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El Kybalion - Logia Teosófica Miami-Dade Blavatsky

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parece ser la palabra final de la conciencia, pero un examen ulterior desprende el hecho de que esto «yo<br />

soy» puede separarse en dos partes distintas o aspectos que, si bien trabajan al unísono y en conjunción,<br />

sin embargo puede ser separadas en la conciencia.<br />

Si bien al principio parece que sólo existe un único Yo, un examen más cuidadoso revela que existe<br />

un «yo» y un «mí». Este par mental difiere en características y naturaleza, y el examen de esta, así<br />

como de los fenómenos que surgen de la misma, arrojan gran luz sobre muchos de los problemas de la<br />

influencia mental.<br />

Comencemos considerando el «mí», que generalmente se confunde con el «yo», si no se<br />

profundiza mucho en los recesos de la conciencia. <strong>El</strong> hombre piensa de sí mismo (en su aspecto de<br />

«mí» o «me») como si estuvieran compuesto por ciertos sentimientos, agrados, gustos, y disgustos,<br />

hábitos, lazos especiales, características, etc., todo lo cual forma su personalidad, o el ser que conoce él<br />

mismo y los demás. <strong>El</strong> hombre sabe que estas emociones y sentimientos cambian, que nacen y mueren,<br />

que están sujetos al principio del Ritmo y al de la Polaridad, cuyos principios lo llevan de un extremo a<br />

otro. También piensa de sí mismo como cierta suma de conocimientos agrupados en su mente, que<br />

forman así una parte de él.<br />

Éste es el «mí» o «me» del hombre.<br />

Pero quizás hemos precedido demasiado aprisa. <strong>El</strong> «mí» de muchos hombres está compuesto en<br />

gran parte de la conciencia que tiene de su propio cuerpo y de sus apetitos físicos, etc. Y, estando su<br />

conciencia limitadas en alto grado a su naturaleza corporal, prácticamente «viven allí». Algunos<br />

hombres van tan allá en esto que consideran su apariencia personal como parte de su «mí», y realmente<br />

la consideran parte de sí mismo. Un escritor dijo con mucho humorismo en una oportunidad que el<br />

hombre se compone de tres partes: «Alma, cuerpo y vestidos». Y esto haría que muchos perdieran su<br />

personalidad si se les despojara de sus vestidos. Pero, aun aquellos que no están tan estrechamente<br />

esclavizados con la idea de su apariencia personal, lo están por la conciencia de sus cuerpos. No<br />

pueden concebirse sin él. Su mente les parece que es algo «que pertenece» a su cuerpo, lo que, en<br />

muchos casos, es realmente cierto.<br />

Pero conforme el hombre adelanta en la escala de la conciencia, va adquiriendo el poder de<br />

desprender a su «mí» de esa idea corporal, y puede pensar de su cuerpo que es algo «que pertenece» a<br />

su propia parte mental. Pero aun entonces es muy capaz de identificar el «mí» completamente con sus<br />

estados mentales, sensaciones, etc., que siente existen dentro de él. E identificará esos estados consigo<br />

mismo, en vez de estimarlos como simples «cosas» producidas por su mentalidad, existentes en él,<br />

dentro de él y proviniendo de él, pero que, sin embargo, no son él mismo. Puede comprobar también<br />

que esos estados cambian mediante un esfuerzo volitivo, y que es capaz de producir una sensación o<br />

estado de naturaleza completamente opuesta de la misma manera, y, sin embargo, sigue existiendo<br />

siempre el mismo «mí». Después de un tiempo, podrá así dejar a un lado esos diversos estados<br />

mentales, emociones, sentimientos, hábitos, cualidades, características y otras posesiones personales,<br />

considerándolas como una colección de cualidades, curiosidades o valiosas posesiones del «no mí».<br />

Esto exige mucha concentración mental y poder de análisis de parte del estudiante. Pero ese trabajo es<br />

posible, y hasta los que no están muy adelantados pueden ver, en su imaginación, como se realiza el<br />

proceso descrito.<br />

Después de realizado ese ejercicio el discípulo se encontrará en posesión consciente de un «Ser»<br />

que puede ser considerado bajo su doble aspecto del «yo» y de «mí». <strong>El</strong> «mí» se sentirá como algo<br />

mental en lo que pueden producirse los pensamientos, ideas, emociones, sentimientos y otros estados<br />

mentales. Puede ser considerado como si fuera la «matriz mental», según decían los antiguos, capaz de<br />

generar mentalmente. Este «mí» se denuncia a la conciencia poseyendo poderes de creación y<br />

generación latentes, de todas clases. Su poder de energía creadora es enorme, según puede sentirlo uno<br />

mismo. Pero, a pesar de todo, se tiene la conciencia de que debe recibir alguna forma de energía, bien<br />

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