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p o l o<br />
Tortugas<br />
Country Club<br />
Es uno de los clubes más antiguos del mundo. Mucho más que un<br />
lugar para practicar deporte, Tortugas es la cuna de todo un estilo<br />
de vida que, a pesar de su evolución al ritmo de los tiempos, ha sabido<br />
mantener la autencidad de su caracter.<br />
44• texto POR ????? • FOTOGRAFÍA POR ?????<br />
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El Tortugas Country Club<br />
es sin duda uno de los<br />
clubes de campo con más<br />
solera de toda Argentina<br />
y probablemente uno<br />
de los más antiguos del<br />
mundo. Está situado en<br />
un entorno incomparable<br />
y privilegiado por su<br />
proximidad con respecto a la ciudad de Buenos<br />
Aires y por la belleza singular de sus paisajes.<br />
Pero Tortugas no es sólo un Country Club sino<br />
un lugar residencial de excelencia consagrado<br />
primordialmente al polo, la equitación, el golf<br />
y otros deportes y actividades que repercuten<br />
en la mejora física, la recreación, el disfrute del<br />
entorno y la vida al aire libre.<br />
Las personas que viven en Tortugas tienen<br />
un particular y diferenciado estilo de vida<br />
que trasciende más allá de los límites físicos<br />
del Country Club, contribuyendo al progreso,<br />
bienestar y convivencia de las comunidades circundantes<br />
de este pequeño paraíso argentino.<br />
Si bien es cierto que Tortugas podría definirse<br />
por su particular way of life, también podríamos<br />
afirmar sin temor a equivocarnos que es<br />
“un club de amigos para los amigos”, tal y como<br />
lo definió su fundador, Antonio Maura, y como<br />
nos los contó su actual presidente, Francisco<br />
Dorignac, con el que tuvimos el privilegio de<br />
entrevistarnos en persona.<br />
Las personas que viven<br />
en Tortugas tienen un<br />
particular y diferenciado<br />
estilo de vida<br />
El club Tortugas fue fundado en 1930 por el<br />
noble español Antonio Maura y Gamazo, hijo<br />
del renombrado político Antonio Maura y Montaner,<br />
quien presidió el Consejo de Ministros<br />
en cinco ocasiones así como la Real Academia<br />
de la Lengua. Antonio Maura hijo, nació en el<br />
madrileño Paseo de Recoletos y cursó ingeniería<br />
industrial y arquitectura en Barcelona,<br />
estudios que le aportaron tanto una visión<br />
empresarial como una sensibilidad artística<br />
que más adelante sabría volcar en la labor<br />
que desarrolló posteriormente en Argentina.<br />
El joven Maura, gracias a la intervención del<br />
Marqués de Comillas, probó suerte y fortuna en<br />
la Compañía General de Tabacos Santa Isabel,<br />
en Filipinas, donde fue ascendiendo poco a poco<br />
hasta ostentar el cargo de inspector general<br />
y demostrar que no era un señorito en busca<br />
de aventuras. A su regreso a Madrid conoció a<br />
una joven viuda de procedencia argentina, Sara<br />
Escalante de Newberry, con la que contrajo<br />
matrimonio en la conocida Iglesia de San Jerónimo.<br />
Durante la ceremonia, don Antonio lució<br />
el frac diplomático con bordados en oro, que<br />
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El polo es una pasión. No<br />
solamente jugarlo, sino todo lo que<br />
lo rodea, desde la cría de caballos<br />
hasta el estilo de vida que se crea<br />
Francisco Dorignac (presidente del Tortugas Country Club)<br />
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correspondía a su rango de agregado civil<br />
honorario de la Embajada de España en Argentina.<br />
Una vez en este país, su frenética<br />
actividad le llevó a ser representante de la<br />
compañía naviera Transatlántica Española,<br />
después a fundar la empresa Maura<br />
y Coll de importación y exportación y la<br />
Sociedad Formio Argentina. Más adelante<br />
fue presidente de la Compañía Hispano Argentina<br />
de Obras Públicas y Finanzas con<br />
la que contribuyó a la red subterránea de<br />
Buenos Aires, en cuyas estaciones todavía<br />
perduran algunos murales de azulejos que<br />
ilustran acontecimientos de la historia de<br />
Hispanoamérica. Durante la década de los<br />
años 20 del pasado siglo, Antonio Maura<br />
recorrió extensos territorios y creó en 1923<br />
la granja Solórzano, donde trazó la primera<br />
cancha de polo en la que disfrutaría junto a<br />
sus amigos en los días festivos.<br />
El nombre del Club proviene, según nos<br />
contó el actual presidente, Francisco Dorignac,<br />
de un día, en el que Antonio Maura<br />
y sus amigos jugaban al polo, y su mujer,<br />
Sara Escalante, les llamó la atención sobre<br />
la lentitud del juego, así que les propuso<br />
el nombre de ‘Tortugas’ para su equipo. A<br />
Maura le pareció oportuno y lo adoptó.<br />
Antonio Maura trazó<br />
en 1923 una cancha<br />
de polo que disfrutaría<br />
con amigos los fines<br />
de semana<br />
Por aquella época, cuando se jugaba un<br />
torneo, Don Antonio ideó colocar unas carpas<br />
en el monte para evitar a los jugadores<br />
las peripecias del viaje de ida y vuelta<br />
a Buenos Aires. Así que poco a poco fue<br />
tomando forma la idea de que los jugadores<br />
se establecieran en el terreno, algo que<br />
dio lugar al Tortugas Country Club, o “la<br />
ciudad deportiva sudamericana”, como<br />
solía llamarla Maura. Con el tiempo fueron<br />
sentando las bases del primer club de<br />
campo con sede permanente, que dispuso<br />
de su propia centro social, canchas de polo,<br />
golf, tenis, pelota, piscina olímpica, pista<br />
hípica, caballerizas, viviendas para los<br />
empleados y actividad comercial paralela<br />
para el disfrute de socios y familias, que<br />
vieron cómo su sueño se iba cumpliendo.<br />
Así, el 22 de agosto de 1930 se firmó el acta<br />
oficial de fundación del club cuyas finalidades<br />
se precisan como “la práctica del polo,<br />
el golf, la natación, el tiro al pichón y toda<br />
clase de ejercicios físicos o atléticos” a las<br />
que se sumó el “fomento de la edificación de<br />
chalets para uso de los accionistas y socios<br />
del club deportivo”.<br />
1<br />
2<br />
(1) Al indagar los orígenes del Club Tortugas aparece la figura de un noble español, que con<br />
la distancia de los tiempos, encarna el espíritu de empresa y la visión de futuro de su estirpe.<br />
Hablamos de don Antonio Maura y Gamazo. (2) El casamiento de Sara Escalante y Antonio Maura,<br />
en la madrileña iglesia de San Gerónimo.<br />
Imágenes extraídas del libro “Tortugas. Non Omnis Moriar”<br />
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4<br />
3<br />
5<br />
(3) Sin dudas, el polo inspiró a Don Antonio Maura para emprender<br />
la fundación del Tortugas Country Club. En esta fotografía de<br />
época aparece junto con Luis Lacey, entre otros. (4) Final del<br />
campeonato abierto del club de 1966, con la presencia del Duque<br />
de Edimburgo. (5) Descanso y refrigerio durante una pausa del<br />
polo, allá por los años 30. (6) La presencia de las damas era y<br />
es indispensable en todo partido de polo. (7) Equipo de Tortugas<br />
integrado por Enrique Patrón Costas, Jorge Tanoira, Carlos<br />
Debaiseaux y Gastón Dorignac.<br />
Imágenes extraídas del libro “Tortugas. Non Omnis Moriar”<br />
6<br />
7<br />
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Carlos Malbranche fue el arquitecto al<br />
que se le encomendó la planificación de las<br />
primeras edificaciones. Entre él y Maura diseñaron<br />
unos hogares con marcado carácter<br />
hispano en los que destacaban la ornamentación<br />
de rejas y arcos, los miradores sobre<br />
tejados romanos o los jardines que subrayan<br />
la peculiar frescura de las casas de blancas<br />
fachadas. Bajo la iniciativa del nuevo club<br />
prosperó la población del ‘Kilómetro 40’,<br />
como se la conocía, y se engrandecieron sus<br />
aportaciones al polo. El propio fundador<br />
incluso diseñó un uniforme para el jinete<br />
del nuevo club que constaba de casaca verde<br />
con botonadura dorada, “breech” blanco,<br />
escudo sobre el bolsillo superior, casquete<br />
azulado con visera y botas con bordes de<br />
cuero marrón.<br />
“El polo es una pasión. No<br />
solamente jugarlo, sino<br />
todo lo que lo rodea, desde<br />
la cría de caballos hasta el<br />
estilo de vida que se crea”,<br />
asegura Francisco Dorignac.<br />
Maura, fundador de<br />
Tortugas, decía que era<br />
un club de amigos para<br />
los amigos y “eso significa<br />
que existe todo un estilo<br />
de vida allí. Algo que<br />
sólo un visionario o un<br />
loco pudo haber pensado,<br />
asegura Dorignac. “Yo soy<br />
el cuarto presidente en 81<br />
años y me niego a cambiar<br />
ese estilo de vida, ya sea<br />
por razones políticas, de<br />
seguridad o de lo que sea.<br />
Nosotros tenemos que defender<br />
ese estilo de vida,<br />
a la vez que permitimos<br />
que Tortugas sea un club<br />
abierto a todo el mundo<br />
para que no se convierta<br />
en un gueto donde tengamos<br />
que comunicarnos<br />
por correo electrónico y no<br />
podamos salir de casa. Aquí<br />
se hace una vida social muy privada, el que<br />
viene tiene todo a su disposición y quien<br />
tiene ganas de juntarse con los demás, se<br />
junta. Es una vida tranquila”. Efectivamente,<br />
si algo define con precisión a Tortugas<br />
es su estilo de vida, que se ha consolidado<br />
a lo largo de los años gracias a la capacidad<br />
de convivencia y al respeto y admiración<br />
mutuos que se profesan sus habitantes.<br />
Aunque también es cierto que gran parte<br />
del mérito del club hay que atribuirlo a<br />
la serenidad que aporta su localización,<br />
ajena al bullicio del mundanal ruido y a la<br />
voluntad de respetar cuanto está plantado,<br />
sembrado y construido dentro del recinto<br />
de este pequeño oasis de paz y hierba. Al<br />
recorrer su interior, vienen a la memoria,<br />
tan vivas y tangibles como el primer día,<br />
las antiguas expresiones con las que su<br />
fundador quiso dar vida a un sueño. “Será<br />
una especie de monasterio de estilo colonial<br />
californiano, de grandes dimensiones,<br />
con todas las comodidades pero sin lujos<br />
superfluos, tal como es hoy la tendencia<br />
en las mejores instalaciones similares del<br />
mundo”. Sus palabras, por supuesto, siguen<br />
hoy de plena actualidad, aunque a lo largo<br />
de los años el club haya sabido evolucionar<br />
acertadamente. Entre 1930 y 1995 Tortugas<br />
pasó de tener 70 a 202 hectáreas de terreno.<br />
La hija de Antonio Maura, <strong>In</strong>és, recuerda<br />
que cuando su padre puso en marcha esta<br />
iniciativa, llegar hasta el club desde Buenos<br />
Aires era toda una odisea. Había que atravesar<br />
caminos que eran auténticos lodazales.<br />
En cuanto al pueblo, que surgió a partir<br />
del pequeño almacén de doña Rosa que servía<br />
para aprovisionar a quienes concurrían<br />
en el club, se formó en torno al apeadero<br />
del kilómetro 40 del Ferrocarril Central<br />
Córdoba. De ahí que también se lo conociera<br />
como ‘Kilómetro40’. A partir de ese punto se<br />
fue expandiendo el pueblo en la medida en<br />
que se fueron asentando otros comerciantes.<br />
El problema llegó cuando hubo que ponerle<br />
nombre. A pocos kilómetros había una<br />
localidad con el nombre de Tortugas, con<br />
lo que esta opción tuvo que ser descartada.<br />
Por suerte, alguien tuvo la feliz idea de<br />
encontrar un apelativo idóneo que vinculase<br />
al pueblo con el club y que resultó ser<br />
Tortuguitas. La presencia del club, al igual<br />
que otros similares, se convirtió en promotora<br />
de recursos locales, incremento de la<br />
demanda laboral, construcción de obras<br />
destinadas a proporcionar servicios comunes<br />
y generar tributos y tasas impositivas<br />
cuyo rendimiento repercutió directamente<br />
en beneficio de la localidad y sus habitantes.<br />
Desde el principio, Tortugas atrajo por<br />
sus características y singular conformación.<br />
En un primer momento el núcleo de los<br />
socios estaba integrado por miembros de<br />
la comunidad española a los que se fueron<br />
sumando colectivos norteamericanos e<br />
ingleses con los que se fue entablando una<br />
cordial, inevitable y fructífera relación. A<br />
ellos se unieron numerosos jefes y representantes<br />
diplomáticos<br />
extranjeros<br />
acreditados ante el<br />
gobierno argentino<br />
de las más diversas<br />
procedencias. Todo<br />
ello contribuyó a<br />
crear un entorno<br />
propicio para<br />
recibir visitas tan<br />
distinguidas y<br />
representativas<br />
como las de Juan<br />
Domingo Perón, el<br />
Alí Khan, el príncipe<br />
Felipe, duque<br />
de Edimburgo, el ex<br />
presidente español<br />
José María Aznar o<br />
la tristemente célebre<br />
Cristina Onassis,<br />
quien lamentablemente<br />
falleció<br />
en Tortuguitas el<br />
19 de noviembre de<br />
1988. Algunos de<br />
los recuerdos de los<br />
socios más antiguos<br />
hablan de que el<br />
bosque cercano era<br />
una plaza concurrida a la que acudían los<br />
más pequeños con sus niñeras, también de<br />
que los regimientos de caballería en maniobras<br />
acampaban en alguna de las canchas<br />
de polo y donde asimismo aterrizaban<br />
aviones particulares. En la misma línea,<br />
los veteranos cuentan que había carreras<br />
de coches por los caminos de tierra en las<br />
que competían los jóvenes conduciendo, sin<br />
permiso, los vehículos de sus padres. Con<br />
el tiempo Tortugas fue creciendo de forma<br />
armoniosa y equilibrada, con una forma de<br />
vida característica y particular que disfrutan<br />
y conservan sus habitantes y de la que<br />
su fundador seguro que estaría orgulloso.<br />
El 19 de diciembre de 1964 falleció Antonio<br />
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Maura, a quien sucedió en el cargo Eduardo<br />
Grane, un auténtico “self made man”<br />
que consolidó la posición del Country<br />
Club con convicción y perseverancia. Sin<br />
embargo, su paso al frente de Tortugas<br />
fue breve, ya que se retiró en 1967 para<br />
ocupar la presidencia de la <strong>In</strong>mobiliaria<br />
Las Tortugas S.A. Osvaldo Maquieira<br />
sucedió en el puesto a Eduardo hasta que<br />
en 1980 cedió el testigo al actual presidente,<br />
Francisco Dorignac. Osvaldo duplicó el<br />
campo de golf de nueve hoyos que había en<br />
Tortugas e incorporó 14 nuevas hectáreas.<br />
Un lugar que consideraba prácticamente<br />
como su casa, ya que en él pasaba todos<br />
los veranos y los fines de semana del resto<br />
del año. Por su parte, Francisco Dorignac,<br />
al igual que sus cuatro hermanos, creció<br />
en el club y se hizo grande como jugador<br />
de polo, ganándose pronto la confianza de<br />
Antonio Maura, que cada vez le fue confiando<br />
tareas de mayor responsabilidad.<br />
Fue director del equipo Tortugas en 1964,<br />
subcapitán de polo en 1970, después capitán,<br />
tesorero y vicepresidente, hasta que<br />
en 1980 se hizo cargo de la presidencia.<br />
Para él, el polo es una pasión. No sola-<br />
mente jugarlo sino todo lo que lo rodea. Y<br />
tanto es así que a pesar de las limitaciones<br />
de la edad todavía trata de seguir jugando<br />
tres o cuatro veces por semana. “El polo es<br />
una terapia para el ser humano impresionante,<br />
algo que no solamente se vive en la<br />
cancha sino antes, durante y después del<br />
juego. Y en el caso de la terapia, el caballo<br />
El polo es una<br />
terapia para el<br />
ser humano<br />
impresionante, no<br />
solamente en<br />
la cancha<br />
es un tema que se usa mucho, ya que es<br />
un animal muy inteligente”. Francisco<br />
no se cansa de hablar de estos magníficos<br />
animales, fundamentales en el deporte del<br />
polo. Aunque pueda resultar ridículo, él<br />
asegura que hay caballos “que saben qué<br />
nivel de polo vas a jugar ese día”. Es decir,<br />
que, de alguna manera, perciben si el partido<br />
es importante o no, si es una final o una<br />
eliminatoria. Bien sea por la emoción que se<br />
palpa en el ambiente, la música o la gente<br />
que lo rodea, el caballo intuye lo decisivo<br />
que puede llegar a ser ese partido. Cuando<br />
un jugador se cae, Francisco asegura que<br />
el caballo se queda como muerto esperando<br />
que saquen al jugador del campo. “Es un<br />
deporte de mucho contacto. Como jugador<br />
te puedo decir que nunca me preocupé por<br />
manejar el caballo, es como si el caballo<br />
siguiera tu mente e instintivamente viera<br />
la jugada. Eso no se consigue de un día para<br />
otro”. Aunque acoge la práctica de muchos<br />
deportes, Tortugas significa polo y Francisco<br />
ha sabido mantener vivo ese lifestyle que<br />
lo hace único y característico. De hecho su<br />
concepción hay que atribuirla a un grupo de<br />
polistas y amigos convocados por Antonio<br />
Maura en la cancha de la granja de Tortuguitas,<br />
que luego pasó a llamarse Las Tortugas.<br />
Este joven proyecto solicitó afiliarse a<br />
la Asociación Argentina de Polo el 7 de junio<br />
de 1927 con unos colores, azul marino y oro<br />
a cuadros invertidos, que paradójicamente<br />
distan mucho del naranja actual. El equipo<br />
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de Tortugas capitaneado por Andrada comenzó<br />
a progresar más que adecuadamente<br />
ganando invicto el torneo de Paysandú.<br />
Más adelante, en 1935, el equipo, ya con<br />
su nueva equipación naranja con la T del<br />
club enmarcada por una circunferencia<br />
oscura a la altura del corazón, intervino en<br />
el Campeonato Argentino Abierto de Polo,<br />
convirtiéndose en campeón de la máxima<br />
expresión de este deporte en Argentina y<br />
por consiguiente, de todo el mundo. A tenor<br />
de ello, publicó el diario La Nación el 30 de<br />
noviembre de ese mismo año que “los miles<br />
de aficionados que fueron a Palermo en<br />
busca de una lucha emotiva, vieron ampliamente<br />
satisfechos sus deseos. Tortugas y<br />
Venado Tuerto, en la final del 42º campeonato<br />
argentino de polo, no escatimaron<br />
esfuerzos, a través de siete<br />
intensos chukkers, en<br />
conseguir una victoria<br />
que no tuvo dueño hasta<br />
los últimos instantes del<br />
cotejo”. Una disputada<br />
final protagonizada por<br />
duchos y habilidosos caballeros<br />
de la época. Sin<br />
embargo, a lo largo de<br />
la historia ha habido numerosas<br />
damas que han<br />
denotado una innegable<br />
habilidad técnica en la<br />
práctica de este deporte<br />
en el que se requiere<br />
ser jinete experto, tener<br />
buena vista y brazo firme<br />
para impulsar la pelota.<br />
Por no hablar de las<br />
atrevidas que osaron jugar<br />
polo en Tortugas allá por<br />
1938, cuando sólo había<br />
antecedentes de hazañas<br />
femeninas semejantes en<br />
Estados Unidos o <strong>In</strong>glaterra.<br />
En Argentina, las<br />
primeras temerarias que<br />
se atrevieron a realizar<br />
un partido entre señoras<br />
lo hicieron en el año 1926,<br />
en Pingüinos, y sólo diez<br />
años más tarde algunas<br />
aventureras de Hurlingham<br />
se iniciaron en la práctica de este deporte.<br />
Ese primer partido femenino de finales de<br />
junio de 1938 atrajo múltiples expectativas<br />
hacia los dos equipos contrincantes, Las<br />
Panteras y Las Gacelas. Según informó el<br />
diario El Gráfico, “ciertamente jugaban las<br />
chicas que, no conformes ya con emitir los<br />
más caracterizados juicios acerca del polo<br />
en serio, ni con monopolizar la atención de<br />
los espectadores en muchos partidos en que<br />
la calidad anda por el suelo y el verdadero<br />
espectáculo anda por las tribunas, invaden<br />
ahora el campo de juego”. El apasionamiento<br />
por el polo en Argentina continúa siendo<br />
tan intenso hoy como lo era hace más de 80<br />
años y aúna tanto a aficionados de género<br />
masculino como femenino. En la actualidad<br />
el club cuenta con casi cien socios<br />
jugadores que, a su vez, movilizan unos<br />
300 caballos, para los cuales existe una<br />
proporcional cantidad de boxes. Durante<br />
los martes, jueves y sábados hay prácticas<br />
y encuentros formales, ya que el Tortugas<br />
Country Club posee cinco canchas de polo<br />
propias, de las que cuatro reciben los nombres<br />
de Antonio Maura, Mario <strong>In</strong>chauspe,<br />
Enrique Alberdi y Gastón Dorignac. A ellas<br />
se suma la cancha más antigua de todas,<br />
propiedad del fundador del club y otros<br />
tres campos de juego. Estas extensiones de<br />
terreno se complementan con los 300 boxes<br />
que acogen a las monturas de los socios que<br />
practican polo y que son epicentro de la intensa<br />
actividad de veterinarios y trabajadores<br />
durante la temporada de mayor ajetreo<br />
en la práctica de este deporte que tantas<br />
alegrías ha proporcionado al club. En sus<br />
vitrinas se exhiben con orgullo trofeos<br />
como el correspondiente al campeonato del<br />
abierto de 1935, o los obtenidos en acontecimientos<br />
deportivos de tanta relevancia<br />
como los abiertos del Jockey Club, en el<br />
handicap por la copa Provincia de Buenos<br />
Aires, la copa Cámara de Diputados o el<br />
Circuito Porteño. De su propio abierto, el<br />
club puede presumir de la copa General<br />
San Martín o la de Los <strong>In</strong>dios, las copas<br />
Campañas del Desierto y Charro Mexicano,<br />
o los galardones de Hurlignham Club o<br />
Ravenscroft.<br />
Sin embargo, el polo no es el único deporte<br />
que se puede practicar en Tortugas, ya que<br />
su fundador, Antonio Maura, también era<br />
un apasionado del golf. De hecho, diseñó<br />
personalmente la primitiva cancha de nueve<br />
hoyos, habilitada el 3 de julio de 1932.<br />
Por aquella época, el terreno no contaba<br />
con las buenas condiciones actuales. Tanto<br />
es así, que Juan Cullen Crisol, uno de los<br />
integrantes de la junta directiva de la época,<br />
advirtió a futuros jugadores de<br />
que el club ponía a sus disposición<br />
los caddies, que aunque principiantes<br />
ya se habían ejercitado en<br />
la búsqueda de pelotas y de los que<br />
destacaba que todos sin excepción<br />
sabían nadar, cualidad sin duda<br />
muy interesante para algunos<br />
hoyos que “presentaban una topografía<br />
verdaderamente veneciana”.<br />
El golf despertó un inusitado<br />
entusiasmo entre los habitantes<br />
de Tortugas, incluso entre los que<br />
eran asiduos de otros deportes.<br />
Sin embargo, no fue hasta 1958<br />
cuando se tomó la decisión de<br />
afrontar la construcción de otros<br />
nueve hoyos. Las canchas de<br />
Tortugas han sido testigos y<br />
localización excepcional en la<br />
que han tenido lugar numerosos<br />
certámenes argentinos e internacionales,<br />
como el argentino<br />
de caballeros, la clasificación<br />
para el campeonato nacional de<br />
damas o la copa de la Hispanidad.<br />
Además del golf y el polo, el<br />
Tortugas Country Club permite<br />
la práctica de otro deporte muy<br />
popular, el tenis. Al cual rinden<br />
culto, a pesar de la diversidad<br />
de edades, muchos de sus socios.<br />
La cifra de tenistas aficionados<br />
suma casi 300 adeptos que practican<br />
de forma regular en las numerosas pistas<br />
que el club pone a su disposición. Ciertamente,<br />
el que no practica uno o varios<br />
deportes en Tortugas es porque no quiere,<br />
ya que las posibilidades son variadas y<br />
numerosas. Sin embargo, como hemos<br />
podido comprobar a lo largo de estas páginas,<br />
Tortugas no es sólo un Country Club<br />
donde disfrutar del polo, el golf o el tenis,<br />
sino toda una filosofía de vida basada en el<br />
cuidadoso mimo con el que han pulido su<br />
historia sus habitantes.<br />
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