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38 Traducido por becky_abc2 Corregido por Gabbita 388 Era su última noche de viernes en Pound Hall. Había un chico en su habitación. En la cama de Cath, ocupando mucho más que la parte que le correspondía, y comiendo el resto de su mantequilla de maní. Sacó la cuchara de su boca. —¿Lo entregaste? —Lo deslicé por debajo de electrónico también, por si acaso. —¿Me lo leerás? su puerta, se lo enviaré por correo —Pffft —Cath sacó La Octava Danza de su bolso y lo dejó caer sobre la cama—. Prioridades —dijo—. Hazme espacio. Levi frunció la nariz y trató de saborear la mantequilla de maní de sus dientes. Cath empujó su hombro. —Hazme espacio. —Él sonrió, inclinándose contra su almohada, y dio unas palmaditas en el espacio de la cama, entre sus piernas dobladas. Subió sobre sus rodillas, y él puso sus brazos alrededor de ella, tirándola más cerca. Sintió su barbilla en la nuca. —¿Estás poniendo mantequilla de maní en mi cabello? —Es preventivo. Cuando más tarde ponga chicle en tu cabello, no se pegará. Abrió el libro y trató de encontrar su lugar. Era robusto. Estuvieron leyendo por dos días, tomando descansos entre los estudios y los finales, y aún así faltaban cuatrocientas páginas. Habían dejado un fin de semana juntos, y Cath iba a leer hasta que se quedara sin aire. —No puedo creer que no me lo hayan arruinado —dijo. —Estaba planeando despojarte después —dijo Levi—. Pero si quieres, podemos hacer eso primero.

—Almorcé con Wren hoy, y casi me lo arruinó en cuatro momentos diferentes. No me atrevo a entrar en Internet, las personas están cotilleando todo en el FanFixx. —Hice un letrero para ponerlo en mi delantal que dice: ―NO ME DIGAS QUÉ PASA EN SIMON SNOW‖ —Tal vez debería escribir eso en mi frente —dijo Cath. —Podría hacer la parte del despojo… —¿Recuerdas dónde nos quedamos? Se me cayó el separador. —Trescientos diecinueve, el Humdrum había convertido a los merwolves contra la escuela y estaban arrastrándose alrededor, arrastrando sus aletas, haciendo que todo se mojara y rechinando sus dientes contra los niños pequeños y luego Penelope Bunce, la heroína de nuestra historia, lanzó un hechizo que hizo que las nubes llovieran plata. —Creo que Baz lanzó el hechizo. —Sí, pero Penelope lo miró. Fue fundamental. —Página trescientos diecinueve —dijo Cath—. ¿Estás listo? Levi la empujó contra él, la besó en el cuello un par de veces, y luego la mordió, ubicó a Cath entre sus piernas, apretando su cintura. —Listo. La plata rebotó como el mercurio de la piel de Simon, pero se dibujó enfermizamente en la piel del Merwolf, líneas grises de acero aparecieron en los ojos amarillos de la bestia, y se aflojaron, salpicando en el suelo. Simon se quedó sin aliento y miró alrededor del pasto. Todos los merwolves se derrumbaron y Penelope llevaba a los niños pequeños de regreso a la relativa seguridad de la fortaleza. Basil se dirigió a través del césped hacía Simon, frotando la plata de su capucha negra. Ni siquiera se molestó en ocultar sus colmillos; Simon podía verlos desde ahí. Simon ajustó su agarre sobre la Espada de los Magos y la sostuvo en lo alto en señal de advertencia. Baz se detuvo frente a él y suspió. —Dale un descanso, Snow. Simon sostuvo la espalda más alta. —¿De verdad crees que quiero pelear contra ti? —preguntó Baz—. ¿Ahora? —¿Por qué debería ser hoy un día diferente, de todos los demás de nuestras vidas? 389

—Almorcé con Wren hoy, y casi me lo arruinó en cuatro momentos<br />

diferentes. No me atrevo a entrar en Internet, las personas están<br />

cotilleando todo en el FanFixx.<br />

—Hice un letrero para ponerlo en mi delantal que dice: ―NO ME<br />

DIGAS QUÉ PASA EN SIMON SNOW‖<br />

—Tal vez debería escribir eso en mi frente —dijo Cath.<br />

—Podría hacer la parte del despojo…<br />

—¿Recuerdas dónde nos quedamos? Se me cayó el separador.<br />

—Trescientos diecinueve, el Humdrum había convertido a los<br />

merwolves contra la escuela y estaban arrastrándose alrededor,<br />

arrastrando sus aletas, haciendo que todo se mojara y rechinando sus<br />

dientes contra los niños pequeños y luego Penelope Bunce, la heroína de<br />

nuestra historia, lanzó un hechizo que hizo que las nubes llovieran plata.<br />

—Creo que Baz lanzó el hechizo.<br />

—Sí, pero Penelope lo miró. Fue fundamental.<br />

—Página trescientos diecinueve —dijo Cath—. ¿Estás listo?<br />

Levi la empujó contra él, la besó en el cuello un par de veces, y<br />

luego la mordió, ubicó a Cath entre sus piernas, apretando su cintura.<br />

—Listo.<br />

La plata rebotó como el mercurio de la piel de Simon, pero se dibujó<br />

enfermizamente en la piel del Merwolf, líneas grises de acero aparecieron<br />

en los ojos amarillos de la bestia, y se aflojaron, salpicando en el suelo.<br />

Simon se quedó sin aliento y miró alrededor del pasto. Todos los<br />

merwolves se derrumbaron y Penelope llevaba a los niños pequeños de<br />

regreso a la relativa seguridad de la fortaleza.<br />

Basil se dirigió a través del césped hacía Simon, frotando la plata de<br />

su capucha negra. Ni siquiera se molestó en ocultar sus colmillos; Simon<br />

podía verlos desde ahí.<br />

Simon ajustó su agarre sobre la Espada de los Magos y la sostuvo en<br />

lo alto en señal de advertencia.<br />

Baz se detuvo frente a él y suspió. —Dale un descanso, Snow.<br />

Simon sostuvo la espalda más alta.<br />

—¿De verdad crees que quiero pelear contra ti? —preguntó Baz—.<br />

¿Ahora?<br />

—¿Por qué debería ser hoy un día diferente, de todos los demás de<br />

nuestras vidas?<br />

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