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MÉXICO: INTRODUCCIÓN<br />
México: cambio de rumbo<br />
La caída en la producción provoca reformas en el sector de los hidrocarburos.<br />
Pemex, la gigante empresa petrolera del<br />
Estado, ejerce un control casi total<br />
sobre las reservas de crudo de México<br />
desde 1938. El carácter estatal de las reservas<br />
petroleras es prácticamente incuestionable<br />
en el país, que ve en ello un logro histórico<br />
y político. Pemex, por su parte, se ha erigido<br />
en un poderoso símbolo de la independencia<br />
económica y política de una nación ubicada a<br />
la sombra de la primera potencia mundial. En<br />
los últimos años, sin embargo, la producción ha<br />
caído de manera aguda en el enorme complejo<br />
de Cantarell, y ello ha empujado al gobierno a<br />
aprobar una reforma energética. Este reporte<br />
busca analizar la situación del sector en un<br />
momento en el que se intenta reorientar su<br />
estrategia para afrontar algunos desafíos de<br />
gran importancia.<br />
El petróleo juega desde hace muchos<br />
años un papel crucial en la economía mexicana. Baste<br />
decir que en 2008 las ventas de crudo sostuvieron el 40%<br />
del presupuesto del país. Las grandes reservas probadas de<br />
México, cercanas a los 12 mil millones de barriles, sitúan a<br />
Pemex en la undécima posición del ranking de las empresas<br />
petroleras más grandes del mundo. Con la expropiación<br />
de los activos petroleros por parte del Presidente Lázaro<br />
Cárdenas del Río en 1938, Pemex recibió carta blanca para<br />
desarrollar la industria en su totalidad. Desde entonces,<br />
la estatal ha disfrutado 71 años de un cuasi monopolio;<br />
ha sobrevivido a las crisis económicas de los 80 y los 90;<br />
y ha consolidado su posición como símbolo nacional en<br />
el imaginario de los ciudadanos mexicanos. Además de<br />
explotar el crudo, Pemex expandió su rango de operaciones<br />
para incluir bajo el paraguas de su dominio la producción de<br />
gas natural, petroquímicos, gasolina y combustibles diésel.<br />
En 1995, la producción media de Pemex fue de 2,7 millones<br />
de barriles de crudo por día, cifra que aumentó hasta un<br />
pico de 3,8 millones por día en 2004 para caer hasta los 3,5<br />
millones en 2007. En 2008, la producción siguió cayendo,<br />
en un 9,2%, al tiempo que el gobierno logró aprobar, tras<br />
no pocas discusiones, una reforma energética que busca<br />
revertir esta tendencia a la baja. La caída en la producción<br />
se debe en gran parte al declive natural del complejo de<br />
Cantarell, pero muchos apuntan también a la incapacidad<br />
de las autoridades para aprobar e implementar reinversiones<br />
en exploración y producción desde los años 1980. Aunque<br />
Este reporte es obra de Global Business Reports (www.<br />
gbreports.com). Los autores son Rory Sheldon (rory@<br />
gbreports.com) y Ramona Tarta (ramona@gbreports.com).<br />
Traducción al español de Alfonso Tejerina.<br />
La reforma energética<br />
busca dar más autonomía a<br />
Petróleos Mexicanos<br />
las ventas de Pemex suponen unos ingresos<br />
gigantescos (más de 100 mil millones de<br />
dólares en 2008), la mayor parte de ese<br />
dinero es entregado al gobierno federal,<br />
quien lo utiliza para cubrir dos quintos del<br />
presupuesto de la nación; muchos incluso<br />
se refieren a Pemex como la alcancía del<br />
gobierno.<br />
No es de extrañar que uno de los asuntos<br />
en el corazón de la reforma energética sea<br />
la gestión de la estatal. Ante la evidencia<br />
de que las políticas financieras, reglas<br />
de presupuesto y recursos humanos de<br />
Pemex estaban siendo gobernadas por una<br />
institución que por naturaleza nunca fue<br />
diseñada para promover las utilidades, el<br />
Presidente Felipe Calderón y su Partido<br />
de Acción Nacional (PAN) anunciaron<br />
planes en abril de 2008 para implementar<br />
una serie de reformas. Con ellas, se buscaba dar a Pemex<br />
más poder para gobernarse a sí misma y atar las inversiones<br />
extranjeras que se necesita con urgencia.<br />
Tal y como era de prever, los planes de reforma no<br />
fueron bien recibidos, ni en el Congreso, donde encontró la<br />
oposición del PRI y el PRD, ni en la ciudadanía mexicana,<br />
que en su gran mayoría identificó los planes del gobierno<br />
con un intento de privatizar Pemex y violar un principio<br />
básico, incluido en la Constitución, que garantiza que el<br />
petróleo del país será siempre controlado por el pueblo<br />
mexicano. Después de agotadoras rondas de negociación,<br />
finalmente se acordó un conjunto de reformas en octubre<br />
de 2008, que de todas formas tuvieron que ser suavizadas<br />
ante la presión de la opinión pública, especialmente en el<br />
tema de la participación del sector privado.<br />
Los líderes de la industria han reaccionado de forma<br />
diversa a las reformas, con opiniones que van desde el<br />
optimismo hasta la profunda preocupación. La mayoría de<br />
los mexicanos, mientras tanto, parece aún sorprendida de<br />
que los tres principales partidos del país lograran ponerse de<br />
acuerdo en un tema tan controvertido. El que dicho acuerdo<br />
se haya producido muestra seguramente la necesidad de un<br />
cambio de dirección en la industria; ahora habrá que ver<br />
si dichas reformas bastan para modificar sustancialmente<br />
el modus operandi de Pemex, y para mantener a México<br />
como un grande entre los grandes del sector petrolero.<br />
Las nuevas reglas del juego<br />
Los siete proyectos de ley adoptados para la reforma<br />
energética no van a cambiar las cosas de manera radical.<br />
Se mantiene el status quo según el cual la nación mexicana<br />
mantiene el control sobre el subsuelo y el derecho<br />
exclusivo de explotación de las reservas de petróleo y