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Wren se inclinó sobre la sartén y miró los huevos comenzar a hacer burbujas. Cath la empujó, lejos del fuego. —Esta es la parte en la que siempre lo echo a perder —dijo Wren—. O los quemo en las orillas o aún están crudos en el medio. —Eres demasiado impaciente —dijo Cath. —No, estoy demasiado hambrienta. —Wren recogió el abridor de latas y lo giró alrededor de sus dedos-—. ¿Crees que deberíamos llamar a la abuela? —Bueno, mañana es víspera de Navidad —dijo Cath—. Así que probablemente deberíamos llamar a la abuela. —Sabes a lo que me refiero… —Parece como que lo está haciendo bien. —Si… —Wren abrió la lata de chili y se lo pasó a Cath—. Pero aún está frágil. Cualquier cosa pequeña lo podría mandar al borde. ¿Qué pasará cuando volvamos a la escuela? ¿Cuando no estés aquí para hacerle el desayuno? Necesita a alguien que lo cuide. Cath miró los huevos. Estaba esperando su tiempo. —Aún tenemos que ir de compras para la cena de Navidad. ¿Quieres pavo? O podemos hacer lasaña en honor a la abuela. A lo mejor mañana lasaña y en Navidad pavo… —No estaré aquí mañana por la noche. —Wren se aclaró la garganta—. Es cuando… la familia de Laura celebra Navidad. Cath asintió y dobló el omelet a la mitad. —Puedes venir, lo sabes —dijo Wren. Cath resopló. Cuando la miró otra vez, Wren lucía molesta. —¿Qué? —dijo Cath—. No estoy discutiendo contigo. Asumí que harías algo con ella esta semana. Wren apretó su mandíbula muy fuerte, sus mejillas pulsaban. —No puedo creer que me estés haciendo hacer esto sola. Cath levantó la espátula entre ellas. —¿Haciéndote? No estoy haciéndote hacer nada. No puedo creer que inclusive estés haciendo esto cuando sabes cuánto lo odio. Wren se bajó de la encimera, negando con la cabeza. —Oh, odias todo. Odias el cambio. Si no tirara de ti detrás de mí, nunca irías a ningún lado. 218
—Bueno, no estarás tirando de mí a ningún lado mañana —dijo Cath, alejándose de la estufa—. Ni a ningún lado, desde hoy. Por este acto estás relevada de toda responsabilidad, de tirar de mí por ahí. Wren dobló sus brazos y ladeó su cabeza. La Santurrona. —Eso no es lo que quiero decir, Cath. Quiero decir… deberíamos estar haciendo esto juntas. —¿Por qué esto? Tú eres la que se mantiene recordándome que somos dos personas separadas, que no tenemos que hacer las mismas cosas todo el tiempo. Así que, bien. Puedes ir a tener una relación con la madre que nos abandonó, me quedaré aquí y cuidaré al padre que recogió los pedazos. —Jesucristo. —Wren levantó las manos en el aire, palmas abiertas—. ¿Podrías parar de ser tan melodramática? ¿Por sólo cinco minutos? ¿Por favor? —No. —Cath cortó el aire con su espátula—. Esto no es melodrama. Esto es drama real. Nos dejó. En la manera más dramática posible. El once de septiembre. —Después del once de septiembre. —Detalles. Nos dejó. Partió el corazón de papá, y a lo mejor su cerebro, y nos dejó. La voz de Wren cayó. —Se siente horrible sobre eso, Cath. —¡Bien! —gritó Cath—. ¡También yo! —Dio un paso más cerca de su hermana—. Probablemente estaré loca por el resto de mi vida, gracias a ella. Continuaré tomando malas decisiones y haciendo cosas raras que ni siquiera me doy cuenta de que son raras. La gente sentirá pena por mí, y no voy a tener ninguna relación normal, y eso siempre será porque no tuve una madre. Siempre. Ese es el máximo tipo de roto. El tipo de daño del cual nunca te recobras. Espero que se sienta horrible. Espero que nunca se perdone a sí misma. —No digas eso. —La cara de Wren estaba roja, y había lágrimas en sus ojos—. No estoy rota. No había lágrimas en los ojos de Cath. —Agrietó tus bases. —Se encogió de hombros. —Al diablo con eso. —¿Crees que absorbí todo el impacto? ¿Que cuando mamá se fue, golpeó mi parte del carro? Al diablo con eso, Wren. Te abandonó también. —Pero no me rompió. Nada me puede romper a menos que lo permita. 219
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probablemente deberíamos llamar a la abuela.<br />
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Cath miró los huevos. Estaba esperando su tiempo. —Aún tenemos<br />
que ir de compras para la cena de Navidad. ¿Quieres pavo? O podemos<br />
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Navidad pavo…<br />
—No estaré aquí mañana por la noche. —Wren se aclaró la<br />
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Cath asintió y dobló el omelet a la mitad.<br />
—Puedes venir, lo sabes —dijo Wren.<br />
Cath resopló. Cuando la miró otra vez, Wren lucía molesta.<br />
—¿Qué? —dijo Cath—. No estoy discutiendo contigo. Asumí que<br />
harías algo con ella esta semana.<br />
Wren apretó su mandíbula muy fuerte, sus mejillas pulsaban. —No<br />
puedo creer que me estés haciendo hacer esto sola.<br />
Cath levantó la espátula entre ellas. —¿Haciéndote? No estoy<br />
haciéndote hacer nada. No puedo creer que inclusive estés haciendo esto<br />
cuando sabes cuánto lo odio.<br />
Wren se bajó de la encimera, negando con la cabeza. —Oh, odias<br />
todo. Odias el cambio. Si no tirara de ti detrás de mí, nunca irías a ningún<br />
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