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Pocos segundos después, su teléfono sonó. ¿Esa no es mi línea? Demasiado cansada para escribir anoche —tecleó Cath—, fui a la cama a las diez. Sonó. Ya descuidando a tus admiradores… Cath sonrió. Siempre tan celosa de mis fanáticos… Ten un buen día. Sí, tú también. Un hombre indio de mediana edad en una reconfortante chaqueta de lana entró en el auditorio. Cath bajó su teléfono y lo deslizó dentro de su bolso. 22 Cuando regresó al dormitorio, se encontraba hambrienta. A este ritmo, sus barras de proteína no durarían una semana… Había un chico sentando fuera de su habitación. El mismo. ¿Novio de Reagan? ¿El amigo de cigarrillos de Reagan? —¡Cather! —dijo con una sonrisa. Comenzó a ponerse de pie tan pronto como la vio, lo que fue más de una producción de la que debería haber sido; sus piernas y brazos eran demasiado largos para su cuerpo. —Es Cath —dijo. —¿Estás segura? —Recorrió una mano a través de su cabello. Como si estuviera confirmando que estaba todavía desordenado—. Porque realmente me gusta Cather. —Estoy segura —dijo categóricamente—. He tenido un montón de tiempo para pensar al respecto. Él se paró allí, esperando a que ella abriera la puerta. —¿Está Reagan aquí? —preguntó Cath. —Si Reagan estuviera aquí —sonrió—, ya estaría adentro. Cath apretó su llave pero no abrió la puerta. No estaba al tanto de esto. Ya estaba saturada de nuevo y otro el día de hoy. Justo ahora sólo quería acurrucarse en su cama extraña y ruidosa e inhalar tres barras de proteína. Miró sobre el hombro del muchacho. —¿Cuándo llegará? Él se encogió de hombros.

El estómago de Cath se apretó. —Bueno, simplemente no puedo dejarte entrar —espetó. —¿Por qué no? —Ni siquiera te conozco. —¿Estas bromeando? —Rió—. Nos conocimos ayer. Estaba en la habitación cuando me conociste. —Sí, pero no te conozco. Ni siquiera conozco a Reagan. —¿Vas a hacerla esperar afuera también? —Mira… —dijo Cath—, simplemente no puedo dejar a chicos extraños en mi habitación. Ni siquiera sé tu nombre. Toda esta situación es demasiado abusiva. —¿Abusiva? —Tu entiendes —dijo—, ¿cierto? Él dejó caer una ceja y sacudió la cabeza, todavía sonriendo. —No realmente. Pero ahora no quiero entrar contigo. La palabra ―abusivo‖ me pone incómodo. —A mí también —dijo agradecidamente. Se recostó contra la pared y se deslizó nuevamente hacia el suelo, mirándola. Luego le tendió la mano. —Soy Levi, por cierto. Cath frunció el ceño y tomó su mano ligeramente, todavía sosteniendo sus llaves. —De acuerdo —dijo, luego abrió la puerta y la cerró tan rápidamente como fue posible detrás de ella. Agarró su laptop y sus barras de proteína y gateó hasta la esquina de su cama. 23 Cath estaba tratando de caminar por su lado de la habitación, pero no había suficiente piso. Ya se sentía como una prisión ahí, especialmente ahora que el novio de Reagan, Levi, estaba de pie haciendo guardia —o sentando haciendo guardia, o lo que fuera— en el pasillo. Cath se sentiría mejor si pudiera simplemente hablar con alguien. Se preguntaba si era demasiado pronto para llamar a Wren… Llamó a su papá en su lugar. Y dejó un mensaje de voz. Le escribió un mensaje a Abel. Hola. Uno menos. ¿Qué tal?

El estómago de Cath se apretó. —Bueno, simplemente no puedo<br />

dejarte entrar —espetó.<br />

—¿Por qué no?<br />

—Ni siquiera te conozco.<br />

—¿Estas bromeando? —Rió—. Nos conocimos ayer. Estaba en la<br />

habitación cuando me conociste.<br />

—Sí, pero no te conozco. Ni siquiera conozco a Reagan.<br />

—¿Vas a hacerla esperar afuera también?<br />

—Mira… —dijo Cath—, simplemente no puedo dejar a chicos<br />

extraños en mi habitación. Ni siquiera sé tu nombre. Toda esta situación es<br />

demasiado abusiva.<br />

—¿Abusiva?<br />

—Tu entiendes —dijo—, ¿cierto?<br />

Él dejó caer una ceja y sacudió la cabeza, todavía sonriendo. —No<br />

realmente. Pero ahora no quiero entrar contigo. La palabra ―abusivo‖ me<br />

pone incómodo.<br />

—A mí también —dijo agradecidamente.<br />

Se recostó contra la pared y se deslizó nuevamente hacia el suelo,<br />

mirándola. Luego le tendió la mano. —Soy Levi, por cierto.<br />

Cath frunció el ceño y tomó su mano ligeramente, todavía<br />

sosteniendo sus llaves. —De acuerdo —dijo, luego abrió la puerta y la cerró<br />

tan rápidamente como fue posible detrás de ella.<br />

Agarró su laptop y sus barras de proteína y gateó hasta la esquina<br />

de su cama.<br />

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Cath estaba tratando de caminar por su lado de la habitación, pero<br />

no había suficiente piso. Ya se sentía como una prisión ahí, especialmente<br />

ahora que el novio de Reagan, Levi, estaba de pie haciendo guardia —o<br />

sentando haciendo guardia, o lo que fuera— en el pasillo. Cath se sentiría<br />

mejor si pudiera simplemente hablar con alguien. Se preguntaba si era<br />

demasiado pronto para llamar a Wren…<br />

Llamó a su papá en su lugar. Y dejó un mensaje de voz.<br />

Le escribió un mensaje a Abel. Hola. Uno menos. ¿Qué tal?

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