atracaron en<br />

sus muelles. Durante este próspero periodo muchas<br />

boutiques de lujo decidieron abrir sus puertas<br />

en las calles de Deauville, entre ellas, la primera<br />

tienda de Coco Chanel que supuso el despegue de<br />

Tras las II Guerra<br />

Mundial las playas<br />

de Normandía<br />

perdieron<br />

importancia frente<br />

a la Costa Azul,<br />

que se consolidó<br />

como destino de<br />

moda para los<br />

veraneantes de la<br />

jet-set<br />

su carrera en el mundo de la moda. Otras muchas<br />

boutiques parisinas se sumaron a ella y decidieron<br />

que valía la pena establecerse en este nuevo resort<br />

normando.<br />

Algunas de las familias adineradas que disfrutaron<br />

de la calidez de esta costa fueron los millonarios<br />

Rothschild, que poseían una residencia cercana a<br />

la localidad; o el de la pareja formada por la heredera<br />

naviera griega y criadora de caballos Christina<br />

Goulandris y su marido, el magnate irlandés<br />

Tony O’Reilly, que actualmente poseen un chateau<br />

que, según se dice, está erigido en el mismo<br />

terreno desde el que Guillermo el Conquistador<br />

planeaba invadir <strong>In</strong>glaterra. También el diseñador<br />

francés Yves Saint Laurent fue propietario<br />

de una mansión en Deauville, la cual decoró con<br />

obras de Picasso, Cocteau, Braque y Christian Bérard<br />

y compartió con numerosos bulldogs franceses, todos<br />

de nombre Moujik.<br />

Côte d‘Azur<br />

Tras la Segunda Guerra mundial la Costa Azul se convirtió<br />

en la nueva zona de veraneo de los artistas, los actores<br />

de cine, los espíritus libres y la beautiful people en<br />

general que rodeaba del esplendor de los casinos más lujosos,<br />

los automóviles más modernos y los estilismos más<br />

chic. Durante las noches de verano, la Grande Bleue (así<br />

llaman los franceses al Mare Nostrum) sirvió de marco<br />

excepcional para las celebraciones más exclusivas y elegantes,<br />

pero también fue una inspiración para muchos<br />

aristas que convirtieron la Riviera en escenario de un<br />

44• SPEND IN<br />

www.spend-in.com

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!