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—Una vez que me di cuenta de que no era lo correcto para mí, no me atreví a hacerlo. Sólo quería seguir adelante. La profesora Piper consideró las palabras de Cath cuidadosamente, tocando el borde de la mesa. Así es como luce cuando una persona cuerda da golpecitos con los dedos. —¿Por qué sigues diciendo que no era lo correcto para ti? — preguntó la profesora—. Tu trabajo el semestre pasado fue excelente. Estaba todo bien. Tú eres una de mis alumnas más prometedoras. —Pero no quiero escribir mi propia ficción —dijo Cath, tan enfáticamente como pudo—. No quiero escribir mis propios personajes o mundos, no me importan ellos. —Apretó los puños sobre su regazo—. Me preocupo por Simon Snow. Y sé que no es mío, pero eso no me importa. Prefiero verterme a mí misma en un mundo que amo y entiendo, que tratar de hacer algo de la nada. La profesora se inclinó hacia delante. —Pero no hay nada más profundo que crear algo de la nada. —Su hermoso rostro se volvió feroz—. Piensa en ello, Cath. Eso es lo que hace un Dios o una madre. No hay nada más embriagador que crear algo de la nada. Crear algo de ti misma. Cath no esperaba que la profesora Piper fuera feliz con su decisión, pero ella no esperaba eso tampoco. No creía que la profesora la empujaría de vuelta. —Se siente como nada para mí —dijo Cath. —¿Prefieres tomar, o pedir prestada, la creación de otro? —Conozco a Simon y Baz. Sé lo que piensan, lo que sienten. Cuando les escribo, me pierdo en ellos por completo, y estoy feliz. Cuando estoy escribiendo mis propias cosas, es como nadar contra la corriente. O… caer por un acantilado, agarrándome de las ramas, tratando de inventar las ramas mientras caigo. —Sí —dijo la profesora, extendiendo la mano agarrando el aire frente a Cath, como si estuviera cogiendo a una mosca—. Así es como se supone que se siente. odio. Cath negó con la cabeza. Había lágrimas en sus ojos. —Bueno, lo —¿Lo odias? ¿O sólo le temes? Cath suspiró y decidió acabar con los ojos fijos en su jersey. Otro tipo de adulto le entregaría una caja de Kleenex ahora mismo. La profesora Piper seguía empujando. 242
—Tienes un permiso especial para estar en mi clase. Debes haber querido escribir. Y tu trabajo fue encantador, ¿no te gustó? —Nada de lo que escribí en comparación con Simon. —¡Dios mío, Cath! ¿Estás realmente comparándote a ti misma con el autor más exitoso de la era moderna? —Sí —dijo Cath—. Porque, cuando estoy escribiendo personajes de Gemma T. Leslie, a veces, de alguna manera, soy mejor que ella. Sé lo loco que suena, pero también sé que es verdad. No soy un Dios. Nunca pude crear el mundo de los magos, pero soy muy, muy buena en la manipulación de ese mundo. Puedo hacer más con sus personajes de lo que podía hacer con los míos. Mis personajes son… borradores comparados con los de ella. lee. —Pero no se puede hacer nada con fanfiction. Es muerto. —No puedo dejar que la gente lo lea. Mucha gente realmente lo —No se puede vivir de esa manera. No se puede hacer una carrera. —¿Cuántas personas hacen una carrera escribiendo? —espetó Cath. Se sentía como si todo dentro de ella estuviera explotando. Sus nervios. Su temperamento. Su esófago—. Voy a escribir porque me encanta la forma en la que otras personas tontean o… o hacen libros de fotos. Y voy a encontrar alguna otra manera de hacer dinero. La profesora Piper se recostó de nuevo y se cruzó de brazos. —No voy a hablar contigo más acerca del fanfiction. —Bien. —Pero no he terminado de hablar contigo. Cath volvió a respirar hondo. —Tengo miedo —dijo la profesora Piper—. Miedo de que nunca vayas a descubrir lo que eres realmente capaz de hacer. Que no llegaras a ver, que no voy a llegar a ver, ninguna de las maravillas que hay dentro de ti. Tienes razón, no hay nada que conviertas en el último semestre en comparación con Simon Snow y heredero del Mago. Pero había mucho potencial. Tus personajes estremecían, Cath, como si estuvieran tratando de evolucionar de la página. Cath rodó sus ojos y se limpió la nariz en su hombro. —¿Puedo hacerte una pregunta? —preguntó la profesora. —Estoy bastante segura de que la hará de todos modos. La mujer sonrió. —¿Ayudaste Nick Manter en su proyecto final? 243
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querido escribir. Y tu trabajo fue encantador, ¿no te gustó?<br />
—Nada de lo que escribí en comparación con Simon.<br />
—¡Dios mío, Cath! ¿Estás realmente comparándote a ti misma con el<br />
autor más exitoso de la era moderna?<br />
—Sí —dijo Cath—. Porque, cuando estoy escribiendo personajes de<br />
Gemma T. Leslie, a veces, de alguna manera, soy mejor que ella. Sé lo loco<br />
que suena, pero también sé que es verdad. No soy un Dios. Nunca pude<br />
crear el mundo de los magos, pero soy muy, muy buena en la<br />
manipulación de ese mundo. Puedo hacer más con sus personajes de lo<br />
que podía hacer con los míos. Mis personajes son… borradores<br />
comparados con los de ella.<br />
lee.<br />
—Pero no se puede hacer nada con fanfiction. Es muerto.<br />
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Cath. Se sentía como si todo dentro de ella estuviera explotando. Sus<br />
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encanta la forma en la que otras personas tontean o… o hacen libros de<br />
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La profesora Piper se recostó de nuevo y se cruzó de brazos. —No<br />
voy a hablar contigo más acerca del fanfiction.<br />
—Bien.<br />
—Pero no he terminado de hablar contigo.<br />
Cath volvió a respirar hondo.<br />
—Tengo miedo —dijo la profesora Piper—. Miedo de que nunca<br />
vayas a descubrir lo que eres realmente capaz de hacer. Que no llegaras<br />
a ver, que no voy a llegar a ver, ninguna de las maravillas que hay dentro<br />
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comparación con Simon Snow y heredero del Mago. Pero había mucho<br />
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Cath rodó sus ojos y se limpió la nariz en su hombro.<br />
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