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03.07.2014 Views

Wren tenía razón. Había estado en Cath publicar el capítulo Carry On, Simon cada noche. —De lo contrario, nunca ganarás El octavo baile. Iban a ir a la fiesta de lanzamiento a medianoche en Bookworm, en Omaha. Levi quiera ir también. —¿Tenemos que ir usando disfraces? —preguntó la otra noche, estando en su habitación. —No hacemos lo de los disfraces desde la secundaria. —Cath estaba sentada en el sillón del amor frente a su portátil. Podría escribir con él en su habitación ahora; estaba tan concentrada en Carry On, que podría escribir en una habitación llena de animales de circo. —Demonios —dijo él—- Yo quería hacer lo de los disfraces. —¿Como quien irías? —El mago. O tal vez como uno de los vampiros, Count Vidalia. O Baz. ¿Eso te haría loca de deseo? —Ya estoy loca de deseo —dijo ella desde el otro lado de la habitación—. Lo siento —dijo Cath, frotándose los ojos. Levi había estado toda la noche sobre ella. Molestándola. Tratando de que saliera de su cabeza y jugara—. Solo necesito terminar este capítulo si quiero que Wren lo lea antes de que se vaya a dormir. Cath estaba tan cerca de ponerle un final a Carry On, que cada capítulo se sentía importante. Si escribía algo estúpido ahora, no sería capaz de frenarlo o corregirlo más adelante. No había espacio para rellenar; cada capítulo se entendía como la resolución o línea final de un personaje de la escena. Ella quería que todos tuvieran el final que merecían. No solo Baz, Simon, Agatha o Penelope, también quería eso para los otros personajes —Dean el reacio reclutador de vampiros, Eb el cabrero, el profesor Benedict, Coach Mac… Estaba tratando de no ponerle atención a sus otras cuentas —que acaban por añadir más presión— pero sabía que estaban fuera de la tabla. En decenas de miles de personas. Tenía que hacer tantos comentarios que Wren tomó su lugar para hacerlos por ella, usando el perfil de Cath para agradecer a la gente y responder a las preguntas básicas. 374

Cath se mantenía al día en sus clases, por poco. Todas las otras asignaciones se sentían como lo que tenía que atravesar para llegar hasta Simon y Baz. Una cosa acerca de escribir tanto de esto… su cerebro nunca se fue del Mundo de los Magos. Cuando se sentaba a escribir, no tenía que esperar a que la historia fuera viniendo lentamente, esperando para ponerse en temperatura. Ella estaba ahí, todo el tiempo. Todo el día. La vida real era algo que sucedía en su visión periférica. Su portátil se cerró de golpe. Cath quitó los dedos justo a tiempo. No se había dado cuenta de que Levi se encontraba detrás del sofá del amor. Él movió su ordenador y con cuidado lo puso en el suelo. —Pausa comercial. —Los libros no tienen pausas comerciales. —No soy una persona de libros —dijo él, tirando de ella en su regazo—. Descanso, ¿entonces? Cath trepó en él a regañadientes, pensando en lo último que había escrito, no queriendo dejarlo atrás. —Los libros tampoco tienen descanso. —¿Qué tienen entonces? —Finales. Él puso sus manos en las caderas. —Ya llegarás ahí —dijo, olfateando en el cuello de su camiseta. Su cabello le hacía cosquillas por el cuello, rompiendo el hechizo de la cabeza de Cath. O poniendo uno nuevo. —Está bien —suspiró, besando su cabeza y oscilando en su estómago—. De acuerdo. Intermedio. 375 —Tienes que darle a Penelope su propio capítulo —dijo Wren. Iban caminando de vuelta a los dormitorios, chapoteando a través de los charcos. Wren llevaba botas de goma amarilla, y seguía saltando en los charcos, empapando las piernas y tobillos de Cath. —¿Dónde lo pongo? —suspiró Cath. La nieve se estaba derritiendo, pero todavía podía ver su aliento en el aire—. Debí haberlo escrito hace dos semanas. Ahora se vería forzado… Esto es el por qué los escritores reales tienen el libro completo escrito antes de mostrárselo a alguien; desearía poder volver y reescribirlo.

Cath se mantenía al día en sus clases, por poco. Todas las otras<br />

asignaciones se sentían como lo que tenía que atravesar para llegar hasta<br />

Simon y Baz.<br />

Una cosa acerca de escribir tanto de esto… su cerebro nunca se fue<br />

del Mundo de los Magos. Cuando se sentaba a escribir, no tenía que<br />

esperar a que la historia fuera viniendo lentamente, esperando para<br />

ponerse en temperatura. Ella estaba ahí, todo el tiempo. Todo el día. La<br />

vida real era algo que sucedía en su visión periférica.<br />

Su portátil se cerró de golpe. Cath quitó los dedos justo a tiempo. No<br />

se había dado cuenta de que Levi se encontraba detrás del sofá del amor.<br />

Él movió su ordenador y con cuidado lo puso en el suelo.<br />

—Pausa comercial.<br />

—Los libros no tienen pausas comerciales.<br />

—No soy una persona de libros —dijo él, tirando de ella en su<br />

regazo—. Descanso, ¿entonces?<br />

Cath trepó en él a regañadientes, pensando en lo último que había<br />

escrito, no queriendo dejarlo atrás. —Los libros tampoco tienen descanso.<br />

—¿Qué tienen entonces?<br />

—Finales.<br />

Él puso sus manos en las caderas. —Ya llegarás ahí —dijo, olfateando<br />

en el cuello de su camiseta. Su cabello le hacía cosquillas por el cuello,<br />

rompiendo el hechizo de la cabeza de Cath. O poniendo uno nuevo.<br />

—Está bien —suspiró, besando su cabeza y oscilando en su<br />

estómago—. De acuerdo. Intermedio.<br />

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—Tienes que darle a Penelope su propio capítulo —dijo Wren. Iban<br />

caminando de vuelta a los dormitorios, chapoteando a través de los<br />

charcos. Wren llevaba botas de goma amarilla, y seguía saltando en los<br />

charcos, empapando las piernas y tobillos de Cath.<br />

—¿Dónde lo pongo? —suspiró Cath. La nieve se estaba derritiendo,<br />

pero todavía podía ver su aliento en el aire—. Debí haberlo escrito hace<br />

dos semanas. Ahora se vería forzado… Esto es el por qué los escritores<br />

reales tienen el libro completo escrito antes de mostrárselo a alguien;<br />

desearía poder volver y reescribirlo.

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