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CALENTAMIENTO DE LOS INVERNADEROS 583 cendente, determinando el movimiento continuo del agua en la tubería. La cantidad de calor transmitido por los tubos es evidentemente proporcional a la temperatura del agua que circula por ellos; ahora bien, esta temperatura acabamos de ver que varía entre 40 y 100°. Si la circulación tuviese gran longitud sin formar retroceso alguno, esta variación de temperatura tendría una influencia muy grande, pues es evidente que los diez primeros metros darían mucho más calor que los diez últimos, pero-dada la disposi- 'ción habitual de los invernaderos-el tubo de ida y el de retorno van pareados, lo cual produce cierta compensación, pudiéndose admitir que la temperatura será el promedio entre las extremas, es decir, de 70°. Casi siempre se toman 60° y, a esta temperatura, un metro cuadrado de tubos de f':1ndición o de cobre da aproximadamente 400 calorías por hora. Conociendo Q, número de calorías que ya hemos calculado, y dividiéndolo por 400 se deducirá la superficie necesaria de tubería; fijando el diámetro de los tubos, 10 cm por ejemplo, se deducirá fácilmente la longitud total de la tubería. Hemos hablado ya del depósito de expansión, al que, equivocadamefite, suele darse poca importancia; su finalidad es doble: . permitir la dilatación del agua caliente y, además, acumular un supleme~to de agua caliente que, en qn momento dado, impedirá el enfriamiento, desempeñando el mismo papel que el volante de una máquina. En la figura 1584 se ve que si se cierran las llaves A y B Y se abre la C, no se calienta más que la estufa, y que cerrando la llave C y abriendo A y B se caldean la estufa y el invernadero. Tubería.~Hemos dicho que los tubos eran de fundición, de cobre o de hierro dulce. Los de fundición tienen generalmente 6 ó 7 mm de espesor y son de color negro, o por lo menos gris. Los de cobre tienen 1,0 ó 1,5 mm de espesor y son brillantes. Es sabido que el color influye en la radiación del calor y que un metal pulimentado irradia mejor que un metal mate~ Por otra parte, el aire que circula alrededor de un cuerpo caliente deslizará mejor si éste es pulimentado que si es rugoso; en este último caso se adherirá mejor y le robará más calor a igualdad de tiempo. No obstante, la suma del calor transmitido por radiación y por contacto es, sensiblemente, la misma en ambos casos. Tratándose de un invernadero ordinario, lo que se busca principalmente es la igual- , dad de temperatura en todos los puntos del recinto; esta igualdad no se obtendrá sino procurando que la mayor cantidad posible de aire se caliente en contacto con los tubos, para repartir en seguida su calor,

58+ .J ¿ CALEFACCIÓN Y VENTILACIÓN mezclándose con el aire más frío. En este caso, está indicado e} empleo de tubos de fundición y, como éstos son más baratos que los . de cobre, deben preferirse. Consideremos, ahora, el caso de una estufa de multiplicación. Ya hemos visto que, para la multiplicación, es preciso concentrar debajo de los grupos de plantas la mayor cantidad posible de calor para que las raíces estén a una temperatura suficiente; ello requiere que el tubo irradie calor. El cobre pulimentado está muy indicado para este caso con preferencia a la fundición. El coeficiente de conductibilidad es sensiblemente el mismo para ambos metale~; la diferencia de calor transmitido se debe sólo al modo de transmisión: radiación en un caso y convección en el otro. Los tubos de hierro dulce se fabrican estirados. oFig.1585. Tubo compuesto. con o sin soldadura, y de distintos diámetros. También se han empleado tubos, compuestos de dos hierr'Os Zorés roblonados, que tienen la sección indicada en la figura 1585. Calderas.-Las calderas se construyen de cobre, de palastro o de fundición. Una caldera puede inutiJizarse: primeramente por la acción del fuego, es decir, cuando -por falta de agua en la caldera o por una acumulación de vapor-quedan las paredes expuestas al fuego directo, terminando por quemarse. En segundo lugar, por la acumulación de incrustaciones calcáreas en las paredes de la caldera, pues aquéllas, impidiendo la transmisión del calor, hacen que la pared metálica se caliente excesivamente y llegue al rojo. Ambas causas no se presentan más que en las calderas de vapor, pero no en las de agua, puesto que producen poco vapor, a menos de que el hogar dé un exceso de calor (10 cual indicaría que ha sido mal calculada la caldera); en cuanto a las incrustaciones, no pueden producirse, puesto que circula siempre la misma agua. Sin embargo, a veces las calderas de agua se inutilizan rápidamente, cuando los carbones que se emp~ean son de mala calidad y contienen azufre, el cual corroe las paredes de la caldera. Debe, pues, buscarse para la construcción de la caldera el metal menos atacable por el ácido sulfuroso, que es el cobre. /EI palastro y la fundición están casi en las mismas condiciones de resistencia a la corrosión. El palastro galvanizado resiste mientras no ha sido atacado el zinc, pero, una vez que éste ha desaparecido, la corrosión se acentúa tanto más, puesto qu.e se forma entre los dos metales un elemento . eléctrico. En toda caldera hay que determinar dos elementos: la superficie de la parrilla y la de calefacción. Se admite que un kilogramo de

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CALEFACCIÓN Y VENTILACIÓN<br />

mezclándose con el aire más frío. En este caso, está indicado e}<br />

empleo de tubos de fundición y, como éstos son más baratos que los<br />

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de cobre, deben preferirse.<br />

Consideremos, ahora, el caso de una estufa de multiplicación. Ya<br />

hemos visto que, para la multiplicación, es preciso concentrar debajo<br />

de los grupos de plantas la mayor cantidad posible de calor para que<br />

las raíces estén a una temperatura suficiente; ello requiere que el tubo<br />

irradie calor. El cobre pulimentado está muy indicado para este caso<br />

con preferencia a la fundición. El coeficiente de conductibilidad es<br />

sensiblemente el mismo para ambos metale~; la<br />

diferencia de calor transmitido se debe sólo al<br />

modo de transmisión: radiación en un caso y convección<br />

en el otro.<br />

Los tubos de hierro dulce se fabrican estirados.<br />

oFig.1585.<br />

Tubo compuesto. con o sin soldadura, y de distintos diámetros. También<br />

se han empleado tubos, compuestos de dos<br />

hierr'Os Zorés roblonados, que tienen la sección indicada en la<br />

figura 1585.<br />

Calderas.-Las calderas se construyen de cobre, de palastro o<br />

de fundición. Una caldera puede inutiJizarse: primeramente por la<br />

acción del fuego, es decir, cuando -por falta de agua en la caldera o<br />

por una acumulación de vapor-quedan las paredes expuestas al fuego<br />

directo, terminando por quemarse.<br />

En segundo lugar, por la acumulación de incrustaciones calcáreas<br />

en las paredes de la caldera, pues aquéllas, impidiendo la transmisión<br />

del calor, hacen que la pared metálica se caliente excesivamente<br />

y llegue al rojo.<br />

Ambas causas no se presentan más que en las calderas de vapor,<br />

pero no en las de agua, puesto que producen poco vapor, a menos de<br />

que el hogar dé un exceso de calor (10 cual indicaría que ha sido mal<br />

calculada la caldera); en cuanto a las incrustaciones, no pueden producirse,<br />

puesto que circula siempre la misma agua.<br />

Sin embargo, a veces las calderas de agua se inutilizan rápidamente,<br />

cuando los carbones que se emp~ean son de mala calidad y<br />

contienen azufre, el cual corroe las paredes de la caldera. Debe,<br />

pues, buscarse para la construcción de la caldera el metal menos<br />

atacable por el ácido sulfuroso, que es el cobre. /EI palastro y la fundición<br />

están casi en las mismas condiciones de resistencia a la corrosión.<br />

El palastro galvanizado resiste mientras no ha sido atacado el<br />

zinc, pero, una vez que éste ha desaparecido, la corrosión se acentúa<br />

tanto más, puesto qu.e se forma entre los dos metales un elemento<br />

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eléctrico.<br />

En toda caldera hay que determinar dos elementos: la superficie<br />

de la parrilla y la de calefacción. Se admite que un kilogramo de

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