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Esto nos lleva a la segunda y, quizás más importante, regla de DESPERADOS – WANTED DEAD OR
ALIVE: evita, bajo cualquier circunstancia, llamar la atención sobre tu persona con algún acto
irreflexivo. Las distintas posibilidades de combate están en tu mano. Puedes elegir entre distraer a
tu enemigo, atraer su atención, eliminarlo silenciosamente o enfadarlo poco a poco. En algunas
situaciones extremas, el uso del arma será la única salida posible, aunque a menudo esto
multiplicará tus problemas en vez de acabar con ellos.
Además, es aconsejable borrar cuidadosamente tus huellas. Cuando te acerques sigilosamente a un
enemigo y lo golpees por la espalda sin ser visto, ¿crees que es mejor dejarlo tendido en plena calle
donde seguramente lo encontrará la primera patrulla que pase por allí? En vez de eso, lo puedes atar
y dejarlo en un granero abandonado. Esto vale igualmente para los NPC que han durado poco en un
duelo contra ti.
¡No le dispares nunca al pianista!
Aunque un NPC armado represente una amenaza permanente para ti, de la que, en caso de emergencia,
te tendrás que defender con la fuerza de las armas, existe otra ley no escrita que tienes que
respetar incondicionalmente, la ley más importante del salvaje Oeste: ¡no le dispares nunca a
alguien desarmado! Bajo ninguna circunstancia debes matar a un civil, incluso si un NPC de este tipo
se acerca al sheriff y da la alarma cuando te descubra. La única posibilidad para poder quitarte a un
civil de en medio es mandarlo durante un rato al reino de los sueños (por ejemplo, propinándole un
puñetazo o anestesiándolo con gas) y atarlo.
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