Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
prodigiosísima y amena mansión donde disfrutaban de <strong>la</strong> paz y del descanso, donde todo era<br />
feliz más <strong>que</strong> en el más hermoso de los ensueños, y donde vivían siglos y siglos sin tornarse<br />
viejos ni saber lo <strong>que</strong> eran enfermedades, fatigas ni dolores, ni tener, en fin, ninguna de esas<br />
esc<strong>la</strong>vizadoras necesidades físicas <strong>que</strong> aquí padecemos, pero después <strong>que</strong> de tal paraíso<br />
salieron nuestros mayores para venir aquí, todo se les volvió espinas y abrojos; <strong>la</strong>s hierbas<br />
les pinchaban; <strong>la</strong>s piedras les herían y los árboles del camino se les tornaron duros,<br />
espinosos e infecundos, conjurándose todo contra ellos para <strong>que</strong> no pudieran retornar allá, y<br />
así cumpliesen su misión en este nuestro mundo.<br />
Moctezuma, oyendo el buen: consejo del sabio T<strong>la</strong>caelel, se acordó del historiador real<br />
Cuahucoatl -literalmente el "Dragón de <strong>la</strong> Sabiduría", constante nombre de los adeptos de <strong>la</strong><br />
Mano Derecha o Magos b<strong>la</strong>ncos-, venerable viejo <strong>que</strong> nadie sabía contar sus años, e<br />
inmediatamente se hizo llevar hasta su retiro en <strong>la</strong> montaña, diciéndole, después de haberle<br />
saludado reverente:<br />
-Padre mío; anciano nobilísimo y gloria de tu pueblo: mucho <strong>que</strong>rría saber de ti, si te<br />
dignases decírmelo, qué memoria guardas tú en tu ancianidad santa acerca de <strong>la</strong> historia de<br />
<strong>la</strong>s Siete Cuevas celestes donde habitan nuestros venerandos antepasados, y qué lugar es<br />
a<strong>que</strong>l santo lugar donde mora nuestro dios Huitzilipochtli, y del cual vinieron hasta aquí<br />
nuestros padres.<br />
-Poderoso Moctezuma -respondió solemnemente el anciano-: lo <strong>que</strong> este, tu servidor, sabe<br />
respecto de tu pregunta, es <strong>que</strong> nuestros mayores, en efecto, moraron en a<strong>que</strong>l feliz e<br />
indescriptible lugar <strong>que</strong> l<strong>la</strong>maron Aztlán, sinónimo de pureza o b<strong>la</strong>ncura 54 . Allí se conserva<br />
todavía un gran cerro en medio del agua, al <strong>que</strong> l<strong>la</strong>man Culhua-can, <strong>que</strong> quiere decir cerro<br />
tortuoso o de <strong>la</strong>s Serpientes. En dicho cerro es donde están <strong>la</strong>s cuevas y donde, antes de<br />
aquí venir, habitaron nuestros mayores di<strong>la</strong>tados años. Allí, bajo los nombres de medjins y<br />
aztecas 55 , tuvieron grandísimo descanso; allí disfrutaban de gran cantidad de patos de todo<br />
género, garzas, cuervos marinos, gal<strong>la</strong>retas, gallinas de agua, muchas y diferentes c<strong>la</strong>ses de<br />
hermosos pescados, gran frescura de arboledas cuajadas de frutos y adornadas de pajarillos<br />
de cabezas coloradas y amaril<strong>la</strong>s, fuentes cercadas de sauces, sabinas y enormes alisos.<br />
Andaban a<strong>que</strong>l<strong>la</strong>s gentes en canoas, y hacían camellones, en los <strong>que</strong> sembraban maíz,<br />
chile, tomates, nahutlis, freijoles y demás géneros de semil<strong>la</strong>s de <strong>la</strong>s <strong>que</strong> aquí comemos, y<br />
<strong>que</strong> ellos trajeron de allí, perdiéndose otras muchas. Mas, después <strong>que</strong> salieron de allí a esta<br />
tierra firme y perdieron de vista tan deleitoso lugar, todo, todo se volvió contra ellos: <strong>la</strong>s<br />
hierbas les mordían; <strong>la</strong>s piedras les cortaban; los campos estaban llenos de abrojos, y<br />
el pueblo mexicano y el hebreo, concordancias <strong>que</strong> no hubieron de pasar inadvertidas para historiadores tan sensatos como<br />
los Padres Diego Durán, José de Acosta y otros. Todas el<strong>la</strong>s se explican merced al tronco at<strong>la</strong>nte común a los pueblos<br />
americanos y mediterráneo-semitas.<br />
54 Todas <strong>la</strong>s grandes teogonías, sin excepción, hab<strong>la</strong>n de esta celeste mansión allende los mares del Polo Norte,<br />
l<strong>la</strong>mándo<strong>la</strong> Mansión imperecedera, Tierra del Amanecer, Is<strong>la</strong> Sagrada y Eterna de los mortales inmortales o Seres DE LA<br />
PRIMERA RAZA HUMANA. Para comprender, sin embargo, todo el alcance de esté asunto, hay <strong>que</strong> leer en La Doctrina<br />
secreta, de, H. P. B., todo lo re<strong>la</strong>tivo a este primer Continente terrestre, .l<strong>la</strong>mado a perdurar desde el principio al fin de '<strong>la</strong><br />
humanidad sobre <strong>la</strong> tierra. Por supuesto, además <strong>que</strong> el texto le confunde con el cuarto Continente sepultado en <strong>la</strong> Atlántida,<br />
o, más bien, con <strong>la</strong> región al norte de <strong>la</strong> Florida como creen equivocadamente los historiadores mexicanos. Asunto es este,<br />
en fin, demasiado importante para de él tratar en una simple nota, y <strong>que</strong> irá saliendo a lo <strong>la</strong>rgo del presente libro.<br />
55 Mexi-tin o medjins, no son sino los djins de los pueblos árabes y africanos, es decir, nuestros consabidos jinas. Los<br />
aztecas, a su vez, no eran sino el pueblo fundador del vasto Imperio <strong>que</strong> Cortés encontró, y a quienes condujeron a través de<br />
ochenta años de penalidades hasta <strong>la</strong>s <strong>la</strong>gunas mexicanas los genios tute<strong>la</strong>res o jinas, ni más ni menos <strong>que</strong> el iniciado<br />
Moisés condujo a los israelitas durante cuarenta años a través del desierto hasta <strong>la</strong> Tierra prometida, cosa <strong>que</strong> sigue<br />
demostrando el parentesco entre <strong>la</strong>s tradiciones de uno y otro pueblo.<br />
<strong>Instituto</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>Quetzalcoatl</strong> (Gnosis) 90 www.samaelgnosis.net