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—Sí —dijo Cath, luego sonrió. Intentó convertirla en una burlona, pero eso solo consiguió que su nariz se arrugara como la de un conejo. —¡Oh! ¡Cath! —dijo Courtney—. Estábamos pensando en que simplemente podríamos pasarnos una noche por la librería, así podemos verle. Martes y jueves, ¿cierto? —No. De ninguna manera. No, no, no. —Cath miró a Wren—. No, ¿de acuerdo? Di de acuerdo. —De acuerdo. —Wren apuñaló su tenedor en las cebollas—. ¿Cuál es el problema? —No es un problema —dijo Cath—. Pero si vienen, parecerá la gran cosa. Destruirás mi estrategia de ―ey, lo que sea, ¿quieres salir un rato? Eso es genial”. —¿Tienes una estrategia? —preguntó Wren—. ¿Implica besarle? Wren no dejaría la cosa de besar a secas. Cada vez que Abel abandonaba a Cath, Wren se abalanzaba sobre ella con lo de perseguir sus pasiones y dejar a la bestia interior suelta. —¿Y qué tal ese? —diría, buscando un chico guapo al que señalar mientras hacían cola en la fila del almuerzo—. ¿Quieres besarle? —No quiero besar a un extraño —contestaría Cath—. No estoy interesada en los labios fuera de contexto. Lo que en parte era cierto. Incluso a pesar de que Abel rompió con ella… A pesar de que Nick había comenzado a sentarse a su lado… Cath seguía notando cosas. Chicos. Muchachos. Por todas partes. En serio, por todas. En sus clases. En la Unión. En los dormitorios, en los pisos de abajo y de arriba. Y juraría que no se parecían en nada a los chicos de secundaria. ¿Cómo podía un año hacerlos tan diferentes? Cath se encontró a sí misma observando sus cuellos y sus manos. Se dio cuenta de la dureza de sus mandíbulas, la forma en que sus pechos reforzaban los hombros, su pelo… Las cejas de Nick desaparecían bajo la raíz de su pelo, y sus patillas enmarcaban sus mejillas. Cuando se sentaba detrás de él en clases, podía ver los músculos de su hombro izquierdo deslizándose bajo su camiseta. Incluso Levi era una distracción. Una casi constante. Con su bronceado cuello largo. Y su garganta balanceándose cuando se reía. 84

Cath se sentía diferente. Sintonizada. Loca por —incluso aunque ninguno de estos muchachos pareciesen chicos— los chicos. Y por primera vez, Wren era la última persona con lo que quería hablar sobre ello. En general, no quería hablar con nadie sobre ello. —Mi estrategia —le dijo a Wren—, es asegurarme de que no conoce a mi guapa y delgada gemela. —No creo que importe —dijo Wren. Cath se dio cuenta de que no discutió sobre lo de ―guapa y delgada‖—. Suena como si estuviera tras tu cerebro. Y no tengo tu cerebro. No lo hacía. Y Cath no lo entendía en absoluto. Tenían el mismo ADN. Los mismos orígenes, la misma crianza. Todas las diferencias entre ellas no tenían sentido. —Vente a casa conmigo este fin de semana —dijo Cath abruptamente. Había encontrado un vuelo a Omaha esa noche. Wren ya había dicho que no quería ir. —Sabes que papá nos extraña —dijo Cath—. Vamos. Wren miró su bandeja. —Te lo dije. Tengo que estudiar. —Hay un partido en casa este fin de semana —dijo Courtney—. No tenemos que estar sobrias hasta las once del lunes. bien. —¿Has incluso llamado a papá? —preguntó Cath. —Nos hemos enviado algunos emails —dijo Wren—. Parece estar —Nos echa de menos. —Se supone que tiene que hacerlo; es nuestro padre. —Sí —dijo Cath suavemente—, pero él es diferente. La cara de Wren se alzó, y miró fijamente a Cath, negando ligeramente. Cath se levantó de la mesa. —Mejor me voy. Necesito correr de vuelta a mi habitación antes de las clases. 85 Cuando la profesora Piper pidió las tareas del narrador poco confiable esa tarde, Nick arrebató de la mano los de Cath. Ella los agarró de vuelta. Él arqueó una ceja. Cath levantó la barbilla y le sonrió. Luego

Cath se sentía diferente. Sintonizada. Loca por —incluso aunque<br />

ninguno de estos muchachos pareciesen chicos— los chicos. Y por primera<br />

vez, Wren era la última persona con lo que quería hablar sobre ello. En<br />

general, no quería hablar con nadie sobre ello.<br />

—Mi estrategia —le dijo a Wren—, es asegurarme de que no conoce<br />

a mi guapa y delgada gemela.<br />

—No creo que importe —dijo Wren. Cath se dio cuenta de que no<br />

discutió sobre lo de ―guapa y delgada‖—. Suena como si estuviera tras tu<br />

cerebro. Y no tengo tu cerebro.<br />

No lo hacía. Y Cath no lo entendía en absoluto. Tenían el mismo<br />

ADN. Los mismos orígenes, la misma crianza. Todas las diferencias entre<br />

ellas no tenían sentido.<br />

—Vente a casa conmigo este fin de semana —dijo Cath<br />

abruptamente. Había encontrado un vuelo a Omaha esa noche. Wren ya<br />

había dicho que no quería ir.<br />

—Sabes que papá nos extraña —dijo Cath—. Vamos.<br />

Wren miró su bandeja. —Te lo dije. Tengo que estudiar.<br />

—Hay un partido en casa este fin de semana —dijo Courtney—. No<br />

tenemos que estar sobrias hasta las once del lunes.<br />

bien.<br />

—¿Has incluso llamado a papá? —preguntó Cath.<br />

—Nos hemos enviado algunos emails —dijo Wren—. Parece estar<br />

—Nos echa de menos.<br />

—Se supone que tiene que hacerlo; es nuestro padre.<br />

—Sí —dijo Cath suavemente—, pero él es diferente.<br />

La cara de Wren se alzó, y miró fijamente a Cath, negando<br />

ligeramente.<br />

Cath se levantó de la mesa. —Mejor me voy. Necesito correr de<br />

vuelta a mi habitación antes de las clases.<br />

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Cuando la profesora Piper pidió las tareas del narrador poco<br />

confiable esa tarde, Nick arrebató de la mano los de Cath. Ella los agarró<br />

de vuelta. Él arqueó una ceja. Cath levantó la barbilla y le sonrió. Luego

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