Untitled - Latin American Network Information Center
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54 FERNANDO FUENZALIDA V.<br />
El de los "mistis" es un grupo minoritario, pero<br />
largamente establecido en la población. Su núcleo está<br />
constituido por propietarios medios con extensiones de 30 a<br />
45 hectáreas que entregan, por lo general, en "colonato" o<br />
en aparcería. Muchos de, ellos tienen parcelas en las zonas<br />
"comunales", adquiridas por despojo. La mayoría tiene,<br />
además, alguna actividad complementaria: el pequeño o<br />
mediano comercio de abarrotes, pensiones y cantinas o<br />
talleres de artesanía. Los más activos se dedican al comercio<br />
intermediario, comprando granos y ganado, localmente, y<br />
vendiéndolos en el Cuzco. Una fuente de ingresos explotada<br />
por algunos, es el "enganche" de mano de obra "indígena"<br />
para las haciendas de los valles cálidos cerca de la selva y la<br />
comisión en la contrata de criados para la ciudad del Cuzco.<br />
Se adhieren a este grupo los administradores de las<br />
haciendas, algunos comerciantes foráneos establecidos en el<br />
pueblo y, también, los maestros de la escuela. Todos son<br />
bilingües con predominio de la lengua castellana, pero se<br />
mantiene un alto porcentaje analfabeto. La elite de los<br />
"mistis" y su escalón local más elevado son los pequeños<br />
hacendados residentes.<br />
Un rasgo ausente de la sociedad piseña, es la violencia<br />
exacerbada que caracterizó a la de Moya a lo largo de más<br />
de un centenar de años. En Pisaj, se conserva el dominio<br />
indiscutido de los hacendados y, entre éstos, el de aquéllos<br />
que se encuentran integrados a la sociedad cuzqueña. El<br />
vínculo que integra a este conjunto tan heterogéneo es el del<br />
todopoderoso compadrazgo, cuyas posibilidades se hacen<br />
casi ilimitadas, por la cantidad de situaciones que requieren<br />
de un padrino. Elegir un compadre significa, según la<br />
posición en que se mire, acogerse a un patronazgo o aceptar<br />
un miembro más para la propia clientela. El parentesco<br />
espiritual no constituye, sin embargo, más que la<br />
confirmación y proclamación ritual de tácitos contratos<br />
verticales establecidos, cada vez, por la costumbre. A pesar<br />
de la apariencia, que puede engañar al forastero, existe<br />
escaso margen para la arbitrariedad. El hacendado que<br />
explota a sus colonos, carece de libertad para arrojarlos de<br />
sus tierras y se obliga a interceder por ellos ante<br />
cualesquiera poderes exteriores; la rescatista que compra a<br />
una fracción del precio del mercado, ha contraído<br />
obligación de volver