Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
jinas se ampliase a cuantos han devorado dudas científicas, penas morales y acerbos<br />
sufrimientos físicos, <strong>la</strong> lista tomaría <strong>la</strong>s proporciones gigantescas de lo <strong>que</strong> confunde,<br />
anonada y abruma.<br />
Entre los mil<strong>la</strong>res de casos jinas <strong>que</strong> registra <strong>la</strong> historia merece puesto de honor el<br />
siguiente, re<strong>la</strong>tivo al Imperio soberbio de los persas, caso narrado nada menos <strong>que</strong> por el<br />
propio orientalista An<strong>que</strong>til y persona <strong>la</strong> menos sospechosa, por tanto, en tales cuestiones.<br />
Este gran pueblo persa, dice dicho autor, vivió feliz unos mil<strong>la</strong>res de años, gobernado por<br />
magos (supervivientes de <strong>la</strong> catástrofe atlántica), hasta <strong>que</strong> trocó, como- luego Israel, el<br />
paternal gobierno sabio de sus Jueces o doctos, por el tiránico y absurdo de sus Reyes<br />
guerreros. El Imperio empezó así por un Darío dominador y acabó por otro Darío vencido:<br />
¡un Imperio tan soberbio, <strong>que</strong>, por mano de Jerjes, mandó azotar al mar y cargarle de<br />
cadenas cual a esc<strong>la</strong>vo, por el delito de lesa majestad de haber deshecho con sus o<strong>la</strong>s el<br />
puente de barcas construído sobre el Bósforo, para pasar a dominar a los libres pueblos<br />
griegos <strong>que</strong> aún conservan sus clásicas instituciones redentoras!<br />
Ciro hab<strong>la</strong> ya realizado, dice An<strong>que</strong>til, <strong>la</strong>s más épicas hazañas en Asia Menor, Asiría y<br />
Babilonia, y Cambises había ya dominado el Egipcio y <strong>la</strong> Etiopía, por manera <strong>que</strong> el Imperio<br />
de los persas se extendía desde <strong>la</strong> Cirenaica hasta <strong>la</strong> India, y desde <strong>la</strong> Etiopía y <strong>la</strong> Arabia<br />
hasta el, Caspio y el Ara!. ¡Prácticamente creyó Darío, en su ceguera, <strong>que</strong> había dominado<br />
ya a su despótico capricho al mundo (Odo conocido!<br />
Pero los astutos magos, deseosos de vengarse de su soberbia con sus bur<strong>la</strong>s, y<br />
conocedores, de siempre, de ese extraño pueblo jina, <strong>que</strong> es invisible de ordinario a nuestra<br />
vista, pero del <strong>que</strong> estamos separados, valga <strong>la</strong> frase, por el tenue velo de nieb<strong>la</strong><br />
hipergeométrica de <strong>la</strong> cuarta dimensión, hubieron de humil<strong>la</strong>r al déspota, diciéndole:<br />
-No seas necio. En todo cuanto dices de <strong>que</strong> el mundo entero te rinde vasal<strong>la</strong>je, no hay<br />
sino <strong>la</strong> ilusión más crasa. ¡Bien cerca tienes, por ejemplo, un felicísimo pueblo escita, el de<br />
los indiatis o jaínos, a quienes no sólo no someterás, sino <strong>que</strong> cuantas veces lo intentes, se<br />
bur<strong>la</strong>rán de ti!<br />
Ciego de ira Darío ante tamaña posibilidad humil<strong>la</strong>nte, destacó en el acto una. embajada a<br />
a<strong>que</strong>llos adoradores del dios Jano, intimándoles el vasal<strong>la</strong>je más estricto. El resultado de <strong>la</strong><br />
embajada no se hizo esperar; los emisarios, llenos de recelos respecto a <strong>la</strong>s- mil extrañas<br />
cosas <strong>que</strong> durante su misión les aconteciesen, cosas como para poner a prueba al más<br />
escéptico en cuanto a posibilidades desconocidas de <strong>la</strong> naturaleza, depositaron a los pies del<br />
César los objetos <strong>que</strong>, por toda contestación, les habían dado para él los cuitados a<strong>que</strong>llos,<br />
es a saber: un topo, un pez, un pájaro, un poco de amianto y un haz de cinco flechas. Los<br />
adivinos a sueldo del tirano <strong>que</strong>daron perplejos ante a<strong>que</strong>l<strong>la</strong> dudosa prueba del jaíno<br />
vasal<strong>la</strong>je. sin saber cómo interpretada; pero los magos le sacaron sarcásticamente de su<br />
perplejidad, diciéndole:<br />
-¡Sí! ¡Te prometen completo vasal<strong>la</strong>je, para cuando seas dueño del interior de <strong>la</strong> tierra,<br />
como el topo; de <strong>la</strong>s aguas, como el pez; de los aires, como el ave; cuando puedas resistir<br />
incólume <strong>la</strong> acción del fuego como los hilos del amianto y dominar, en fin, tu pensamiento<br />
con el conocimiento mágico de <strong>la</strong> Pentalfa y de <strong>la</strong> Década o "haz de <strong>la</strong>s cinco flechas" <strong>que</strong> te<br />
envían!<br />
Indignado Darío dió <strong>la</strong> orden de <strong>que</strong> se atacase inmediatamente al rebelde pueblo burlón,<br />
pero sus legiones no sólo no encontraron a nadie, sino <strong>que</strong> el país mismo <strong>que</strong> buscaban se<br />
les ocultó cual tenue neblina de <strong>la</strong> mañana...<br />
Un segundo caso muy análogo al anterior e instructivo por demás. es el consignado por el<br />
P. Durán en su notabilisima e inestudiada Historia de México. El antedicho pueblo jina de<br />
Darío aparece aquí -ya se verá más ade<strong>la</strong>nte <strong>la</strong> razón de ello- como el país originario de <strong>la</strong><br />
humanidad o, al menos, de los pueblos mexicanos. El perdido Paraíso primitivo como si<br />
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