03.07.2014 Views

o_18rulva3fffvinn1uev1om575ha.pdf

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

El conejo giró su cabeza desde el techo (desde un vistazo más<br />

cercano, sus ojos eran más rojos que rosas) y abrió la boca para bostezar,<br />

mientras Simon parecía esperar que revelara sus incisivos como colmillos,<br />

como cuchillos largos y blancos.<br />

—La espada, Snow. Ahora. —Baz ya se encontraba sujetando su<br />

varita en el aire como si estuviese a punto de comenzar a conducir una<br />

sinfonía. A veces era realmente grandioso.<br />

Simon mantuvo la mano derecha en su cadera y le susurró el<br />

hechizo que el Mago le había enseñado. —En la justicia. En el coraje. En la<br />

defensa del débil. A la vista de los poderosos. A través de la magia, la<br />

sabiduría y el bien.<br />

Sintió la empuñadura materializándose en su mano. No siempre<br />

vendría, le advirtió el Mago; la daga tenía mente propia. Si Simon la<br />

llamaba en la situación equivocada, incluso en la ignorancia, la Espada de<br />

los Magos no respondería.<br />

La liebre se acercó con su pata delantera casi tímidamente hacia<br />

el suelo de la guardería, entonces cayó del techo de manera elegante,<br />

como un conejo mascota bajándose del sofá.<br />

—No ataques —dijo Simon—. Todavía no sabemos sus<br />

intenciones… ¿Cuáles son tus intenciones? —gritó. Era un conejo mágico,<br />

por lo tanto podía hablar.<br />

El conejo ladeó la cabeza, como si eso fuera una respuesta, y chilló<br />

al espacio vacío en el cielo.<br />

—No estamos aquí para lastimarte —dijo Simon—. Sólo… cálmate.<br />

—Alardea, Snow. ¿Luego le pedirás que venga?<br />

—Bueno, algo tenemos que hacer.<br />

—Creo que deberíamos correr.<br />

El conejo estaba en cuclillas entre ellos y la puerta. Simon tomó su<br />

varita con la mano izquierda. —Cálmate, ¡por favor! —gritó, probando<br />

nuevamente con la poderosa palabra. El conejo soltó una furiosa corriente<br />

de saliva en su dirección.<br />

tres.<br />

—Sí, muy bien —le dijo Simon a Baz—, corramos. A la cuenta de<br />

Baz ya casi había llegado a la puerta. El conejo le chilló pero no le<br />

daría la espalda a Simon. En su lugar, lo golpeó con su garra de aspecto<br />

mortal.<br />

Él se las arregló para esquivarlo, pero la liebre lo persiguió<br />

inmediatamente. Cuando se le aferró a la cabeza, Simon se preguntó si<br />

255

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!