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Nice Côte d’Azur<br />
Charles Avalon plasma la elegancia<br />
despreocupada de los “locos años veinte” en este<br />
cartel. Niza era el centro de todo lo decadente y<br />
fashionable de la Costa Azul y en la imagen se<br />
muestra a una pareja que, desde el balcón del<br />
Hôtel Negresco, contempla el paseo marítimo<br />
‘La Promenade des Anglais’, de más de cinco<br />
km de longitud, que se pierde en la distancia<br />
con el Mediterráneo a un lado y la línea de<br />
hoteles y villas al otro. La Costa Azul sirvió de<br />
lugar de encuentro en el verano de 1937 para el<br />
perfumista francés Albert Foquet y un jovencísimo<br />
John F. Kennedy. De ese afortunado encuentro<br />
nació Eight and Bob, una fragancia que décadas<br />
más tarde vuelve a conquistar a los hombres más<br />
elegantes del mundo.<br />
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fun<br />
f c<br />
La<br />
te<br />
rançaise<br />
texto por LEONOR CARNICER • Imágenes por w w w.pullmaneditions.com<br />
Francia ha sido desde hace siglos un icono de moda y en lo que respecta a destinos<br />
vacacionales no podía quedarse atrás. Tanto la Riviera francesa como la costa de<br />
Normandía supieron atraer a lo más granado de la beautiful people de la época,<br />
fascinados por la llamada irresistible del mar. Allí se daban cita aristócratas, intelectuales,<br />
artistas y bons vivants buscando el descanso y la diversión de un ambiente exclusivo,<br />
en el que se mezclaban el lujo de los casinos con la magnificencia de las villas. Pura<br />
inspiración para escritores y creadores que convirtieron la Costa Azul y la Côte Fleurie<br />
en escenario inolvidable de sus obras.<br />
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SPEND IN•43
fun<br />
Afinales<br />
del siglo<br />
XIX, y<br />
tras la<br />
llegada<br />
de la industrialización, las ciudades se hicieron cada<br />
vez más bulliciosas y caóticas, así que los urbanitas<br />
parisinos decidieron alejarse del mundanal ruido y<br />
retirarse a descansar en lugares más placenteros y<br />
saludables, especialmente al borde del mar. De la<br />
noche a la mañana, algunos pueblecitos de la costa<br />
normanda como Cabourg, Deauville o Trouville<br />
se hicieron famosos y prosperaron con la llegada<br />
de la alta sociedad internacional, que acudía a los<br />
casinos más elegantes y se dejaba ver por los paseos<br />
marítimos más cosmopolitas. Sin embargo, tras la<br />
Segunda Guerra Mundial, los franceses, y con ellos<br />
el resto del mundo, descubrieron la Costa Azul.<br />
El calor del Mediterráneo desbancó por completo<br />
a los fríos territorios normandos. Niza, Cannes,<br />
Saint Tropez y Montecarlo se impusieron en la batalla<br />
turística por la exclusividad vacacional.<br />
La Côte Fleurie<br />
Seguramente el Norte de Francia no cuenta con un<br />
clima tan agradable y cálido como el del mar Mediterráneo, pero es innegable que el encanto de las costas de<br />
Normandía y el verde de sus campos atrajeron a numerosos visitantes, aristócratas y bohemios que deseaban<br />
alejarse de la vorágine de las grandes urbes. La denominada Côte Fleurie hace referencia a los verdes y floridos<br />
campos que adornan la costa de la baja Normandía, frente al Canal de la Mancha. Al borde del mar se suceden<br />
los pueblecitos con encanto como Honfleur, Deauville, Trouville, Tourgéville, Cap d’Antibes, Beaulieu sur Mer<br />
o Cabourg.<br />
En los tiempos de Marcel Proust, el folleto que publicitaba el Grand Hotel de Cabourg para atraer visitantes no<br />
sólo hablaba de las excelencias de su restaurante y la beldad de los jardines del Casino, sino de “las leyes de Su<br />
Majestad la Moda, que no pueden violarse impunemente sin pasar por un beocio”. Así de exquisitos eran los<br />
veraneantes del Cabourg de la Belle Époque que describió Proust en su obra ‘En busca del tiempo perdido’. Durante<br />
los veranos de 1907 a 1914, el escritor francés se refugió en la buhardilla del Grand Hotel para vislumbrar,<br />
a través de los ojos de buey, el paseo marítimo por el que deambulaban “las muchachas en flor” y el mar. Proust<br />
buscaba en ese océano Atlántico los efectos de luz que narraba Baudelaire y pintó Whistler, que día tras día cambiaban,<br />
y, como él mismo decía, nunca se repetían, “porque cada uno de estos mares no estaba allí más de un día.<br />
Al día siguiente ya había otro, muchas veces parecido. Pero nunca vi el mismo dos veces”. Cabourg, en la ficción<br />
Balbec, se convirtió con el tiempo en el símbolo de una época en la que, como la famosa Magdalena de Proust,<br />
evocaba el recuerdo que todavía permanece en los sentidos para reconstruir el “edificio inmenso de la memoria”.<br />
Durante el periodo de entre guerras, Deauville desbancó definitivamente a Cabourg como lugar de veraneo a la<br />
moda, pero su “descubrimiento” como lugar de recreo se remontaba a la mitad del siglo XIX. Deauville era un pueblecito<br />
pesquero con mucho encanto conocido por sus excelentes caballos, pero gracias a una carta del Duque de<br />
Morny, empezó a adquirir una cierta popularidad, puesto que el aristócrata lo describió como “un lugar calmado,<br />
de calles desiertas, que forma con Trouville, animada y ruidosa, un contraste absoluto. Pero esta falta de vida es sólo<br />
aparente, ya que los deliciosos jardines que la rodean están cuidados con un mimo que no podría ser más refinado”.<br />
La llegada del emperador Napoleón III hacia 1860 puso de moda Deauville y atrajo a numerosos especuladores<br />
urbanísticos que se encargaron de asentar en sus vacaciones a la corte imperial francesa y a la creciente alta burguesía<br />
parisina. Con la implantación del ferrocarril en 1865 la transformación fue total, ya que permitió una conexión<br />
directa con París en menos de seis horas. Los turistas fueron llegando y poco a poco la ciudad cambió ostensiblemente:<br />
se construyó un hipódromo para acoger las cada vez más populares carreras de caballos y un pequeño<br />
casino. En menos de tres años se edificaron más de 40 villas y palacios en los alrededores, numerosos alojamientos<br />
de recreo, el Gran Hotel, el complejo de hidroterapia ‘La Terrasse’ y un paseo marítimo de casi dos kilómetros de<br />
largo. Una broma muy popular entre los vecinos decía que los burgueses acomodados podían mantener a su mujer<br />
en Deauville y a su amante en Trouville, haciendo<br />
referencia a los diferentes estatus socioeconómicos<br />
entre los dos pueblos costeros. Mientras que<br />
Trouville permaneció como una pequeña y alegre<br />
localidad pesquera de clase trabajadora, Deauville<br />
se convirtió en un lugar floreciente y cosmopolita.<br />
De hecho, el escritor norteamericano Scott Fitgerald<br />
ambientó la luna de miel de los personajes de<br />
‘El gran Gatsby’ en esta localidad. Con la llegada<br />
del siglo XX se amplió el hipódromo y más de 60<br />
yates de recreo ingleses y franceses atracaron en<br />
sus muelles. Durante este próspero periodo muchas<br />
boutiques de lujo decidieron abrir sus puertas<br />
en las calles de Deauville, entre ellas, la primera<br />
tienda de Coco Chanel que supuso el despegue de<br />
Tras las II Guerra<br />
Mundial las playas<br />
de Normandía<br />
perdieron<br />
importancia frente<br />
a la Costa Azul,<br />
que se consolidó<br />
como destino de<br />
moda para los<br />
veraneantes de la<br />
jet-set<br />
su carrera en el mundo de la moda. Otras muchas<br />
boutiques parisinas se sumaron a ella y decidieron<br />
que valía la pena establecerse en este nuevo resort<br />
normando.<br />
Algunas de las familias adineradas que disfrutaron<br />
de la calidez de esta costa fueron los millonarios<br />
Rothschild, que poseían una residencia cercana a<br />
la localidad; o el de la pareja formada por la heredera<br />
naviera griega y criadora de caballos Christina<br />
Goulandris y su marido, el magnate irlandés<br />
Tony O’Reilly, que actualmente poseen un chateau<br />
que, según se dice, está erigido en el mismo<br />
terreno desde el que Guillermo el Conquistador<br />
planeaba invadir <strong>In</strong>glaterra. También el diseñador<br />
francés Yves Saint Laurent fue propietario<br />
de una mansión en Deauville, la cual decoró con<br />
obras de Picasso, Cocteau, Braque y Christian Bérard<br />
y compartió con numerosos bulldogs franceses, todos<br />
de nombre Moujik.<br />
Côte d‘Azur<br />
Tras la Segunda Guerra mundial la Costa Azul se convirtió<br />
en la nueva zona de veraneo de los artistas, los actores<br />
de cine, los espíritus libres y la beautiful people en<br />
general que rodeaba del esplendor de los casinos más lujosos,<br />
los automóviles más modernos y los estilismos más<br />
chic. Durante las noches de verano, la Grande Bleue (así<br />
llaman los franceses al Mare Nostrum) sirvió de marco<br />
excepcional para las celebraciones más exclusivas y elegantes,<br />
pero también fue una inspiración para muchos<br />
aristas que convirtieron la Riviera en escenario de un<br />
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Cap d’Antibes<br />
En la villa Eden-Roc de Antibes se refugiaron<br />
buscando un lujo discreto celebridades como<br />
Marlene Dietrich, Elizabeth Taylor, los duques<br />
de Windsor o Winston Churchill. Era uno de los<br />
alojamientos más exclusivos, ya que está situado<br />
en medio de un bosque y recrea un chateau del<br />
siglo XIX. Las competiciones entre yates eran<br />
habituales en la zona y en la actualidad existe un<br />
salón para la exposición y venta de embarcaciones<br />
de recreo de más de 20 metros, el Antibes Yatch<br />
Show que se celebra todos los años en abril.<br />
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SPEND IN•45
Beaulieu sur Mer<br />
Con una palmera en primer plano, este diseño<br />
destaca por el uso de la profundidad y la<br />
sensación de velocidad. En él se aprecia un<br />
modelo clásico de lancha Riva Aquarama que<br />
entra saltando las olas en el puerto de Beaulieu<br />
sur Mer. Este barco, diseñado por Carlo Riva,<br />
está considerado el Ferrari de las embarcaciones<br />
por su velocidad, belleza y artesanía y se ha<br />
convertido con los años en una auténtica<br />
leyenda náutica. Recibe su nombre del formato<br />
cinematográfico Cinerama, muy popular en los<br />
años 60, en referencia a su amplio parabrisas.<br />
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fun<br />
sinnúmero de historias, a veces reales y a veces imaginarias, pero siempre fascinantes. El aire puro y la luz de la nívea<br />
ciudad de Niza fueron un imán para pintores como Marc Chagall y Henri Matisse, escritores como Antón Chéjov,<br />
Nikólai Gogol y Stefan Zweig; o compositores como Héctor Berlioz. En esta localidad francesa se reunían las familias<br />
británicas de clase alta desde la segunda mitad del siglo XVIII para pasar el invierno. El famoso Promenade des<br />
Anglais (Paseo de los <strong>In</strong>gleses) fue uno de los paseos marítimos más cosmopolitas de Europa y escenario del famoso<br />
carnaval que se remonta al siglo XIII y que rivaliza en importancia con el de Venecia y el de Río de Janeiro. Hoy en<br />
día aún se respira el ambiente cultural y festivo que fascinó a artistas e intelectuales y que todavía sigue atrayendo<br />
a numerosos visitantes. Algunos de los iconos que hacen inolvidable la ciudad son el anfiteatro romano, el lujoso<br />
hotel Negresco fundado en enero de 1913 o el barrio ruso del siglo XIX, en el que destaca una catedral ortodoxa<br />
cuya edificación fue encargada por el mismísimo Zar Alejandro II. Uno de los hijos más célebres de esta ciudad fue<br />
el político y militar Giuseppe Garibaldi impulsor de la unificación italiana.<br />
Otra de las ciudades que han hecho famosa la Côte d’Azur es Montecarlo. El peñasco de la familia Grimaldi es la<br />
Meca de la jet-set que se rodea de elegancia, lujo y exclusividad. La cúspide de esta cascada de distinción se alcanzó<br />
en los años 50, con la boda del Príncipe Rainiero con la actriz de Hollywood Grace Kelly y tuvo momentos de<br />
auténtico esplendor con las visitas del millonario Aristóteles Onassis y la divina María Callas. Atracar un barco en<br />
el puerto de Mónaco tiene un precio tan elevado que la mayoría de los cruceros prefieren hacerlo en Niza y realizar<br />
excursiones en autobús al Principado. Otra de las grandes atracciones que ofrece este pequeño país es el Grand<br />
Prix de Fórmula 1, una de las carreras de velocidad más antiguas y prestigiosas. Mónaco también posee uno de los<br />
casinos más famosos del mundo, cuyo complejo incluye un teatro, una ópera y una sala de ballet y que fue diseñado<br />
por Charles Garnier, el mismo arquitecto que construyó la Ópera de Paris. Además, se dice que Ian Fleming se<br />
inspiró en él para escribir la primera novela de la saga Bond, ‘Casino Royal’. Sin embargo, este honor se lo disputan<br />
también el casino de Deauville y el de<br />
Estoril, así que siempre quedará la duda.<br />
El complejo cuenta con salones públicos<br />
y salones privados, decorados estos últimos<br />
con frescos, bajorrelieves y vidrieras,<br />
uno de ellos, el Pink Salon Bar, cuenta<br />
con un techo decorado con mujeres<br />
desnudas fumado cigarrillos. Otra de las<br />
curiosidades del casino es que en él no<br />
pueden entrar los monegascos porque es<br />
ilegal, y los visitantes tienen que enseñar<br />
el pasaporte a la entrada para demostrar<br />
su nacionalidad. Tampoco se permite el<br />
acceso vestido de cualquier manera, el<br />
dresscode es un poco estricto: chaqueta<br />
y corbata para los caballeros y nada de<br />
pantalones cortos para las señoras. Mantener<br />
alto el listón de la elegancia y el<br />
glamour requiere sacrificios.<br />
El aparentemente discreto pueblecito<br />
de Saint-Tropez, Saint-Trop como lo<br />
llaman los parisinos, cuenta con encantadores<br />
barrios de pescadores, mercadillos<br />
y placitas con encanto en las que<br />
los jubilados juegan a la petanca. Sin<br />
embargo, numerosos paparazzi frecuentan<br />
sus calles, ya que no es extraño ver<br />
a famosos, artistas, mecenas, esnobs,<br />
curiosos y ociosos merodeando por los<br />
alrededores. La más célebre de ellos es<br />
la actriz francesa y sex symbol Brigitte<br />
Bardot que desde hace años vive en ‘La Madrague’, la<br />
casita junto al mar en la que organizaba las fiestas más<br />
exclusivas y chic del Sur de Francia que inundaban los<br />
titulares de los periódicos parisinos al día siguiente de su<br />
celebración. El excéntrico millonario y playboy Gunter<br />
Sachs, que fue marido de la Bardot, hizo caer sobre la<br />
villa desde un helicóptero una lluvia de pétalos de rosa<br />
como declaración de amor. Al igual que la actriz y símbolo<br />
erótico de los 50 y 60, Sidonie Gabrielle Colette<br />
decidió muchos años antes asentarse al borde del mar<br />
en la villa ‘Treille Muscate’. Esta escritora y periodista<br />
luchó, tras los destrozos ocasionados por la II Guerra<br />
La plage de Montecarlo<br />
El matrimonio del Príncipe Rainiero<br />
con la actriz Grace Kelly aportó todo el<br />
glamour de Hollywood a la elegancia<br />
monegasca. Desde entonces cualquier<br />
actividad que se realice en sus dominios<br />
respira sofisticación y lujo, como<br />
podemos apreciar en el diseño del cartel<br />
de Avalon, donde dos señoritas bajan<br />
a la playa cubiertas con una sombrilla<br />
portando valientemente sandalias de<br />
tacón en mitad de la arena.<br />
Mundial, por reconstruir fielmente el pequeño puerto<br />
pesquero donde tiempo atrás anclaba su barco el<br />
también escritor Guy de Maupassant. También Luis<br />
Buñuel en la villa ‘Noailles’ tuvo su momento de inspiración<br />
para gestar el filme de ‘La edad de oro’ (L’âge<br />
d’or, 1930). Aunque ‘El gran Gatsby’ estaba ambientado<br />
en Deauville, como mencionamos antes, lo cierto<br />
es que Scott Fitgerald terminó de escribir este libro en<br />
los palmerales de Hyères, muy próximos a Saint Tropez.<br />
Tanto impacto produjo en él el paisaje benévolo<br />
y cálido de la zona, que situó su siguiente novela, ‘Suave<br />
es la noche’, en un pequeño hotel imaginario de la<br />
Costa Azul: “En la apacible costa de la Riviera francesa,<br />
a mitad de camino aproximadamente entre Marsella y<br />
la frontera con Italia, se alza orgulloso un gran hotel<br />
de color rosado. Unas amables palmeras refrescan su<br />
fachada ruborosa y ante él se extiende una playa corta<br />
y deslumbrante. Últimamente se ha convertido en<br />
lugar de veraneo de gente distinguida y de buen tono,<br />
pero hace una década se quedaba casi desierto una vez<br />
que su clientela inglesa regresaba al norte al llegar abril.<br />
Hoy en día se amontonan los chalés en los alrededores,<br />
pero en la época en que comienza esta historia sólo se<br />
podían ver las cúpulas de una docena de villas vetustas<br />
pudriéndose como nenúfares entre los frondosos pinares<br />
que se extienden desde el Hótel des Étrangers,<br />
propiedad de Gausse, hasta Cannes, a ocho kilómetros<br />
de distancia.”<br />
La popularidad de Cannes como destino turístico comenzó<br />
cuando Henry Brougham, Primer barón Brougham y Vaux, canciller del Imperio británico, compró un<br />
pedacito de tierra en Croix des Gardes y construyó la villa ‘Eleonore-Louise’. Su ejemplo atrajo a numerosos<br />
aristócratas ingleses que decidieron edificar en Cannes sus residencias de invierno. A finales del siglo XIX se llevaron<br />
a cabo proyectos y edificios singulares como el Boulevard Carnot, la rue d’Antibes y el Hotel Carlton en el<br />
paseo marítimo ‘Promenade de la Croisette’. Después del cierre del Casino des Fleurs (Hôtel Gallia) se construyó<br />
el nuevo Casino Municipal junto al muelle Albert-Edouard para la creciente demanda de visitantes extranjeros.<br />
Ya entrado el siglo XX, después de la Primera Guerra Mundial disminuyeron los turistas británicos y alemanes<br />
pero aumentó considerablemente la afluencia norteamericana. El turismo de invierno dio paso al turismo de<br />
verano y tras la Segunda Guerra Mundial, el Consistorio tuvo la idea de celebrar un festival de cine internacional,<br />
inaugurado el 20 de septiembre de 1946, que hoy en día sigue otorgando fama y prestigio a la ciudad y todos los<br />
años llena sus calles del glamour del séptimo arte que aportan cientos de estrellas internacionales del celuloide y<br />
que mantienen vivo el espíritu de sofisticada elegancia de la Costa Azul.<br />
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