México - GBR

gas. Los recursos de hidrocarburos y
petroquímicos básicos siguen siendo
considerados como activos estratégicos
reservados al Estado. Sin embargo,
las reformas impulsarán pequeños
cambios que, al menos, permitirán
una mayor diversidad en el sector.
Ante todo, Pemex implementará
una serie de cambios internos con el
nombramiento de cuatro directores
independientes, que se espera mejoren
la gestión societaria y la planificación
estratégica. Mientras las reformas
otorgan a la Secretaría (ministerio)
de Energía la capacidad de establecer
los objetivos anuales de producción, la
nueva legislación aflojará las ataduras
con las que la compañía ha trabajado
en el pasado, dando a Pemex mayor
libertad y autonomía, y aumentando
sustancialmente su presupuesto
para actividades de exploración y
producción (en hasta un 27% en 2009
según las últimas informaciones). El
nuevo marco regulatorio contempla
menos restricciones en los contratos
que Pemex puede conceder a terceros
del sector privado, entre otras cosas.
Históricamente, nunca ha estado
permitido para Pemex suscribir
acuerdos de participación o de reparto
de producción, ni tampoco otorgar
concesiones a empresas privadas,
porque ello iba en contra del Artículo
27 de la Constitución. La inversión
privada en el sector sólo era posible
bajo los términos restrictivos de la Ley
de Adquisiciones y Obras Públicas,
que se refiere a la adquisición y
contratación de bienes y servicios
para el sector público. Con las
nuevas reformas, empresas privadas e
inversores podrán operar de acuerdo a
contratos, que contemplan incentivos
según el desempeño, y que son
concedidos por el nuevo Consejo de
Administración de Pemex, asesorado a
su vez por un Comité de Transparencia
y Auditoría de nueva creación. Este
nuevo esquema beneficiará a un buen
número de compañías mexicanas,
mientras que las empresas extranjeras
deberán demostrar una sólida
presencia en el país para ganar una
licitación. Queda por ver, y se especula
mucho al respecto, si los incentivos
contemplados por dichos contratos
serán suficientemente atractivos
para empujar a las empresas privadas
a la explotación de yacimientos en
aguas profundas, que el país necesita
desarrollar desesperadamente.
Para muchos, uno de los aspectos
más interesantes de las reformas es el
proyecto de ley por el que se crea la
Comisión Nacional de Hidrocarburos,
que actuará como brazo regulador para
la parte upstream. La Comisión tendrá
la autoridad de regular y supervisar
todas las actividades de exploración y
producción en el país, con el objetivo
de incrementar la eficiencia y la
transparencia de dichas actividades.
Su modelo copiará probablemente el
de la Comisión Reguladora de Energía
(CRE), que maneja el mercado, más
flexible, del transporte y la distribución
de gas natural y GLP, y cuya labor es
vista como un gran éxito desde su
creación en 1992.
Quizás la mayor decepción
provocada por estas reformas está en
la ausencia de cambios significativos
en las refinerías de México. El país
importa actualmente el 40% de la
gasolina que consume y se esperaba
que la inversión privada pudiera
impulsar la creación de varias plantas
de refinación, pero es algo que no se ha
concretado. Actualmente el gobierno
tiene planes para la construcción de
una nueva refinería en Tula, en el
estado de Hidalgo, aunque muchos
escépticos dudan de que esta nueva
inversión pueda cambiar la actual
posición de México como importador
neto de gasolina.
Las nuevas leyes también dan a la
Sener la responsabilidad de diseñar
y operar un programa de energías
renovables. También se prevé la
implementación de una estrategia
nacional para el uso sustentable de la
energía, a través de incentivos a las
empresas privadas que inviertan en
energías renovables y logren ahorrar en
el consumo de energía. Probablemente,
el mayor logro de estas reformas será
el de crear las condiciones para una
discusión más equilibrada por parte de
los partidos políticos, con un mayor
peso de los argumentos técnicos y
económicos, y un menor papel de
los sentimientos y las ideologías. Las
nuevas leyes mejorarán, sin duda,
la gestión corporativa de Pemex y
permitirán una mayor entrada de las
empresas privadas en el sector, pero
para muchos son simplemente un
primer paso en la dirección adecuada.