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—No voy a ir a cenar contigo. Ni siquiera te agrado. —Me caes bien —dijo Reagan. —Esto es ridículo. —Jesucristo, ¿no tienes hambre? Cath estaba apretando sus puños tan fuertes, que sus nudillos se estaban poniendo blancos. Pensó en el filete de pollo frito. Y papas gratinadas. Y tarta de fresa ruibarbo. Y se preguntó si el comedor de Pound tendría una máquina de helado como en Selleck. Y pensó sobre ganar. Sobre cómo estaba dejando que esto ganara, lo que sea que fuera, la locura dentro de ella. Cath, cero. Locura, un millón. Se inclinó, comprimiendo el nudo en su estómago. Luego se puso de pie con tanta dignidad como pudo encontrar y se puso sus zapatillas Vans. —He estado comiendo comida de verdad… —murmuró—. Almuerzo en Selleck con mi hermana. Reagan abrió la puerta. —Entonces, ¿por qué no comes aquí? —Porque esperé demasiado. Construí un muro para bloquearlo. Es difícil de explicar… —En serio, ¿por qué no te drogas? Cath caminó pasándola saliendo de la habitación. —¿Eres una licenciada de psiquiatría? ¿O solo juegas a una en televisión? —Estoy en la drogas —dijo Reagan—. Son una cosa hermosa. 44 No hubo momento incómodo en el comedor, no se quedó parada en la puerta con una bandeja, tratando de decidir el lugar más inocuo para sentarse. Reagan se sentó en la primera mesa medio vacía que encontró. Ni siquiera saludó a las otras personas sentadas allí. —¿No vas a llegar tarde al trabajo? —preguntó Cath.
—Voy a salir. Pero iba a comer primero aquí la cena de todas maneras. Nosotros pagamos por toda esta comida; muy bien que podemos comerla. La bandeja de Cath tenía un plato de macarrones al horno y dos cuencos de coles de Bruselas. Estaba hambrienta. Reagan tomó un gran bocado de su pasta de ensalada. Su cabello largo colgaba sobre sus hombros. Era una docena de tonos rojos y dorados, ninguno de ellos muy natural. —¿Realmente crees que no me agradas? —preguntó con la boca llena. Cath tragó. Ella y Reagan nunca habían tenido una conversación antes de hoy, ninguna seria que importara. —Um… tuve la sensación de que no querías un compañero de habitación. —No quiero un compañero de habitación. —Reagan frunció el ceño. Ella fruncía el ceño tanto como Levi sonreía—. Pero eso no tiene nada que ver contigo. —Entonces, ¿por qué vives en los dormitorios? No eres una estudiante de primer año, ¿cierto? Ni siquiera creo que los estudiantes de cuarto o tercer año vivan en el campus. —Lo tengo que hacer —dijo Reagan—. Es parte de mi beca. Se supone que obtendría mi propia habitación este año, estaba en la lista, pero todas las residencias están sobre su capacidad. —Lo siento —dijo Cath. —No es tu culpa. —Yo tampoco quería un compañero de habitación —dijo Cath—. Quiero decir… pensé que iba a vivir con mi hermana. —¿Tienes una hermana que estudia aquí? —Gemela. —Ew, raro. —¿Por qué es raro? —preguntó Cath. —Solo lo es. Es espeluznante. Como tener una doble. ¿Son idénticas? —Técnicamente. —Ew. —Reagan se estremeció melodramáticamente. —No es espeluznante —dijo Cath—. ¿Qué está mal contigo? Reagan sonrió y se estremeció de nuevo. —Entonces, ¿por qué no estás viviendo con tu hermana? —Ella quería conocer gente nueva —dijo Cath. 45
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—Voy a salir. Pero iba a comer primero aquí la cena de todas<br />
maneras. Nosotros pagamos por toda esta comida; muy bien que<br />
podemos comerla.<br />
La bandeja de Cath tenía un plato de macarrones al horno y dos<br />
cuencos de coles de Bruselas. Estaba hambrienta.<br />
Reagan tomó un gran bocado de su pasta de ensalada. Su cabello<br />
largo colgaba sobre sus hombros. Era una docena de tonos rojos y<br />
dorados, ninguno de ellos muy natural. —¿Realmente crees que no me<br />
agradas? —preguntó con la boca llena.<br />
Cath tragó. Ella y Reagan nunca habían tenido una conversación<br />
antes de hoy, ninguna seria que importara. —Um… tuve la sensación de<br />
que no querías un compañero de habitación.<br />
—No quiero un compañero de habitación. —Reagan frunció el ceño.<br />
Ella fruncía el ceño tanto como Levi sonreía—. Pero eso no tiene nada que<br />
ver contigo.<br />
—Entonces, ¿por qué vives en los dormitorios? No eres una estudiante<br />
de primer año, ¿cierto? Ni siquiera creo que los estudiantes de cuarto o<br />
tercer año vivan en el campus.<br />
—Lo tengo que hacer —dijo Reagan—. Es parte de mi beca. Se<br />
supone que obtendría mi propia habitación este año, estaba en la lista,<br />
pero todas las residencias están sobre su capacidad.<br />
—Lo siento —dijo Cath.<br />
—No es tu culpa.<br />
—Yo tampoco quería un compañero de habitación —dijo Cath—.<br />
Quiero decir… pensé que iba a vivir con mi hermana.<br />
—¿Tienes una hermana que estudia aquí?<br />
—Gemela.<br />
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—¿Por qué es raro? —preguntó Cath.<br />
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—Técnicamente.<br />
—Ew. —Reagan se estremeció melodramáticamente.<br />
—No es espeluznante —dijo Cath—. ¿Qué está mal contigo?<br />
Reagan sonrió y se estremeció de nuevo. —Entonces, ¿por qué no<br />
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—Ella quería conocer gente nueva —dijo Cath.<br />
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