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—Levi. —Ella lo interrumpió y lo miró directamente a los ojos, tratando de parecer severa a pesar de sus lágrimas—. No puedo agradecerte lo suficiente por haberme traído aquí. Pero no puedo hablar más de esto: me gustaría que lo dejaras ahora. No solo beso personas. Los besos no son... sólo conmigo. Es por eso que te he estado evitando. Es por eso que me gustaría evitar esto ahora. ¿De acuerdo? —Cath La puerta sonó, y una enfermera se acercó a través de ella, vestida con un uniforme florido. Ella sonrió a Levi. —¿Quieren volver ahora? Cath se levantó y cogió su bolso. Miró a Levi. —Por favor. —Y luego siguió a la enfermera. 210 Levi se había ido cuando Cath regresó al vestíbulo. Tomó un taxi hasta la oficina de su padre para recoger su coche. Estaba lleno de envoltorios de comida rápida e ideas arrugadas. Cuando llegó a casa, lavo los platos y texteó a Wren. Cath no tenía ganas de llamar. Ella no tenía ganas de decir, Oye, tienes razón. Él estaba todo drogado y, probablemente, no va a salir de ello durante unos días, y no hay ninguna razón real para que vuelvas a casa, a menos que simplemente no puedas soportar la idea de que pase a través de esto solo. Pero no estará solo, porque yo estaré aquí. Su padre no había lavado la ropa en mucho tiempo. Los escalones hacia el sótano estaban cubiertos con ropa sucia, como si acabara de tirar cosas por allí por un par de semanas. Puso una carga de ropa. Desechó cajas de pizza con trozos secos. Había un poema pintado en el espejo del baño con pasta de dientes, tal vez se trataba de un poema, tal vez eran sólo palabras. Era una maravilla, así que Cath tomó una foto con su teléfono antes de limpiarlo. Cualquiera de estas cosas los habría alertado si hubieran estado en casa. Hubieran visto por él. Lo habrían encontrado sentado en su coche en medio de la noche, llenando páginas y páginas con ideas que no acababan de tener sentido, y lo habrían conducido hacia el interior.
Verían que se saltó la cena, habrían contado las tazas de café. Habrían notado el entusiasmo en su voz. Y habrían tratado de frenarlo. Por lo general funcionaba. Al ver que estaban preocupados por su padre. Él iría a la cama y dormiría durante quince horas. Haría una cita con su consejero. Se trataría con los medicamentos una vez más, aunque todos sabían que no resistiría. —No se me ocurre cuando estoy tomándoles —le había dicho a Cath una noche. Ella tenía dieciséis años, y había venido abajo a la salida de la puerta y se dio cuenta de que no estaba cerrada, y luego sin querer lo había bloqueado. Su padre estaba sentado fuera en las escaleras, y la asustó casi hasta la muerte cuando sonó el timbre. —Disminuyen tu cerebro—dijo, agarrando una botella de píldoras de color naranja—. Suavizan todas las arrugas... Tal vez todo lo malo que sucede en las arrugas, pero todas las cosas buenas que hace, también... —Doman tu cerebro como a un caballo, por lo que toma todas sus órdenes. Necesito un cerebro que pueda domarse, ¿sabes? Tengo que pensar. Si no puedo pensar, ¿quién soy yo? No fue tan malo cuando tuvo muchas ganas de dormir. Cuando comió los huevos que le hicieron para el desayuno. Cuando no trabajaba tres fines de semana consecutivos. Un poco maníaco estaba bien. Un poco maníaco lo hacía feliz, productivo y carismático. Los clientes comerían impresionantemente directo de sus manos. Ella y Wren había conseguido buenas observaciones de él. Dándose cuenta cuándo un poco maníaco cambió a mucho. Cuándo carismático dio paso a enloquecido. Cuándo el brillo de sus ojos se convirtió en un destello ardiente. Cath se quedó despierta hasta las tres de la mañana, arreglando sus líos. Si ella y Wren hubieran estado allí, lo habrían visto venir. Lo habrían detenido. 211 Al día siguiente, Cath llevó su laptop a St. Richard con ella. Tenía treinta y un horas para escribir su cuento. Podía enviarlo por correo electrónico a la profesora Piper, eso estaría bien.
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—Levi. —Ella lo interrumpió y lo miró directamente a los ojos, tratando<br />
de parecer severa a pesar de sus lágrimas—. No puedo agradecerte lo<br />
suficiente por haberme traído aquí. Pero no puedo hablar más de esto: me<br />
gustaría que lo dejaras ahora. No solo beso personas. Los besos no son...<br />
sólo conmigo. Es por eso que te he estado evitando. Es por eso que me<br />
gustaría evitar esto ahora. ¿De acuerdo?<br />
—Cath<br />
La puerta sonó, y una enfermera se acercó a través de ella, vestida<br />
con un uniforme florido. Ella sonrió a Levi. —¿Quieren volver ahora?<br />
Cath se levantó y cogió su bolso. Miró a Levi. —Por favor. —Y luego<br />
siguió a la enfermera.<br />
210<br />
Levi se había ido cuando Cath regresó al vestíbulo.<br />
Tomó un taxi hasta la oficina de su padre para recoger su coche.<br />
Estaba lleno de envoltorios de comida rápida e ideas arrugadas. Cuando<br />
llegó a casa, lavo los platos y texteó a Wren.<br />
Cath no tenía ganas de llamar. Ella no tenía ganas de decir, Oye,<br />
tienes razón. Él estaba todo drogado y, probablemente, no va a salir de<br />
ello durante unos días, y no hay ninguna razón real para que vuelvas a<br />
casa, a menos que simplemente no puedas soportar la idea de que pase a<br />
través de esto solo. Pero no estará solo, porque yo estaré aquí.<br />
Su padre no había lavado la ropa en mucho tiempo. Los escalones<br />
hacia el sótano estaban cubiertos con ropa sucia, como si acabara de<br />
tirar cosas por allí por un par de semanas.<br />
Puso una carga de ropa.<br />
Desechó cajas de pizza con trozos secos.<br />
Había un poema pintado en el espejo del baño con pasta de<br />
dientes, tal vez se trataba de un poema, tal vez eran sólo palabras. Era una<br />
maravilla, así que Cath tomó una foto con su teléfono antes de limpiarlo.<br />
Cualquiera de estas cosas los habría alertado si hubieran estado en<br />
casa.<br />
Hubieran visto por él.<br />
Lo habrían encontrado sentado en su coche en medio de la noche,<br />
llenando páginas y páginas con ideas que no acababan de tener sentido,<br />
y lo habrían conducido hacia el interior.