Las marcas de pobreza en mujeres del Asentamiento Santa Lucia ...

margen56
ha naturalizado. Paradójicamente, aquello que se silencia, aquello que permanece oculto socialmente
no significa necesariamente que sea un hecho difícil de percibir. Muchas veces el cuerpo
habla por sus marcas. En el siguiente relato la entrevistada narra un episodio de violencia suscitada
con su pareja, donde la violencia física atraviesa con marcas evidentes en su cuerpo. La
escena del diálogo de la narración se presenta aquí con una vecina que se da cuenta de sus
marcas y le ayuda para que concurra a un Centro de la Victima para efectuar la denuncia:
«Si…, y me vio morada y me dice… ¡pero porque esta así usted tiene que ir! Le dije No, va a
ser peor, y me agarro y me dijo usted tiene que ir allá!, me dio plata y me mando en un remis, acá
a la Prado y Salta ¿puede ser?, al Centro de la Victima…»
«Siempre pensé que iba a ser un encerramiento…»
Sin embargo esta idea de encerramiento, de no hablar del tema va cambiando en las mujeres
pobres en la medida que van escuchando a partir de diferentes voces como hacer visible este
problema silenciado y naturalizado. La idea de hablar del tema con distintos actores sociales la
violencia invisible va tomando otros matices de cambio:
«… siempre temí que saltara eso, siempre pensé que iba a ser un encerramiento, que nunca
iba a hablar del tema ese, hasta que un día tanta charla y charla con usted (se refiere a la entrevistadora),
y pasa esto y pasa esto, y que se que no es fácil, porque es muy doloroso, y así empecé
a cambiar…»
«La Sra Claudia (refiriéndose a Asistente Social del Estado), me insistía, me insistía, otra vez.
Me veía con una remera cuando hacía calor, se me había corrido la manga y tenia marcadas las
hebillas, y me decía, ¡No aguante tanto!, y esto y este otro, no le dije a lo mejor el tiene razón,
porque siempre pensé que tenía razón».
«A veces ruego…no sean chupadores como su papa»
Los factores presente en la violencia suele ser muchas veces por el consumo de alcohol por
parte de algunos de los miembros de los grupos domésticos, el desempleo o el ingreso esporádico
promueve episodios de violencia. En muchas ocasiones una conducta violenta se intensifica
con el consumo de alcohol. En un pasaje de la narración con la informante se refiere a lo que
quisiera para sus hijos:
«… Y ya saben que las más grandes y aquella tremenda (se refiere a sus hijas) no sean
chupadores como su papa. Es lo primero que le dicen, así como las ven, yo voy a estudiar
abogada pero te voy a dar cada patada. No te vaya a gustar la chupa».
«lo único que le ruego a Dios y me gustaría que sean buenas personas, no digo que no puedan
tener su diversión pero la bebida, yo rogaría que cualquier otra cosa pero menos la bebida».
Conclusiones
Nuestro punto de partida, lo que moviliza esta investigación, es abarcar la dimensión cualitativa
de la pobreza.
Una dimensión que vas más allá de los volúmenes, la cantidad y la magnitud del problema. El
hecho de acercarnos desde una mirada comprensiva al objeto de estudio nos permitió interpretar
la trama de relatos que tejían cada escena del diálogo narrada por las voces de una mujer pobre.
Así entre el juego de la reflexividad de la entrevistada y la de nosotras como investigadoras se
armaba un tópico que enlazaba cada repertorio discursivo. Las marcas de la pobreza en los
relatos de vida en la mujer pobre traza una «violencia invisible», silenciada por los sujetos que la
experimentan como así también en las estadísticas oficiales. Se habla de pobreza, de números de
página 8