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Miró arriba, y a la cara sonriente de Levi. —Hola —dijo, y eso casi vino con un signo de exclamación—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Recibí tu mensaje, te envié uno de vuelta. —Mi teléfono está muerto. —Cath miró a los ojos arrugados de Levi y a su sonrisa de alivio, tratando de traerlo a todo. Él estaba sosteniendo dos tazas de café y una banana en el bolsillo de su camisa de franela. —¿Señor Avery? —dijo, sosteniendo una taza de café—. Esta era para Jandro, pero parece que está recuperado. Su papá tomó el café. —Gracias. Levi. —Levi —repitió Cath y sabía que estaba a punto de llorar—. No tenías que venir. Él hizo un puño flojo y golpeó suavemente la parte inferior de su barbilla, tomando medio paso hacia ella. —Sí, tenía. Cath trató de no sonreír, pero terminó sonriendo tan ampliamente, que los oídos casi le estallaron. —Ellos no me dejaron entrar —dijo él—. O a Jandro. Sólo familia inmediata. Cath asintió. —¿Está tu hermana bien? —Sí. Con resaca. Avergonzada… Ahora vamos a volver a Omaha, los tres. —¿Estás bien? —Sí. Sí. —Ella alcanzó su mano y la apretó—. Gracias —dijo. —Ni siquiera sabías que estaba aquí. —Lo sé ahora, y voy a aplicar esos sentimientos de vuelta. Gracias… ¿Te perdiste la fiesta de cumpleaños de tu hermana? —No, es mañana después de la iglesia. Voy a tomar una siesta y volver hacia allá, a menos que necesites algo. —No. —¿Tienes hambre? Cath rió. —¿Estás a punto de ofrecerme una banana? —Estoy a punto de ofrecerte la mitad de una banana —dijo Levi, dejando ir su mano. Le dio a ella el café y sacó la banana de su bolsillo, pelándola. Cath miró a Wren. Ella estaba presentando a Jandro a su papá. 318

Wren lucía como el infierno, pero Jandro la estaba viendo como si fuera la Dama del Lago. Levi le ofreció la mitad de la banana y ella la tomó—. Aplausos —dijo, golpeando su mano con la de ella. Cath se comió la banana y se aferró a su mirada. —Te doy la luna en este momento —dijo. Los ojos de Levi brillaron con alegría, y subió una ceja. —Sí, pero, ¿podrías partirla para mí? 319 Cath condujo a casa. Pasaron por McDonald‘s primero y su papá ordenó dos hamburguesas de pescado, y dijo que ninguna podía molestarlo al respecto. Wren hizo una mueca. —Ni siquiera me importa si es malo para el colesterol. Es el olor lo que me enferma. —Tal vez no deberías emborracharte a ti misma en un estupor malhumorado —dijo su padre. Y fue entonces cuando Cath se dio cuenta de que él no iba a pretender que nada estaba mal. Que no iba sólo a dejar a Wren en sus asuntos. Cath aplastó su hamburguesa de queso en el volante y era la única persona en la interestatal observando el límite de velocidad. Cuando llegaron a casa, Wren fue directo a tomarse una ducha. Su papá se quedó en la sala de estar, pareciendo perdido. —Tú vas luego —le dijo Cath—. No estoy tan grave. —Tenemos que hablar acerca de esto —dijo—. Esta noche. Quiero decir, no tú. No tienes que hacerlo. Wren y yo tenemos que hablar. Debería haberle hablado en Navidad, pero había tanto pasando. —Lo siento. —No lo hagas, Cath. —También es mi culpa. Lo escondí de ti. Él se quitó las gafas y se frotó la frente. —No es así. Yo vi lo que estaba haciendo… Pensé que ella, no lo sé, se autocorregiría. Que lo sacaría de su sistema. Su corbata había hecho su camino casi completamente de su bolsillo. —Deberías dormir —dijo Cath—. Toma una ducha, luego duerme.

Wren lucía como el infierno, pero Jandro la estaba viendo como si fuera la<br />

Dama del Lago. Levi le ofreció la mitad de la banana y ella la tomó—.<br />

Aplausos —dijo, golpeando su mano con la de ella.<br />

Cath se comió la banana y se aferró a su mirada. —Te doy la luna en<br />

este momento —dijo.<br />

Los ojos de Levi brillaron con alegría, y subió una ceja. —Sí, pero,<br />

¿podrías partirla para mí?<br />

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Cath condujo a casa. Pasaron por McDonald‘s primero y su papá<br />

ordenó dos hamburguesas de pescado, y dijo que ninguna podía<br />

molestarlo al respecto.<br />

Wren hizo una mueca. —Ni siquiera me importa si es malo para el<br />

colesterol. Es el olor lo que me enferma.<br />

—Tal vez no deberías emborracharte a ti misma en un estupor<br />

malhumorado —dijo su padre. Y fue entonces cuando Cath se dio cuenta<br />

de que él no iba a pretender que nada estaba mal. Que no iba sólo a<br />

dejar a Wren en sus asuntos.<br />

Cath aplastó su hamburguesa de queso en el volante y era la única<br />

persona en la interestatal observando el límite de velocidad.<br />

Cuando llegaron a casa, Wren fue directo a tomarse una ducha.<br />

Su papá se quedó en la sala de estar, pareciendo perdido. —Tú vas<br />

luego —le dijo Cath—. No estoy tan grave.<br />

—Tenemos que hablar acerca de esto —dijo—. Esta noche. Quiero<br />

decir, no tú. No tienes que hacerlo. Wren y yo tenemos que hablar. Debería<br />

haberle hablado en Navidad, pero había tanto pasando.<br />

—Lo siento.<br />

—No lo hagas, Cath.<br />

—También es mi culpa. Lo escondí de ti.<br />

Él se quitó las gafas y se frotó la frente. —No es así. Yo vi lo que<br />

estaba haciendo… Pensé que ella, no lo sé, se autocorregiría. Que lo<br />

sacaría de su sistema.<br />

Su corbata había hecho su camino casi completamente de su<br />

bolsillo. —Deberías dormir —dijo Cath—. Toma una ducha, luego duerme.

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