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Estoy autorizada a armar a una Fiesta de Emergencia con Kanye,<br />

pensó Cath, riéndose de nuevo. (Esta vez salió suavemente, pero<br />

pareciendo más como una risa). No es como si necesitase un quórum.<br />

Alcanzó su laptop y abrió la lista de reproducción de Kanye. Había<br />

altavoces portátiles en uno de sus gabinetes. Los sacó y los conectó.<br />

Luego subió el volumen al máximo. Era viernes por la noche; no<br />

había nadie en el edificio, tal vez ni siquiera en el campus, a quien pudiera<br />

molestar.<br />

Fiesta de Emergencia con Kanye. Cath se subió a la cama para<br />

anunciarlo, pero permaneció en silencio. Se sentía tonta. Y patética.<br />

(¿Había algo más patético que una fiesta de baile de una persona?)<br />

Se paró frente a los altavoces en su lugar y cerró los ojos, sin bailar<br />

realmente, únicamente balanceándose y susurrando las canciones.<br />

Después del primer verso, se encontraba bailando. Kanye siempre<br />

conseguía meterse bajo su piel. Era el antídoto perfecto para cualquier<br />

frustración. Para cuando estaba lo suficientemente enojada, indignada o<br />

del tipo el-mundo-nunca-sabrá-cuán-ridículamente-maravillosa-soy. Lo<br />

suficientemente poeta.<br />

Con los ojos cerrados, Cath casi podía pretender que Wren estaba<br />

bailando al otro lado de la habitación, sujetando una réplica de la varita<br />

de Simon Snow como micrófono.<br />

Después de unas cuantas canciones, Cath ya no necesitaba<br />

pretender.<br />

Si alguno de sus vecinos se encontrara en casa, la habrían<br />

escuchado gritar las canciones.<br />

Cath bailó. E hizo rap. Y bailó. Y eventualmente, alguien estaba<br />

golpeando la puerta.<br />

Maldita sea. Tal vez los vecinos sí están en casa.<br />

Abrió la puerta sin mirar y bajarle el volumen a la música, (Kanye<br />

fastidiaba sus pensamientos), pero lista para disculparse.<br />

Era Levi.<br />

—¡Reagan no está aquí! —gritó Cath.<br />

Levi dijo algo, pero no lo suficientemente alto.<br />

—¿Qué? —gritó.<br />

—¿Entonces quién está aquí? —gritó Levi, sonriente. Levi. Siempre<br />

sonriente. Llevando una camisa de franela escocesa con las mangas<br />

desabotonadas en las muñecas. Ni siquiera tenía confianza para vestirse a<br />

sí mismo—. ¿Quién está allí, escuchando rap?<br />

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