Libro que mata a la Muerte - Instituto Cultural Quetzalcoatl
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El <strong>Libro</strong> <strong>que</strong> <strong>mata</strong> a <strong>la</strong> <strong>Muerte</strong><br />
Don Mario Roso de Luna<br />
reve<strong>la</strong> cómo participaba el Apóstol de <strong>la</strong> doctrina gnóstica re<strong>la</strong>tiva a <strong>la</strong>s emanaciones y <strong>que</strong><br />
sabía harto bien además <strong>que</strong> este Arconte (<strong>que</strong> tantos puntos de contacto tiene con el Ilda-<br />
Baoth ofita y el Jehovah hebreo), no era sino una especie de "Adversario" del Lagos<br />
p<strong>la</strong>tónico y del Logos de Juan evangelista, dentro de esa consideración dualista acerca del<br />
Bien y del Mal <strong>que</strong> todos los pueblos occidentales han heredado del parsismo de los últimos<br />
tiempos, cuando esta gran religión del "Fuego" o más bien de <strong>la</strong> "Pureza" había ya perdido<br />
sus viejos esplendores atesorados en los Naskas o "libros vascos", "libros at<strong>la</strong>ntes" y otros<br />
<strong>que</strong> se atribuyen al simbólico Zoroastro.<br />
"Vosotros -dice asimismo en el capítulo II de <strong>la</strong> Epísto<strong>la</strong> a los de Éfeso, continuando el<br />
tema de <strong>la</strong>s "Potestades negras"- estabais muertos por vuestros pecados, en los <strong>que</strong><br />
andabais en otro tiempo conforme a los hábitos de este mundo y a <strong>la</strong> tiranía del Príncipe de<br />
<strong>la</strong>s Potestades del aire, <strong>que</strong> es el espíritu <strong>que</strong> ahora reina sobre los hijos de <strong>la</strong> infidelidad...<br />
Mas Dios nos resucitó con Cristo, sin el <strong>que</strong> estabais en a<strong>que</strong>l tiempo... derogando de los<br />
preceptos <strong>la</strong> ley para formar los dos un hombre nuevo... etc."<br />
Compréndese bien por esto el <strong>que</strong> se extienda tanto Pablo acerca del cruel dualismo <strong>que</strong><br />
entraña <strong>la</strong> vida del hombre sobre <strong>la</strong> Tierra.<br />
"No sé cómo entenderme, enseña, por<strong>que</strong> no hago lo bueno <strong>que</strong> anhelo, sino lo malo <strong>que</strong><br />
aborrezco; pero en el mero hecho de <strong>que</strong> realizo a<strong>que</strong>llo <strong>que</strong> no quiero, apruebo <strong>la</strong> bondad<br />
de <strong>la</strong> Ley, reconociendo <strong>que</strong> no soy yo ya quien obra a<strong>que</strong>llo, sino el mismo pecado <strong>que</strong> obra<br />
en mí. Por un <strong>la</strong>do sé <strong>que</strong> no mora en mi carne lo bueno, puesto <strong>que</strong>, aun notando <strong>que</strong> el<br />
amor a lo bueno está en mí mismo, no alcanzo el cómo realizarlo. Yo, en efecto, me deleito<br />
en <strong>la</strong> ley divina, según mi hombre interior (mi Ego o mi Yo, <strong>que</strong> dirían los emanantistas), pero<br />
en mis miembros todos veo otra ley <strong>que</strong> contradice a <strong>la</strong> Ley de mi voluntad y me esc<strong>la</strong>viza a<br />
<strong>la</strong> ley del pecado, <strong>que</strong> está en mis miembros. ¿Quién, pues, desgraciado de mí, me librará<br />
del cuerpo de esta muerte, de <strong>la</strong> muerte <strong>que</strong> es este cuerpo? Por<strong>que</strong> si bien con el espíritu<br />
sirvo a <strong>la</strong> ley de Dios, con <strong>la</strong> carne no sirvo sino a <strong>la</strong> del pecado" (Rom. VII, 15-25).<br />
Esto, en suma, no es sino el conocimiento perfecto de los p<strong>la</strong>nos de conciencia de los <strong>que</strong><br />
nos hab<strong>la</strong> <strong>la</strong> literatura teosófica 40 .<br />
En otras Epísto<strong>la</strong>s añade con igual espíritu:<br />
"La ley no es el pecado, pero yo no conocí el pecado hasta <strong>que</strong> conocí <strong>la</strong> ley, por<strong>que</strong> no<br />
conocería <strong>que</strong> <strong>la</strong> concupiscencia es tal concupiscencia, si ignorase <strong>la</strong> ley <strong>que</strong> me dice: "No<br />
codiciarás". Sin <strong>la</strong> ley, el pecado no existe, y cuando, después de haber vivido yo sin ley en<br />
otro tiempo, vino a mí el precepto de <strong>la</strong> ley, revivió el pecado. Así yo he sido muerto al nacer,<br />
y el mandamiento <strong>que</strong> parecía dado para vida, fué hal<strong>la</strong>do serme para muerte, por<strong>que</strong> desde<br />
40 Estos p<strong>la</strong>nos de conciencia responden perfectamente a los mundos de <strong>que</strong> en el capítulo anterior nos ha hab<strong>la</strong>do<br />
Plutarco. Aquéllos son siete, al tenor del artificio c<strong>la</strong>sificador de los orientales, a saber: Atma el Soplo o Aliento Divino <strong>que</strong><br />
constituye <strong>la</strong> más íntima e hipostática esencia de nuestro ser, el "Cristo interior" del iniciado de Tarso; Buddhi, o sea nuestra<br />
alma espiritual, el nous griego, el ruach hebreo; Manas superior, Inteligencia o Mente espiritual, y abstracta o intuitiva<br />
indisolublemente unida al Manas interior, <strong>que</strong> es <strong>la</strong> mente concreta o discursiva kama-manas, <strong>la</strong> mente ya animal o pasional<br />
(ψυχη); el Cuerpo astral o Lhingha Sârira, y Sthu<strong>la</strong>-shârira, es decir, el deleznable Cuerpo físico, todo ello en<strong>la</strong>zado y<br />
sintetizado por Prana, es decir, por <strong>la</strong> Vida Universal <strong>que</strong> al Cosmos anima.<br />
En efecto, como dice <strong>la</strong> Maestra en lsis sin Velo:<br />
En los escritos de Pablo, <strong>la</strong> entidad humana aparece dividida en tres elementos: a) carne, b) existencia psíquica o alma y c)<br />
<strong>la</strong> entidad patrocinadora, e interna al par, o Espíritu. La expresión del apóstol de los gentiles en cuanto a <strong>la</strong> anastasis o sea<br />
<strong>la</strong> continuación de <strong>la</strong> vida de a<strong>que</strong>llos <strong>que</strong> han muerto, no puede ser más terminante. El, en efecto, sostiene <strong>que</strong> existe un<br />
cuerpo psíquico basado en lo corruptible y un cuerpo espiritual <strong>que</strong> lo está en <strong>la</strong> substancia incorruptible, y por eso dice <strong>que</strong><br />
el primero es terrenal y el segundo celeste. El mismo Santiago (Epíst. III, 15, texto griego), identifica al alma diciendo <strong>que</strong><br />
"su sabiduría no desciende de lo alto, sino <strong>que</strong> es terrestre, demoníaca y psíquica". P<strong>la</strong>tón, por su parte, al hab<strong>la</strong>r del alma<br />
psuché observa <strong>que</strong> cuando el<strong>la</strong> se alía con el nous, Pablo lo l<strong>la</strong>ma Espíritu y Jesús hace del corazón lo <strong>que</strong> Pablo dice de <strong>la</strong><br />
carne.<br />
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