Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl

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El Libro que mata a la Muerte Don Mario Roso de Luna editor de los Misterios Eleusinos, de Taylor, ha podido hacer notar, según nos enseña H. P. B., la analogía que hay entre Jesús y Pablo, al clasificar su doctrina en exotérica y esotérica, o sea el lenguaje de las parábolas para la multitud, y el de los Misterios del Reino de los Cielos para sus discípulos 42 . En los Misterios Eleusinos y en otros, dice la Maestra, los participantes estaban siempre divididos en dos clases: neófitos y perfectos. Los primeros eran admitidos algunas veces a la iniciación preliminar: la dramática representación de Ceres o el alma descendiendo al Hades (la vida material, como caída), pero solamente a los perfectos les era concedido el aprender y gozar de los Misterios del divino Elysium, la celestial mansión de los bienaventurados, siendo incuestionable que este Elysium era la misma cosa que "el Reino de los Cielos". El contradecir esto es, sencillamente, el cerrar los ojos a la verdad. Las propias frases de Pablo en su Segunda Epístola a los Corintios (XII, 3 y 4) ha sorprendido a varios hombres de ciencia bien versados en las descripciones de los místicos ritos de la iniciación, dados por algunos clásicos. Ellas, en efecto, aluden a la epopteia final iniciática (Misterios Eleusinos, de Taylor), al decir: "Yo conozco a cierto hombre (si en el cuerpo o fuera del cuerpo yo no lo sé, pues sólo Dios lo sabe), el cual fué arrebatado al Paraíso, y oyó cosas inefables (arreta remata) que no le es lícito al hombre el repetir". Semejantes palabras han sido consideradas por los comentaristas como alusión a las beatificas visiones de un vidente iniciado, pero la fraseología es inequívoca, porque estas cosas, "que no es lícito repetir". están indicadas en las mismas palabras, y la razón para ello no es otra que la tantas veces dada por Platón, Proclo, Jámblico, Herodoto y otros clásicos. "Nosotros hablamos SABIDURÍA solamente entre aquellos que son PERFECTOS". dice Pablo, o sea "nosotros hablamos de las finales y más profundas doctrinas esotéricas de los Misterios o de la Sabiduría, únicamente entre aquellos que están iniciados". Así, pues, en lo que se refiere al "hombre que fué arrebatado al Paraíso" -y que era evidentemente el mismo Pablo, como afirma Cirilo de Jerusalén-, la palabra cristiana Paraíso ha reemplazado a la "pagana" Elysium. Para completar la prueba, podemos recordar las palabras de Platón, que nos enseñan que, antes de que un iniciado pudiera ver a los dioses en su purísima luz, tenía que libertarse de su cuerpo, o sea separar del mismo a su alma astral (Phoedrus, 64) . Apúleyo (Asno de Oro, XI) describe de igual modo su iniciación en los Misterios de Isis. diciendo: "Yo me aproximé a los confines de la muerte, y habiendo pisado los umbrales de Proserpina, volví, llevado a través de todos los elementos. Así, yo vi, en medio de la noche, brillar al Sol con luz esplendorosa. juntamente con todos los dioses infernales y celestes, y. aproximándome a ellos, les tributé adoración. Jesús, por tanto, lo mismo que Pitágoras y otros hierofantes reformadores, dividió sus enseñanzas en exotéricas y esotéricas, dividiendo a sus discípulos en neófitos hermanos y perfectos, ,aunque su vida fué demasiado corta para permitirle establecer una escuela regular que le fuese propia. ni iniciar a ningún otro apóstol. excepto a Juan, quizá. (Isis sin Velo, tomo II. cap. III). Siguiendo luego San Pablo con su tarea de "matar a la muerte", con la plena certidumbre de una ulterior resurrección. nos dice: "Sabemos, que para cuando esta nuestra casa terrestre sea deshecha, tenemos de Dios 42 Alguien ha dicho que la frase de los hijos "del reino de Dios" expresa muy felizmente la necesidad que siente el alma de un suplemento de destino, de una compensación de la vida actual. Aquellos mismos que no se avienen a concebir al hombre como un compuesto de alma y cuerpo y que hallan el dogma deísta de la inmortalidad del alma en contradicción con la fisiología, desean mantenerse en la esperanza de una reparación final que, bajo una forma desconocida, satisfará a las necesidades del humano corazón. ¿Quién sabe si el último término del progreso dentro de millones de siglos traerá consigo la conciencia absoluta del universo y, en esta conciencia, el despertar de todo lo que ha vivido ella desde los más remotos tiempos? Instituto Cultural Quetzalcoatl (Gnosis) 80 www.samaelgnosis.net

El Libro que mata a la Muerte Don Mario Roso de Luna un edificio, no hecho por mano humana, y que durará siempre en los cielos. Por eso gemimos aquí deseando ser revestidos en el cielo de aquella habitación, y mientras estamos en este tabernáculo actual, gemimos porque no queremos ser despojados de él, sino revestidos. Mas Dios nos ha dado la prenda del espíritu. y por ello vivimos siempre confiados, sabiendo que aunque estamos en este cuerpo actual, vivimos ausentes del Señor, andando por fe y no por visión directa. Tenemos, no obstante, confianza, y preferimos el ausentarnos, aun en vida, de este cuerpo, y estar presentes al Señor. Por eso procuramos, ora ausentes, ora presentes, el serle agradables, porque es necesario que todos seamos manifestados ante el Tribunal de Cristo para que cada uno reciba según lo bueno o lo malo que estando en este cuerpo haya hecho" (Epístola II a los Corintios, cap. V, vs. 1 al 10). Ciertos pasajes de San Pablo son gemelos de otros en el Bhagavad Gita, como no podía menos de suceder tratándose de enseñanzas iniciáticas. Así refleja en diversos lenguajes toda la amargura con que Arjuna, al ver formadas enfrente de él las huestes de sus hermanos y amigos, le dice exasperado a Krishna: "¡Govinda, no quiero pelear!" En efecto, esa misma amargura destila de los versículos l a 3 del capítulo IX de la Epístola a los Romanos, cuando en ella se dice: "No miento: digo verdad en Cristo, según el testimonio de mi conciencia en el Espíritu Santo, que me asalta grandísima tristeza y que sufro continuo dolor en mi corazón, pues que por amor de mis hermanos, que son mis deudos según la carne, yo mismo desearía ser anatematizado por Cristo". Y ese holocausto augusto al Dios Interior o Christos que mora en cada uno de nosotros, y que es la característica del efectivo "Sacramento Eucarístico", aparece clarísimo también en pasajes como aquel que dice: "Por la misericordia de Dios, os aconsejo, hermanos, que ofrezcáis vuestros cuerpos a Dios -a vuestro Dios Interior- en hostia viva, santa y agradable, según el culto racional que le debéis, es decir, no conformándoos con este siglo, sino reformándoos en espíritu. . . Sabed con templanza, en la medida de vuestra fe -es decir, sin permitir que el conocimiento se adelante al sentimiento-. Amaos recíprocamente como hermanos; sed gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación y perseverantes en vuestras oraciones o nobles' deseos; gozaos con los que se gozan, y llorad con los que lloran, sintiendo entre vosotros una misma cosa, como miembros que sois unos de otros, no blasonando de cosas altas, sino antes bien acomodándoos a las más humildes y no devolviendo mal por mal, ni dejándoos vencer de lo malo, sino antes bien venciendo al propio mal con el bien" (Rom., XII). Semejante consorcio místico del alma humana con el divino Espíritu que la cobija hace prorrumpir a Pablo en esta catarata fecunda de sentencias, que parecen arrancadas de los Upanishads brahmánicos: -"Un pan 43 , un solo cuerpo somos todos aquellos que participamos de un mismo Pan Eucarístico" (I Cor., X, 17). -"Ningún hombre será justificado por las obras de la Ley, porque la misma Ley no es en sí sino el conocimiento del pecado" (Romanos, III, 20). -"Los dones, según la Ley, son como reflejo y sombra de las cosas celestiales. Al propio Moisés le fué dicho: "Haz todas las cosas según el modelo que en el Monte Santo se te mostró" (Heb., VIII, 5) . -"Me veo estrechado por dos partes. Por un lado, siento deseos de ser desatado de la carne; mas por otro me es necesario el permanecer aún en la carne para aquí serviros" (Fil., I, 23 y 24) . -"Nuestros padres todos también estuvieron bajo la nube -es decir, la vida terrestre-, y 43 De "pan", todo. Esto es idéntico al "todo conspira" de los clásicos grecolatinos. Instituto Cultural Quetzalcoatl (Gnosis) 81 www.samaelgnosis.net

El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />

Don Mario Roso de Luna<br />

editor de los Misterios Eleusinos, de Taylor, ha podido hacer notar, según nos enseña H. P.<br />

B., <strong>la</strong> analogía <strong>que</strong> hay entre Jesús y Pablo, al c<strong>la</strong>sificar su doctrina en exotérica y esotérica,<br />

o sea el lenguaje de <strong>la</strong>s parábo<strong>la</strong>s para <strong>la</strong> multitud, y el de los Misterios del Reino de los<br />

Cielos para sus discípulos 42 .<br />

En los Misterios Eleusinos y en otros, dice <strong>la</strong> Maestra, los participantes estaban siempre<br />

divididos en dos c<strong>la</strong>ses: neófitos y perfectos. Los primeros eran admitidos algunas veces a <strong>la</strong><br />

iniciación preliminar: <strong>la</strong> dramática representación de Ceres o el alma descendiendo al Hades<br />

(<strong>la</strong> vida material, como caída), pero so<strong>la</strong>mente a los perfectos les era concedido el aprender<br />

y gozar de los Misterios del divino Elysium, <strong>la</strong> celestial mansión de los bienaventurados,<br />

siendo incuestionable <strong>que</strong> este Elysium era <strong>la</strong> misma cosa <strong>que</strong> "el Reino de los Cielos". El<br />

contradecir esto es, sencil<strong>la</strong>mente, el cerrar los ojos a <strong>la</strong> verdad. Las propias frases de Pablo<br />

en su Segunda Epísto<strong>la</strong> a los Corintios (XII, 3 y 4) ha sorprendido a varios hombres de<br />

ciencia bien versados en <strong>la</strong>s descripciones de los místicos ritos de <strong>la</strong> iniciación, dados por<br />

algunos clásicos. El<strong>la</strong>s, en efecto, aluden a <strong>la</strong> epopteia final iniciática (Misterios Eleusinos, de<br />

Taylor), al decir: "Yo conozco a cierto hombre (si en el cuerpo o fuera del cuerpo yo no lo sé,<br />

pues sólo Dios lo sabe), el cual fué arrebatado al Paraíso, y oyó cosas inefables (arreta<br />

re<strong>mata</strong>) <strong>que</strong> no le es lícito al hombre el repetir". Semejantes pa<strong>la</strong>bras han sido consideradas<br />

por los comentaristas como alusión a <strong>la</strong>s beatificas visiones de un vidente iniciado, pero <strong>la</strong><br />

fraseología es inequívoca, por<strong>que</strong> estas cosas, "<strong>que</strong> no es lícito repetir". están indicadas en<br />

<strong>la</strong>s mismas pa<strong>la</strong>bras, y <strong>la</strong> razón para ello no es otra <strong>que</strong> <strong>la</strong> tantas veces dada por P<strong>la</strong>tón,<br />

Proclo, Jámblico, Herodoto y otros clásicos. "Nosotros hab<strong>la</strong>mos SABIDURÍA so<strong>la</strong>mente<br />

entre a<strong>que</strong>llos <strong>que</strong> son PERFECTOS". dice Pablo, o sea "nosotros hab<strong>la</strong>mos de <strong>la</strong>s finales y<br />

más profundas doctrinas esotéricas de los Misterios o de <strong>la</strong> Sabiduría, únicamente entre<br />

a<strong>que</strong>llos <strong>que</strong> están iniciados". Así, pues, en lo <strong>que</strong> se refiere al "hombre <strong>que</strong> fué arrebatado<br />

al Paraíso" -y <strong>que</strong> era evidentemente el mismo Pablo, como afirma Cirilo de Jerusalén-, <strong>la</strong><br />

pa<strong>la</strong>bra cristiana Paraíso ha reemp<strong>la</strong>zado a <strong>la</strong> "pagana" Elysium. Para completar <strong>la</strong> prueba,<br />

podemos recordar <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de P<strong>la</strong>tón, <strong>que</strong> nos enseñan <strong>que</strong>, antes de <strong>que</strong> un iniciado<br />

pudiera ver a los dioses en su purísima luz, tenía <strong>que</strong> libertarse de su cuerpo, o sea separar<br />

del mismo a su alma astral (Phoedrus, 64) . Apúleyo (Asno de Oro, XI) describe de igual<br />

modo su iniciación en los Misterios de Isis. diciendo: "Yo me aproximé a los confines de <strong>la</strong><br />

muerte, y habiendo pisado los umbrales de Proserpina, volví, llevado a través de todos los<br />

elementos. Así, yo vi, en medio de <strong>la</strong> noche, bril<strong>la</strong>r al Sol con luz esplendorosa. juntamente<br />

con todos los dioses infernales y celestes, y. aproximándome a ellos, les tributé adoración.<br />

Jesús, por tanto, lo mismo <strong>que</strong> Pitágoras y otros hierofantes reformadores, dividió sus<br />

enseñanzas en exotéricas y esotéricas, dividiendo a sus discípulos en neófitos hermanos y<br />

perfectos, ,aun<strong>que</strong> su vida fué demasiado corta para permitirle establecer una escue<strong>la</strong><br />

regu<strong>la</strong>r <strong>que</strong> le fuese propia. ni iniciar a ningún otro apóstol. excepto a Juan, quizá. (Isis sin<br />

Velo, tomo II. cap. III).<br />

Siguiendo luego San Pablo con su tarea de "<strong>mata</strong>r a <strong>la</strong> muerte", con <strong>la</strong> plena certidumbre<br />

de una ulterior resurrección. nos dice:<br />

"Sabemos, <strong>que</strong> para cuando esta nuestra casa terrestre sea deshecha, tenemos de Dios<br />

42 Alguien ha dicho <strong>que</strong> <strong>la</strong> frase de los hijos "del reino de Dios" expresa muy felizmente <strong>la</strong> necesidad <strong>que</strong> siente el alma<br />

de un suplemento de destino, de una compensación de <strong>la</strong> vida actual. A<strong>que</strong>llos mismos <strong>que</strong> no se avienen a concebir al<br />

hombre como un compuesto de alma y cuerpo y <strong>que</strong> hal<strong>la</strong>n el dogma deísta de <strong>la</strong> inmortalidad del alma en contradicción<br />

con <strong>la</strong> fisiología, desean mantenerse en <strong>la</strong> esperanza de una reparación final <strong>que</strong>, bajo una forma desconocida, satisfará a <strong>la</strong>s<br />

necesidades del humano corazón. ¿Quién sabe si el último término del progreso dentro de millones de siglos traerá consigo<br />

<strong>la</strong> conciencia absoluta del universo y, en esta conciencia, el despertar de todo lo <strong>que</strong> ha vivido el<strong>la</strong> desde los más remotos<br />

tiempos?<br />

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